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XI. Delimitación de alternativas

11.1 Recursos disponibles por zona de desarrollo
11.2 Características teóricas y técnicas de un análisis de alternativas
11.3 Criterios para la delimitación de alternativas
11.4 Descripción de las alternativas

En base a la información contenida en los capítulos precedentes se realiza a continuación un recuento por zona de desarrollo de los recursos disponibles en la CIRB, tomando en consideración sus actuales niveles de utilización, su capacidad productiva potencial y los condicionantes que se presentan para su aprovechamiento. Estos aspectos integran el marco actual que, junto con los criterios metodológicos que ocupan la segunda parte de este capítulo, permitirán delinear las alternativas existentes para la utilización de los recursos naturales regionales.

11.1 Recursos disponibles por zona de desarrollo

11.1.1 Distribución zonal de suelos
11.1.2 Recursos leñosos
11.1.3 Disponibilidad de agua
11.1.4 Recursos humanos
11.1.5 El potencial industrial de la CIRB

11.1.1 Distribución zonal de suelos

11.1.1.1 Propiedad, ocupación del suelo y distribución de las explotaciones agropecuarias
11.1.1.2 Aptitud agrícola y superficie cultivada
11.1.1.3 Aptitud de los suelos y actividad ganadera

En el capítulo V se han volcado los resultados del estudio de suelos. Entre otras clasificaciones, se presentan ordenados en Grupos de Suelos en una escala alfabética descendente de A a E según diferentes aptitudes agrícolas.

Como puede apreciarse en los cuadros XI-1 y XI-2, la distribución por zonas de desarrollo de las diferentes calidades de suelos resulta ampliamente disímil.

Si se observa la composición porcentual de suelos por zona resulta que, mientras en la Zona III prácticamente la totalidad de los suelos pertenece a los grupos A o B, la situación se invierte en la Zona I donde el grueso de los suelos es del grupo D. Ordenando las zonas por la proporción que en ellas ocupan los suelos A, B y C en conjunto, se obtendría la sucesión III, V, IV, VI, II y I. Si se observa en cambio la ubicación de las principales superficies de suelos A, B y C, resulta la sucesión V, IV, VI, II, III y I (ver cuadro XI-2).

11.1.1.1 Propiedad, ocupación del suelo y distribución de las explotaciones agropecuarias

En el cuadro XI-3 y la figura XI-2 se aprecia el volumen y la distribución de las tierras publicas y privadas en la CIRB, comprobándose que la misma no se corresponde con la calidad de los suelos mencionada en el punto anterior, sino que se ajusta a las líneas de penetración histórica en la región y al peso que en la misma tuvo la actividad forestal.

Mientras que la Zona I es, prácticamente en su totalidad, propiedad privada, el porcentaje, de propiedad publica supera al tercio en la Zona II y crece aun más en la Zona III, donde más del 90% del suelo es de óptima calidad.

En dirección a Salta, en la Zona V, asciende rápidamente la participación privada en la propiedad del suelo, lo que produce un descenso moderado de la presencia publica en la Zona V y una abrupta caída de la misma en la Zona VI.

Corresponde señalar que tierra publica no significa tierra desocupada; por el contrario, todas las tierras publicas aptas para la agricultura de secano (básicamente las ubicadas en la Zona Este), se encuentran densamente ocupadas. Por otra parte, también resulta de consideración la ocupación ganadera de las tierras fiscales no desmontadas o con limitaciones climáticas para el desarrollo de una agricultura de secano.

El cuadro XI-3 y la figura XI-1 muestran a este respecto que la mayor ocupación productiva se concentra en la Zona III. Resulta también elevada en las Zonas II y I, mientras decae en las restantes.

Paralelamente a los comentarios anteriores se advierte que en las Zonas IV, V y VI la ocupación no es proporcional a la disponibilidad de suelos con aptitud agrícola. Esto se debe, entre otros factores, a que en las mencionadas Zonas existe una limitada disponibilidad de lluvias, especialmente en otoño e invierno.

El peso de la propiedad publica en la región y la existencia de abundantes tierras de alta aptitud productiva, permite suponer la posibilidad de implantar importantes programas agropecuarios que se apoyen en tierras publicas en la totalidad de las zonas, con excepción de la I y en menor medida de la VI. Al mismo tiempo el grado de ocupación de las mismas condiciona dichos programas a la incorporación en ellos de la población ya asentada, y a la vez destaca las dificultades y costos que implicará trabajar con buena parte de esta población, donde al carácter de ocupante de lotes públicos se asocia la precariedad en la dotación de los medios de producción y los bajos niveles de equipamiento social y cultural de los mismos.

Es importante tener en cuenta este ultimo aspecto en el momento de diseñar proyectos de aprovechamiento productivo. Aproximadamente de 30 000 explotaciones existentes en la región, una mayoría absoluta puede calificarse como minifundios. Tal como se analiza en el capítulo VIII estos minifundios son especialmente numerosos en las zonas de mayor actividad agrícola, representando parte substancial de la oferta agrícola regional, en especial de algodón. También se aprecia su mayor concentración en tierras fiscales y en la Zona Este, por el obvio motivo de ser ésta el asiento principal de la actividad agropecuaria regional.

Los minifundios, no obstante constituir la mayoría de las explotaciones, son minoritarios en cuanto a la superficie de que disponen, planteando una dicotomía de implicancia para el desarrollo de proyectos. Si se organiza un proyecto que abarque importantes superficies agropecuarias, por lo general dejará al margen al grueso de la población rural existente. Si se diseña un programa en función de abarcar una parte importante de la población rural existente, éste se desenvolverá sobre una reducida superficie agropecuaria, y en este caso el juicio compartido por organismos técnicos oficiales y privados es que las alternativas productivas son bastante limitadas si no se incrementa la dotación de tierra de las explotaciones ubicadas en los estratos menores.

11.1.1.2 Aptitud agrícola y superficie cultivada

La agricultura de la CIRB es hasta el presente esencialmente de secano. Por lo tanto, al considerar la ocupación agrícola de su superficie, se requiere tener presente en forma explícita las condiciones climáticas de las diferentes zonas de la CIRB para este tipo de agricultura.

Dado que, como mínimo, son tierras de buena aptitud agrícola, el 75% de los Grupos de la Tierra A, B y C, se ha combinado la información relativa a la distribución de dichos suelos con el punto 11.1.1, que informa sobre las limitaciones que las precipitaciones anuales imponen a la agricultura de secano.

Así como siempre es posible encontrar algún cultivo que se adapte a las precipitaciones disponibles, por menguadas que éstas sean, igualmente es posible hallar un cultivo o una técnica de cultivo que requiera riego aun en una zona de abundantes precipitaciones.

Pero en términos generales y para la gama de cultivos económicamente relevantes, se puede distinguir muy claramente que al desplazarse hacia el oeste se pasa de áreas con menores restricciones para el cultivo de secano a áreas con mayores restricciones, lo cual disminuye la variedad de cultivos posibles de desarrollar en secano.

En el cuadro XI-4 y en la primera columna de la figura XI-3, puede compararse la superficie apta para agricultura por zona de desarrollo con la de menor o mayor restricción climática a la agricultura de secano y, finalmente, con la superficie cultivada actual.

