A. Huracanes: el fenómeno
B. Ocurrencias históricas e impacto en las Américas: Huracán Gilbert
C. Evaluaciones de peligro y mitigación de desastres
D. Enfrentando a los huracanes en pequeños pueblos y aldeas
Referencias
RESUMEN Este capítulo describe la naturaleza de tos huracanes y su capacidad destructiva. Presenta esquemáticamente las medidas que se puede tomar para reducir el impacto de un huracán y, en particular, identifica las medidas de mitigación apropiadas para pequeños pueblos y aldeas. |
La destrucción causada por los huracanes en el Caribe y Centro América es una fuerza que ha modificado la historia y que lo seguirá haciendo en el futuro de la región. El peligro nace de una combinación de factores que caracterizan a las tormentas ciclónicas tropicales: elevación del nivel del mar, vientos violentos, y fuerte precipitación. En la Cuenca Mayor del Caribe de 1960 a 1988 (excluyendo a los Estados Unidos y sus territorios) los huracanes causaron más de 20.000 muertes, afectaron a 6 millones de personas y destruyeron propiedades por un valor más de US$9.500 millones (OFDA, 1989). La mayor parte de estos daños fueron causados en los países isla del Caribe, cuyas modestas economías eran las menos capaces de resistir tales impactos.
Los datos sobre daños de huracanes han sido recogidos desde que se descubrió América, y las más recientes estadísticas muestran que las medidas de mitigación realmente han significado una diferencia desde la década de los años 1930. Mientras que la ferocidad de las tormentas no ha disminuido con el correr de los años y las poblaciones han aumentado sustantivamente en el área, las tasas de víctimas han disminuido como resultado de la incorporación de medidas de mitigación y de la mayor efectividad de las actividades de preparativos. Esta disminución en el número de muertes se ha visto contrarrestada por un marcado aumento en los daños a las propiedades. Esta es una clara indicación que las medidas de daños estructurales no progresan mano a mano con el rápido aumento de desarrollo en áreas vulnerables.
Una importante característica de este capítulo es la discusión detallada de los peligros de huracanes en pequeños pueblos y aldeas. En este marco, bastante más allá del alcance de las actividades nacionales de mitigación, las estrategias sencillas son esenciales y altamente efectivas.
1. Desarrollo del huracán
2. Distribución temporal de la ocurrencia de huracanes en el caribe
3. Características peligrosas de los huracanes
"Ciclón tropical" es el término científico para una circulación meteorológica cerrada, que se desarrolla sobre aguas tropicales. Estos sistemas a gran escala, no frontales y de baja presión, ocurren en todo el mundo sobre zonas que se conocen como "cuencas tropicales de ciclones" (NOAA, 1987). El nombre para ellos varía: en el Atlántico y el noreste del Pacífico tienen el nombre de "huracanes" de acuerdo con la palabra Maya para diablo, en el noroeste del Pacífico "tifones" y en el Pacífico sur u Océano Indico simplemente "ciclones". De todas las ocurrencias de ciclones tropicales, el 75 por ciento se desarrolla en el hemisferio norte, y de este número sólo uno de cada tres son huracanes en el Pacífico nororiental o el Atlántico noroccidental (UNDRO, 1978). Las tormentas en el hemisferio norte se desplazan hacia el oeste; las del hemisferio sur se desplazan hacia el este.
En la cuenca tropical de ciclones del Atlántico, que incluye el Océano Atlántico, el Mar Caribe y el Golfo de México, los huracanes se originan principalmente en el Atlántico norte y en menor grado en el Caribe. Las áreas que están en mayor riesgo son los países isla del Caribe, al norte de Trinidad (73 impactos de huracanes importantes entre 1900 y 1988), México y el sureste de los Estados Unidos, Centro América al norte de Panamá, y en grado limitado la costa norte de América del Sur (Tomblin, 1979). Los huracanes también se originan en el noreste del Pacífico, donde pueden afectar la costa occidental de México. La mayor parte de América del Sur esencialmente no se encuentra en riesgo, porque el Atlántico tropical suroccidental y el Pacífico suroriental están libres de estas ocurrencias meteorológicas, pero los sistemas que se originan en la costa occidental del Africa, potencialmente pueden impactar en la parte más septentrional del continente; por ejemplo, en 1988 el Huracán Joan se formó en la costa noroccidental de Africa e impactó las costas de Venezuela y Colombia antes de llegar a Nicaragua. La Figura 12-1 muestra la trayectoria de los huracanes que se originan en el Atlántico, el Pacífico, y el Caribe.
Todas las depresiones tropicales embriónicas que se convierten en huracanes, se originan bajo condiciones meteorológicas similares y exhiben el mismo ciclo de vida. Las distintas etapas del desarrollo de los huracanes están definidas por la "velocidad sostenida" de los vientos del sistema - los niveles de velocidad del viento que se mantienen por lo menos durante un minuto, cerca del centro del sistema. En las etapas formativas del huracán, la circulación cerrada isobárica, se conoce como depresión tropical. Si la velocidad sostenida de los vientos excede los 63km/h (39 mph), se convierte en una tormenta tropical. En esta etapa ya se le da un nombre y se le considera un peligro. Cuando los vientos exceden los 119km/h (74 mph), el sistema se convierte en un huracán, la forma más severa de las tormentas tropicales. El decaimiento ocurre cuando la tormenta llega a aguas no tropicales o cruza una masa de tierra. Si se desplaza a un ambiente no tropical se le conoce como una tormenta subtropical y depresión subtropical; si lo que ocurre es el desplazamiento sobre tierra, los vientos se desaceleran y nuevamente se convierten en una tormenta y depresión tropical. La Figura 12-2 resume esta clasificación.
Figura 12-1: OCURRENCIA DE TORMENTAS TROPICALES y CICLONES EN EL HEMISFERIO OCCIDENTAL
1 Fuerza de viento equivalente a Beaufort 8 o másFuente: Munchener Ruck. Mapa Mundial de los Riesgos de la Naturaleza. (Munich, Federal Republic of Germany, Munchener Ruckversicherungs: 1988)
a. Nacimiento: Depresión tropical
Los huracanes son generados en las latitudes de 8 a 15 grados al norte y sur del Ecuador como resultado de una liberación normal de calor y humedad en la superficie de los océanos tropicales. Ayudan a mantener el calor atmosférico y el balance de humedad entre las áreas tropicales y no tropicales. Si no existieran, los océanos ecuatoriales acumularían continuamente el calor (Landsberg, 1960).
La formación de los huracanes requiere de una temperatura en superficie del mar de por lo menos 27 grados Celsius (81 grados Fahrenheit). En los meses de verano, la temperatura del mar en el Caribe y el Atlántico llegan hasta 29 grados (84 grados), condición excelente para originar un huracán. Las aguas de superficie calientan el aire, que asciende y luego es bloqueado por el aire más caliente de los vientos alisios. El encuentro de estas dos masas de aire crea una inversión atmosférica; en esta etapa, se desarrollan tormentas eléctricas y se podría quebrar la inversión, bajando de manera efectiva la presión atmosférica.
b. Crecimiento: Tormenta tropical y huracanes
El crecimiento de un sistema ocurre cuando la presión en el centro de la tormenta desciende bastante por debajo de los 1.000 milibares (mb) mientras que la presión exterior del sistema permanece normal. Cuando baja la presión, los vientos alisios son lanzados en una espiral por la rotación de la tierra. El considerable momento de las fuerzas creadas por la discrepancia en presión, generan velocidades del viento proporcionales a la gradiente de presión. A medida que aumenta el caudal de energía, el patrón de circulación del aire es hacia adentro en dirección al centro de baja presión y hacia arriba, en una espiral con dirección contraria a la del reloj en el hemisferio norte, y en la dirección del reloj en el hemisferio sur. El ciclo se perpetúa a sí mismo y la tormenta organizada inicia un movimiento de traslación con velocidades del orden de 32km/h durante su formación y hasta 90km/h durante su vida extra tropical.
