Señor Presidente, Señoras y Señores Ministros de Relaciones Exteriores, Embajadoras y Embajadores, Delegadas y Delegados.
Saludamos al Canciller Pedro Brolo por su presencia aquí, en el Salón de las Américas, y agradecemos por su intermedio al gobierno y pueblo de Guatemala por haber ofrecido la sede para la realización de la Asamblea General este año.
La hospitalidad y el calor humano de los guatemaltecos son conocidos por todos nosotros. Aunque no podemos estar allí presencialmente, su conducción de esta Asamblea hará desplegar las alas del Quetzal.
Señor Presidente, señoras, señores, ministras, ministros:
Hoy, a casi dos años desde que se inició la crisis del COVID-19, y a 18 meses desde que nos vimos obligados a entrar en período de cuarentena, aún no existe claridad sobre el fin de la misma y el inicio de la post-pandemia. Ello implica que nos queda mucho trabajo por hacer, mucho por construir y soluciones que brindar a la gente.
En base a los cuatro pilares -democracia, derechos humanos, desarrollo integral y seguridad multidimensional- nos corresponde fomentar la cooperación entre los países del hemisferio, hoy destinada a lograr sobrepasar la pandemia y la recuperación posterior al COVID-19, con especial énfasis en la reducción de vulnerabilidades y el desarrollo de capacidades que reduzcan la inequidad que azota a nuestro hemisferio.
Al respecto, y con el fin de continuar dando una efectiva respuesta a los retos que enfrenta la región, acentuados por la crisis sanitaria del COVID-19, es necesario seguir fortaleciendo la acción conjunta del Grupo de Trabajo Conjunto de Cumbres (GTCC) y el mecanismo de seguimiento de Cumbres que nos permita que la próxima cumbre de las Américas sea un éxito.
Confiamos en que la Novena Cumbre de las Américas, a celebrarse en Estados Unidos en 2022, sea el escenario para avanzar en una acción multilateral articulada y reforzada en respuesta a las prioridades expresadas en el proceso de discusión que se viene dando y se dará en los siguientes meses.
Hoy es es fundamental contar con un plan regional para acceso a vacunas y vacunación. Que tenga en cuenta los trabajos de Organización Panamericana de la Salud (OPS) en sistematización de la información, de la situación de los sistemas de salud, de las capacidades técnicas de los mismos, de debilidades y fortalezas institucionales. Ese trabajo está hecho por la Organización Panamericana de la Salud, no se necesita que nadie lo haga. Y queremos reconocer especialmente a Carissa Etienne y a su equipo. No dupliquemos los trabajos de la OPS, respetemos el trabajo profesional de Carissa y de su equipo.
Es claro que para lograr un acceso equitativo de vacunas es necesario que haya más producción y es necesario facilitar condiciones de acceso en el mercado y en términos financieros.
Es necesario seguir trabajando, las estrategias nacionales independientes están enfrentando serias dificultades para atender sus múltiples impactos, por lo cual el multilateralismo es un recurso que debe fortalecerse y promoverse. Un plan regional de acceso equitativo a las vacunas es una respuesta eficiente a la crisis para atender de manera concreta a los desafíos de la región.
El Gobierno de Guatemala propuso, y los Estados Miembros aprobaron, que el tema central de nuestros debates en esta Asamblea sea “Por una América Renovada”. Por lo tanto, estamos llamados a impulsar una renovación de las Américas. Una renovación cuya antesala ha sido esta pandemia, que nos ha demostrado los problemas que tenemos en materia de acceso a la salud en nuestro hemisferio. Y lo desiguales que somos entre países y dentro de los países.
Los impactos múltiples de la crisis sanitaria han profundizado realidades que sabíamos existían. La inequidad, la violencia, la exclusión y la discriminación estructural que viven nuestros pueblos se constituyen en brechas que nos sigue distanciando y que necesitamos superar para que haya una recuperación real e inclusiva.
