Toda sociedad es una sociedad de
la información. Algunas sociedades tienen y usan
mucha información; éstas tienden a prosperar. Otras
tienen y usan poca información; éstas sobreviven.
Las empresas prosperan y sobreviven sobre la base de
la información que tienen en cuanto a mejores
prácticas, tecnología, mercados, clientes,
regulaciones, costos, existencias, etc. En la
actualidad, la mayoría de la información que
necesitan las empresas para funcionar mejor está por
escrito. Pero desafortunadamente, por lo menos la
mitad de los trabajadores del mundo no pueden
acceder a ésta, ya que apenas saben leer y escribir;
es decir, son funcional o completamente analfabetos.
Los gobiernos y las instituciones
internacionales han dedicado mucho esfuerzo y dinero
a programas de inclusión digital, que ofrecen
capacitación informática a jóvenes y adultos con la
esperanza de integrarlos a la sociedad de la
información, ayudándolos a competir en la economía
global. Estos programas funcionan para algunas
personas, a quienes luego les resulta más fácil
encontrar mejores trabajos y mejorar su posición
económica y social.
Sin embargo, los que más
desesperadamente necesitan ayuda no pueden obtenerla
de las computadoras ni de los programas de inclusión
digital. Estos programas solo incluyen a personas
fácilmente incorporables; es decir, aquellas que ya
pueden leer, escribir y aprender con facilidad. El
resto, como mucho, aprenderá a jugar juegos
electrónicos o a enviar mensajes sencillos por
correo electrónico a sus familiares.
Hoy día, es necesario poder leer
y escribir para hacer buen uso de las computadoras,
pero esto no tiene por qué ser la norma. De hecho,
el sector de las tecnologías de la información y la
comunicación (TIC), los gobiernos y las
instituciones y organizaciones internacionales,
incluyendo la CITEL, pueden ayudar.
Se supone que los programas de
inclusión digital deben impulsar la inclusión
económica y social para crear trabajos, o por lo
menos para ayudar a las personas a participar
plenamente de la sociedad de la información y la
economía global. En realidad, su trabajo deja mucho
que desear. Las micro, pequeñas y medianas empresas
son las que crean la gran mayoría de puestos de
trabajo en todo el mundo, incluyendo en América
Latina, pero pocas de estas empresas usan las
tecnologías de la información y la comunicación para
mucho más que un llamado telefónico. Además,
prácticamente no existen programas de inclusión
destinados a ayudar a las empresas a utilizar estas
tecnologías.
Existen principalmente dos
razones por las cuales las pequeñas empresas
utilizan poco o nada de las TIC, y el costo no es
una de ellas. Incluso las empresas más pequeñas
logran pagar los equipos que necesitan para
funcionar y ganar dinero; el problema yace en el
rendimiento del capital invertido, no en el costo.
Desafortunadamente, las TIC no generan un
rendimiento razonable de la inversión para la
mayoría de las microempresas. En primer lugar,
existen pocas aplicaciones que las microempresas
puedan utilizar eficazmente y, en segundo lugar, la
mayoría de las personas que trabajan para
microempresas, especialmente en las regiones en
desarrollo, son funcional o completamente
analfabetas.
Un analfabeto funcional es una
persona que, si bien puede leer y escribir, su nivel
es tan bajo que no le permite absorber cantidades
útiles de información a partir de un texto;
ciertamente, no lo suficiente como para ser un buen
candidato para la inclusión digital.
Un artículo sobre este tema
publicado en Wikipedia (http://en.wikipedia.org/wiki/Functional_illiteracy,
disponible solamente en inglés), ofrece una breve
descripción del fenómeno y proporciona estadísticas
sorprendentemente elevadas sobre el analfabetismo
funcional en los Estados Unidos y el Reino Unido.
Las estadísticas para la Unión Europea son similares.
Las cifras, dependiendo de la definición de
analfabetismo funcional que se adopte, pueden
alcanzar hasta el 40 por ciento incluso en las
regiones más desarrolladas del mundo. En América
Latina y otras regiones en desarrollo los
porcentajes son mucho más elevados.
Una de las tecnologías más
importantes de la sociedad de la información —la
lectura y la escritura— tiene cinco mil años de
antigüedad. A pesar de su larga y exitosa historia,
y a pesar de que la civilización actual sería
imposible sin ella, más de la mitad de la población
mundial aún no puede leer o escribir de manera
adecuada. El gran éxito de la palabra escrita oculta
su gran falla.
En la mayoría de los casos, ni
siquiera se trata de una cuestión de escolaridad. En
el Reino Unido, por ejemplo, donde la escolaridad es
casi universal (véase el artículo de Wikipedia
mencionado arriba), por año se gradúan casi 100.000
alumnos que son funcionalmente analfabetos.
Desafortunadamente, el Reino Unido es con mucho uno
de los mejores países en este sentido; la mayoría
son considerablemente peores. Las causas del
analfabetismo funcional son numerosas y las escuelas
no pueden abordar muchas de ellas. Por lo general,
no se trata simplemente de mejorar la enseñanza.
