Discursos

MINISTRA DE RELACIONES EXTERIORES DE CHILE, SRA. MARIA SOLEDAD ALVEAR V.
LA GOBERNABILIDAD DEMOCRATICA EN LAS AMERICAS

30 de abril de 2003 - Washington, DC


Señor Presidente,
Señor Secretario General,
Distinguidas y distinguidos Representantes Permanentes,

Es para mí un privilegio dirigirme a este Consejo Permanente, con el propósito de reflexionar sobre el tema que Chile ha propuesto para el diálogo de Jefes de Delegación que asistirán a la XXXIII Asamblea General de la Organización que se efectuará en Santiago de Chile: la Gobernabilidad Democrática en las Américas.

La gobernabilidad es clave para el futuro de nuestra región y la acción de la Organización de Estados Americanos ciertamente puede contribuir a la realización de este proyecto colectivo.

La recuperación de la democracia representativa en las décadas de los ochenta y noventa constituye una de las conquistas más significativas para los pueblos americanos. Esta conquista debe ser permanentemente reafirmada, para hacer de la democracia, mediante la gobernabilidad institucional y la participación política, un espacio relevante para la vida ciudadana de la sociedad hemisférica. Hace doce años, la OEA aprobó el Compromiso de Santiago con la Democracia y la Renovación del Sistema Interamericano, que estableció un espacio cultural y político para la democracia en las Américas.

Este organismo hemisférico no ha sido ajeno a la dinámica de acontecimientos de un sistema global, donde la gobernabilidad es un factor esencial de estabilidad a fin de lograr el progreso y la paz.

Con la adopción de la Carta Democrática Interamericana en Lima, el 11 de septiembre de 2001, consagramos el derecho y a obligación de promover y defender la democracia. Ella incorporó el espíritu y el texto de las resoluciones, declaraciones y modificaciones de la Carta de la OEA, que conforman el sustento y sentido democrático de la Organización.

Se trata de un compromiso ético y político, fundado en valores compartidos que reflejan una visión de nuestra región y del mundo. Los países de las Américas reconocieron que éste es el camino para construir un desarrollo político, social, económico y cultural en libertad, equidad y diversidad.

Este proceso normativo se ha constituido en el referente para la actividad política del hemisferio y su implementación contribuye cualitativamente a afianzar la dignidad y el derecho de los pueblos americanos. Estos no sólo eligen a sus gobernantes, sino que tienen una relación más cercana con el poder. Una sociedad civil cada día más vigorosa está abriendo espacios a mejores oportunidades de participación e influencia para millones de personas.

Ese es el lado amable de nuestro balance político, algo que nadie puede desconocer y cuya consolidación es fundamental para avanzar hacia estadios superiores de desarrollo.

Las dificultades

La realidad hemisférica, particularmente de los latinoamericanos, es una en que comparten, por primera vez en su historia, un mismo sistema político, regido por el principio de la democracia representativa, la articulación partidista de la representación, formas de gobierno parlamentarias o presidenciales, una fuerte tendencia al centralismo que convive con intentos de descentralización administrativa, y una enorme dificultad a la hora de construir la sociedad civil.

Si bien nuestra democracia ha permitido formas de participación en la vida pública a sectores emergentes, también ha dejado enormes frustraciones. La indiferencia de las élites, la corrupción, la ineficacia de las instituciones y la pobreza han provocado decepción frente a la política y aún respecto de la democracia misma. Este es un fenómeno preocupante que no puede ser ajeno a quienes tenemos responsabilidades políticas.

Democracia y gobernabilidad constituyen dos conceptos complementarios e interdependientes. Su complementariedad se ve expresada como relación virtuosa en la gobernabilidad democrática. Ella caracteriza la gobernabilidad de una manera positiva, como un bien público y simbólico, con un profundo sentido ético, y cuyo origen se encuentra en una acción política basada en valores, consensos, normas y objetivos de largo plazo, que reproducen una estabilidad sistémica en la sociedad. Profundizar la democracia con gobernabilidad se vuelve, entonces, una necesidad urgente para preservar el Estado de Derecho, la adhesión a los postulados democráticos y la legitimidad de las instituciones.

