Discursos

JOSÉ MIGUEL INSULZA, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
DÍA DE LAS AMÉRICAS

16 de abril de 2007 - Washington, DC


Nos reunimos hoy para celebrar Día de las Américas reúne una ocasión sin duda jubilosa. Hace ya casi ciento veinte años, en el marco de la “Primera Conferencia Internacional Americana” realizada en esta misma ciudad, fue fundada la Unión de las Repúblicas Americanas.

Fue esa organización, que a partir de 1910 contó con una secretaría permanente denominada “Unión Panamericana”, la que dio lugar al sistema de instituciones, normas jurídicas y principios comunes de conducta que hoy conocemos como Sistema Interamericano. En su marco institucional se generaron instituciones aún vigentes, como la Organización Panamericana de la Salud, la Organización Panamericana de Mujeres, el Comité Jurídico Interamericano, el Instituto Indigenista Interamericano y el Instituto Interamericano del Niño. Y entre los conceptos y normas que promovió pueden mencionarse la protección de los derechos humanos, la defensa de la democracia, la solución pacífica de controversias, el libre comercio en la región, la igualdad jurídica de los Estados y el respeto al principio de no intervención; todos ellos desarrollados mucho antes de que fueran reconocidos por otras regiones del planeta.

Es esa tradición más que centenaria de integración y cooperación la que hoy celebramos. Una tradición de la que es heredera directa nuestra Organización de los estados Americanos. Una tradición que no obstante sus altos y bajos, ha contribuido a dotar a nuestra región, durante más de un siglo, de condiciones de paz y estabilidad prácticamente únicas en el concierto internacional. Una tradición que es reflejo de una vocación de unidad tan antigua y arraigada que no encuentra parangón en la historia de ninguna otra región o continente. Una tradición, en fin, que explica que no obstante períodos de estancamiento y aún otros de franco distanciamiento de los problemas más acuciantes de nuestra región, nuestra Organización no sólo haya pervivido como el principal y más antiguo foro político hemisférico, sino que se haya ampliado desde los veintiún Estados firmante de la carta de 1948 a los treinta y cinco que la constituyen ahora.

Al celebrar el Día de las Américas es bueno recordar que la Organización de los Estados Americanos y el Sistema Interamericano en cuyo centro ella se sitúa, es uno de los mayores activos de nuestra región. Que es un formidable instrumento cuya utilidad va a depender estrictamente de la voluntad y fuerza con que sus Estados miembros decidan concurrir a enfrentar problemas que son de todos y de los cuales ningún país –grande o pequeño- puede sentirse excluido.

Nadie, en nuestros días, puede ignorar que vivimos en un mundo globalizado que requiere de instituciones, normas y regímenes para generar las condiciones de una convivencia estable y próspera. Ni negar que esas instituciones encuentran en el multilateralismo el ámbito más legítimo e incluyente, conciliando orden, estabilidad, paz y cooperación.

Es verdad –y debemos reconocerlo con realismo- que nuestra Organización no siempre ha definido su agenda prestando atención a aquellos problemas que más apremian a nuestros pueblos. Pero con el mismo realismo debemos reconocer que ahora vivimos un momento diferente. Hoy no existen diferencias que nos dividan dramáticamente ni amenazas de conflicto o inestabilidad que se ciernan sobre nuestros países.

Ese es un espléndido marco para seguir avanzando en nuestras actividades. Es el momento de avanzar en la consolidación de nuestras democracias y en el fortalecimiento de la gobernabilidad. Igualmente necesario es ir más lejos y más profundamente en la protección de los derechos humanos. El desarrollo integral, nuestra preocupación de siempre como Organización, debe ir mucho más allá del mero interés en el crecimiento y el comercio e incorporar los principios de la inclusión y la equidad como base de la prosperidad. Es el momento, finalmente, de avanzar en una política de seguridad multidimensional que dé cuenta efectiva de los principales problemas de seguridad que afectan a la población de nuestro Hemisferio.

Reafirmemos hoy día nuestra voluntad política de avanzar hacia una OEA más eficaz, con una agenda focalizada en nuestros principales problemas, con prioridades consensuadas, más participativa y abierta a todos los sectores de la sociedad. Esa será, sin duda, la mejor celebración que podremos hacer del Día de las Américas y de la hermosa tradición, ya más que centenaria, de integración y cooperación que representa.