Si queremos promover la inclusión
económica y social, es necesario brindar a esta
enorme masa de trabajadores los instrumentos y
aplicaciones digitales que necesiten y puedan usar.
Sólo entonces lograremos el impacto económico y
social esperado. Necesitamos una aplicación
revolucionaria, y la vez salvadora.
Para alcanzar la inclusión
digital, económica y social, es necesario
proporcionar a las pequeñas empresas las TIC
necesarias, herramientas que mejoren la
productividad y redunden en un buen retorno de la
inversión. En lugar de intentar que una tecnología
antigua logre lo que no ha podido hacer en cinco mil
años, tenemos que usar nuevas tecnologías —las TIC—
con gráficos, sonido y aplicaciones audiovisuales
diseñadas para satisfacer las necesidades de los
trabajadores funcionalmente analfabetos.
Imaginen el impacto de los
sistemas y aplicaciones de telefonía móvil que
eliminan la palabra escrita y usan voz, gráficos y
videos para realizar las tareas de micro y pequeñas
empresas donde trabaja la mayoría de los
trabajadores funcionalmente analfabetos.
No hay mejor educación que la
capacitación en tiempo real en el lugar de trabajo.
Para ser productivos, hasta los egresados
universitarios necesitan aprender en la práctica. Si
mediante un teléfono móvil, un trabajador puede
acceder a un manual diseñado sobre la base de
símbolos y fotografías, recibir un video de
instrucciones para llevar a cabo una tarea o
procedimiento, obtener diagnósticos orales o
visuales en tiempo real para efectuar reparaciones
difíciles, realizar la contabilidad de manera oral o
recibir verbalmente buenos consejos comerciales y
ayuda para cientos de problemas comunes tanto
comerciales como prácticos, aumenta su productividad,
sus ingresos y su inclusión social.
Multipliquen esto por cientos,
miles o millones de trabajadores y crecerán las
economías locales, nacionales y regionales. Esto
crea trabajos y promueve la inclusión económica.
Cuando los trabajadores ganan suficiente pueden
enviar a sus hijos al colegio, para que éstos tengan
una vida mejor. Esto es inclusión social. Esto es
inclusión digital.
Ya contamos con la tecnología;
podemos reemplazar la palabra escrita con voz, video
e imágenes para la mayoría de los sistemas
comerciales. A esto le llamo Talking Business! (N.T.
frase que puede interpretarse como “hablar de
negocios” o como un negocio que habla). No será una
tarea sencilla ni poco costosa, pero es altamente
factible y los resultados superan con creces los
costos. Talking Business! puede ofrecer una
verdadera inclusión digital. Tiene la capacidad de
potenciar la productividad y eficiencia de casi
todas las empresas, dando trabajo a personas que de
otra manera no podrían tener empleo
Para llegar al punto en que
realmente podamos manejar un negocio de manera
verbal o gráfica, necesitaremos el apoyo
internacional del sector de las TIC, organizaciones
internacionales y gobiernos. La CITEL no puede
financiar un proyecto como éste, pero su apoyo
oficial, si decidiera brindarlo, podría ser crucial
para que las grandes empresas se organicen a fin de
encarar el desafío.
Bill Gates define la “filantropía
corporativa estratégica” como “el punto en el que
las necesidades sociales se superponen con la
experiencia corporativa y los intereses comerciales…”
Talking Business! coincide perfectamente con esta
definición: atiende profundas necesidades sociales y
de vital importancia, prestando servicio a un
mercado actualmente ignorado que incluye a más de la
mitad de los trabajadores del mundo, y ofrece
amplios incentivos para invertir y desarrollar
equipos y aplicaciones para satisfacer estas
necesidades. Las empresas tradicionales y otros
proveedores de servicios de telecomunicaciones
podrían ofrecer el servicio dentro de una amplia
variedad de modelos comerciales.
En la actualidad, tenemos la
tecnología necesaria, si bien no todavía para un
gran final, por lo menos para un gran comienzo.
Contamos con tecnologías de voz, reconocimiento y
respuesta de voz, gráficos, video, realidad
aumentada (como las pantallas de visualización
frontal que se utilizan en aviación), bases de datos
y bases de conocimiento, subportátiles (netbooks),
teléfonos inteligentes, banda ancha inalámbrica y
mucho más. Además, todas estas tecnologías son cada
vez mejores y menos costosas. La computación en nube
proporciona una infraestructura sin complicaciones
para ofrecer aplicaciones y contenido a los usuarios
de microteléfonos móviles de manera confiable,
sencilla y económica. La computación en nube oculta
al usuario la verdadera complejidad de los sistemas,
infraestructura y aplicaciones de apoyo.