La zona de la más alta precipitación, de vientos más violentos, y mayor aumento de nivel del mar es la que es adyacente a la pared exterior del aojo". La dirección de los vientos, sin embargo, no es hacia el ojo sino tangencial a la pared del ojo a unos 50km de su centro geométrico (Mathur, 1987). Las paredes de nubes organizadas están compuestas de bandas adyacentes que típicamente pueden llegar a tener un diámetro total de 450km (Earthscan No. 34-a, 1983). El ojo central, a diferencia del resto de la tormenta, está caracterizado como una zona de velocidades de viento relativamente bajas y sin ninguna cobertura de nubes; el diámetro promedio es de 50-80km y la circulación vertical es hasta de 15km.
La clasificación de los huracanes se basa en la intensidad de la tormenta, que refleja el daño potencial. El método de categorización más comúnmente usado es aquel desarrollado por H. Saffir y R.G. Simpson (Figura 12-3). La determinación del nivel de categoría depende principalmente de la presión barométrica y de las velocidades sostenidas del viento. Los niveles de mareas de tormenta fluctúan grandemente debido a las condiciones atmosféricas y batimétricas. Los niveles esperados de las mareas de tormentas son estimados generales de una típica ocurrencia de un huracán.
Figura 12-2
CLASIFICACION DEL DESARROLLO DE LOS HURACANES
AMBIENTE |
DESARROLLO |
CRITERIOS |
Tropical
|
Depresión |
Vientos máximos sostenidos < o = 63km/h (39 millas/h) |
Tormenta tropical |
63km/h < vientos sostenidos < 119km/h (74 millas/h) |
|
Huracán |
Vientos sostenidos > o = 119km/h (74 millas/h) |
|
Depresión tropical (disipación) |
Vientos máximos sostenidos < o = 63km/h (39 millas/h) |
|
No tropical
|
Tormenta Subtropical (disipación) |
63km/h < vientos sostenidos < 119km/h (74 millas/h) |
Depresión Subtropical (disipación) |
Vientos máximos sostenidos < o = 63km/h (39 millas/h) |
Fuente: Adaptado de Neumann, C.J. et al. Tropical Cyclones of the North Atlantic Ocean, 1871-1986 (Washington, D.C: U.S. Department of Commerce, NOAA, 1987).
Figura 12-3
ESCALA DE HURACANES SAFFIR-SIMPSON (SSH)
Número de categoría del huracán |
Vientos sostenidos |
Presión atmosférica en el ojo (milibares) |
Maretazo de la tormenta |
Nivel de daño |
||
(km/h) |
(millas/h) |
(metros) |
(pies) |
|||
1 |
119- 153 |
74- 95 |
980 |
1,2- 1,5 |
4,0 - 4,9 |
Bajo |
2 |
154- 177 |
96-110 |
965 - 979 |
1,8-2,4 |
5,9- 7,9 |
Moderado |
3 |
179 - 209 |
111 - 130 |
945 - 964 |
2,7 - 3,7 |
8,9- 12,2 |
Extenso |
4 |
211 - 249 |
131 - 155 |
920 - 944 |
4,0 - 5,5 |
13,0- 18,0 |
Extremo |
5 |
< 249 |
<920 |
< 920 |
> 5,5 |
> 18,0 |
Catastrófico |
Fuente: Adaptado de Oliver, J. y Fairbridge, R. The Encyclopedia of Climatology (New York: Van Nostrand Reinhold Co., Inc., 1987).
c. Muerte: Paso sobre tierra o disipación
Típicamente, un huracán se disipa una vez que llega sobre aguas más frías o sobre tierra, unos diez días después de la génesis del sistema. Si llega a un ambiente no tropical, pierde su fuente energética y se adapta al patrón dominante del clima que encuentra. Si llega a tierra, la pérdida de energía en combinación con la mayor aspereza del terreno hará que se disipe rápidamente (Frank, 1984). Cuando llega a tierra en áreas pobladas es uno de los fenómenos naturales más devastadores.
La temporada oficial de los huracanes en la región principal del Caribe comienza el primero de junio y dura hasta el 30 de noviembre; un 84 por ciento de todos los huracanes ocurren durante agosto y setiembre (Frank, 1984). La Figura 12-4 muestra el carácter estacional de los huracanes. El riesgo más alto en México y el Caribe occidental es al comienzo y al final de la temporada, y en el Caribe oriental a mitad de la temporada.
Cada año más de 100 depresiones tropicales o huracanes en potencia son monitoreados, pero solamente unos diez llegan a cobrar la fuerza de una tormenta tropical y de estos seis se convierten en huracanes. Estos promedios generales sugieren que la actividad es uniforme de año en año pero los registros históricos indican un alto grado de variaciones con largos períodos de tranquilidad y de actividad (Figura 12-5). La cuenca del Atlántico tiene la mayor variabilidad estacional. En 1907, por ejemplo, ni una sola tormenta tropical adquirió la intensidad de un huracán, mientras que en 1969 ocurrieron 12 huracanes en el Atlántico norte (NOAA. 1987). La predicción es difícil debido a que los ciclos varían en periodicidad y duración. Los adelantos recientes en los pronósticos, relacionan los niveles de actividad de los huracanes con El Niño y la Oscilación Cuasi-bienal. Esto ha hecho posible predecir la variación en la actividad estacional de los huracanes en el Atlántico, con una precisión del 40 a 50 por ciento (American Meteorological Society. 1988), pero este nivel de precisión si bien es considerado alto de acuerdo a las normas meteorológicas, no es lo suficientemente bueno para los planificadores que tratan de desarrollar sistemas apropiados de respuesta a las emergencias. No hay duda que la calidad de los pronósticos continuará mejorando, pero mientras esto se logre los planificadores tendrán que depender de la información histórica para calcular las probabilidades de ocurrencia en un año dado. Simpson y Lawrence en 1971 usaron datos históricos para hacer estos cálculos para toda la costa este de los Estados Unidos y la costa del Golfo de México, usando segmentos de 80km (50 millas) (ESCAP/WMO, 1977).
a. vientos
Las velocidades de los vientos de los huracanes pueden llegar hasta los 250 km/h (155mph) en la pared del huracán, y ráfagas que exceden los 360km/hr (224mph). El poder destructivo del viento aumenta con el cuadrado de su velocidad. Así pues, un aumento de la velocidad del viento de tres veces aumenta su poder destructivo por un factor de nueve. La topografía juega un rol importante: la velocidad del viento disminuye a baja elevación por los obstáculos físicos y áreas protegidas, y aumenta al pasar sobre las cimas de los cerros (Davenport, 1985; ver Figura 12-6). Otro agente que contribuye a la destrucción es la fuerza vertical hacia arriba, que acompaña a los huracanes: cuanto mayores la dimensión vertical de un huracán, tanto mayor es el efecto de la fuerza vertical hacia arriba.
La destrucción es causada sea por impacto directo del viento o por el material que acarrea el aire. El viento mismo daña principalmente los sembríos agrícolas. Bosques enteros han sido arrasados por fuerzas que han arrancado de la tierra a los árboles desde sus raíces. Las estructuras fijas construidas por el hombre también son vulnerables. Los edificios altos se pueden sacudir o aún colapsar. Las drásticas diferencias en presión barométrica en un huracán, pueden hacer que las estructuras cerradas explosionen y que la succión levante los techos o aún edificios enteros. Pero la mayor destrucción, número de víctimas y daños se debe a objetos acarreados por los vientos (ECLAC/UNEP, 1979) cuya fuerza de impacto está directamente relacionada a su masa y el cuadrado de su velocidad. El daño causado por un vehículo acarreado por el viento a cualquier cosa que golpee, será mayor que si sólo la hubiera impactado el viento. El techado o las tejas mal afianzadas al edificio son los proyectiles más comunes. Otros objetos comunes son antenas, postes de teléfono, árboles, y objetos sueltos de las construcciones.
Fuente: Neumann, C.J. et al. Tropical Cyclones of the North Atlantic Ocean, 1871-1986 (Washington, D.C.: U.S. Department of Commerce, NOAA 1987).
Nota: El número promedio de tales tormentas es 8.4 y 4.9 respectivamente.Fuente: Neumann, C.J. et al. Tropical Cyclones of the North Atlantic Ocean, 1871-1986 (Washington, D.C.: U.S. Department of Commerce, NOAA, 1987).