El enfoque en acceso a derechos nos ha permitido entender los impactos de la pandemia en estas dos líneas. Le debemos a nuestros pueblos una mejor preparación que nos permita protegerles a futuro.
En adelante, debemos contar con un enfoque que nos permita estar alerta para continuar atendiendo los retos incrementales de la movilidad humana, la crisis climática y la inseguridad alimentaria en nuestra región, sobre todo en las poblaciones más vulnerables, los niños y adolescentes, los adultos mayores, las personas migrantes, refugiadas, desplazadas, solicitantes de asilo, las personas afro-descendientes, los pueblos indígenas, las personas con discapacidades, los colectivos LGBTI.
También entendemos que un multilateralismo enfocado en la ciudadanía necesita de los aportes de la sociedad civil. Esa sociedad civil que durante estos años ha salido masivamente a proteger a los más vulnerables y a luchar por sus derechos.
La renovación de nuestro continente necesita de la participación activa y constante de la sociedad civil en espacios democráticos, y no solamente ser víctimas de persecución y violencia.
Lo decíamos: las cifras con respecto a la Pandemia son devastadoras: a nivel global existen 240 millones de casos confirmados de COVID-19 y cerca de 4,9 millones de personas fallecidas. Mientras tanto, las Américas ha sido el epicentro de la pandemia, con cinco países entre los diez primeros con la mayoría de casos presentados. Tenemos que enfrentar esto.
Según la OMS, se registran en nuestro hemisferio alrededor del 46 por ciento de los fallecimientos en el mundo. La pandemia ha golpeado a la región en un momento de bajo crecimiento económico y escasa generación de empleo. Este panorama ha hecho que las principales deficiencias de vulnerabilidad en nuestra región se hayan hecho más evidentes.
Necesitamos hacer frente a la crisis, necesitamos recuperación económica ya, necesitamos tratamiento especial de deuda, flexibilidad, quitas, necesitamos reactivar al sector privado y resolver las vulnerabilidades sistémicas.
Los elementos de reactivación económica tienen que estar todos disponibles, especialmente para los países más pequeños y los que tienen menor escala económica. El apoyo a los mismos es crucial.
Los países caribeños son también la primera frontera contra el cambio climático. Las temporadas de huracanes y tormentas tropicales tienen efectos devastadores. Los países centroamericanos también son especialmente afectados. Mejores condiciones de adaptación regionales al cambio climático con nuevos y adicionales recursos financieros son necesarias. Medidas más estrictas de mitigaciones al cambio climático son fundamentales. Son impostergables para asegurar la existencia de los países.
Son los sectores más vulnerables, las mujeres, los jóvenes que buscan un empleo, los que dependen de la economía informal, los indígenas, los afrodescendientes, las personas que habitan en zonas rurales y la comunidad LGTBI, los que han tenido que enfrentar esta situación en las condiciones más adversas.
Minorías y grupos discriminados siempre pagan los costos más altos. Por eso reiteramos nuestro llamado a firmar y ratificar las Convenciones contra el Racismo y Contra cualquier forma de discriminación. El hemisferio debe avanzar sustancialmente al respecto. Es inaceptable la existencia de racismo estructural en el hemisferio. El mismo debe ser desterrado y desarmado. Las condiciones que produjeron ese racismo estructural ameritan acciones de reparación internacionales.
Especial mención merece el tema de las personas en situación de movilidad, migrantes, refugiados y solicitantes de asilo, que han aumentado en la región debido a los graves problemas por los que atraviesa Venezuela, así como la situación económica y social en el Triángulo Norte, en Haití, Nicaragua y Cuba, entre otros.
Para fines de este año tendremos cerca de seis millones de ciudadanos y ciudadanas venezolanos que abandonaron su país debido a la crisis humanitaria. Debemos buscar las mejores formas de apoyo.