El panorama social de nuestros días resulta preocupante. Los indicadores socio-económicos y las percepciones y opiniones ciudadanas de la región, reflejan esa tendencia. CEPAL indica que al 2003 la región lleva media década perdida, en el sentido de que no ha habido en el último lustro el progreso económico y social esperado.

¿Cuál es la causa principal de estas dificultades? Me atrevo a sugerir que no es solamente económica. Ciertamente, hay problemas no menores en este campo, pero también reflejan situaciones cuyas causas son de origen político y sobre las cuales quisiera centrar vuestra atención.

El progreso de la región aparece entorpecido por el mal funcionamiento de elementos centrales de sus sistemas políticos. Justamente porque creemos en la democracia es que tenemos el deber de perfeccionarla.

La ruta a seguir:

Hoy, el gran reto que enfrenta el hemisferio es avanzar en el diseño y puesta en marcha de una Agenda de Gobernabilidad Democrática de las Américas, que permita encontrar los caminos que conduzcan a una consolidación de la democracia, del Estado de Derecho y la plena vigencia de los Derechos Humanos y las libertades fundamentales.

También se trata de mejorar la calidad de las instituciones públicas, de asegurar el equilibrio entre los poderes del Estado, de fortalecer los sistemas de representación y los partidos políticos, la transparencia y la probidad en la función pública y en la actividad política, así como las formas modernas de la ciudadanía y la participación de la sociedad civil.

La democracia la construimos todos. Es el fruto de un esfuerzo común que deben desplegar los gobiernos, las instituciones nacionales y la sociedad civil. Como lo señala la Carta Democrática Interamericana, vivir en democracia es un derecho en nuestro continente yeso nos impone la obligación de emprender acciones para hacerla efectiva. Para ello, proponemos profundizar y abrir algunas líneas de acción.

Gobernabilidad y Modernización Institucional

Debemos mejorar la accesibilidad, la transparencia y la responsabilidad en la gestión pública, lo que incluye tanto modernizaciones dirigidas a mejorar la eficiencia como otras más importantes conducentes a romper la desigualdad de acceso y a combatir la corrupción.

Se trata de fortalecer la calidad de las instituciones públicas y promover la modernización del Estado. La política es la fibra más sensible de vinculación entre instituciones y ciudadanía. Por lo tanto, la substancia de las instituciones de un país depende críticamente de la calidad de su sistema político.

Nuestra preocupación actual reside en 1a búsqueda de un Estado más inteligente, abierto, transparente, equitativo y con una mejor vinculación con la sociedad civil y el sector privado. En este marco, la fortaleza de sus instituciones políticas será determinante frente a una crisis de gobernabilidad.

Por ello, creemos que la OEA, en particular la Unidad para la Promoción de la Democracia, deben trabajar para fortalecer el espacio democrático de las Américas, mediante una red de cooperación que instale la gobernabilidad como elemento consubstancial a las obligaciones que nos impone la Carta Democrática Interamericana.

Gobernabilidad, Partidos Políticos y Sociedad Civil

Las deficiencias del sistema político requieren del fortalecimiento del papel de los partidos, como principales intermediarios de las demandas populares en una democracia representativa. La modernización de los partidos fortalecerá la credibilidad y la confianza ciudadana, e introducirá en la organización interna formas más transparentes de dirección y gestión, fomentando instancias de interacción y diálogo con los demás actores sociales. Asimismo, se promoverá, particularmente, la plena participación de la mujer en sus estructuras. Con todo ello, se busca evitar la desafección ciudadana con la política y las instituciones democráticas.