Figura 12-6: EFECTOS TOPOGRAFICOS INSULARES EN LA VELOCIDADES MEDIAS DE LOS VIENTOS DE SUPERFICIE
Fuente: Davenport, A.G. Georgiou, P.N., y Surry, D. Un Estudio de Riesgo de Vientos de Huracán para el Caribe Este, Jamaica y Belize con Especial Consideración a la Influencia de la Topografía. (Londres, Ontario, Canadá: Boundary Layer Wind Tunnel Laboratory, The University of Western Ontario, 1985).
Se han adoptado normas de construcción para resistir las altas velocidades de los vientos en casi todos los países expuestos a un alto riesgo. Los códigos recomiendan que las estructuras mantengan una capacidad de resistencia a la presión de la velocidad del viento medio local, calculada promediando la presión del viento durante diez minutos para la velocidad más alta esperada en 50 años. El Código de Construcción para el Caribe (Caribbean Uniform Building Code, CUBIC) que está siendo considerado por los países del Caribe, indica la presión de velocidad de un viento referencial para cada país. La figura 12-7 muestra la relación entre velocidad de viento, expresada en el código en términos de metros por segundo, en vez de kilómetros o millas por hora, y los daños generales a la propiedad. Nótese la correlación entre esto y la escala SSH de la Figura 12-3.
b. Precipitación
Las lluvias que acompañan a los huracanes son extremadamente variables y difíciles de predecir (ECLAC/UNEP, 1979). Pueden ser muy fuertes y durar varios días o se pueden disipar en horas. En la incidencia de la precipitación se reconocen como importantes la topografía local, la humedad y la velocidad de avance de un huracán, pero los intentos para determinar una conexión directa han sido estériles hasta ahora.
La fuerte precipitación causa dos tipos de destrucción. El primero es debido a la infiltración del agua en los edificios causando daños estructurales; si la lluvia es continua y persistente, las estructuras simplemente pueden colapsar por el peso del agua absorbida. El segundo, más generalizado, común y mucho más dañino, es la inundación sobre tierra, que pone en riesgo todos los valles junto con sus estructuras e instalaciones críticas de transporte tales como carreteras y puentes. El Capítulo 8 describe las inundaciones en más detalle.
Los deslizamientos, como peligros secundarios, frecuentemente son originados por una fuerte precipitación. Las áreas con pendientes desde medianas hasta muy pronunciadas se sobresaturan y fallan a lo largo de las zonas más débiles. Así, las áreas en un valle de terrenos bajos no son los únicos lugares vulnerables a la precipitación. El Capítulo 10 trata este fenómeno.
c. Mareas de tormentas
Una marea de tormenta es la elevación temporal del nivel del mar causada por el agua impulsada sobre tierra, principalmente por la fuerza de los vientos del huracán hacia la costa y, sólo de manera secundaria, por la reducción de la presión barométrica a nivel del mar entre el ojo de la tormenta y la región externa. Una relación aproximada entre presión atmosférica y el nivel de la marea de tormenta se muestra en la Figura 12-3. Otro estimado es que por cada 100 milibares (mb) que baje en la presión barométrica, se espera una elevación de un 1 m del nivel del mar. La magnitud de la marea en un determinado lugar también es función del radio de los vientos máximos del huracán, la velocidad de avance del sistema y la batimetría frente a la costa. Es aquí donde surge la dificultad para pronosticar los niveles de mareas de tormenta. Los registros históricos indican que un aumento del nivel promedio del mar puede ser insignificante o puede ser hasta de unos 7,5 metros (24,6 pies) (ECLAC/UNEP, 1979). Las zonas costeras más vulnerables son aquellas con las mayores frecuencias históricas de impactos a tierra. Sea cual fuera su altura, el gran domo de agua frecuentemente tiene un ancho de 150km (93 millas) y avanza hacia la costa donde aterriza el ojo del huracán.
Figura 12-7
RELACION ENTRE VELOCIDAD DEL VIENTO y DAÑOS GENERALES A LA PROPIEDAD
Velocidad del viento |
Daños |
22-35 m/s |
Menores |
36-45 m/s |
Intermedios (pérdida de ventanas) |
> 45 m/s |
Estructurales |
Fuente: ECLAC/UNEP. Natural Disasters Overview, Meeting of Government - Nominated Experts to Review the Draft Action Plan for the Wider Caribbean Region, Caracas, Venezuela, 28 January -1 February (Caracas: ECLAC/UNEP, 1979).
Las mareas de tormentas representan la mayor amenaza a las comunidades costeras. El noventa por ciento de las víctimas de los huracanes corresponde a personas que se ahogan por causa de una marea de tormenta. Las severas inundaciones, debido a una marea de tormenta, afectan las áreas bajas varios kilómetros tierra adentro. La altura de las mareas de tormenta puede ser mayor si es que las estructuras hechas por el hombre en las bahías y estuarios canalizan el flujo del agua y complican la inundación. Si una lluvia fuerte acompaña a una marea de tormenta y el impacto del huracán ocurre durante el máximo de la marea alta, las consecuencias pueden ser catastróficas. El excedente de agua de la fuerte precipitación tierra adentro crea inundaciones fluviales, y un aumento simultáneo del nivel del mar bloquea la salida de los ríos hacia el mar y en consecuencia el agua no tiene por donde escapar.
Los huracanes son. por mucho, los fenómenos peligrosos más frecuentes en el Caribe. Tomblin (1981) dice que en los últimos 250 años las Indias Occidentales han sido devastadas por 3 erupciones volcánicas, 8 terremotos, y 21 huracanes importantes. Si también se consideran las tormentas tropicales, el área principal del Caribe ha sufrido cientos de estos eventos.
Las consecuencias económicas y sociales de este fenómeno son severas, especialmente en los países menos desarrollados, donde un porcentaje significativo del GDP puede ser destruido por un sólo evento. La Figura 12-8 presenta una lista de los principales huracanes y tormentas tropicales en las Américas y el daño que han causado.
Sin una lista completa de los costos y de las víctimas, es difícil concebir los efectos económicos y sociales negativos causados por un evento desastroso. No es el propósito de este capítulo proporcionar toda esta información, la que puede encontrarse en la copiosa literatura sobre eventos individuales. Pero una breve revisión de cómo afectó un huracán a varios sectores en México y Jamaica ayudará a los planificadores a entender el enorme impacto que puede tener un evento natural como este.
El Huracán Gilbert impactó el Caribe y la costa del Golfo de México en 1988, causando daños generalizados en México, Jamaica, Haiti, Guatemala, Honduras, República Dominicana, Venezuela, Costa Rica, y Nicaragua. Al llegar a Santa Lucía como una depresión tropical, causó daños estimados en US$2,5 millones por las inundaciones y deslizamientos provocados por la fuerte precipitación (Caribbean Disaster News No. 15/16.1988).
Las variaciones físicas en este huracán dieron como resultado diferentes tipos de daños. Se consideró como un huracán "seco" cuando azotó Jamaica, descargando menos precipitación que la esperada. Así, la mayoría de los daños se debieron a la fuerza del viento que arrancó los techos. Sin embargo cuando se acercó a México, estaba ya acompañado por lluvias torrenciales que causaron inundaciones masivas bastante tierra adentro.
El Huracán Gilbert comenzó como una ola tropical el 3 de setiembre de 1988, en la costa norte de Africa. Seis días más tarde, el sistema había cruzado el Atlántico y se había convertido en tormenta tropical. El 12 de setiembre impactó Jamaica como un huracán de categoría 3 (Escala SSH) y se trasladó hacia el oeste a todo lo largo de la isla. Adquiriendo fuerza a medida que se desplazaba al noroeste, el 14 de setiembre azotó la Península de Yucatán en México, como un huracán de categoría 5 (Escala SSH). El 16 de setiembre ya se había debilitado y finalmente se disipó después de entrar sobre tierra en la costa este de México.
Los vientos sostenidos en Jamaica llegaron a 223 km/h, y probablemente fueron mayores al cruzar las colinas altas. La presión barométrica fue la más baja jamás registrada en el Hemisferio Occidental con 888mb, a 200km al este-sureste de Jamaica. Cuando llegó a Jamaica la presión barométrica era de 960mb. La velocidad de avance fue de 31 km/hr. El ojo tenía un diámetro de 56km, pero la marea de tormenta fue pequeña en Jamaica. La precipitación media se registró entre 250mm y 550mm. No hubo problemas de inundaciones importantes causadas por mareas de tormenta o fuertes lluvias. Ocurrieron algunos deslizamientos en las elevaciones mayores, donde se concentró la mayor parte de la precipitación.
