La infancia temprana (aquí definida desde el nacimiento hasta la edad de 8 años) es un período de rápido desarrollo en el que los déficits físicos y nutricionales tienen consecuencias más profundas. Durante los años siguientes de vida, inclusive cuando es posible superar estos déficits, el ritmo de mejoría se reduce por el retraso del desarrollo subsecuente.
Muchas de las enfermedades e infecciones más prevalecientes - diarrea aguda, malaria, sarampión y parásitos intestinales - tienden a lograr su incidencia más alta durante la infancia, llevándose millones de vidas infantiles cada año.
Tradicionalmente, el crecimiento físico y el desarrollo retrasados han sido considerados la principal consecuencia de la mala salud de los niños, pero actualmente hay un creciente reconocimiento que la mala salud también causa consecuencias para el desarrollo mental e intelectual. Las consecuencias a largo plazo de las experiencias en la infancia temprana para el capital humano y la productividad son difíciles de evaluar directamente, pero a través de medidas representativas, como por ejemplo medidas del crecimiento físico, se pueden hacer asociaciones acerca de esto. Una corta estatura, resultado frecuente de muchas de las infecciones y enfermedades más comunes en la infancia, esta asociada con el ingreso tardío o la ausencia en la escuela, rendimiento lento y mayor riesgo de deserción escolar. Al retraso en el crecimiento también se le asocia una reducida capacidad fisiológica y productiva. Tanto el crecimiento físico reducido cuanto el bajo rendimiento educativo tienen consecuencias negativas para las oportunidades de empleo.
Para evitar estos retrasos en el desarrollo físico e intelectual y sus consecuencias a largo plazo para el desarrollo del capital humano, es necesaria la prevención primaria en la infancia. Para muchas de las enfermedades más frecuentes, programas simples y baratos, de efectividad comprobada (tales como vacunación contra el sarampión, tratamiento de rehidratación oral para la diarrea y medicamentos para infecciones parasitarias) son ya parte de la experiencia programática, mientras que otros programas (como el uso de mosquitero para el control de la malaria) han probado ser efectivos y se mantienen en el ámbito de la investigación.
Un programa integral de atención para niños pequeños va más allá del control de enfermedades. El índice de recuperación de sarampión, por ejemplo, se mejora con suplemento de vitamina A y más de la mitad de la mortalidad infantil en países de bajo ingreso puede atribuirse a la desnutrición. La promoción del desarrollo infantil temprano implica la necesidad de entrega de un paquete integral de programas que consideren un enfoque de costo-efectividad y sostenibilidad.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha desarrollado un enfoque integral de evaluación, clasificación, tratamiento y asesoría para niños enfermos y orientación para aquellos que los cuidan. Este enfoque es la base de nuevas guías de tratamiento. Provee el manejo integral de enfermedades infantiles (MIEI): infecciones respiratorias agudas, diarrea, malaria, sarampión y desnutrición.
Fuentes
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Claeson, Mariam. 1996. Guide for the Introduction of Integrated Management of Childhood Illness. (Support for Analysis and Research in Africa (SARA); Health and Human Resources Analyis for Africa (HHRAA); USAID, Africa Bureau, Office of Sustainable Development in collaboration with BASICS, 1996).
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"Integrated Management of the Sick Child." 1995. Boletín de la Organización Mundial de la Salud. 73(6): 735-740.
- Bienvenidos. Boletín. Recomendaciones para el cuidado del bebe. Desde la preconcepción hasta los 3 años.
- Pediatría en la Red . Dres. Daniel Stechina y mario buyatti.
- Links, en español, de sitios médicos