No tenemos:
-
una visión sectorial acerca de
la mejor manera de poner la vasta cantidad de
información existente a disposición de aquellos
que no pueden absorber cantidades significativas
de información a partir de la palabra escrita,
-
interfaces estándares de audio,
video y gráficos para ofrecer esta información, ni
-
aplicaciones y contenido
especial que satisfaga las necesidades de las
pequeñas empresas de todo el mundo y las personas
que trabajan en ellas.
Teniendo en cuenta los rápidos
cambios en tecnología, productos, metodología y
procesos, necesitamos aplicaciones y contenido que
estén disponibles en dispositivos portátiles
inalámbricos para:
-
facilitar el aprendizaje a
través de la práctica, ofreciendo instrucciones
detalladas mediante audio y video,
-
facilitar el diagnóstico y la
solución de problemas laborales cotidianos y
-
ofrecer servicios tales como
contabilidad verbal en gran escala y tiempo real,
y un sistema de asesoramiento de control y mejores
prácticas para ayudar a las pequeñas empresas a
organizar y optimizar sus actividades.
No podemos esperar años para que
los trabajadores aprendan algo que necesitan hacer
hoy, de manera que los sistemas deben ser de
autoaprendizaje. Los usuarios que utilizan el
sistema por primera vez deben ser guiados visual y
verbalmente, paso por paso, a través de los
procedimientos necesarios. Con el tiempo, se
acostumbrarán a las tareas necesarias y podrán
realizarlas sin asistencia. La capacitación en el
lugar de trabajo y mediante la práctica sigue siendo
el método de enseñanza más efectiva que existe. Esto,
además de esperanza, es lo que puede ofrecer Talking
Business!
No obstante, existen problemas
muy reales. En primer lugar, en la actualidad no hay
aplicaciones o contenido comercial que no se base en
la palabra escrita. Tampoco hay aplicaciones ni
contenido especialmente diseñado para satisfacer las
necesidades de los trabajadores funcionalmente
analfabetos de las microempresas. Lo que es peor aún,
no sabemos lo que ellos, y las pequeñas empresas
para las que trabajan, necesitan para ser más
productivos. Es en este campo que las alianzas entre
las empresas y el sector académico, con
universidades de todo el mundo, podrían ser
inusualmente productivas.
Además, no existe un “ecosistema”
TIC/social que apoye el desarrollo de un programa
tan ambicioso y, ciertamente, costoso. He hablado
con muchas empresas, gobiernos y organizaciones
respecto de la necesidad de tal programa. La mayoría
está de acuerdo, pero nadie hace nada. La realidad
es que nadie puede hacer nada, es decir, nadie puede
hacer nada por su cuenta.
Es cierto que existen problemas,
pero esto puede redundar en muy buenos negocios. Se
trata de un mercado nuevo, compuesto (para empezar)
por más de la mitad de los trabajadores, que
actualmente utilizan pocos —si acaso— servicios y
productos TIC, excepto las tecnologías de voz. Puede
tratarse de una proposición en la que todos ganen:
los fabricantes, los creadores de software,
aplicaciones y contenido, los proveedores de
servicios y la sociedad en su conjunto.
La buena noticia es que las
grandes empresas, sin mencionar los que no tienen
educación, las personas con discapacidad y el resto
de nosotros, también encontrarán que los equipos,
las interfaces, los métodos e incluso muchas de las
aplicaciones que desarrollamos para las empresas
pequeñas son herramientas realmente útiles, muy
rentables y altamente productivas.
Arquímedes dijo; “Dadme un punto
de apoyo y moveré la tierra”. El problema que
enfrentamos al crear un programa y herramientas para
lograr una verdadera inclusión digital es la falta
de un punto de apoyo, es decir, una base, una
plataforma. Por sí sola, ni una persona, ni una
empresa, ni una organización, ni un país tiene los
recursos para crear todo lo necesario a fin de
resolver el problema de manera eficaz. Ningún modelo
de empresa sobrevivirá sin una amplia base de apoyo,
sin una verdadera base tecnológica multisectorial,
sin un conjunto de estándares extensamente aceptados
y sin amplio apoyo de los gobiernos y las
instituciones internacionales.
Estoy firmemente convencido de
que se necesita una organización de base amplia
dedicada a crear un ecosistema empresarial
audiovisual; digamos un Foro de la Empresa
Audiovisual. Debería estar compuesto de visionarios,
actores del sector de las TIC (fabricantes de
plaquetas, centros de datos, equipos de red, etc.,
creadores de software y aplicaciones, proveedores de
contenido, proveedores de servicios, empresas de
telefonía fija e inalámbrica), gobiernos,
universidades e instituciones internacionales.
Cualquiera que pueda contribuir a la visión es
bienvenido.
Avanzar será una tarea difícil.
Lograr que un grupo importante de empresas e
instituciones se comprometan con la visión y formen
una organización oficial para crear los estándares y
herramientas tendientes a lograr la verdadera
inclusión digital será una batalla. Pero vale la
pena librarla. Hasta es posible que la ganemos.
Fredric Morris
Editor-in-Chief
Connect-World & Managing Partner, MBW Consultores
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