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12.3 El impacto de las amenazas naturales

12.3.1 Vulnerabilidad de la población
12.3.2 Influencia sobre las actividades productivas y obras de infraestructura presentes y futuras

Aparte de la evidente potencialidad destructiva de algunos fenómenos naturales, es importante el impacto que estos pueden generar sobre la población y la infraestructura y de cómo deben concebirse las obras futuras para acomodarse a las exigencias y rigores que la naturaleza impone.

12.3.1 Vulnerabilidad de la población

La sociedad, en relación a los fenómenos naturales, debe analizarse bajo una perspectiva dual, pues generalmente se desenvuelve como causa y como víctima principal de muchos desastres.

En efecto y como ya se ha mencionado, la actividad irracional y desordenada de las poblaciones tiende comúnmente a acelerar y magnificar el desarrollo y los efectos de los fenómenos naturales. Se han visto así las consecuencias de la deforestación, minería, sobrepastoreo y otras prácticas incorrecta de tipo agropecuario, de expansión urbana de desadaptación y concepción incorrecta de ciertas obras de infraestructura. Obviamente, no debe atribuirse esta problemática a la acción exclusiva de individuos, sino también a la falta de definición de políticas de desarrollo y colonización, congruentes con la realidad local y regional y a la frustración y desmotivación de ciertos sectores socio-económicos de la población, víctimas muchas veces de la incomprensión de las clases políticas y técnicas, incapaces de atender las necesidades de la sociedad y las condiciones ambientales de regiones remotas y distantes de las metrópolis. Tan solo como ejemplo se puede citar el requisito legal de "limpiar" el bosque en un 90% de las parcelas para demostrar su puesta en laboreo y así obtener el titulo de propiedad. La ausencia o ineficiencia de las asesorías técnicas para adecuar la actividad agropecuaria a las condiciones ambientales, pedológicas y geomorfológicas se puede también mencionar como ejemplo típico adicional.

La degradación ambiental que esto conlleva es claramente un factor multiplicador de los efectos destructivos de los fenómenos naturales: erosión, deslizamientos, inundaciones, etc., a la vez que hace recaer sobre el mismo tipo de población las más pesadas consecuencias.

Dada la lejanía, es muy difícil garantizar el respeto a las normas de diseño y calidad de materiales en cuanto a la capacidad sismoresistente de las obras, igualmente que la adaptación de los puentes a las inundaciones y erosión y socavación. También se puede mencionar la existencia de zonificaciones para evitar exponer a las poblaciones, infraestructura y líneas vitales al desbordamiento de los ríos, a la actividad volcánica, deslizamientos, etc. No es pues motivo de sorpresa el hecho de que cuando ocurre un evento catastrófico las perdidas en vidas humanas, en infraestructura y economía, alcanzan niveles asombrosos, a veces sin relación con la magnitud del fenómeno.

12.3.2 Influencia sobre las actividades productivas y obras de infraestructura presentes y futuras

Es evidente el impacto que pueden generar los fenómenos naturales sobre las actividades productivas, las obras de infraestructura y la influencia que pueden ejercer sobre los programas de explotación de los recursos naturales, presentes y futuros.

Cada uno de los fenómenos acciona su propia influencia en función de la modalidad con la que se manifiesta. De esta manera, se puede también suponer que cada uno de ellos afectará en particular determinado sector productivo y obras de infraestructura.

El efecto del vulcanismo es dual, pues por un lado; las erupciones pueden destruir los cultivos, pero también aportar nuevos; nutrientes minerales al suelo, fertilizándolo y aumentando su capacidad productiva a largo plazo. Obviamente, otras manifestaciones volcánicas pueden ser irreversiblemente destructivas: lluvias ácidas, explosiones, nubes ardientes, coladas de lava, lahares.

La actividad sísmica puede traer consigo en forma directa, la destrucción de las obras de infraestructura, según le aporte al terreno aceleraciones que estas no pueden soportar. Pero esta no es su única manifestación destructiva y de ello, el sismo del 5-3-1987 en Ecuador es un ejemplo pues se produjeron además deslizamientos,, aludes, avalanchas inundaciones, etc.

Los deslizamientos, aparte de ocasionar rupturas y degradación en los suelos, son particularmente dañinos para las líneas vitales (carreteras acueductos, oleoductos). La erosión, al remover las partículas finas y nutrientes del suelo hace perder su productividad y aporta sedimentos que luego se depositarán en embalses y/o lechos fluviales perjudicando la navegabilidad de los nos. Tanto la erosión como la sedimentación son particularmente nocivos para las obras civiles relacinadas con los cauces fluviales: puentes, muelles, ciudades ribereñas, etc.

En cuanto a las crecidas e inundaciones, el impacto que pueden provocar es muy conocido pues ano con ano se repiten, siendo tal vez uno de los fenómenos destructivos más frecuentes y persistentes y que generan las pérdidas más grandes: destrucción de cultivos y líneas vitales, aislamiento de poblaciones, erosión de bancos y terrazas aluviales, etc.

Ante todo ello, es clara la necesidad de llamar la atención de los planificadores y diseñadores, en el sentido de programar y concebir las obras y proyectos productivos futuros en forma acorde con las condiciones que impone la naturaleza; en este sentido la protección y refuerzo de lo ya existente es también fundamental. Solo así se podrá garantizar una optimización y longevidad adecuadas para las inversiones que se realicen.

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