Discursos

DRA. MARÍA ANGELA HOLGUÍN CUELLAR, MINISTRA DE RELACIONES EXTERIORES DE COLOMBIA
INTERVENCIÓN DE LA MINISTRA DE RELACIONES EXTERIORES DE COLOMBIA EN LA SEGUNDA SESIÓN PLENARIA - DIÁLOGO DE LOS JEFES DE DELEGACIÓN (ASAMBLEA GENERAL DE LA OEA)

6 de junio de 2011 - San Salvador, El Salvador


Señor Presidente de la Asamblea General
Señor Secretario General
Señoras y Señores Ministros de Relaciones Exteriores
Señores Delegados de los Países Miembros
Señores Observadores Permanentes
Invitados especiales
Señoras y señores:

Deseo expresar mis agradecimientos al pueblo y al Gobierno salvadoreños por la calidez con que nos acoge en esta ciudad de San Salvador, con ocasión del Cuadragésimo Primer Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea General de la OEA. Igualmente, un especial reconocimiento al señor Secretario General, José Miguel Insulza, y a través suyo, a toda la OEA por la organización de esta reunión. Hace una semana, en la Asamblea Extraordinaria en Washington, nuestra América registraba el regreso de Honduras a la OEA. Creo que fue un momento significativo para todos, y la oportunidad en que los representantes de los Estados Miembros, acompañamos la reconciliación de Honduras y refrendamos el compromiso con la solución pacífica de las controversias, la democracia, y la vocación integracionista de nuestro continente.

Nada más oportuno que el tema central que nos convoca en este período anual ordinario de sesiones: "La Seguridad Ciudadana en las Américas", fenómeno de preocupación en nuestro continente, por los enormes desafíos que enfrentamos y que pueden llegar a comprometer la estabilidad, las instituciones, así como el desarrollo y el bienestar de nuestras naciones.

Es así como, fenómenos como el terrorismo, el problema mundial de las drogas, el tráfico ilícito de armas, la trata de personas, el tráfico ilícito de migrantes, el lavado de activos, la corrupción, el secuestro, las pandillas delictivas, entre otros delitos de alto impacto, afectan el estado de derecho, la administración de justicia, el bienestar y la calidad de vida de todos, los derechos civiles y las libertades de nuestros ciudadanos.

La seguridad ciudadana entonces, no es de ocurrencia exclusiva en una u otra región, o de uno u otro país, por los niveles altos o bajos de criminalidad registrados. Es un asunto fundamental de toda democracia dada la creciente urbanización, la transnacionalidad del crimen y el reclamo global de los ciudadanos por entornos seguros y sostenibles.

Es un reto global que demuestra una vez más la interconexión de las realidades sociales, económicas y políticas del mundo.

Nuestra región tiene retos a la seguridad ciudadana que pueden ser enfrentados con acciones y políticas conjuntas y concertadas. En Colombia, por nuestra experiencia, somos unos convencidos de los enfoques de cooperación y la firmeza de las políticas para combatir los grandes flagelos que afectan la seguridad. Con todo tipo de delito transnacional, la cooperación entre los Estados es fundamental. Esta cooperación entre los países también debe permitirnos crear y fortalecer políticas de prevención, brindando más oportunidades a la juventud para fortalecer sus capacidades de trabajo y así darles opciones para un desarrollo de una vida sana y alejada del crimen y la delincuencia.

El Presidente Juan Manuel Santos creó la Alta Consejería para la Convivencia y Seguridad Ciudadana, como instancia de orden nacional para construir una política pública y articular así los esfuerzos de las entidades nacionales y territoriales. Podemos compartir esta experiencia institucional y la estrategia que comienza a ejecutar con los países interesados.

Esta política nos ha permitido mejorar la seguridad ciudadana con resultados ampliamente satisfactorios.

Permítanme mencionar sólo algunas cifras: Desde el año 2002 a 2010, el homicidio se redujo en un 46% al pasar de 28.837 casos a 15.459. El secuestro por su parte, disminuyó en un 91 % en el mismo período. La extorsión se redujo en un 46%, mientras que el hurto presentó una disminución del 49%. Un examen de carácter histórico y geográfico nos revela, por ejemplo, que hemos tenido épocas de alta y de baja violencia, y que el delito no se presenta de forma homogénea en el país. Así mismo, los municipios más pobres y de mayor inequidad no son necesariamente los de mayor criminalidad. Es más, el 74 por ciento de los municipios del país presentan niveles bajos de violencia. Y desde el 2002, los homicidios han caído un 45%.