Cuando el Huracán Gilbert llegó a México, sus características ya habían cambiado. En Yucatán, la marea de tormenta llegó a los 5 metros de altura y la precipitación a un promedio de 400mm. Cuando Gilbert impactó la costa norte de México, los vientos habían aumentado a 290km/h y la marea de tormenta a 6 metros.
a. Población afectada y daños a los sectores sociales
Aún cuando las pérdidas de vidas estuvieron limitadas a 45 muertes reportadas, 500.000 personas perdieron sus viviendas al ser dañadas aproximadamente 280.000 casas, casi el 55 por ciento del inventario de viviendas. 14.000 de todas ellas, es decir el 5%, fueron totalmente destruidas y 64.000 seriamente dañadas.
b. Impacto a la economía y daños a los sectores productivos
El Instituto de Planificación de Jamaica estimó el daño directo total en US$ 956 millones. Casi la mitad de esta suma fue atribuida a pérdidas en agricultura, turismo e industria; 30 por ciento a la infraestructura de viviendas, salud, y educación; y 20 por ciento a la infraestructura económica. Las proyecciones económicas para 1988 tuvieron que ser dramáticamente reajustadas para adecuarse a las pérdidas esperadas de unos US$ 130 millones en las exportaciones, y más de US$ 100 millones por ingresos del turismo; por lo tanto, en vez de un crecimiento esperado del 5 por ciento en el GDP, se proyectó una disminución del 2 por ciento. Se hicieron otros estimados para aumento de la inflación (30 por ciento), gastos públicos de gobierno (US$ 200 millones), y el déficit del sector público (del 2,8 por ciento al 10,6 por ciento del GDP).
Figura 12-8
PRINCIPALES TORMENTAS TROPICALES y HURACANES EN LA CUENCA DE CICLONES TROPICALES EN EL ATLANTICO
REGION/PAIS |
AÑO/MES |
VICTIMAS |
PERSONAS AFECTADAS |
DAÑOS MILES |
NOMBRE DEL HURACAN |
FUENTE |
CARIBE |
||||||
Antigua
|
1972 00 |
|
|
|
|
Tomblin |
1950 09 |
2 |
|
1.000 |
Dog |
OFDA |
|
1960 09 |
2 |
|
|
Donna |
OFDA |
|
1966 09 |
|
|
|
|
OFDA |
|
Barbados
|
1780 00 |
4.326 |
|
|
|
Tomblin |
1786 00 |
|
|
|
|
Tomblin |
|
1831 00 |
2.000 |
|
|
|
Tomblin |
|
1955 09 |
57 |
|
|
Janet |
OFDA |
|
Belize
|
1931 09 |
1.500 |
|
7.500 |
|
OFDA |
1955 09 |
16 |
|
5.000 |
Janet |
OFDA |
|
1961 09 |
275 |
|
60.000 |
|
OFDA |
|
1974 09 |
|
70.000 |
4.000 |
Carmen. Fifí |
OFDA |
|
1978 09 |
5 |
6.000 |
6.000 |
Greta |
OFDA |
|
Cuba
|
1768 00 |
1.000 |
|
|
|
Tomblin |
1844 00 |
|
|
|
|
Tomblin |
|
1846 00 |
500 |
|
|
|
Tomblin |
|
1926 10 |
600 |
|
|
|
OFDA |
|
1932 11 |
2.500 |
|
|
|
OFDA |
|
1935 09 |
35 |
500 |
|
|
OFDA |
|
1948 09 |
3 |
|
12.000 |
|
OFDA |
|
1948 10 |
11 |
300 |
6.000 |
|
OFDA |
|
1963 10 |
1.750 |
|
|
|
Tomblin |
|
1966 09 |
5 |
156.000 |
18.000 |
Inez |
OFDA |
|
1968 10 |
0 |
|
|
Gladyz |
OFDA |
|
1982 06 |
24 |
105.000 |
85.000 |
|
OFDA |
|
1985 11 |
4 |
476.891 |
|
Kate |
OFDA |
|
Dominica
|
1806 00 |
|
|
|
|
Tomblin |
1834 00 |
200 |
|
|
|
Tomblin |
|
1963 09 |
|
|
2.600 |
Edith |
OFDA |
|
1979 08 |
40 |
70.000 |
44.650 |
David, Frederick |
OFDA |
|
1984 10 |
2 |
10.000 |
2.000 |
Klaus |
OFDA |
|
República Dominicana
|
1930 09 |
2.000 |
6.000 |
40.000 |
|
OFDA |
1963 10 |
400 |
|
60.000 |
Flora |
OFDA |
|
1964 08 |
7 |
|
1.000 |
Cleo |
OFDA |
|
1966 09 |
74 |
7.000 |
5.000 |
Inez |
OFDA |
|
1979 08 |
1.400 |
1.200.000 |
150.000 |
David, Frederick |
OFDA |
|
1984 10 |
3 |
|
23.700 |
Emily |
OFDA |
|
Grenada |
1963 09 |
6 |
|
|
Flora |
OFDA |
Haití
|
1909 11 |
150 |
|
|
|
OFDA |
1915 08 |
1.600 |
|
|
|
OFDA |
|
1935 10 |
2.150 |
|
|
|
OFDA |
|
1954 10 |
410 |
250.000 |
|
Hazel |
OFDA |
|
1963 10 |
5.000 |
|
180.000 |
Flora |
OFDA |
|
1964 08 |
100 |
80.000 |
10.000 |
Cleo |
OFDA |
|
1966 09 |
480 |
67.000 |
20.000 |
Inez |
OFDA |
|
1979 08 |
8 |
1.110 |
|
David |
OFDA |
|
1980 08 |
300 |
330.000 |
40.000 |
Allen |
OFDA |
|
1988 09 |
54 |
870.000 |
91.286 |
Gilbert |
OFDA |
|
Jamaica
|
1722 00 |
400 |
|
|
|
Tomblin |
1780 00 |
300 |
|
|
|
Tomblin |
|
1786 00 |
|
|
|
|
Tomblin |
|
1880 00 |
30 |
|
|
|
Tomblin |
|
1903 08 |
65 |
|
|
|
OFDA |
|
1912 11 |
142 |
|
|
|
OFDA |
|
1917 09 |
57 |
|
|
|
OFDA |
|
1933 10 |
10 |
|
|
|
OFDA |
|
1935 10 |
|
2.000 |
|
|
OFDA |
|
1944 08 |
32 |
|
|
|
OFDA |
|
1951 08 |
154 |
20.000 |
56.000 |
Charlie |
OFDA |
|
1963 10 |
11 |
|
11.525 |
Flora |
OFDA |
|
1980 08 |
6 |
30.000 |
64.000 |
Allen |
OFDA |
|
1985 11 |
7 |
|
5.200 |
Kate |
OFDA |
|
1988 09 |
49 |
810.000 |
1.000.000 |
Gilbert |
OFDA |
|
St. Kitts/Nevis
|
1772 00 |
|
|
|
|
Tomblin |
1792 00 |
|
|
|
|
Tomblin |
|
1928 09 |
|
|
|
|
OFDA |
|
1955 01 |
|
|
|
|
OFDA |
|
Saint Lucia
|
1960 07 |
|
|
|
Abby |
OFDA |
1963 09 |
10 |
|
3.465 |
Edith |
OFDA |
|
1980 08 |
9 |
70.000 |
87.990 |
Allen |
OFDA |
|
St. Vincent
|
1898 00 |
300 |
|
|
|
Tomblin |
1955 09 |
122 |
|
|
Janet |
OFDA |
|
1980 08 |
|
20.000 |
16.300 |
Allen |
OFDA |
|
1987 09 |
|
200 |
5.300 |
Emily |
OFDA |
|
Trinidad/Tobago
|
1933 06 |
13 |
|
3.000 |
|
OFDA |
1963 09 |
24 |
|
30.000 |
Flora |
OFDA |
|
AMERICA CENTRAL |
||||||
Costa Rica |
1988 10 |
28 |
120.000 |
|
Joan |
OFDA |
El Salvador |
1969 09 |
2 |
4.600 |
1.600 |
Francelia |
OFDA |
Guatemala |
1969 09 |
269 |
10.200 |
15.000 |
Francelia |
OFDA |
Honduras
|
1969 09 |
|
8.000 |
19.000 |
Francelia |
OFDA |
1974 09 |
8.000 |
600.000 |
540.000 |
Fifi |
OFDA |
|
1978 09 |
|
2.000 |
1.000 |
Greta |
OFDA |
|
Nicaragua
|
1971 09 |
35 |
2.800 |
380 |
Edith |
OFDA |
1988 10 |
120 |
300.000 |
400.000 |
Joan |
OFDA |
|
Panamá |
1988 10 |
7 |
7.000 |
60.000 |
Joan |
OFDA |
NORTEAMERICA (EXCLUYENDO A ESTADOS UNIDOS) |
||||||
México
|
1951 08 |
50 |
|
|
|
OFDA |
1955 09 |
300 |
|
|
Hilda |
OFDA |
|
1955 09 |
500 |
|
40.000 |
Janet |
OFDA |
|
1960 10 |
960 |
|
|
|
OFDA |
|
1961 11 |
436 |
|
|
Tara |
OFDA |
|
1966 10 |
14 |
80.000 |
24.000 |
Inez |
OFDA |
|
1967 08 |
77 |
271.000 |
184.000 |
Katrina, Beulah |
OFDA |
|
1975 10 |
29 |
|
|
Olivia |
OFDA |
|
1976 10 |
600 |
175.000 |
100.000 |
Liza |
OFDA |
|
1977 09 |
10 |
50.000 |
|
Anita |
OFDA |
|
1982 09 |
225 |
50.000 |
30.000 |
Paul |
OFDA |
|
1983 10 |
135 |
|
|
Tico |
OFDA |
|
1988 09 |
240 |
100.000 |
|
Gilbert |
OFDA |
Fuente: Tomblin, J. "Natural Disasters in the Caribbean: A Review of Hazards and Vulnerability, en Caribbean Disaster Preparedness Seminar, St. Lucia, June, 1979 (Washington, D.C.: OFDA/USAID, 1979); and Office of Foreign Disaster Assistance, U.S. Agency for International Development (OFDDA/USAID). Disaster History: Significant Data on Major Disasters Worldwide, 1900-Present. July, 1989. (Washington, D.C.: OFDA/USAID, 1989).
