Boletín electrónico Nº56 - Febrero, 2009

 
 
¡Hablemos de negocios! Inclusión digital para trabajadores, analfabetismo, una tecnología digital de cinco mil años y una iniciativa del sector de las TIC para el desarrollo
 
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Toda sociedad es una sociedad de la información. Algunas sociedades tienen y usan mucha información; éstas tienden a prosperar. Otras tienen y usan poca información; éstas sobreviven. Las empresas prosperan y sobreviven sobre la base de la información que tienen en cuanto a mejores prácticas, tecnología, mercados, clientes, regulaciones, costos, existencias, etc. En la actualidad, la mayoría de la información que necesitan las empresas para funcionar mejor está por escrito. Pero desafortunadamente, por lo menos la mitad de los trabajadores del mundo no pueden acceder a ésta, ya que apenas saben leer y escribir; es decir, son funcional o completamente analfabetos.

Los gobiernos y las instituciones internacionales han dedicado mucho esfuerzo y dinero a programas de inclusión digital, que ofrecen capacitación informática a jóvenes y adultos con la esperanza de integrarlos a la sociedad de la información, ayudándolos a competir en la economía global. Estos programas funcionan para algunas personas, a quienes luego les resulta más fácil encontrar mejores trabajos y mejorar su posición económica y social.

Sin embargo, los que más desesperadamente necesitan ayuda no pueden obtenerla de las computadoras ni de los programas de inclusión digital. Estos programas solo incluyen a personas fácilmente incorporables; es decir, aquellas que ya pueden leer, escribir y aprender con facilidad. El resto, como mucho, aprenderá a jugar juegos electrónicos o a enviar mensajes sencillos por correo electrónico a sus familiares.

Hoy día, es necesario poder leer y escribir para hacer buen uso de las computadoras, pero esto no tiene por qué ser la norma. De hecho, el sector de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), los gobiernos y las instituciones y organizaciones internacionales, incluyendo la CITEL, pueden ayudar.

Se supone que los programas de inclusión digital deben impulsar la inclusión económica y social para crear trabajos, o por lo menos para ayudar a las personas a participar plenamente de la sociedad de la información y la economía global. En realidad, su trabajo deja mucho que desear. Las micro, pequeñas y medianas empresas son las que crean la gran mayoría de puestos de trabajo en todo el mundo, incluyendo en América Latina, pero pocas de estas empresas usan las tecnologías de la información y la comunicación para mucho más que un llamado telefónico. Además, prácticamente no existen programas de inclusión destinados a ayudar a las empresas a utilizar estas tecnologías.

Existen principalmente dos razones por las cuales las pequeñas empresas utilizan poco o nada de las TIC, y el costo no es una de ellas. Incluso las empresas más pequeñas logran pagar los equipos que necesitan para funcionar y ganar dinero; el problema yace en el rendimiento del capital invertido, no en el costo. Desafortunadamente, las TIC no generan un rendimiento razonable de la inversión para la mayoría de las microempresas. En primer lugar, existen pocas aplicaciones que las microempresas puedan utilizar eficazmente y, en segundo lugar, la mayoría de las personas que trabajan para microempresas, especialmente en las regiones en desarrollo, son funcional o completamente analfabetas.

Un analfabeto funcional es una persona que, si bien puede leer y escribir, su nivel es tan bajo que no le permite absorber cantidades útiles de información a partir de un texto; ciertamente, no lo suficiente como para ser un buen candidato para la inclusión digital.

Un artículo sobre este tema publicado en Wikipedia (http://en.wikipedia.org/wiki/Functional_illiteracy, disponible solamente en inglés), ofrece una breve descripción del fenómeno y proporciona estadísticas sorprendentemente elevadas sobre el analfabetismo funcional en los Estados Unidos y el Reino Unido. Las estadísticas para la Unión Europea son similares. Las cifras, dependiendo de la definición de analfabetismo funcional que se adopte, pueden alcanzar hasta el 40 por ciento incluso en las regiones más desarrolladas del mundo. En América Latina y otras regiones en desarrollo los porcentajes son mucho más elevados.

Una de las tecnologías más importantes de la sociedad de la información —la lectura y la escritura— tiene cinco mil años de antigüedad. A pesar de su larga y exitosa historia, y a pesar de que la civilización actual sería imposible sin ella, más de la mitad de la población mundial aún no puede leer o escribir de manera adecuada. El gran éxito de la palabra escrita oculta su gran falla.

En la mayoría de los casos, ni siquiera se trata de una cuestión de escolaridad. En el Reino Unido, por ejemplo, donde la escolaridad es casi universal (véase el artículo de Wikipedia mencionado arriba), por año se gradúan casi 100.000 alumnos que son funcionalmente analfabetos. Desafortunadamente, el Reino Unido es con mucho uno de los mejores países en este sentido; la mayoría son considerablemente peores. Las causas del analfabetismo funcional son numerosas y las escuelas no pueden abordar muchas de ellas. Por lo general, no se trata simplemente de mejorar la enseñanza.

