Discursos

EMBAJADOR ALBERTO BOREA, REPRESENTANTE PERMANENTE DE PERÚ ANTE LA OEA, PRESIDENTE DEL COMITÉ DE ASUNTOS JURÍDICOS Y POLÍTICOS, Y MIEMBRO DE LA JUNTA DE LA CÁTEDRA DE LAS AMÉRICAS DE LA OEA
EN LA INAUGURACION DE LA SEGUNDA CATEDRA DE LAS AMERICAS “LAS AMÉRICAS: DE LA INTEGRACIÓN ECONÓMICA A UNA COOPERACIÓN PLENA”

8 de febrero de 2005 - Washington, DC


Presidente Iglesias, Presidente Cáceres, Secretario general Einaudi, rector Chang, amigas y amigos embajadores, ciudadanos de América:

Uno de los problemas de gran parte de nuestro hemisferio, es que nos hemos contentado, muchas veces, con inagurar las cosas y nos descuidamos luego del curso de las mismas y de su institucionalización. Nos ha faltado esa constancia a la que Dios le concede la victoria, según la recordada frase de Bolívar. Es por eso que el segundo esfuerzo es más importante que el primero y es por ello que hoy, como miembro del directorio de la Cátedra de las Américas, me siento tan contento como cuando el pasado 25 inauguramos la misma con la presencia del Presidente Carter.

La cobertura de la Cátedra se ha ido ampliando, el hemisferio ha recibido con sumo interés la posibilidad de escuchar a personajes que como el Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, que hoy nos acompaña, tienen muchas reflexiones para compartir y para acicatear a América en su marcha hacia la felicidad de nuestros pueblos. Los medios de comunicación y las cadenas educativas han recogido del satélite de la Voz de las Américas de los Estados Unidos y del Edusat de México, esta buena nueva y han replicado con cátedras nacionales y foros de discusión en varios países. Pronto, espero que sean todos.

América está preocupada por afianzar su democracia, pero también por lograr que los beneficios de la misma sean tangibles para sus habitantes. La democracia es una forma de gobierno que al permitir la libertad de las personas sienta las pautas para el desarrollo del inacabable espíritu humano, y con ello poder dar rienda suelta a la imaginación y romper las ataduras del escepticismo para arriesgarnos en propósitos que aunque puedan parecer audaces deben de estar sostenidos siempre por reflexiones que nacidas de la experiencia, pero no detenida en ella, nos permitan avanzar sin aventurerismo que siempre terminan pagando los pueblos.

El desarrollo económico del hemisferio cimentará, como lo ha hecho en Europa, la realidad de este pueblo continente que tiene que ser la América unida con la que soñó también mi ilustre compatriota don Antenor Orrego.

Dentro de sus diversos esfuerzos por encontrar caminos, América imaginó también una institución que pueda servir de motor a ese desarrollo de nuestras naciones, desarrollo que no sólo es económico, sino también social, cultural, político. Esa institución ha sido el BID y el mismo ha estado predido en los últimos veinte años por quien es uno de los personajes más conocidos y repetados de nuestro hemisferio: Don Enrique Iglesias.

Enrique Iglesias ha demsotrado en estos años la alta sensibilidad por nuestros países. No sólo fue Canciller del Uruguay y Pesidente de la rueda de negociaciones que condujo a la creación de la Organización Mundial de Comercio, sino que ha escrito una gran cantidad de ensayos donde ha volcado su rica experiencia vital.

Hace algunos meses, en un diálogo con los embajadores de las Américas nos lanzó un reto: hacer propuestas políticas que puedan ser acompañadas por las instituciones que, como las que él conduce, ayuden a mover hacia delante el hemisferio.

Hoy, Presidente Iglesias, América espera nuevamente sus reflexiones para que las respuestas no sólo vengan del mundo oficial, sino para que en cada rincón de nuestro hemisferio quede sembrada la semilla que cayendo en tierra buena, de lugar al desencadenamiento de esa mecánica del pensamiento de la que fluirán muchas realizaciones que Ud. o sus sucesores, estimularán.

Gracias Presidente Iglesias por lo que ha hecho en todos estos años por nuestro hemisferio, gracias por acompañarnos en esta Cátedra, América lo escucha