De ello puede deducirse que la Zona I, con escasos suelos de aptitud agrícola y mayores índices de utilización de los mismos, presenta pocas posibilidades de expansión agrícola.

Las Zonas II y III, actualmente los principales centros agrícolas de la región tienen aparentemente amplio margen de expansión, ya que cuentan aun con amplia disponibilidad de suelos de buena aptitud agrícola y con condiciones para desarrollar una diversificada agricultura de secano o riego.

Por su parte, en la Zona IV, donde existen importantes superficies agrícolas con limitadas restricciones para secano, el escaso porcentaje de las mismas que actualmente aparece cultivado debe explicarse por el hecho de ser esta zona la "frontera" agrícola del Chaco, razón por la cual ha sufrido en mayor medida los efectos del estancamiento en la expansión agropecuaria.

11.1.1.3 Aptitud de los suelos y actividad ganadera

Al tratar de relacionar la actividad ganadera regional con los suelos disponibles, se encuentran varias posibilidades: los suelos de aptitud agrícola son también aptos para la ganadería al total de los suelos incluidos en los Grupos de la Tierra A, B y C más el 70% de los suelos D. Como también es de interés considerar la posible competencia en el uso del suelo que puede surgir entre agricultura y ganadería, se estima como suelos de aptitud ganadera y no agrícola a la diferencia entre la superficie anterior y los suelos que en 11.1.1.2 se consideraban de buena aptitud agrícola; es decir, que los suelos aptos para ganadería y no aptos para agricultura se asimilarían al 25% de los Grupos de Suelos A, B y C más el 70% de los suelos D.

Las áreas actualmente destinadas a la ganadería son difíciles de precisar. Para obviar dicho problema se han convertido superficies a rodeos potenciales en base a un índice de receptividad por hectárea. Estos rodeos son comparados con los actuales, para definir la capacidad potencial de expansión de la ganadería, sea en base a suelos estrictamente ganaderos o a suelos ganaderos y agrícolas. El resultado se aprecia en el cuadro XI-5 y permite varias conclusiones de interés.

En la Zona I, dada la escasa existencia de suelos de buena aptitud agrícola, la ganadería no compite por su ocupación, ya que ella incrementaría en muy poco (17 %) las posibilidades de expansión, que ya son considerables si se realiza un buen manejo de los suelos ganaderos.

En las Zonas II y III la competencia entre ganadería y agricultura es clara. Aquí el stock actual supera ya la receptividad de suelos ganaderos no agrícolas y dado que dicha receptividad es el resultado de un cálculo en base a receptividad potencial, es seguro que los actuales stocks ganaderos en los hechos deben asentarse sobre buena parte de los suelos agrícolas zonales. Las implicancias de este hecho se aprecian mejor si se recuerda que en el parágrafo anterior se señalaba a las Zonas II y III como el asiento del grueso de las superficies agrícolas que pueden ser explotadas en secano.

Diferente es la situación de las Zonas IV, V y VI. En ellas la ganadería tendría amplia posibilidad de expansión confinándose a los suelos no aptos para agricultura, pero, aun en el caso de ocupar parte de ellos, este hecho no adquirirá las implicancias que tiene en las Zonas II y III. Es que aquí, dadas las mayores restricciones que existen para el cultivo de secano, es lícito especular con que las superficies agrícolas aptas sólo serán ocupadas en forma parcial, sea porque los posibles cultivos de secano son limitados o simplemente porque se ejecutan proyectos de riego que en conjunto apenas pueden

Cuadro XI-1 - Composición porcentual de suelos (Grupos de la Tierra) por zona

Grupo

Zona I

Zona II

Zona III

Zona IV

Zona V

Zona VI

Totales

A

0,6

17,7.

40,3

4,3

-

4,0

5,7

B

7,4

13,2

55,1

38,2

13,7

21,3

21,9

C

5,0

16,0

1,4

11,1

42,6

23,4

24,2

A + B + C

13,0

46,9

96,8

53,6

56,3

48,7

51,8

D

87,0

53,8

3,2

34,1

19,6

30,0

33,0

E

-

0,3

-

12,3

24,1

19,7

15,2

Totales

100,0

100,0

100,0

100,0

100,0

100,0

100,0

Cuadro XI-2 - Distribución de los grupos de suelos A, B y C

Grupo

Zona I

Zona II

Zona III

Zona IV

Zona V

Zona VI

Totales

A

ha

4 900

236 600

242 200

110 500


109 800

704 000

%

0,7

33,6

34,4

15,7

-

15,6

100,0

B

ha

81 900

181 900

372 900

1 094 600

648 800

651 900

3 032 000

%

2,7

6,0

12,3

36,1

21,4

21,5

100,0

C

ha

53 700

241 800

10 100

319 100

2 018 800

715 500

3 359 000

%

1,6

7,2

0,3

9,5

60,1

21,3

100,0

A+B+C

ha

140 500

660 300

625 300

1 524 200

2 667 600

1 477 200

7 095 000

%

2,0

9,3

8,8

21,5

37,6

20,8

100,0

Cuadro XI-3 - Distribución de la propiedad y ocupación de la tierra - km2

Zonas

Superficie total

Superficie publica

Superficie ocupada

Superficie publica en porcentaje sobre total

Superficie ocupada en porcentaje sobre total

I

1 090 000

101 000

305 000

9,3

27,0

II

1 580 000

565 000

682 700

35,7

43,0

III

700 000

520 000

461 750

74,3

65,0

IV

2 930 000

2 305 000

356 200

78,7

12,0

V

4 690 000

3 326 000

75 000

71,0

1,0

VI

3 010 000

675 000

153 750

22,5

5,0

Totales

14 000000

7 492 000

2 034 400

53,5

14,0

Fuente: Figuras XI-1 y XI-2.

Cuadro XI-4 - Aptitud para la agricultura de secano

Zona

Suelos aptos para agricultura

Restricciones

Cultivados
%

ninguna

ligeras

medias

altas

ha

%

%

%

%

I

105 300

100

-

-

-

27

II

524 700

-

100

-

-

21

III

497 100

-

100

-

-

24

IV

1 164 825

-

31

69

-

4

V

2 021 550

-

-

21

79

-

VI

1 129 425

-

-

-

100

1

Fuente: Cuadro XI-2 y figura XI-3. comprometer un limitado porcentaje de los suelos aptos.

11.1.2 Recursos leñosos

En base a la información facilitada por el NOA Forestal y el Instituto Nacional Forestal (IFONA) se han estimado existencias mínimas de recursos leñosos por zona de desarrollo para las variedades de mayor valor económico (quebracho colorado, quebracho blanco, guayacán, guayaibí, lapacho, urunday y palo santo) y otras variedades. Sobre estos valores se estimaron tasas de crecimiento correspondientes a un manejo eficiente del bosque a fin de obtener valores máximos posibles de extracción.