Tal como se esperaba, la actividad económica más afectada fue la agricultura, con una destrucción total de la producción de bananas y broiler y más del 50 por ciento de la cosecha de café y de coco. Las pérdidas de capital en el sector fueron estimadas en US$ 0,7 billones. De acuerdo a algunos cálculos, las pérdidas de ingresos hasta 1992 serán de US$214 millones.
Otros sectores productivos también fueron afectados seriamente. La industria sufrió US$600 millones (en dólares de 1989) de pérdidas, principalmente por la disminución en un 12% de la exportación. El turismo perdió US$90 millones en divisas extranjeras, con el arribo de 5 por ciento menos visitantes durante el tercer trimestre de 1988 que durante el mismo período en 1987. La pérdida de electricidad causó la disminución de producción de bauxita en un 14,2 por ciento para ese trimestre, en comparación con el tercer trimestre del año anterior y las exportaciones de aluminio disminuyeron en 21 por ciento.
c. Daños a los recursos naturales
Los recursos costeros de Jamaica sufrieron extensos daños por la fuerza del huracán. Se estima que un 50 por ciento de las playas fueron seriamente erosionadas, siendo la costa noreste la más afectada. Se estimó que se perdieron 60 por ciento de todos los árboles en las áreas de manglares, 50 por ciento de los cultivos de ostras tampoco pudieron salvarse, y ocurrieron otros daños no cuantificables a los arrecifes de coral y a la calidad del agua de la isla (Bacon, 1989).
a. Población afectada y daños a los sectores sociales
El Gobierno de México informó que el huracán causó 200 muertes y aproximadamente 200.000 personas quedaron sin vivienda. En el estado de Nuevo León, el área de Monterrey sufrió extensas inundaciones, murieron 100 personas y 30.000 unidades de vivienda fueron destruidas.
b. Impacto de la economía y daños a los sectores productivos
La industria del turismo sufrió el mayor daño. Las áreas de turismo en el estado de Quintana Roo, por ejemplo, sufrieron US$100 millones en daños directos y un estimado de US$90 millones en ingresos. El Banco Interamericano de Desarrollo después de evaluar los daños a la infraestructura en este sector destinó US$41.5 millones para la reconstrucción.
c. Daños a los recursos naturales
El impacto por toda la península de Yucatán en cuanto a daños a la fauna silvestre, playas y arrecifes de coral, fue mucho mayor que en las costas de Jamaica. Se informó de extensa reducción de playas y arrecifes de coral, y de grandes cantidades de pájaros que murieron.
1. Determinación del peligro que representan los huracanes
2. Mitigación contra el riesgo de huracanes
El peligro que presentan los huracanes a un determinado país está en función de la probabilidad que un huracán de cierta intensidad impacte y de la vulnerabilidad del país a dicho impacto. La vulnerabilidad es un concepto complicado, que tiene dimensiones físicas, sociales, económicas y políticas. Incluye aspectos tales como la capacidad de las estructuras de resistir las fuerzas de un evento peligroso, el grado en que la comunidad posee los medios para organizarse y está preparada para manejar las emergencias, el grado al que la economía del país depende de un sólo producto o servicio que fácilmente puede ser afectado por el desastre, y el grado de centralización en la toma de decisiones del sector público (Wilches-Chaux, 1989).
Los centros de población y las actividades económicas en la región son altamente vulnerables a las perturbaciones y daños de los efectos de condiciones extremas del clima. Están concentrados principalmente en las llanuras costeras, y las zonas bajas expuestas a mareas de tormenta y a inundaciones terrestres. Las altas demandas que se hacen a la infraestructura de servicios vitales existente, junto a inadecuados fondos para la expansión y mantenimiento de estos sistemas vitales, aumentan su susceptibilidad al colapso. El crecimiento descontrolado de los centros urbanos degrada el ambiente físico y su capacidad protectiva natural. Los sitios de construcciones que son seguros en relación con los peligros naturales, la contaminación y accidentes, son inaccesibles para personas de bajos ingresos que viven en las ciudades, a quienes sólo les queda construir sus albergues en laderas pronunciadas o en áreas inundables (Bender, 1989). La agricultura, en particular el cultivo de bananas para la exportación, frecuentemente se practica sin las medidas necesarias de conservación que corresponden a las características de los suelos, pendientes, y precipitación del área.
Las comunidades, países, o regiones difieren grandemente en vulnerabilidad, y por ende en los efectos que pueden sufrir a causa de huracanes de igual fuerza. El tamaño mismo de un país es un determinante crítico de su vulnerabilidad: las pequeñas naciones isla pueden verse afectadas en toda su extensión, y su principal infraestructura y actividad económica puede ser diezmada por un sólo evento. Los escasos recursos destinados a proyectos de desarrollo tienen que ser ahora dedicados al socorro y a la reconstrucción después de un desastre, retardando el crecimiento económico.
Para evaluar los riesgos futuros, los planificadores deben estudiar las tendencias históricas y correlacionarlas con probables cambios futuros. La principal causa de una creciente vulnerabilidad es el movimiento de la población hacia áreas de alto riesgo. El mayor número de ciudades en las Indias Occidentales se encuentra en zonas costeras bajas amenazadas por las mareas de tormenta (Tomblin, 1979), y estas continúan creciendo.
Los sectores económicos más afectados por los huracanes son la agricultura y el turismo. Ambos, representan una porción principal de la economía de estos países en el Caribe. En particular, la agricultura es la actividad más vulnerable (ECLAC/UNEP, 1979). Los huracanes tienen efectos desastrosos, en particular, sobre las cosechas de bananas. Durante el Huracán Allen, en agosto de 1980, Santa Lucía sufrió US$36,5 millones en daños, con el 97 por ciento de las plantaciones de bananas destruidas. En San Vicente el 95 por ciento y en Dominica el 75 por ciento de las plantaciones de banana fueron arruinadas (Earthscan No. 34a, 1983). Los daños a la industria del turismo son más difíciles de cuantificar pues incluyen muchos otros sectores económicamente identificables tales como transporte y servicios hoteleros.
