No podemos predecir cuándo se producirá una escasez de liquidez. Pero sabemos que cuando se congelan las redes mundiales de suministro de capital, un problema de liquidez de corto plazo puede transformarse con rapidez en un problema de solvencia más profundo y de mayor duración. Para tales casos, una línea de liquidez disponible cuando se la necesite puede ser una tabla de salvación.
El FMI respondió a esta necesidad mediante la creación, la semana pasada, de un nuevo servicio financiero, la Línea de Liquidez a Corto Plazo (LLCP), el primer nuevo instrumento de financiamiento del FMI que se crea en casi diez años. Como parte de su estrategia más amplia para responder a la crisis, este nuevo servicio financiero proporciona una línea de crédito fiable y renovable, sin condicionalidad ex post, a países miembros con fundamentos y marcos de política económica muy sólidos, es decir, los mismos criterios de habilitación que otro servicio del FMI, la llamada Línea de Crédito Flexible (LCF). La LLCP se ha concebido para hacer frente a una necesidad de balanza de pagos especial—potencial, moderados y de corto plazo—que se refleja en presiones sobre la cuenta de capital a raíz de shocks externos.