Poner fin a la epidemia de homicidios en América Latina no solo necesario y urgente, sino que es alcanzable. El caso de San Pedro Sula, donde la tasa de homicidios por 100 mil habitantes descendió de 193.4 en 2013 a 107 en 2016, de acuerdo con datos del Observatorio de Homicidios del Instituto Igarapé, arroja lecciones importantes acerca del tema y envía un mensaje claro y contundente: la reducción de la violencia letal es posible.