Si queremos promover la inclusión económica y social, es necesario brindar a esta enorme masa de trabajadores los instrumentos y aplicaciones digitales que necesiten y puedan usar. Sólo entonces lograremos el impacto económico y social esperado. Necesitamos una aplicación revolucionaria, y la vez salvadora.

Para alcanzar la inclusión digital, económica y social, es necesario proporcionar a las pequeñas empresas las TIC necesarias, herramientas que mejoren la productividad y redunden en un buen retorno de la inversión. En lugar de intentar que una tecnología antigua logre lo que no ha podido hacer en cinco mil años, tenemos que usar nuevas tecnologías —las TIC— con gráficos, sonido y aplicaciones audiovisuales diseñadas para satisfacer las necesidades de los trabajadores funcionalmente analfabetos.

Imaginen el impacto de los sistemas y aplicaciones de telefonía móvil que eliminan la palabra escrita y usan voz, gráficos y videos para realizar las tareas de micro y pequeñas empresas donde trabaja la mayoría de los trabajadores funcionalmente analfabetos.

No hay mejor educación que la capacitación en tiempo real en el lugar de trabajo. Para ser productivos, hasta los egresados universitarios necesitan aprender en la práctica. Si mediante un teléfono móvil, un trabajador puede acceder a un manual diseñado sobre la base de símbolos y fotografías, recibir un video de instrucciones para llevar a cabo una tarea o procedimiento, obtener diagnósticos orales o visuales en tiempo real para efectuar reparaciones difíciles, realizar la contabilidad de manera oral o recibir verbalmente buenos consejos comerciales y ayuda para cientos de problemas comunes tanto comerciales como prácticos, aumenta su productividad, sus ingresos y su inclusión social.

Multipliquen esto por cientos, miles o millones de trabajadores y crecerán las economías locales, nacionales y regionales. Esto crea trabajos y promueve la inclusión económica. Cuando los trabajadores ganan suficiente pueden enviar a sus hijos al colegio, para que éstos tengan una vida mejor. Esto es inclusión social. Esto es inclusión digital.

Ya contamos con la tecnología; podemos reemplazar la palabra escrita con voz, video e imágenes para la mayoría de los sistemas comerciales. A esto le llamo Talking Business! (N.T. frase que puede interpretarse como “hablar de negocios” o como un negocio que habla). No será una tarea sencilla ni poco costosa, pero es altamente factible y los resultados superan con creces los costos. Talking Business! puede ofrecer una verdadera inclusión digital. Tiene la capacidad de potenciar la productividad y eficiencia de casi todas las empresas, dando trabajo a personas que de otra manera no podrían tener empleo

Para llegar al punto en que realmente podamos manejar un negocio de manera verbal o gráfica, necesitaremos el apoyo internacional del sector de las TIC, organizaciones internacionales y gobiernos. La CITEL no puede financiar un proyecto como éste, pero su apoyo oficial, si decidiera brindarlo, podría ser crucial para que las grandes empresas se organicen a fin de encarar el desafío.

Bill Gates define la “filantropía corporativa estratégica” como “el punto en el que las necesidades sociales se superponen con la experiencia corporativa y los intereses comerciales…” Talking Business! coincide perfectamente con esta definición: atiende profundas necesidades sociales y de vital importancia, prestando servicio a un mercado actualmente ignorado que incluye a más de la mitad de los trabajadores del mundo, y ofrece amplios incentivos para invertir y desarrollar equipos y aplicaciones para satisfacer estas necesidades. Las empresas tradicionales y otros proveedores de servicios de telecomunicaciones podrían ofrecer el servicio dentro de una amplia variedad de modelos comerciales.

En la actualidad, tenemos la tecnología necesaria, si bien no todavía para un gran final, por lo menos para un gran comienzo. Contamos con tecnologías de voz, reconocimiento y respuesta de voz, gráficos, video, realidad aumentada (como las pantallas de visualización frontal que se utilizan en aviación), bases de datos y bases de conocimiento, subportátiles (netbooks), teléfonos inteligentes, banda ancha inalámbrica y mucho más. Además, todas estas tecnologías son cada vez mejores y menos costosas. La computación en nube proporciona una infraestructura sin complicaciones para ofrecer aplicaciones y contenido a los usuarios de microteléfonos móviles de manera confiable, sencilla y económica. La computación en nube oculta al usuario la verdadera complejidad de los sistemas, infraestructura y aplicaciones de apoyo.