Los valores obtenidos deben considerarse como meramente ilustrativos pues se apoyan en fuentes sumamente precarias. Por otra parte, los techos de extracción anual deberían incrementarse en base a la tasa anual de desmonte y disminuirse por la reducción en el crecimiento debido al avance del desmonte. Con las salvedades realizadas, el cuadro XI-6 permite concluir que en el este de la CIRB la explotación forestal se realiza en per juicio del recurso boscoso pues la extracción anual supera el crecimiento estimado - particularmente en el caso de las Zonas II y III - lo que se ve agravado por el carácter selectivo de la explotación que, al concentrarse en las especies de mayor valor, reduce considerablemente la importancia económica del bosque remanente. Esto no significa que dichas zonas no sigan ostentando importantes valores de producción anual como resultado del desmonte y de la existencia de numerosas explotaciones forestales. Pero el manejo del recurso a nivel regional implicaría que la evolución a mediano plazo debe promover una reducción en las extracciones anuales, lo cual puede ser más que compensado por el incremento de la explotación forestal en la Zona Oeste de la CIRB.

11.1.3 Disponibilidad de agua

En el Capítulo IV se ha hecho una estimación de los recursos disponibles, superficiales y subterráneos. Tal como allí se indicara, los usos actuales y potenciales del agua se orientan hacia el consumo humano, abrevado de ganado, consumo industrial y de riego.

Se han desestimado las posibilidades energéticas no solo por la escasa viabilidad técnica en este tipo de aprovechamientos sino también por la existencia, a mediano y largo plazo, de importantes ofertas de energía provenientes de zonas muy próximas a la CIRB.

Finalmente, el posible aprovechamiento del río Bermejo con fines de transporte, no ha sido explícitamente analizado por los motivos que se señalaron en el Capítulo X, pese a lo cual se podrá apreciar que el esquema de análisis propuesto para los posibles aprovechamientos hídricos permite, llegado el caso, su fácil inclusión.

El caudal del río Bermejo disponible para nuevos aprovechamientos, varía según se considere al río en su comportamiento actual o con las obras de regulación previstas en el Estudio de la Alta Cuenca, en particular las del Proyecto Zanja del Tigre.

En lo que sigue, y salvo que en forma explícita se señale lo contrario, las alternativas y proyectos identificados corresponden a la situación que existirá a mediano plazo, una vez puestas en servicio las obras de Zanja del Tigre.

En tales condiciones, en la figura XI-4 se resumen las ofertas de agua para usos consuntivos en las diferentes zonas de desarrollo, en el bien entendido que las cifras deben considerarse sólo como una primera aproximación y con las salvedades siguientes en lo que atañe específicamente a los caudales del tramo inferior del río Bermejo:

· La variación de demanda mensual atribuida al riego de 90 000 ha previsto en el proyecto de Zanja del Tigre, se considera similar a la calculada para la zona de Castelli-Sáenz Peña en base a los requerimientos de un paquete de cultivos.

· De la comparación de caudales totales - los turbinados por Zanja del Tigre más los escurridos por el río San Francisco (ver cuadro IV-9) - con la variación de demandas mensuales, surge que el mes crítico es octubre, al cual le correspondería una tasa de riego de 0,37 1/s/ha.

· La real probabilidad de ocurrencia de los caudales señalados como "disponibles" y que en esta aproximación se estima igual o superior al 85%, dependerá de la forma en que va a operar el embalse y del servicio del área a regar.

· Se acepta que entre Junta de San Francisco y El Yacaré existe un 25% de perdidas por infiltración, porcentaje este que puede disminuir con el río regulado ya que su ponderación fue analizada en las condiciones de los estiajes actuales.

· A la disponibilidad en El Yacaré se deducen 30 m3/s para asegurar aguas abajo un caudal no inferior al de los estiajes mínimos actuales. Dicha deducción equivaldría a 40 m3/s en Junta de San Francisco en base a la hipótesis anterior.

· Si en la determinación de los caudales totales en Junta de San Francisco se consideran los mínimos mensuales en lugar de los promedios mensuales, el mes crítico pasa a ser noviembre cuya tasa de riego es de 0,5 1/s/ha. En tal caso, las posibilidades de utilización para riego disminuyen como consecuencia de la mayor demanda en bocatoma. No obstante, cabe señalar que en toda esta aproximación, el análisis opera dentro de un margen de seguridad representado por la no consideración del retorno del riego - aproximadamente igual al 30% de los insumos - por la generosa estimación de perdidas entre Junta de San Francisco y El Yacaré y finalmente por el mantenimiento de un caudal seguro de estiaje. Todo ello contribuiría a compensar los resultados aparentemente optimistas que se obtienen partiendo de los caudales de octubre, mes este en el cual el requerimiento de agua para riego es inferior al de noviembre.

Cuadro XI-5 - Posibilidades de expansión de la actividad ganadera

Zona

Suelos (ha)

Coeficiente de receptividad (ha/cab)
(3)

Rodeos potenciales (cab)

Stock ganadero actual (cab)
(6)

Posibilidades de expansión

ganaderos y agrícolas (*)
(1)

exclusivamente ganaderos (**)
(2)

Stock (1)/(3)
(4)

Stock (21/13)
(5)

Diferencia

I

796 370

691 070

1,5

513 913

460 713

347 914

49

32

17

II

1 275 420

750 720

1,7

728 811

428 983

480 980

52

-11

63

III

678 340

181 240

2

339 170

90 620

87 720

287

3

284

IV

2 243 440

1 078 615

3,5

640 983

308 176

205 248

212

50

162

V

3 349 760

1 328 210

10

334 976

132 821

89 045

276

49

227

VI

2 155 360

1 025 935

7,5

287 738

136 971

101 340

184

35

149

(*) A + B + C + 0,70 D
(**) 0,25 (A + B + C) + 0,70 D

Cuadro XI-6 - Extracción actual y potencial de madera por zona de desarrollo (en miles de ton)

Zonas

Extracción actual total

Extracción potencial

Total

Variedades de mayor valor

Otras variedades

I, II, III

526

280

420

700

IV

153

700

4 200

1 900

V

55

600

450

1 050

VI

126

-

-

1 600

Totales

860



5 250

Fuente: Elaborado en base al Volumen 1 Capítulo VII, y Volumen 3 Parte B.

Para definir los recursos disponibles por zona de desarrollo es preciso tener en cuenta, además de los correspondientes al río Bermejo, los recursos locales no dependientes de los anteriores como es el caso de las subcuencas de los ríos Dorado y Del Valle. El uso consuntivo de los primeros hace disminuir los caudales disponibles aguas abajo y en consecuencia compromete un recurso "común" a toda la zona. En cambio, en los últimos que podrían denominarse recursos "propios", el uso lógicamente prioritario es el servicio de la zona en que se encuentran y por lo tanto no altera la disponibilidad en otras zonas.

En el cuadro XI-7 se indican los caudales disponibles por zona de desarrollo, reiterándose que los valores adjudicados a los recursos "comunes", son interdependientes y resultarán disminuidos según los usos consuntivos de las zonas situadas aguas arriba. Entre las Zonas VI y V la disminución es atribuida a las pérdidas de caudal citadas anteriormente.

Traducidos los recursos a superficies potenciales de riego utilizando la tasa de octubre (0,37 1/s/ha) se llega al cuadro XI-8.