Frente a esta compleja realidad está la valiente decisión adoptada a comienzos de año por el Presidente de Colombia, Iván Duque, de expedir un Estatuto Especial de Protección para migrantes venezolanos, en un país con cerca de dos millones de migrantes venezolanos. El Jefe de Estado dio un ejemplo de generosidad y humanismo que coloca a su país a la vanguardia internacional en materia de solidaridad con los migrantes.
En materia de democracia hemos evidenciado aspectos que vale la pena destacar. La región ha logrado sortear un período a atípico a causa de la pandemia, ha ido fortaleciendo procesos electorales, ha ido fortaleciendo dinámicas de trabajo en nuestros sistemas políticos y ha buscado instituciones más fuertes. Hemos identificado problemas y hemos identificado qué es lo que necesitamos para avanzar.
Cumpliendo con el mandato otorgado por los Estados Miembros a través de la Carta Democrática Interamericana, cuyo vigésimo aniversario celebramos en septiembre pasado, debemos continuar fortaleciendo el desarrollo e implementación de programas y actividades para los principios y prácticas democráticas en el hemisferio. Cada Gobierno es responsable de garantizar el derecho a la democracia de sus pueblos.
Debemos ser conscientes que sólo con más y mejor democracia podremos enfrentar los enormes retos económicos y sociales que tenemos hoy. No podemos olvidar que las y los ciudadanos de las Américas han demostrado que quieren vivir en democracia.
Es fundamental mantener la racionalidad política. Los políticos tienen que ser racionales en estos tiempos de crisis. La irracionalidad solamente nos puede llevar a la polarización y a la enemización, a colocar a nuestras sociedades frente a proyectos irreconciliables. Ese no es el mejor camino hacia adelante, no es el camino al desarrollo.
Una de las lecciones más relevantes que nos ha dejado la coyuntura actual es comprobar el enorme compromiso de las y los ciudadanos con la permanencia de las elecciones. Los comicios continúan realizándose y la gente sigue participando para elegir a sus representantes en el poder.
Las Misiones de Observación Electoral (MOEs) son el corazón de la defensa de la democracia en las Américas y, a pesar de los complejos desafíos que ha traído la emergencia sanitaria, hemos desplegado hasta la fecha 18 Misiones de Observación Electoral desde el inicio de la pandemia. La valentía de los observadores y los Jefes de las MOEs para desafiar las condiciones de pandemia es encomiable. Su capacidad técnica es superior.
Nuestras misiones en el terreno, incluyendo las MOEs, la Misión de Apoyo al Proceso de Paz en Colombia (MAPP), la Misión para Belieze-Guatemala, los facilitadores judiciales se han expuesto, han actuado con determinación, con capacidad, con coraje, con absoluta responsabilidad institucional y son el mejor ejemplo que la OEA nunca se detuvo.
Asimismo, hemos mantenido el apoyo oportuno a los países que han solicitado apoyo para el fortalecimiento y la preservación de la institucionalidad democrática.
Con respecto a la lucha contra la corrupción, hemos promovido el gobierno abierto en los Estados Miembros para contribuir a que los procesos de decisiones sean más transparentes, inclusivos y participativos, al igual que el desarrollo e implementación de políticas públicas.
Esto, como un primer paso en la implementación del Programa Interamericano de Datos abiertos para prevenir y combatir la corrupción, tal como nos fue encomendado por la última Cumbre de las Américas de Lima, en 2018.
La pandemia no ha disminuido los espacios de seguridad que enfrenta nuestra región. El tráfico de drogas sigue amenazando nuestra seguridad y estabilidad. Ustedes son conscientes de los trabajos que hemos hecho y en lo que hemos avanzado al respecto.
La OEA es el foro americano para la construcción de derecho común en nuestra región, ha construido por décadas el marco legal interamericano. Estos tiempos nos han puesto a prueba y hemos respondido.
Sigamos construyendo derecho, sigamos asumiendo política hemisférica, sigamos trabajando para que nuestros cuatro pilares sean cada vez más fuertes, esos cuatro pilares que se afirman en otro que debe ser el más fuerte de todos: el de la PAZ.
Muchas gracias