No tenemos:

  • una visión sectorial acerca de la mejor manera de poner la vasta cantidad de información existente a disposición de aquellos que no pueden absorber cantidades significativas de información a partir de la palabra escrita,

  • interfaces estándares de audio, video y gráficos para ofrecer esta información, ni

  • aplicaciones y contenido especial que satisfaga las necesidades de las pequeñas empresas de todo el mundo y las personas que trabajan en ellas.

Teniendo en cuenta los rápidos cambios en tecnología, productos, metodología y procesos, necesitamos aplicaciones y contenido que estén disponibles en dispositivos portátiles inalámbricos para:

  • facilitar el aprendizaje a través de la práctica, ofreciendo instrucciones detalladas mediante audio y video,

  • facilitar el diagnóstico y la solución de problemas laborales cotidianos y

  • ofrecer servicios tales como contabilidad verbal en gran escala y tiempo real, y un sistema de asesoramiento de control y mejores prácticas para ayudar a las pequeñas empresas a organizar y optimizar sus actividades.

No podemos esperar años para que los trabajadores aprendan algo que necesitan hacer hoy, de manera que los sistemas deben ser de autoaprendizaje. Los usuarios que utilizan el sistema por primera vez deben ser guiados visual y verbalmente, paso por paso, a través de los procedimientos necesarios. Con el tiempo, se acostumbrarán a las tareas necesarias y podrán realizarlas sin asistencia. La capacitación en el lugar de trabajo y mediante la práctica sigue siendo el método de enseñanza más efectiva que existe. Esto, además de esperanza, es lo que puede ofrecer Talking Business!

No obstante, existen problemas muy reales. En primer lugar, en la actualidad no hay aplicaciones o contenido comercial que no se base en la palabra escrita. Tampoco hay aplicaciones ni contenido especialmente diseñado para satisfacer las necesidades de los trabajadores funcionalmente analfabetos de las microempresas. Lo que es peor aún, no sabemos lo que ellos, y las pequeñas empresas para las que trabajan, necesitan para ser más productivos. Es en este campo que las alianzas entre las empresas y el sector académico, con universidades de todo el mundo, podrían ser inusualmente productivas.

Además, no existe un “ecosistema” TIC/social que apoye el desarrollo de un programa tan ambicioso y, ciertamente, costoso. He hablado con muchas empresas, gobiernos y organizaciones respecto de la necesidad de tal programa. La mayoría está de acuerdo, pero nadie hace nada. La realidad es que nadie puede hacer nada, es decir, nadie puede hacer nada por su cuenta.

Es cierto que existen problemas, pero esto puede redundar en muy buenos negocios. Se trata de un mercado nuevo, compuesto (para empezar) por más de la mitad de los trabajadores, que actualmente utilizan pocos —si acaso— servicios y productos TIC, excepto las tecnologías de voz. Puede tratarse de una proposición en la que todos ganen: los fabricantes, los creadores de software, aplicaciones y contenido, los proveedores de servicios y la sociedad en su conjunto.

La buena noticia es que las grandes empresas, sin mencionar los que no tienen educación, las personas con discapacidad y el resto de nosotros, también encontrarán que los equipos, las interfaces, los métodos e incluso muchas de las aplicaciones que desarrollamos para las empresas pequeñas son herramientas realmente útiles, muy rentables y altamente productivas.

Arquímedes dijo; “Dadme un punto de apoyo y moveré la tierra”. El problema que enfrentamos al crear un programa y herramientas para lograr una verdadera inclusión digital es la falta de un punto de apoyo, es decir, una base, una plataforma. Por sí sola, ni una persona, ni una empresa, ni una organización, ni un país tiene los recursos para crear todo lo necesario a fin de resolver el problema de manera eficaz. Ningún modelo de empresa sobrevivirá sin una amplia base de apoyo, sin una verdadera base tecnológica multisectorial, sin un conjunto de estándares extensamente aceptados y sin amplio apoyo de los gobiernos y las instituciones internacionales.

Estoy firmemente convencido de que se necesita una organización de base amplia dedicada a crear un ecosistema empresarial audiovisual; digamos un Foro de la Empresa Audiovisual. Debería estar compuesto de visionarios, actores del sector de las TIC (fabricantes de plaquetas, centros de datos, equipos de red, etc., creadores de software y aplicaciones, proveedores de contenido, proveedores de servicios, empresas de telefonía fija e inalámbrica), gobiernos, universidades e instituciones internacionales. Cualquiera que pueda contribuir a la visión es bienvenido.

Avanzar será una tarea difícil. Lograr que un grupo importante de empresas e instituciones se comprometan con la visión y formen una organización oficial para crear los estándares y herramientas tendientes a lograr la verdadera inclusión digital será una batalla. Pero vale la pena librarla. Hasta es posible que la ganemos.

 

Fredric Morris
Editor-in-Chief
Connect-World & Managing Partner, MBW Consultores Associados

 
 

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