Recursos hídricos subterráneos con posibilidades de explotación fueron reconocidos por la Unidad Técnica en las áreas de Embarcación - Dragones - Yuchán (1 700 hm3), Luis Burela - El Manantial - Piquete Cabado (360 hm3) y Joaquín V. González (462 hm3), todos ellos en la Zona VI, a los que debe agregarse el área de Margarita Belén (95 hm3) en la Zona I.

En los tres primeros casos los recursos subterráneos coinciden espacialmente con los lugares de concentración de los recursos superficiales por lo que resulta improbable suponer una utilización simultánea y total de ambos casos. En el caso de la Zona I las características climáticas y la disponibilidad de recursos superficiales hacen prever poca demanda para el agua subterránea. No obstante lo anterior, y como se apreciará en el capítulo siguen te los recursos subterráneos pueden cumplir una importante función de complementación en los proyectos de aprovechamiento hídrico.

Debe recordarse, al observar los cuadros anteriores y la figura XI-3, que las superficies potenciales que aparecen en cada zona no son agregables sino que señalan el potencial máximo en caso de que se dirija a cada zona el total de recursos comunes (a excepción de los destinados a Zanja del Tigre).

Por último, como se verá en el próximo capítulo, existen algunos proyectos de riego en base a aprovechamientos del río Bermejo que, por concentrar sus demandas fuera del período crítico, no disminuyen los caudales disponibles para el resto de las zonas y pueden ser asimilados a proyectos de riego en base a recursos propios.

Cuadro XI-7 - Recursos hídricos superficiales por zona de desarrollo

Zona

Comunes m3/s

Propios m3/s

Totales disponibles para uso consuntivo m3/s

Totales en la fuente

Comprometido para estiaje mínimo

Disponible para uso consuntivo

VI

143

40

103

24 (*)

127

V

107

30

77

-

77

IV

107

30

77

-

77

III

107

30

77

-

77

II

107

30

77

-

77

I

107

30

77


77

(*) Subcuencas Dorado y del Valle. Corresponde a los caudales extraídos de los embalses proyectados (21 m3/s) en el mes de máxima demanda para esa zona (setiembre). Incluye 3 m3/s derivados del río San Francisco para la zona de Urizar.

Nota: Para la Zona VI se parte del promedio total en Junta de San Francisco correspondiente a octubre, al que se descuentan 13 m3/s por concepto de usos consuntivos previstos entre Yuto y Junta (Canales Talar: 10 m3/s y Urizar: 3 m3/s). Ello equivale a operar sólo con el mínimo mensual turbinado (ver cuadro IV-9). Entre las Zonas VI y V el caudal se reduce en 25% por perdidas.

Cuadro XI-8 - Superficies potencialmente regables

Zona

Recursos disponibles (*) m3/s

Superficie regable (**) ha

Superficie actualmente regada ha

Propios

Comunes

Totales

VI

24

103

127

321 000

6 600

V

-

52

52

141 000

-

IV

-

52

52

141 000

-

III

-

52

52

141 000

-

II

-

52

52

141 000

-

I

-

52

52

141 000

11 700

(*)

Excluyendo de las Zonas V a I el caudal consumido por el área de riego de Zanja del Tigre (33 m3/s) y el porcentaje de perdidas (25%).

(**)

Considerando la tasa de riego de octubre igual a 0,37 l/s/ha para los caudales comunes y la de setiembre igual a 0,54 1/s/ha para los propios de la Zona VI.

Si se compara ahora el potencial disponible con el uso actual (cuadro XI-8) se aprecia que este es mínimo. La conclusión que se obtiene es que el potencial de riego de la CIRB, en el supuesto del río Bermejo regulado por Zanja del Tigre, abarca aproximadamente un 6% de los suelos aptos, estimados en cinco millones de hectáreas (ver Capítulo V). Este representa una diferencia notoria con la situación actual y al mismo tiempo una variación sustancial si se compara con la actual superficie bajo riego a escala nacional (aproximadamente 1,5 millones de hectáreas).

Asimismo, comparando la disponibilidad de suelos vista en el parágrafo anterior, con los caudales disponibles, se deduce que las Zonas II, III, IV y VI presentan una oferta de suelos aptos para riego que supera en cada una de ellas la capacidad total de riego de la CIRB. La Zona V posee también amplias superficies aptas para riego pero de menor calidad, mientras que la Zona I presenta limitaciones para dicho uso.

11.1.4 Recursos humanos

En el Capítulo VI se han realizado estimaciones respecto a la evolución de la población regional económicamente activa y su distribución tanto zonal como urbano-rural. En el cuadro XI-9 y en la figura XI-3 se expresan los resultados de la evolución estimada, los que, a pesar de ser meras aproximaciones, permiten extraer conclusiones de interés.

Dejando de lado la Zona VI donde la información a nivel departamental se ve distorsionada por la inclusión de importantes centros urbanos que no pertenecen a la CIRB, concluimos que, en términos absolutos, la población urbana continuara concentrándose en la Zona I y en menor medida en la II y en la III. Igualmente se ve que la población rural económicamente activa se acrecienta en términos absolutos en forma destacada en las Zonas II y III, y que los crecimientos porcentuales de la Zona Oeste son bastante significativos.

Puede considerarse excesivo suponer un incremento del 50% al 100% en la población económicamente activa rural y urbana (como es el caso de las hipótesis de máxima para el año 2000). Pero debe recordarse que la hipótesis responde al modesto objetivo de frenar las tendencias migratorias regionales. Ello implica reconocer que la capacidad de creación de empleos debe ser tenida en cuenta explícitamente si se pretende alterar las tendencias demográficas espontáneas de la región.

La distribución interzonal de la población se verá en los hechos, fuertemente condicionada por la evolución espacial de la actividad productiva regional. A este respecto parece aceptable suponer que, mientras la movilidad rural-rural o rural-urbana es de magnitud apreciable, la movilidad urbana-rural es limitada. De ello se deduce que un proyecto agropecuario puede movilizar mano de obra rural de una zona a otra. Pero resultará necesario crear fuentes de ocupación secundarias y terciarias para atender el crecimiento de la oferta de trabajo urbana, pues la línea de movilidad demográfica es del tipo rural-urbana-extrarregional, con lo que se hace difícil absorber desocupación urbana mediante oferta de empleo rural.

11.1.5 El potencial industrial de la CIRB

Mientras que los recursos naturales y humanos pueden utilizarse como indicadores de los techos existentes para el desarrollo agropecuario regional, determinar el potencial de desarrollo industrial - y más particularmente de la agroindustria - resulta altamente problemático.

Si se conociera la tasa de ahorro anual, estimando una relación capital/producto, podría fácilmente calcularse el volumen de producción adicional proveniente de la inversión local de dicho ahorro. Pero este cálculo no es válido para la región pues, como se indico previamente, el grueso del ahorro regional se filtra hacia afuera de la región y consecuentemente el. grueso de la inversión industrial descansa en capitales extrarregionales, públicos y privados.