Las estadísticas de las cosechas rara vez toman en consideración las pérdidas a largo plazo. La mayor salinidad de los suelos debido a una marea de tormenta puede tener efectos nocivos sobre la producción en los años siguientes. Por ejemplo, el Huracán Fifi disminuyó la producción en Honduras en un 20 por ciento el año que ocurrió, pero el siguiente año la producción bajo al 50 por ciento. Cuánto de esta reducción se debió al aumento de salinidad no está claro, pero se sabe que la sal destruye la vegetación lentamente.
Una vez que se entiende el riesgo que representan los huracanes, se pueden tomar medidas específicas de mitigación para reducir el riesgo a las comunidades, la infraestructura, y las actividades económicas. Las pérdidas humanas y económicas pueden ser reducidas grandemente mediante esfuerzos bien organizados para implementar medidas preventivas apropiadas, respecto a la percepción del peligro por el público y la emisión de alertas oportunas. Gracias a estas medidas, los países en la región han experimentado una drástica reducción en el número de muertes causadas por los huracanes.
Las medidas de mitigación son más costo-efectivas cuando son implementadas como parte de un plan original o en la construcción de estructuras vulnerables. Los ejemplos típicos son la aplicación de normas de construcción diseñadas para resistir los vientos con fuerza huracanada, evitar áreas que pueden ser afectadas por mareas de tormentas o inundaciones, y la plantación de rompevientos para proteger las cosechas sensibles a los vientos. El reforzamiento de edificios y otros proyectos para que sean más resistentes a huracanes es más costoso y a veces imposible. Una vez que el proyecto ha sido ubicado en una área inundable puede no ser posible trasladarlo a otro lugar más seguro.
Los resultados generales de la mitigación del riesgo de huracanes en el Caribe y Centro América no son muy alentadores. Abundan los casos de nuevas inversiones en los sectores públicos o productivos que fueron expuestos a un significativo riesgo de peligro debido a un mal diseño o ubicación, y aún existen proyectos que fueron reconstruidos de la misma manera y en el mismo lugar después de haber sido destruidos una primera vez. Se pueden citar otros casos de colegios y hospitales financiados con ayuda bilateral que fueron construidos de acuerdo con las normas de diseño adecuadas para el país donante, pero incapaces de resistir los vientos de fuerza huracanada que predominan en el país receptor.
El sector del turismo en el Caribe es notorio por su aparente indiferencia al riesgo de los huracanes y peligros asociados. Un complejo hotelero construido a insuficiente distancia de la marca de marea alta no sólo se arriesga a ser dañado por acción de las olas y mareas de tormenta, sino que interfiere con el proceso normal de formación de playas y estabilización de dunas, reduciendo así la efectividad de un sistema natural de protección contra la acción de las olas. Después que sufren el primer daño serio, los dueños del hotel probablemente decidirán reconstruir en el mismo lugar e invertir en una pared de contención del mar, en vez de considerar reubicar la estructura en un lugar más distante de la línea de costa.
a. Reducción del riesgo a nivel internacional
En las últimas tres décadas la capacidad tecnológica para monitorear los huracanes ha mejorado significativamente, y con ello el número de víctimas disminuyó. La nueva tecnología permite identificar una depresión tropical y monitorear en tiempo real, a medida que se desarrolla el huracán. El mayor avance se ha dado en los Estados Unidos, pero los países en desarrollo se benefician enormemente debido a los efectivos mecanismos de alertas. Los modelos de computadora también generan gran cantidad de información útil para los planificadores en los países en desarrollo.
Los modelos de computadora que estiman la trayectoria, el lugar de impacto, y el daño potencial fueron inplementados por primera vez en 1968 por el U.S. National Hurricane Center (NHC). En la actualidad hay cinco modelos operacionales para dar luces sobre el trayecto de los huracanes: el Modelo Beta y Advección (MAM), el de Climatología y Persistencia (CLIPER), un modelo Estadístico-dinámico (NHC90), un modelo Cuasi-Lagrangian (OLM) y el VICBAR barotrópico. Varían en su capacidad y metodología y, ocasionalmente, dan como resultado predicciones en conflicto una con otra, aunque ahora menos que en el pasado. El NHC evalúa los datos que se obtienen de todas las tormentas tropicales y huracanes en el Atlántico, el Pacífico oriental y la cuenca de los ciclones tropicales del Pacífico, y emite una predicción oficial sobre la ruta e intensidad que consiste de posiciones centrales y velocidades máximas del viento durante un minuto para 0,12,24,48, y 72 horas.
El NHC también ha desarrollado un modelo de mareas de huracanes llamado Sea, Lake and Overland Surges (SLOSH) para simular los efectos de los huracanes a medida que se acercan a tierra. Su predecesor SPLASH, usado en los año 1960s, fue útil para modelar los efectos de los huracanes a lo largo de líneas de costa uniformes, pero el SLOSH añade a esto la capacidad para estimar la inundación en áreas tierra adentro. Estos resultados se pueden usar para planificar rutas de evacuación.
También se ha desarrollado un modelo computarizado que evalúa la vulnerabilidad de áreas costeras a los ciclones tropicales a largo plazo. Este modelo, el National Hurricane Center Risk Analysis Program (HURISK), utiliza información histórica de 852 huracanes desde 1886. El archivo contiene la posición de las tormentas, los vientos máximos sostenidos, y las presiones centrales (no disponible en los primeros años) a intervalos de cada seis horas. Cuando el usuario proporciona una ubicación y el radio de interés, el modelo determina las ocurrencias, fechas, nombre de las tormentas, vientos máximos y velocidades de avance de los huracanes. Los estudios de vulnerabilidad comienzan cuando se han determinado los datos promedio de la ocurrencia, distribución de dirección, distribución de vientos máximos, probabilidad de que por lo menos un número x de huracanes pase durante n años consecutivos, y la distribución gamma de las velocidades. Los planificadores pueden usar estos cálculos objetivos de período de retorno para evaluar una situación de otro modo subjetiva.
b. Reducción del riesgo a nivel nacional
Uno de los pasos más importantes que puede dar un país para mitigar el impacto de los huracanes es incorporar la evaluación del riesgo y el diseño de medidas de mitigación a la planificación para el desarrollo. El diseño de medidas básicas de mitigación comienza con la compilación de todos los registros históricos de la anterior actividad de los huracanes en el país, determinando la frecuencia y severidad de ocurrencias en el pasado. Se deben recolectar los datos meteorológicos confiables para cada evento, que van desde estudios técnicos hasta noticias periodísticas. y con toda la información, bien ordenada, se debe llevar a cabo un estudio de (1) la distribución de ocurrencia por meses del año, (2) las frecuencias de la fuerza de los vientos y su dirección, (3) las frecuencias de las mareas de tormenta de varias alturas a lo largo de diferentes segmentos costeros, y (4) las frecuencias de inundación de ríos y su distribución espacial. El análisis estadístico deberá proporcionar apoyo cuantitativo para las estrategias de planificación.
El diseño de medidas de mitigación seguirá a continuación del análisis estadístico y considerará los efectos a largo plazo. Las medidas de mitigación tanto estructurales como no estructurales deben ser consideradas tomando en cuenta las dificultades de su implementación.
Las medidas no estructurales consisten en políticas y prácticas de desarrollo que están diseñadas para evitar el riesgo. Por ejemplo: lineamientos para uso de tierras, predicción y alertas, y conciencia pública y educación. Se debe dar mucho crédito al Proyecto Pan Caribe sobre Preparativos y Prevención de Desastres (PCDPPP) por la reducción del número de víctimas de huracanes en su ámbito, que ha trabajado efectivamente con los gobiernos nacionales motivando a las poblaciones a tomar medidas preventivas, tales como reforzar los amarres de los techos y establecer sistemas para el pronóstico y las alertas.
