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DESARROLLO CEREBRAL

Recientes investigaciones médicas han demostrado que el periodo más rápido de crecimiento cerebral ocurre en los primeros años de vida y que las experiencias de la infancia temprana  tienen efectos duraderos en la futura capacidad de aprendizaje del individuo. 

Lo que dice la investigación:

  • El desarrollo cerebral durante la etapa prenatal y en el primer año de vida es más rápido y extensivo de lo que se sospechaba;

  • El desarrollo cerebral es más vulnerable a influencias del entorno de lo que se sospechaba;

  • La influencia del entorno en el desarrollo temprano del cerebro es duradera;

  • El entorno afecta no sólo el número de neuronas y el número de conexiones entre ellas, sino también la manera en que estas conexiones se "entrelazan";

  • El estrés tiene un impacto negativo en el desarrollo cerebral.

Fuente: Carnegie Task Force on Meeting the Needs of Young Children, Starting Points, 1994

El desarrollo saludable del cerebro tiene un impacto directo sobre las habilidades cognitivas. La nutrición inadecuada antes del nacimiento y en los primeros años de vida puede influir seriamente en el desarrollo cerebral y llevar a desórdenes neurológicos y trastornos de conducta, tales como los problemas de aprendizaje (Carnegie Corporation, 1994). Sin embargo, nuevas investigaciones llevadas a cabo por neurobiólogos y otros investigadores han demostrado también la importancia de la estimulación apropiada durante los primeros años.

El cerebro de un recién nacido está compuesto de trillones de neuronas, "todas esperando para ser tejidas en el intrincado tapiz de la mente. Algunas neuronas ya están fuertemente conectadas… pero… trillones y trillones más están puras y con potencial infinito" (Begley, 1996). Las experiencias de la infancia determinan qué neuronas se usan, las cuáles conectarán los circuitos del cerebro. Aquellas neuronas que no se utilicen pueden morir. Las experiencias de la infancia determinan si el niño "crece inteligente o lento; miedoso o seguro de sí mismo; locuaz o callado" (Begley, 1996).

Este paradigma emergente sugiere que el desarrollo tiene "periodos críticos", en cuanto a la influencia del entorno y cómo se conecta el cerebro de un individuo para funciones tales como: matemática, lenguaje, música y actividad física. Si estas oportunidades se pierden --si el cerebro no recibe la estimulación apropiada durante un de estos "periodos críticos"-- es muy difícil para el cerebro, aunque muchas veces no imposible, reconectarse más tarde. El hecho de que un estrabismo que no se corrija en la infancia resulte en la pérdida permanente de la visión y que la pérdida pasajera de la audición en la infancia pueda ser asociada al deterioro del desarrollo del lenguaje, son ejemplos concretos sobre la necesidad de realizar experiencias pertinentes durante los periodos críticos (Rutter and Rutter, 1993). Los periodos críticos de los primeros años son: control emocional, de 0 a 2 años; visión, de 0 a 2 años; apego social, de 0 a 2 años; vocabulario, de 0 a 3 años; segundo idioma, de 0 a 10 años; matemática/lógica de 1 a 4 años; música, de 3 a 10 años (Begley, 1996).

El cerebro se diferencia de la mayoría de otros órganos del cuerpo por su rápido crecimiento durante el periodo prenatal y en los primeros años de vida. El cerebro alcanza la mitad de su peso final a los 6 meses y 90% de su peso final a la edad de 8 años. El cuerpo como totalidad alcanza la mitad de su peso maduro a la edad de 10 años (Rutter and Rutter, 1993). La implicación es que el cerebro es más vulnerable al daño en algunos aspectos durante este rápido crecimiento y "los efectos del daño tienden a diferir de acuerdo a cuando estos ocurren" (Rutter and Rutter, 1993). Por ejemplo, el "daño cerebral prenatal o perinatal tiende mas a causar una disminución en las habilidades intelectuales y escolares que a causar deficiencias específicas". (Rutter and Rutter, 1993). También es posible que los efectos del daño temprano no sean evidentes hasta años mas tarde. "Las dificultades escolares observadas en algunos niños nacidos con bajo peso y coeficiente intelectual normal, pueden constituir un ejemplo de esta clase" (Rutter and Rutter, 1993).

Fuentes:
Begley, Sharon. "Your Child's Brain". Newsweek. 19 de Febrero de 1996, pag, 55-61.

Carnegie Task Force on Meeting the Needs of Young Children. Starting Points. (New York, NY: Carnegie Corporation, 1994).

Rutter, Michael and Marjorie. Developing Minds: Challenge and Continuity Across the Life Span. (New York: Harper Collins, 1993).


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