Podría buscarse un indicador del crecimiento potencial de la agroindustria regional a partir de consideraciones respecto al posible mercado de sus productos. Este enfoque resulta apropiado para el análisis de productos destinados al mercado regional y para algunos destinados al mercado nacional. Pero para el conjunto del sector manufacturero regional, ello no resulta posible, pues la participación regional en el mercado nacional es tan mínima que la demanda parecería totalmente elástica.

Existen, sin embargo, otras posibilidades de dimensionar metas para el crecimiento industrial regional, pero las mismas adquieren más el carácter de "objetivos" que el de "límites techos" de la industria regional. Si se buscara elevar el nivel de industrialización de la materia prima regional, hasta el promedio nacional actual, estimaciones realizadas por la Unidad Técnica indican que a largo plazo (año 2000) ello supone una tasa de crecimiento anual de la producción industrial regional que fluctuaría entre el 7% y el 10% para el Chaco y entre el 11% y el 14% para Formosa. Los valores mínimos y máximos provienen de suponer dos tasas de crecimiento de la producción primaria, 3% y 6%.

Por otra parte, si se propone elevar la ocupación industrial de los principales centros urbanos (Zonas I y III) desde sus actuales valores hasta niveles porcentuales comparables con la actual media nacional, las tasas de crecimiento de la producción deberían ascender hasta cifras cercanas al 10% anual para el largo plazo.

Aunque estos incrementos parecen muy abultados, no debe perderse de vista la pequeña base de la que se parte y, en todo caso, sirven para indicar el amplio margen que debe recorrer la industrialización regional para acercar la CIRB hacia una más homogénea distribución de la industria nacional.

11.2 Características teóricas y técnicas de un análisis de alternativas

11.2.1 Consideraciones básicas
11.2.2 Estudios de factibilidad
11.2.3 Prefactibilidad de proyectos y alternativas de desarrollo

11.2.1 Consideraciones básicas

Al considerar las posibles alternativas existentes para la utilización de los recursos naturales regionales, debe darse respuesta a dos aspectos igualmente importantes:

· Cual es la relación entre el aprovechamiento de los recursos naturales y el desarrollo regional global.

· Que conclusiones pueden obtenerse a partir de un inventario de recursos naturales y cual es la relación entre esas conclusiones y la implementación física de las posibles obras.

En términos generales es sabido que un programa de desarrollo regional en áreas marginales incorpora, como una de sus partes más importantes el aprovechamiento de los recursos naturales disponibles, los que aparecen asociados a desarrollos en diferentes áreas productivas.

Al mismo tiempo, otros aspectos importantes no presentan relación directa con el aprovechamiento de recursos naturales (salud, educación, vivienda, servicios, etc.).

Asimismo cabe preguntarse en que condiciones es posible desencadenar o inducir un proceso generalizado de desarrollo regional a partir de un conjunto de obras de aprovechamiento de recursos naturales. Y esto no tiene respuesta única, pues depende de cada situación específica.

Resulta aceptable decir que un proyecto actúa como inductor principal del desarrollo cuando su concreción rompe importantes "cuellos de botella" que traban el progreso regional. Cuando no se está ante esa situación, el mismo proyecto puede igualmente ser parte importante de un proceso de desarrollo, pero esta vez asociado a un conjunto de acciones en varios frentes, sin las cuales se diluye la capacidad del proyecto específico para producir por sí solo un efecto multiplicador significativo para promover el desarrollo regional. Cualquiera sea el patrón de medida que se utilice, no parece correcto considerar la disponibilidad de recursos naturales como el principal "cuello de botella" que traba el desarrollo en la CIRB.

Las mejores perspectivas para la utilización de los recursos naturales en la promoción del desarrollo regional supone incorporarlos y ordenarlos en función de una acción de conjunto que movilice las diferentes herramientas económicas disponibles con vistas a:

· Aprovechar de la mejor manera posible la evolución de los factores extrarregionales que condicionan el desarrollo local, y

· Ordenar prioridades de acción en aquellas áreas regionales con mayores posibilidades.

Se concluye entonces que las alternativas de aprovechamiento de los recursos naturales de la CIRB consideradas en este estudio requieren ser ordenadas dentro de un programa de desarrollo regional y con prioridad acorde con las metas del mismo.

Esta tarea trasciende los objetivos del presente estudio y requiere de decisiones de los organismos competentes en el ámbito regional y nacional. Para facilitarla se ha optado aquí por una consideración y presentación de los aprovechamientos de los recursos naturales de la CIRB que simplifica la interpretación de sus efectos dentro de un programa de desarrollo regional y acelera la identificación de variables claves a los efectos de la toma de decisión.

Con ese fin se han tomado como unidad de análisis las zonas de desarrollo delimitadas en el Capítulo III, las que presentan características propias en base a diferentes grados de homogeneidad y polarización de su estructura actual y su dotación de recursos. Para cada una de esas zonas se procede a reconocer las alternativas de desarrollo de sus recursos naturales avanzándose, con diferente grado de aproximación, en la identificación de proyectos específicos correspondientes a dichas alternativas.

Finalmente las alternativas y proyectos son evaluados en base a criterios de juicio múltiples: financieros, físicos, demográficos, sociales económicos y espaciales, a fin de facilitar un marco analítico que permite una amplia capacidad de iniciativa a los niveles de decisión para juzgar cuales alternativas y proyectos se adecúan mejor a los objetivos del desarrollo regional.

La rapidez y efectividad con que se cumpla esta tarea, las medidas que se implementen a fin de concretar los estudios de factibilidad y las acciones requeridas para la ejecución de las obras, así como la atención que se preste a la adecuación del ámbito social en donde se piensa incidir, serán los pasos que finalmente relacionen las conclusiones de este estudio con la implementación física de las posibles obras. Resulta importante destacar que, como en todo estudio económico y social, el valor de estas conclusiones será tanto mayor cuanto más rápidamente se avance en la dirección mencionada.

11.2.2 Estudios de factibilidad

Podrá preguntarse por qué el proceso de planificación se detiene en un punto intermedio sin realizar los respectivos estudios de factibilidad, máxime cuando es criterio cada vez más difundido recurrir a análisis de ese tipo (también llamados de costo-beneficio) cuando se considera la conveniencia de emprender proyectos económicos y sociales de envergadura.

Para responder a ello debe tenerse presente que, antes de emprender un estudio de factibilidad las autoridades deben decidir que proyectos merecen ser estudiados a dicho nivel. Los posibles proyectos son muchos y los estudios requeridos para relevarlos son por lo general prolongados y costosos. Parecería que esta es una situación insoluble pues, para conocer cual proyecto conviene estudiar, debe saberse de antemano cual es el más ventajoso; pero justamente esto es lo que pretende estimarse mediante los estudios de factibilidad. La disyuntiva se resuelve, la mayor parte de las veces, con un alto grado de arbitrariedad, donde preconceptos y juicios elaborados en base de informaciones fragmentarias, pesan muchas veces al decidir cual proyecto debe llevarse a nivel de prefactibilidad o factibilidad.