De igual modo, debemos potenciar la participación de la sociedad civil en el sistema político, impulsando la consideración de sus intereses y rompiendo las barreras a la entrada de nuevos actores, especialmente de aquellos que representan las preocupaciones de las generaciones venideras. La OEA debe estar abierta a este nuevo enfoque que favorece la participación civil en términos de autogestión de sus propios proyectos y con un rol activo en la construcción y perfeccionamiento de demandas y políticas públicas.

Por lo anterior, nuestra Organización tiene que priorizar acciones y programas tendientes a promover la participación plena de los ciudadanos, tanto en su calidad de electores, como en su papel de actores sociales agrupados en las diversas expresiones de la sociedad civil, fortaleciendo de esta manera el diálogo entre ella y los partidos políticos. También se deberá estimular la formación de nuevos liderazgos democráticos entre las y los jóvenes y apoyar su incorporación al proceso político.

Gobernabilidad y Cultura Democrática

Hoy, más que nunca, necesitamos de una educación cívica que destaque las virtudes de vivir en democracia y que, al mismo tiempo, permita salvaguardar la diversidad, el pluralismo y el derecho a ser diferente, en un clima de tolerancia y amistad cívica. También se trata de fomentar el debate público y el respeto del disenso. Fortalecer la promoción de una cultura democrática permite obtener mayores niveles de participación e inclusión. Se requiere, por cierto, de un esfuerzo para promover los Derechos Humanos y una ampliación de las libertades ciudadanas, con el propósito de configurar un hemisferio donde su vigencia y plena observancia constituyan su sello característico.

Por ende, proponemos que las instancias del Sistema Interamericano ocupadas de estas temáticas, en particular la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos y la Comisión Interamericana de Mujeres, trabajen activamente en programas y proyectos destinados a eliminar los obstáculos que dificultan la participación en los procesos democráticos. Es indispensable asegurar una permanente preocupación por combatir la ignorancia, la intolerancia, la discriminación, la apatía y la falta de alternativas reales.

Gobernabilidad, Crecimiento y Equidad

Los desafíos de la gobernabilidad democrática nos obligan a poner en el centro de nuestra atención la gestión responsable de los asuntos públicos como elemento indispensable para un desarrollo sostenible en el marco de una economía global.

La aplicación de políticas económicas racionales y la existencia de instituciones democráticas sólidas, que puedan responder a las necesidades y expectativas de la población, representan la base de un crecimiento económico sostenido. Se trata de fomentar las inversiones y de generar trabajo decente para poder eliminar la pobreza.

Por ello, cuando hablamos de crecimiento con equidad, asumimos que la promoción del crecimiento es un componente fundamental de nuestra estrategia de desarrollo, pero que éste debe ir acompañado de políticas públicas y prácticas de buen gobierno que promuevan una mayor igualdad de oportunidades.

Reflexiones finales

Señor Presidente,

Chile ha sugerido este tema en la convicción de que el mero funcionamiento de las instituciones de un Estado de Derecho no es condición suficiente para garantizar una gobernabilidad democrática. Ellas deben generar la necesaria adhesión y participación activa de la ciudadanía, como un camino fundamental para su legitimación social, de modo que sean capaces de superar los constantes riesgos que la amenazan. El riesgo ya no es el mal gobierno, sino la ingobernabilidad y la desintegración social. Nuestro desafío es respaldar políticamente una Agenda de Gobernabilidad Democrática. La OEA es un camino para la cooperación en este ámbito.

Un gobierno de facto, cuando cumple con determinados parámetros institucionales, puede producir crecimiento económico, pero al costo de la supresión de las libertades democráticas y ello no es moralmente aceptable, ni sustentable en el largo plazo. Queremos para las Américas una gobernabilidad democrática.

Estos conceptos son los que deseamos debatir en la Asamblea General en Santiago. Vamos a continuar el camino que los Jefes de Estado y de Gobierno trazaron en las Cumbres Hemisféricas, buscando cumplir con la tarea más urgente que nuestros pueblos nos han encomendado para este milenio: el gran proyecto de construir una sociedad más integrada, participativa, justa y democrática, que emerja de un entorno social de diversidad y respeto.

Muchas Gracias.