Pero estos logros no hubieran sido posibles, sin el profesionalismo y el liderazgo de nuestra Policía Nacional.

Históricamente Colombia padeció de un déficit estructural de seguridad en ciertas zonas alejadas e inhóspitas del territorio nacional que terminaron bajo el control de grupos armados ilegales. Esta situación pudo revertirse en la última década gracias al esfuerzo que en materia de seguridad desplegó la administración anterior, aunado a una política de depuración y reestructuración de la Policía Nacional, que permitió una efectiva coordinación entre esta y las fuerzas militares.

Nuestro país tiene hoy la capacidad y la disposición de compartir con la comunidad internacional, y en especial con nuestra región, su experiencia y las buenas prácticas adquiridas en el tratamiento de este fenómeno. La definición de esquemas de asistencia técnica y la cooperación entre los Estados son las herramientas efectivas para prevenir y enfrentar la criminalidad que afecta a nuestras sociedades.

Es por ello que con un decidido compromiso con la seguridad y el bienestar de la región, Colombia ha ejecutado una "Estrategia de Cooperación en Seguridad" que ha permitido a 14 países de la región, fortalecer sus capacidades nacionales y enfrentar con mejores herramientas las posibles amenazas a su seguridad y la de sus ciudadanos.

Bajo esta estrategia, Colombia a solicitud de algunos de los países de la región, ha adelantado una labor de diagnóstico de la situación de seguridad en Guatemala, Honduras, Costa Rica y Jamaica, que han permitido transferir experiencias y buenas prácticas en diversos asuntos de lucha contra el crimen y las diferentes modalidades del delito. En Honduras, país con el cual tenemos más avances en la implementación de la Estrategia, se ha logrado capacitar a más de mil efectivos, contribuyendo al establecimiento de mejores herramientas para enfrentar los fenómenos que afectan la seguridad ciudadana.

De igual forma, y bajo marcos bilaterales de cooperación como es el caso de los Grupos de Alto Nivel en Seguridad y Justicia, Colombia ha brindado una importante asistencia técnica a México, Panamá, Paraguay, Perú, entre otros, que ha permitido la capacitación de más de siete mil funcionarios en temas como fortalecimiento institucional; modernización y reestructuración de los cuerpos de seguridad; asesoría y asistencia en el control del delito, así como en materia de lucha contra el crimen transnacional y nuevas amenazas.

La cooperación es fundamental para brindar seguridad ciudadana y conocer las políticas, experiencias y lecciones aprendidas de cada uno de nosotros es fundamental para fijar caminos conjuntos. En este contexto, estoy convencida que el trabajo que hagamos para mejorar la calidad de vida de nuestros ciudadanos es vital para tener éxitos de largo plazo.

Con esta motivación y convicción trabajamos en dos programas de impacto social que tienen su énfasis en las fronteras y en los pueblos más necesitados de desarrollo y oportunidades para los jóvenes. El desarrollo fronterizo entendido desde la óptica de proyectos específicos creo que es una estrategia que podemos desarrollar todos con nuestros vecinos, pues sabemos que las fronteras vulnerables impiden combatir con éxito al crimen transnacional organizado. Cambiar la vida de los jóvenes, llevando oportunidades e incentivos para su propio desarrollo, es una política que tiene importantes beneficios en el largo plazo y es una manera de cooperar y de poner en práctica los compromisos que adquirimos para brindar seguridad ciudadana a las poblaciones.

Políticas especiales en zonas especialmente marginadas con estrategias y proyectos similares a los que definimos para las fronteras, fortalecen precisamente estos esfuerzos conjuntos. En estos, la responsabilidad principal es nacional y se convierte en un nuevo escenario de cooperación.

Quiero concluir con la siguiente reflexión. Creo que es fundamental pasar de la retórica a la acción. Superar los enfoques de calificación y construir proyectos concretos que tengan una repercusión real en la vida de las personas. Con cooperación y pragmatismo considero que podremos tener impacto en nuestras políticas y acciones conjuntas.

La OEA puede fortalecer estos esfuerzos nacionales y subregionales y promover la comprensión de la problemática conjunta con una visión renovada, en estrecha coordinación con los países y donde el objetivo central sea fortalecer las capacidades nacionales y la ejecución de proyectos específicos que tengan un efecto y un impacto concreto en la calidad de vida de los ciudadanos nuestra América.

Gracias.