Las primeras aproximaciones que tiene una persona con la sociedad en sus primeros años de infancia se dan en el marco de su ambiente familiar y escolar. Es en estos donde se aprenden e interiorizan los principios, normas y reglas por medio de las cuales se convive en la sociedad donde se vive. La reproducción de prácticas de segregación, desigualdad, maltrato y machismo en las instituciones educativas latinoamericanas lleva a índices de violencia infantil preocupantes. Dicha violencia funciona también como un mecanismo de perpetuación de las situaciones de segregación y desigualdad, llevando a las sociedades latinoamericanas a un círculo vicioso de violencia y exclusión.
Aun así, relevantes esfuerzos se han realizado por los Estados de la región para incluir a todos los niños y niñas al sistema educativo, logrando casi una cobertura universal (94%) en el área de educación básica. En teoría, el acceso universal a la educación puede llevar a una interrupción de los ciclos de reproducción de la desigualdad e impulsar a comunidades excluidas hacia su empoderamiento. Sin embargo, es en este punto donde se evidencia el primer tipo de violencia escolar en América Latina: la violencia estructural. “[…] [L]a violencia estructural se caracteriza por la existencia y desarrollo de mecanismos de inclusión o exclusión de ciertos grupos que a su vez discriminan a otros.”(Inostroza & Trucco, 2017). Existen diferencias abismales entre las instituciones educativas públicas y privadas, tanto en la calidad de la educación como en sus ambientes escolares.
Grupos vulnerables como inmigrantes, comunidades negras, pueblos indígenas y/o individuos de diferente identidad sexual se encuentran en ambientes escolares de acoso y burla que dan como resultado bajos niveles de rendimiento educativo y deserción. Mientras tanto, comunidades con condiciones socioeconómicas favorables encuentran a sus niños y niñas en escuelas de alta calidad aunque homogéneas socialmente, lo que les impide empatizar con las comunidades vulnerables. Inostroza y Trucco explican esta desigualdad al carácter histórico de los modelos educativos latinoamericanos; se arguye que dichas instituciones han sido históricamente conservadoras y cerradas, por lo que al verse repentinamente expuestas al entero abanico sociocultural latinoamericano durante la universalización de la educación primaria no fueron capaces de adaptar sus principios de exclusión a la nueva realidad.
Conductas normalizadas por los modelos de educación incluyen el uso de la violencia por parte de profesores a estudiantes como medio de enseñanza, la aceptación del bullying como forma de “forjar el carácter” y la sexualización de la mujer como medio de construcción de masculinidad. Dichas prácticas crean atmosferas hostiles para el aprendizaje en escuelas públicas, lo que lleva a bajos niveles de rendimiento y altos de deserción. Una vez excluidos del sistema escolar por bajo rendimiento, asi como del social por su condición socioeconómica/sexual/cultural, los jóvenes resultan por crear o unirse a pandillas en búsqueda de una identidad y un sentido de pertenencia, potenciando el crimen y la violencia.
Para evitar la reproducción de ambientes hostiles al aprendizaje, Inostroza y Trucco abogan por una política educativa enfocada en repensar las normas implícitas por las cuales las comunidades actúan. Comenzando por los grupos vulnerables, las políticas educativas deben tener como objetivo la inclusión y el fomento de empatía de los mismos, con el objetivo de reducir la deserción. Asimismo, los gobiernos locales deben construir iniciativas de protección a la niña y la mujer por medio de programas de construcción de identidades masculinas de tolerancia a la diferencia y respeto al prójimo. Aun así, el ambiente educativo no se restringe al horario escolar, sino también al tiempo libre y el espacio cibernético. Por lo tanto, el papel de la escuela debe ser de ofrecer actividades de aprovechamiento sano del tiempo libre (deporte y cultura) así como de acompañamiento a los padres en la actividad de sus hijos en internet. Para finalizar, es necesario reincorporar a los individuos violentos a la comunidad por medio de programas de acompañamiento, manejo de conflictos, aceptación de las diferencias y sanciones diferentes a la expulsión.
Category: | Publications |
Country: | Chile |
Language: | Spanish |
Year: | 2017 |
Institution: | Comisión Economica para America Latina (CEPAL)- Organización de las Naciones Unidas (ONU) |
Author: | Pamela Inostroza & Daniela Trucco |