11.2.3 Prefactibilidad de proyectos y alternativas de desarrollo

El reconocimiento de los recursos naturales regionales y el inventario de los posibles aprovechamientos a que ellos pueden dar lugar, resulta entonces una buena base para la toma de decisiones respecto a como orientar el desarrollo regional y por ende que estudios de factibilidad y otras acciones concretas se podrían emprender.

En cuanto a la forma de analizar y presentar la información relevada por la Unidad Técnica sobre posibles aprovechamientos, una posibilidad hubiera sido expresarlos como un grupo de proyectos a nivel de prefactibilidad, centrando la atención en las respectivas estimaciones preliminares de costo-beneficio. Pero dicho enfoque fue descartado en esta primera fase del Estudio dado que el grado de avance a que se podría llegar en el análisis de los diferentes proyectos no permitiría evaluarlos con la suficiente aproximación como para que aquellas estimaciones resultaran consistentes durante el período que mediará entre esta presentación y la toma de decisiones oficiales. Por otra parte y tal como quedara expresado en los términos de referencia de esta primera fase, la presentación se debía integrar con un conjunto evaluado de antecedentes físicos económicos y sociales que permitiera reconocer en primera instancia las grandes alternativas de desarrollo abiertas a la región y facilitara la selección o el establecimiento de prioridades entre ellas.

Por lo tanto se ha considerado más acertado ordenar los proyectos en alternativas de desarrollo. Una alternativa agrupa al conjunto de proyectos identificados que se comportan en forma similar respecto de las variables consideradas claves en relación con su efecto sobre la orientación del desarrollo regional.

En esa forma se tratan de evitar los problemas señalados anteriormente, pues al definir las alternativas con sus características más estables las mismas tienen mayor posibilidad de sustentar criterios de juicio válidos a mediano plazo. Como al mismo tiempo se enfatiza la presentación de un conjunto de evaluadores de su impacto regional ello facilitará crear una base amplia para la toma de decisiones sobre prioridades y vías de acción futura. La misma presentación de un modelo de alternativas destaca como los diferentes objetivos (empleo, producción, rendimientos, etc.) pueden ser logrados mediante distintos aprovechamientos, y cuáles son sus consecuencias secundarias en otros niveles regionales, etc.

11.3 Criterios para la delimitación de alternativas

El modelo que sirve de presentación e interpretación de los proyectos de aprovechamiento de recursos naturales, se basa en una técnica sencilla adaptada al relevamiento de un gran numero de posibilidades sobre la que existen limitadas informaciones, buscando organizarías en forma tal que permita reconocer cuales son los límites hacia los cuales puede orientarse la explotación de dichos recursos.

En primer lugar, se elige el conjunto de variables claves que se ha creído determinan las alternativas existentes. En el presente estudio se han considerado como más relevantes la intensidad de uso de los recursos naturales y los efectos espaciales y, como criterio de inclusión o exclusión, la potencialidad de expansión.

El recurso suelo es el que permite una interpretación mas general del concepto de intensidad de uso, pues inclusive el aprovechamiento del agua con fines agrícolas puede expresarse en hectáreas bajo riego y la actividad forestal en hectáreas en explotación. Por ello la intensidad de uso del suelo en el triple sentido de inversión, ocupación y producto por unidad de superficie, ha sido utilizado para agrupar las alternativas en extensivas, semiintensivas e intensivas. Como al pasar de uno a otro de estos tres grupos se observa que en la región Una mayor intensidad de uso del suelo se asocia con una mayor demanda de mano de obra por unidad del mismo, ambos criterios son coincidentes en este caso y pueden en tenderse como intensidad de utilización de los recursos naturales y el trabajo.

La misma definición del punto anterior basada en la ocupación del suelo, destaca la importancia regional de los aspectos espaciales. Estos se han te nido explícitamente en cuenta distinguiéndose una alternativa de otra según que las mismas signifiquen un alto o bajo efecto en la redistribución espacial de la actividad económica y social, por lo que las alternativas de carácter intensivo, semiintensivo e intensivo se clasifican a su vez en alternativas de alto y bajo impacto espacial.

Por ultimo, del conjunto de aprovechamientos de recursos naturales se han considerado por separado los que se aplican a los recursos hídricos dado que los mismos constituyen un objeto particular del presenté estudio. Asimismo se analiza por separado el posible progreso regional de la agroindustria por las múltiples diferencias que la misma guarda con los aprovechamientos de recursos naturales.

Por su parte este tipo de aproximación presenta una importante restricción. El conjunto de las obras alternativas y proyectos identificados tienen relación con los aspectos productivos de las mismas, mientras que aspectos de infraestructura, educación, salud, servicios etc., aparecen reflejados en menor medida.

Sin embargo, al concretarse los aprovechamientos productivos que componen una alternativa de desarrollo regional, debe preverse que proyectos productivos, de infraestructura de servicios y sociales deben estar vinculados entre sí a través de la complementación e interrelación de procesos y objetivos. De este modo, la adición simple de beneficios derivados de uno o mas proyectos será reemplazada por la integración - con impacto multiplicador y generación de economías externas - de una selección de iniciativas de tipo económico, social, cultural, etc. En síntesis, no hay alternativas de desarrollo posible sin la existencia de una serie de proyectos encadenados entre sí de manera de incluir las posibles repercusiones y de incorporar las secuencias hacia atrás y adelante que puedan verse involucradas. La alternativa debería ser lo más completa e integradora posible para ser válida. Un simple ejemplo ilustrará este punto.

Si se selecciona un plan de colonización con aprovechamiento de los recursos hídricos del río Bermejo deberían incluirse en la correspondiente alternativa los proyectos de comercialización, industrialización, organización espacial de la población, educación orientada a las tareas productivas básicas del proyecto económico central y de sus distintos aprovechamientos, infraestructura básica de apoyo, equipamiento social, etc. Este método, enfrentado a uno de enunciación aislada de proyectos, incrementa los beneficios derivados de cada eslabón de la alternativa. Es el caso, por ejemplo, de la educación. La simple construcción de escuelas para la nueva área colonizada - no siempre incluida en los programas respectivos - es aquí reemplazada por una estructura educacional preparada para afrontar las necesidades de la demanda de empleos propia de las características integrales de la alternativa.

Igualmente, los diferentes proyectos deben especificar claramente la jurisdicción administrativa dentro de las cuales recae la responsabilidad de acometerlos. Una alternativa seguramente estará integrada por iniciativas de muy distinto tipo, recayendo algunas bajo la atribución del sector privado y otras bajo el control de dependencia del sector publico. Esta delimitación de esferas de acción no es, simplemente, un modo de clarificar las atribuciones de cada sector, sino que pretende evaluar la factibilidad técnico-financiera del ente o conjunto de entes que quedan involucrados en la alternativa.

Por último, el conjunto de proyectos debe incorporar las formas de organización productiva o de gestión que se consideran más apropiadas en términos de las características ecológicas, sociales y económicas del área beneficiada. Este es uno de los puntos claves en la elaboración de las alternativas y el que más habría de merecer la atención cuando se formulen las propuestas definitivas. Se entiende que el problema de organización es clave en tanto los fenómenos causantes del atraso regional no se refieren al tipo de productos que se ofrecen al mercado sino a las modalidades de producción y a las características de comercialización. Es decir, cualquier alternativa a evaluar que incluya la ampliación del actual conjunto de productos o la adición de otros, debe considerar obligatoriamente todos los procesos organizativos de las distintas etapas que lo componen, con el objeto de modificar el esquema vigente y proponer las de reemplazo, acordes con el cumplimiento de metas de transformación social.