Las medidas estructurales de mitigación incluyen el desarrollo de códigos de construcción para controlar el diseño de edificios, métodos y materiales. La construcción de rompeolas, canales de diversión y compuertas contra mareas de tormentas, así como el establecimiento de líneas de árboles, son algunos ejemplos de mitigación desde el punto de vista de obras públicas.
c. Reducción del riesgo a nivel local
La efectividad de las oficinas de preparativos nacionales para las emergencias, en los países de la región, frecuentemente está limitada por inadecuado apoyo institucional y falta de recursos técnicos y financieros suficientes. En las islas más pequeñas del Caribe, estas oficinas suelen ser operaciones a cargo de una persona, siendo esa persona también responsable de muchos otros asuntos no relacionados con las emergencias. No sería realista esperar que puedan actuar de manera efectiva a nivel local en el caso de emergencias que cubran toda el área, tales como las causadas por los huracanes. Es por lo tanto esencial mejorar la capacidad de las poblaciones en pequeños pueblos y aldeas, para que estén preparadas a responder a las emergencias por sus propios medios.
Desde 1986 hasta 1989, el Proyecto de Peligros Naturales OEA/DDRMA ha involucrado a varios países del Caribe Oriental para evaluar la vulnerabilidad de los pequeños pueblos y aldeas a los peligros naturales, y entrenar a los administradores locales y a los líderes de la comunidad en organizar las evaluaciones de riesgo y mitigación en sus comunidades. Estas actividades han conducido a la preparación de un manual de entrenamiento con un video adjunto para uso de los líderes locales. Este esfuerzo ha enfocado las redes de líneas de servicios locales -transporte, comunicaciones, agua, electricidad, sanidad- y las instalaciones críticas relacionadas con el bienestar de los habitantes, como hospitales y centros de salud, escuelas, estaciones de policía y contra incendios, instalaciones comunitarias, y albergues de emergencia.
El resto de este capítulo está dedicado a una visión general, resumida, del proceso mediante el cual los líderes de un pequeño pueblo o aldea pueden introducir una efectiva mitigación de los peligros.
1. Inventario de líneas de servicios vitales e instalaciones criticas
2. Aprendizaje de la operación de líneas de servicios vitales e instalaciones y su potencial de daño por huracanes
3. Verificación de la vulnerabilidad de líneas de servicios vitales e instalaciones mediante la inspección de campo e investigación
4. Establecimiento de una relación positiva de trabajo con instituciones y empresas que operan la infraestructura y los servicios de la comunidad
5. Desarrollo de la comprensión del riesgo en su totalidad por parte de la comunidad
6. formulación de una estrategia de mitigación
El grado hasta donde pueden enfrentar las comunidades locales los daños y las perturbaciones a raíz de severas tormentas y huracanes, también depende en gran medida de cuan bien resisten los vientos y precipitaciones asociadas, los servicios básicos, la infraestructura y bienes comunes de la comunidad. Si bien las familias individuales asumen la plena responsabilidad de preparar su propio albergue para resistir los efectos de las tormentas, tienen un rol mucho más limitado para asegurar que los servicios comunes estén resguardados. Sin embargo, este rol no puede ser dejado de lado.
Las agencias no gubernamentales involucradas en la construcción y mejora de viviendas de bajos ingresos, han desarrollado medidas prácticas y de poco costo para aumentar la resistencia a los vientos con fuerza huracanada de las casas auto-construidas. Típico de los esfuerzos de esta naturaleza es el trabajo realizado por el Construction Resource and Development Centre (CRDC) en Jamaica, que ha producido material educativo y ha organizado reuniones de trabajo sobre la reconstrucción de casas y techos después del huracán Gilbert.
La responsabilidad principal para crear conciencia y mayor preocupación en la comunidad sobre el riesgo que representan los huracanes al bien común, recae sobre los líderes de la comunidad y el coordinador local -o distrital- de desastres, si es que existe esa función. Involucra un largo proceso de identificación de los diversos aspectos, la movilización de recursos dentro de la comunidad y en el exterior, y el apoyo a acciones comunes.
Tal proceso incluye seis pasos: (1) hacer un inventario de las redes de líneas de servicios vitales y de instalaciones críticas; (2) conocer su operación y el daño potencial que les haría un huracán; (3) verificar la vulnerabilidad de las líneas de servicios vitales e instalaciones críticas, a través de inspección de campo e investigación; (4) establecer una relación positiva de trabajo con las agencias y empresas que manejan la infraestructura y los servicios de la comunidad; (5) propiciar el entendimiento de la comunidad respecto al riesgo total; (6) formular e implementar una estrategia de mitigación.
Las redes de líneas de servicios vitales y de instalaciones críticas son aquellos elementos de la infraestructura económica y social que proporcionan bienes y servicios esenciales a las poblaciones en pueblos y aldeas. Su correcto funcionamiento es una preocupación directa de la comunidad, ya que cualquier perturbación afecta a toda la población.
Los líderes de la comunidad deben recopilar gradualmente un inventario de estos elementos, ubicándolos en primera instancia sobre un mapa de la comunidad a escala grande (1:5.000 o 1:2.500). Los mapas base pueden ser obtenidos de fuentes locales del pueblo, del condado (o distrito) o de las oficinas de planificación física. La red de caminos debe indicar la jerarquía del camino (vía expresa, carretera, acceso principal a un asentamiento, calles locales) y la ubicación de puentes y otras obras civiles tales como cortes importantes en las carreteras y muros de contención. Un trato similar se debe dar a las redes de electricidad y telefónicas y al sistema de agua potable. Las áreas residenciales y áreas de actividad económica también deben ser identificadas.
Se puede acceder a diferentes fuentes para obtener esta información. Las compañías de agua, de electricidad y telecomunicaciones pueden proporcionar datos de sus redes para los mapas del área en cuestión. El representante local del Ministerio de Obras Públicas o de la oficina de planificación física puede ayudar con la identificación de la red de caminos y la ubicación de instalaciones públicas donde funcionan importantes servicios.
Los líderes de la comunidad periódicamente deben de organizar reuniones durante las cuales los ingenieros o administradores responsables de las diferentes líneas vitales e instalaciones críticas, puedan explicar el funcionamiento de sus sistemas a determinados residentes que podrían involucrarse en la preparación y la respuesta a los desastres. Los mapas anteriormente preparados deben ser útiles durante estas sesiones y, al mismo tiempo, se pueden revisar los detalles particulares y actualizarlos. El enfoque de estas sesiones debería ser:
- Identificación de los diferentes elementos que constituyen el sistema, su interacción y su interdependencia.- Como funcionan los diferentes elementos, que puede no funcionar, y cuáles son los procedimientos normales de reparación y mantenimiento.
- Cómo pueden ser afectados cada uno de los elementos del sistema por las fuerzas de un huracán.
- Cuáles podrían ser las consecuencias de un huracán respecto al funcionamiento del sistema y para los usuarios.
CUALES SON LAS REDES DE LINEAS DE SERVICIOS VITALES: Red de carreteras, incluyendo caminos, puentes, cortes y muros de contención, pasos a desnivel, obras de drenaje. Sistemas de agua potable, incluyendo tomas en superficie, pozos, tubería, plantas de tratamiento, estaciones de bombeo, tanques de almacenamiento o reservorios, troncales, y red de distribución. Sistemas de electricidad, incluyendo planta generadora, líneas de transmisión, subestaciones, transformadores, y red de distribución. Telecomunicaciones, incluyendo estación terrena, intercambios, torres de transmisión de microondas, cables aéreos y subterráneos, y redes abiertas de líneas de distribución. Sistemas de sanidad, incluyendo red de colectores, planta de tratamiento y de alcantarillados, servicios higiénicos públicos, recolección de residuos sólidos y su tratamiento. CUALES SON LAS INSTALACIONES CRITICAS: Hospitales, centros de salud, colegios, iglesias. Estaciones de bomberos, estaciones de policía, centros comunitarios, albergues, y otros edificios públicos en los cuales se encuentran las funciones vitales que tienen un rol en las emergencias. |
La vulnerabilidad de edificios y de elementos de la infraestructura se determinará primero por su ubicación respecto a las áreas propensas al peligro. Las mareas de tormentas y la acción de las olas pueden causar daños severos en áreas sobre el litoral o a terrenos bajos en la costa; las lluvias fuertes que acompañan a los huracanes pueden causar inundaciones súbitas o inundaciones a lo largo de los canales de los ríos y en áreas bajas; la lluvia también puede causar deslizamientos de tierra y flujos de lodo sobre pendientes fuertes y taludes inestables en las carreteras; y las estructuras en áreas expuestas como quebradas y acantilados, son particularmente vulnerables a daños de vientos.