El carácter de identificación preliminar que se asigna a los proyectos considerados en el capítulo XII sólo permite identificar requerimientos de infraestructura asociados a los mismos. Aspectos de importancia capital a los logros del desarrollo como son la atención de las necesidades sanitarias, educativas, de vivienda y otros servicios, no pueden ser abordados en forma específica pues a nivel de identificación no se halla reconocida la localización específica de los diferentes proyectos tanto humana como espacial. Sin embargo, el conjunto de apreciaciones realizadas en el diagnóstico económico y social visto anteriormente, permiten en este respecto conclusiones de carácter general que serán retomadas parcialmente en los capítulos siguientes. En todo caso dicho diagnostico facilita la identificación de las principales carencias a las que deberán responder los aprovechamientos que se implementen, como asimismo alimenta una serie de recomendaciones que presentan validez regional cualquiera sea la alternativa que quiera desarrollarse en la CIRB. Por lo tanto estas cuestiones serán también tratadas en los capítulos XII y XIV.

11.4 Descripción de las alternativas

11.4.1 Aprovechamientos hídricos
11.4.2 Explotación agropecuaria de secano y explotación forestal
11.4.3 Explotación agropecuaria de secano y forestal de carácter semiintensivo
11.4.4 Explotación agropecuaria de secano de carácter extensivo
11.4.5 Alternativa de desarrollo industrial

11.4.1 Aprovechamientos hídricos

Se recurre ahora a la figura XI-3 que ilustra la dotación de recursos naturales y humanos disponibles en la CIRB y sus actuales niveles de utilización.

Si se considera la disponibilidad de recursos hídricos se aprecia que, siendo su utilización actual casi nula, su potencial, expresado en una superficie regable del orden de 300 000 ha, supone por sí mismo una alternativa de desarrollo regional. La misma se caracterizará por una inversión relativamente alta, ocupación, empleo y producción por unidad de superficie, por lo que el riego representa una alternativa intensiva para el desarrollo de los recursos naturales.

La potencialidad de los aprovechamientos hídricos para riego apenas representa el servicio del 6% de las tierras aptas para el desarrollo agrícola. En consecuencia la decisión respecto de la elección de áreas a regar determina a su vez diferentes alternativas.

Si se concentra el riego en suelos donde existen pocas restricciones para la actividad de secano se está aportando un recurso que permitirá mayor diversificación y mejores rendimientos. Pero el riego será aquí una opción más entre las existentes en di chas zonas, las que también pueden extender o mejorar su producción agropecuaria sin recurrir a aquel (véase al respecto capítulos VII y VIII). Para esas zonas el riego constituirá una "Alternativa de intensificación de la producción agropecuaria bajo riego".

Esta situación cambia cualitativamente a medida que se desplaza el riego hacia zonas de mayores restricciones climáticas para el cultivo de secano. Es cierto que en ellas también existen posibilidades productivas sin recurrir al riego pero estas son más limitadas y por lo general asociadas a un uso extensivo, con predominancia de la ganadería. Disponer de riego en esas zonas supone, por el contrario, la posibilidad de acceder a una ocupación intensiva del suelo, por lo que el riego constituye aquí una "Alternativa de ocupación agropecuaria bajo riego".

Dado que las restricciones climáticas crecen de este a oeste, la definición de ambas alternativas responde adecuadamente a los aspectos espaciales que se han adoptado como criterios rectores. Así la "Alternativa de intensificación agropecuaria bajo riego" se ubica en la Zona Este, lo que supone bajos impactos de redistribución espacial de la actividad productiva, mientras que la "Alternativa de ocupación agropecuaria bajo riego" responde a las características climáticas de las Zonas VI, V y parte de la IV, por lo que, de implementarse, supone un alto impacto en la distribución espacial del desarrollo. Las conclusiones a que se llega aparecen volcadas en los cuadros XI-10 y XI-11.

11.4.2 Explotación agropecuaria de secano y explotación forestal

Los aprovechamientos hídricos pueden resultar en alternativas que acaparen gran parte de los fondos y los recursos humanos disponibles para el desarrollo, pero aun en su dimensión máxima no llegan a absorber más que un 6% de los suelos de buena aptitud productiva en la CIRB. La explotación agropecuaria de secano y la actividad forestal resultan actividades que definirán nuevas opciones de desarrollo.

El criterio de agrupar como alternativas intensivas los aprovechamientos que supongan un alto valor de inversión, producto y ocupación por unidad de superficie, permite diferenciar del resto a las actividades agrícolas incluyendo en estas a algunas menores como las explotaciones granjeras.

En la figura XI-3 se aprecia que la CIRB cuenta con 1,5 millones de hectáreas con nulas o escasas restricciones para la agricultura de secano.

Estas disponibilidades que permiten cuadruplicar la actual superficie cultivada, se concentran en la Zona Este y por lo tanto su capacidad de reordenamiento espacial de la región es limitada.

Dicha alternativa es propia de la Zona Este, no solo por sus condicionantes climáticas, sino también por sus características socioeconómicas. La dedicación exclusiva a la actividad agrícola responde comúnmente a dos situaciones extremas:

· La escasez de tierras de los minifundios que les impiden desarrollar otro tipo de actividad.

· La existencia de explotaciones medianas bien capitalizadas que permiten o bien una especialización en cultivos perennes de alto valor o bien una amplia capacidad de diversificación y adaptación a la situación del mercado de cultivos anuales.

En la Zona Este se encuentran ambos casos, aunque numéricamente sea gran mayoría el primero. Para los minifundios la alternativa intensiva de explotación agrícola en secano puede representar, debidamente promovida y orientada, una posibilidad de acceder a incrementos productivos y económicos de impacto regional.

11.4.3 Explotación agropecuaria de secano y forestal de carácter semiintensivo

Al margen de los casos anteriores, cuando el productor rural dispone de mayor superficie, el desarrollo de explotaciones mixtas, agrícolo-ganaderas o agrícolo-ganaderas-forestales, resulta una respuesta más adecuada a las fluctuaciones del mercado.

Desde el punto de vista de la intensidad de uso del suelo, la inversión y la ocupación, este tipo de aprovechamiento representa una alternativa de desarrollo semiintensivo.