Las áreas expuestas a peligros deben ser sistemáticamente identificadas y ubicadas sobre el mapa de líneas de servicios vitales y de instalaciones críticas, para mostrar donde pueden ser especialmente vulnerables las redes de servicios vitales y las instalaciones críticas.
El siguiente paso consiste en la inspección visual y la observación de todos los elementos importantes de la infraestructura y de las instalaciones críticas. Se deben anotar los detalles de la ubicación y construcción que puedan afectar la vulnerabilidad, y registrar la información en una hoja junto con una breve descripción del daño que podría ocurrir.
Una vez que los líderes de la comunidad han recolectado una buena cantidad de información, se debe organizar una serie de consultas con los ingenieros o administradores responsables de cada una de las líneas de servicios vitales e instalaciones críticas de la población, o con sus representantes locales, y se debe realizar una mayor elaboración de la información colectada hasta ese momento.
APRENDIENDO DE DESASTRES ANTERIORES Se puede obtener información muy valiosa sobre la vulnerabilidad de pequeños pueblos y aldeas estudiando la historia local de los daños causados por tos huracanes. Esto se logra mediante entrevistas a los residentes más antiguos en la comunidad, funcionarios públicos jubilados de oficinas de obras públicas familiarizados con el área, y otros informantes, revisando archivos y periódicos y documentos, y por cualquier otro medio apropiado en cada situación. La información debe ser organizada por evento, y en cada evento por los elementos de la infraestructura afectados. Los daños que resultaron del impacto particular deben ser brevemente descritos. Se debe hacer un esfuerzo para obtener porto menos los siguientes datos: a. El EVENTO - fecha de ocurrencia b. El ELEMENTO específico que fue afectado: - clase y tipo de elemento - características físicas - cualquier información sobre la causa de la vulnerabilidad del elemento en ese momento -por ejemplo, mal estado de reparación o acumulación de derrubio. c. El DAÑO que fue causado: - descripción cuantitativa y cualitativa de los daños físicos directos - descripción de daños indirectos, tales como la pérdida de funciones, interrupción de servicios, pérdidas de empleos |
Tales consultas son una oportunidad para que los líderes comunales aprendan sobre el mantenimiento y las políticas de reparación de emergencia que practican en sus respectivos asentamientos las diferentes entidades y compañías de servicios públicos, para conocer a los funcionarios responsables de ejecutar las reparaciones de emergencia, y para aprender como contactarlos bajo circunstancias normales así como durante emergencias.
Los contactos entre representantes de las agencias y los líderes de la comunidad son de gran ayuda para explorar la coincidencia de intereses entre los residentes por un lado, y entre las entidades y empresas de servicios por el otro. La comunidad puede recibir mejores servicios a menor costo de las entidades responsables, mediante la participación organizada de manera efectiva de los residentes en tareas tales como el monitoreo del estado de reparación de la infraestructura o en mantener la limpieza de los sistemas de drenaje. Se debe alentar, donde sea posible, la contratación de trabajadores o de pequeñas firmas del propio asentamiento para ejecutar algunas de estas tareas de las empresas.
Para que tenga algún significado, la visión del riesgo que representan los huracanes a un determinado asentamiento, debe incluirla perspectiva de la población y de sus actividades económicas. En una visión así integrada, la vulnerabilidad obviamente es más que la suma de las deficiencias técnicas experimentadas por las estructuras o equipos ante fuerzas naturales excesivas. La tradicional organización sectorial del sistema público es una base pobre para el análisis integrado de la vulnerabilidad, pues tiende a dejar de lado la dependencia e interacción entre los diferentes sistemas de la infraestructura, que frecuentemente son los principales determinantes de la vulnerabilidad de una sociedad.
Tendrá que considerarse las diferentes partes de la información recolectada hasta el momento, para lograr un entendimiento cabal del riesgo total al cual está expuesto el asentamiento humano, y de las variaciones de este riesgo dentro del asentamiento de acuerdo con la ubicación y vulnerabilidad de elementos específicos de la infraestructura. Las siguientes técnicas pueden resultar útiles para este ejercicio.
INVOLUCRAR A LA COMUNIDAD EN LA REDUCCION DE LA VULNERABILIDAD En St. Kitts y Nevis, el Ministerio de Educación, el Ministerio de Obras Públicas, y la Oficina de Preparativos para el Desastre organizaron a los residentes locales para reparar tos colegios con los materiales donados por la USAID. Los escolares se beneficiaron de locales más seguros y más funcionales, mientras que la comunidad en su totalidad se benefició con albergues más seguros contra huracanes, una función que los locales escolares en toda la isla asumen automáticamente durante la temporada de huracanes. |
EJEMPLOS PARA LA ACCION COMUNITARIA Las contribuciones que pueden hacer las comunidades locales para reducir la vulnerabilidad de los servicios básicos son típicamente no estructurales, y están diseñadas alrededor del monitoreo y mantenimiento rutinario. Algunos ejemplos: - Evitar eliminar la basura en quebradas o ríos, especialmente objetos grandes tales como llantas, ramas de árboles y artefactos. Estas tienden a acumularse cerca de los puentes y de las compuertas, formando obstáculos para el flujo normal del agua. - No cortar la vegetación natural de tos bordes de los ríos y quebradas, ni de los taludes, para evitar la erosión acelerada de los bordes. - Mantener limpio de limo y de Otros objetos el drenaje al costado de los caminos; dar atención especial a los cruces de las alcantarillas. - No retirar la arena ni las piedras de las playas. - Mantener las ramas colgantes alejadas de las líneas de electricidad y telefónicas. No entrometerse con postes de electricidad/teléfono; reportar cualquier seña visible de deterioro de los postes o sus amarres. - Informar sobre señas visibles de deterioro de edificios públicos, dando especial atención a los techos y ventanas. - No interferir con las tomas de agua; informar sobre excesiva sedimentación u obstrucciones. |
- Crear una imagen visual
Toda la información anteriormente recomendada es colocada sobre un mapa base del asentamiento a escala grande, directamente sobre el mismo mapa, con transparencias de acetato o en unas cuantas copias diferentes. El número final de mapas depende de la escala del mapa base y de la complejidad de la información.
Los mapas van a resaltar los lugares donde pueden ocurrir los eventos peligrosos, quien está expuesto a los riesgos, que funciones son amenazadas, donde se podrán experimentar daños directos, y cuál es el nivel del riesgo.
- Crear escenarios de impactos
Con la ayuda de los mapas se puede aprender mucho del riesgo al cual está sujeta una comunidad, formulando escenarios realistas del impacto de un huracán al asentamiento y simulando las consecuencias para la población, las líneas de servicios vitales y las instalaciones críticas.
Estos escenarios pueden ser revisados con los diferentes grupos de la comunidad. La discusión de diferentes escenarios crea un trasfondo perfecto contra el cual se puede comenzar a pensar acerca de lo que puede hacer la comunidad para reducir el riesgo, que es después de todo el propósito de ese ejercicio.
La culminación de todos los esfuerzos invertidos en el análisis de la vulnerabilidad y evaluación de riesgo, es la formulación de una estrategia para introducir medidas apropiadas de mitigación que respondan a las prioridades de la comunidad.
Es importante que los líderes de la comunidad den preferente atención a la identificación de medidas realistas de mitigación y que propongan una estrategia de implementación simple. Debe evitarse la trampa común de identificar medidas que requieren financiamiento significativo, concentrándose en las medidas no estructurales. Entre las medidas que deben ser enfatizadas están aquellas que pueden ser integradas en el mantenimiento rutinario o en la actualización de la infraestructura; en el evitamiento de la degradación ambiental que puede disminuir la capacidad protectiva natural de recursos tales como dunas de arena, manglares y otra cobertura vegetativa natural; y la prevención mediante una adecuada planificación y diseño de nuevas inversiones.
También es importante establecer el rol de los diferentes niveles de gobierno y de las agencias del país en la implementación de una estrategia de mitigación. El rango de acciones bajo el control de una pequeña comunidad, obviamente, es bastante limitado y depende del grado de autonomía del gobierno local, el nivel de los recursos que controla, y los conocimientos expertos que es capaz de movilizar.
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