Cuadro XI-9 - Incremento previsto en la población económicamente activa por zonas de desarrollo

Zona

Rural

Urbana

Actual

Incrementos a 1985

Incrementos a 2000

Actual

Incrementos a 1985

Incrementos a 2000

Mínima

Máxima

Mínima

Máxima

Mínima

Máxima

Mínima

Máxima

I

16 651

1 245

3 898

3 040

9 342

78 845

6 685

19 642

7 457

36 405

II

24 848

2 662

6 669

6 556

16 350

11 417

1 369

3 274

6 888

12 613

III

24 147

3 554

7 991

5 741

17 049

19 695

2 063

5 553

3 433

12 183

IV

17 430

3 894

6 831

7 381

14 532

6 986

1 983

3 225

11 384

16 781

V

12 085

1 886

4 872

7 881

16 004

3 143

2 012

3 039

6 877

11 002

VI

22 276

10 344

15 746

13 129

26 767

30 697

7 194

12 566

23 094

42 867

Total

117 437

23 585

46 007

43 728

100 044

150 783

21 306

47 299

59 133

131 851

Cuadro XI-10 - Alternativas de desarrollo de los recursos naturales regionales

Tipo de actividad productiva

Carácter

Intensivo

Semintensivo

Extensivo

Aprovechamientos hídricos

Altos efectos espaciales

Ocupación agropecuaria bajo riego.



Bajos efectos espaciales

Intensificación de la producción agropecuaria bajo riego



Explotación agropecuaria de secano y forestal

Altos efectos espaciales


Explotación agrícola ganadera y forestal (IV-V-VI)

Explotación ganadera

Bajos efectos espaciales

Agricultura y granja

Explotación agrícola ganadera y forestal (I-II-III)

Explotación ganadera

Desarrollo industrial

Altos efectos espaciales




Bajos efectos espaciales

Promoción de la agro industria



Cuadro XI-11 - Alternativas de desarrollo y proyectos identificados

Aprovechamientos hídricos (Intensivas)

Explotaciones agropecuarias de secano y forestales

Desarrollo Industrial (Intensivas) (bajos efectos espaciales)

Alternativa de ocupación agropecuaria bajo riego (altos efectos espaciales)

Alternativa intensiva (bajos efectos espaciales)

Alternativa de promoción de la agro-industria

· Zanja del Tigre (VI)

· Proyecto de expansión de la producción citrícola (I)

· Areas Industriales Resistencia-Barranqueras (I)

· Drizar (VI)

· Proyecto de expansión del área bananera (I)

· Areas Industríales Formosa (I)

· Río Dorado Del Valle (VI)

· Proyecto de extensión de cultivos industriales (I)

· Areas Industriales Roque Sáenz Peña (III)

· Laguna Yema (V)

· Proyecto de diversificación agrícola en pequeños predios (II)

· Riego Zona IV

· Proyecto de expansión de la producción porcina (III)

· Agua subterránea Embarcación - Dragones - Yuchán (IV)

Alternativa semiintensiva (altos efectos espaciales)

· Agua subterránea Luis Burela - El Manantial - Pozo Cabado (VI)

· Plan rotacional agrícolo-ganadero (VI)

· Agua subterránea Joaquín V. González (VI)

· Proyecto de explotación forestal (IV-V-VI)

Alternativas de intensificación de la producción agropecuaria bajo riego (bajos efectos espaciales)

Alternativa semiintensiva (bajos efectos espaciales)

· Tres Isletas y abastecimiento de agua potable (III)

· Proyecto plan rotacional agrícolo-ganadero (II)

· Dobagán (II)

· Proyecto cuenca lechera (II)

· Río de Oro (II)

· Plan de Colonización para la Reconstrucción y la Liberación Nacional (II-III-IV)

· Puerto Veláz (I)

· Proyecto engorde de novillos en explotaciones agrícolas (III)

· Agua subterránea Margarita Belén (I)

Alternativa extensiva (altos efectos espaciales)

· Proyecto engorde de novillos en región semiárida (IV)

· Proyecto forestal ganadero-agrícola en el departamento de Patino (IV)

· Proyecto de colonización del noreste de Santiago del Estero (V)

· Proyecto de manejo racional del ganado caprino (V)

· Proyecto de manejo ganadero en zonas de monte (V)

Alternativa extensiva (bajos efectos espaciales)

· Proyecto uso y manejo de esteros y cañadas (I)

· Proyecto incremento en la producción de rodeos de cría (II)

Las superficies disponibles para estas explotaciones resultan muy amplias pues aun en suelos de fuertes restricciones para el secano, donde sea posible el desarrollo de un limitado grupo de cultivos complementados con la explotación pecuaria y forestal, puede promoverse una actividad rural de buenas perspectivas económicas. Se hace difícil definir los límites potenciales de dicha actividad, pues la misma depende no solo de la disponibilidad total de suelos, sino también de su distribución, ya que requiere la presencia de suelos agrícolas en la vecindad de suelos ganaderos y en el marco de la misma explotación agropecuaria.

El relevamiento de proyectos realizado por la Unidad Técnica ha reconocido posibilidades de implementación de esta alternativa en las Zonas II, III, IV y VI, de lo cual resulta que ella podría concretarse con altos o bajos efectos espaciales, según sea la localización de los proyectos promovidos.

También dentro de las alternativas de explotación semiintensivas se ubica el aprovechamiento de los recursos forestales.

Esto puede resultar paradójico a la luz histórica de la explotación forestal regional, con su secuela de expropiación y degradación de los recursos naturales. Sin embargo en la medida en que se racionalice y tecnifique la actividad extractiva y de elaboración de subproductos, la misma puede significar una alternativa de desarrollo a largo plazo de los recursos naturales en particular en las Zonas IV, V y VI que reditué importantes volúmenes de ocupación y producción.

11.4.4 Explotación agropecuaria de secano de carácter extensivo

Excluyendo las alternativas agropecuarias mencionadas, resta la actividad ganadera realizada en forma exclusiva, con aprovechamientos forestales menores y áreas sembradas con forrajes. Por requerimientos de inversión, ocupación y valor de la producción por unidad de superficie explotada, esta re presenta una alternativa extensiva de desarrollo de los recursos naturales.

En la figura XI-3 se aprecia también que su capacidad de expansión admite una doble interpretación, sea que ella se limite a los suelos no aptos para la actividad agrícola o abarque a los mismos. El primer caso supone un 35% de incremento posible en los rodeos actualmente existentes, mientras que en el último dicho aumento supera el 180%.

La gran flexibilidad de la actividad ganadera permite que la misma se presente como una alternativa de alto o bajo impacto espacial. Al mismo tiempo la consideración de su distribución regional muestra claras diferencias interzonales en cuanto a la comparación de su desarrollo actual y potencial.

11.4.5 Alternativa de desarrollo industrial

Tanto el crecimiento de la oferta de trabajo en los centros urbanos regionales, como la disponibilidad de materias primas agropecuarias que se industrializan fuera de la región interesan al desarrollo regional de la agroindustria. En la consideración de la misma se ha prestado atención preferente a la promoción de tres áreas: Resistencia, Formosa y Sáenz Peña, por lo que la redistribución espacial de la actividad económica y social no se verá positivamente afectada por el crecimiento industrial regional, excepto en el caso de algunos proyectos industriales que se asocien estrechamente con la ubicación de las áreas productoras de materia prima.

Dado el amplio margen de crecimiento de la actividad industrial en base a la actual producción rural, no se considera que la agroindustria plantee requerimientos adicionales a la actividad agropecuaria y forestal por lo que, a esos fines, esta alternativa no presenta un incremento derivado en demanda de re cursos naturales, a excepción del abastecimiento de agua en la zona industrial del área de Roque Sáenz Peña.

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