Discursos

LUIS ALMAGRO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
“PERSPECTIVA Y RETOS DE LA DEMOCRACIA DESDE UNA VISIÓN REGIONAL” -FUNDACIÓN BOTÍN

27 de octubre de 2020 - Washington, DC


Es para para mí un honor estar de nuevo con ustedes y tener la posibilidad de intercambiar con generaciones más nuevas y ver su visión del servicio público, de lo que tiene y debe ser la política, y lo que entienden de lo que debe ser la dimensión de soluciones y de eficiencia que tenemos que tener desde la dimensión pública.

Obviamente que nos identificamos mucho con los valores y trabajo y esos tres principios que señalaba que efectivamente son algo relevante para la Organización de los Estados Americanos. Nos identificamos mucho con los valores y el trabajo que desarrolla la fundación Botín, que promueve el fortalecimiento de las instituciones públicas de la región. Coincidimos en que el buen funcionamiento de lo público es clave y que nuestras sociedades necesitan de eso para generar crecimiento económico y social. Esperamos que la dimensión del trabajo que realicen aquí les impacte favorablemente.

Me han pedido que hable de democracia en la región, que nos convoca a reconocer avances, analizar los desafíos pendientes, cómo enfrentar esos desafíos colectivamente y cuáles son los principales problemas que enfrentamos, en particular los desafíos que se multiplican exponencialmente en estos tiempos de pandemia que vive la humanidad.

Durante los últimos años desde la Secretaría General de la OEA nos hemos articulado en la nueva realidad de este hemisferio, constituyéndonos en este marco en el principal foro político de la región, liderando los principales debates, alzando la voz para defender el derecho de los pueblos a vivir en democracia como lo dice la Carta Democrática Interamericana en su artículo 1°.

En otros foros y procesos, el elemento central de su integración radica en la gente, los derechos humanos, la democracia y la libertad.

La democracia en nuestra región ha recorrido un largo camino, con altibajos, actualmente es una realidad objetiva que marcha en un proceso permanente, prácticamente todos nuestros países nacieron hace 200 años, quien más, quien menos, como naciones independientes y a la vez como naciones democráticas. En la Constitución, en las dinámicas de libertades fundamentales, de garantías fundamentales establecidas en el marco jurídico y en el Estado de Derecho al que se pretendía consolidar en esos tiempos.

No obstante -obviamente que había alguna excepción- ese proceso lleva consigo muchas cosas, en primer lugar, se han ido resolviendo parte de los problemas que enfrentaban nuestras democracias, la consolidación, la expansión de la misma, la expansión del acceso a derechos, tratando de buscar mejores condiciones de equidad; y persistieron problemas, algunos estructuralmente por 200 años siguen estando ahí, seguimos siendo el hemisferio más desigualdad en el mundo, otros han estado por décadas, en algunos países mucho más, como la violencia que enfrentan varias de nuestras comunidades en nuestros países y en nuestras ciudades. Tenemos 15 ciudades de las 20 más violentas del mundo, a veces más que eso y tenemos condiciones que hacen muy difícil el funcionamiento adecuado del sistema democrático con esas características, desigualdad y violencia son dos elementos negativos y perjudiciales para cualquier sistema democrático y para el funcionamiento de las instituciones.

Otro problema que arrastramos de hace mucho tiempo es la corrupción, un problema que no termina de resolverse. Hemos avanzado, si vemos la cantidad de políticos o autoridades procesadas hoy, es un número mucho más alto que lo que era hace diez años y mucho más alto de lo que era hace 20 años. En ese sentido nuestras sociedades, nuestros sistemas políticos se han puesto mucho más intolerante con la corrupción. Pero nos quedan cuentas - larguísimas- pendientes por resolver.

La importancia de las instituciones es clave, es imposible pensar que nuestro hemisferio pueda llegar a niveles de desarrollo sin tener instituciones fuertes y eficientes, esto no quiere decir instituciones burocratizadas, o llenas de gente, quiere decir encontrar una medida justa y clara de la eficiencia que deben tener las mismas. Esas instituciones que reflejan el funcionamiento de los poderes del Estado y que reflejan en sus dinámicas de eficiencia las capacidades que tiene ese Estado, esas comunidades para resolver su problema, para acercarle soluciones reales a la gente y para que ellas sirvan y tengan una transformación de la realidad que vive.

Es un proceso que siempre debe tener características prioritarias, cuando las instituciones se van desarmando, cuando directamente no tienen esas capacidades es cuando los problemas del subdesarrollo empiezan a aparecer. El caso dinámico, más grave y más visible es el caso venezolano, cuando se ve un proceso paulatino, 15-18 años de destrucción de las instituciones, de erosión institucional a tal punto que llegan las instituciones a ser completamente Inservibles para resolver los problemas de la sociedad, son inservibles para generar oportunidades para el sistema productivo y así el principal país petrolero del hemisferio tiene hoy una situación de crisis petrolera y su gente sin combustible.

No puede resolver los temas de la violencia porque no tiene esa capacidad y lleva a la cantidad de homicidios con entre 25 mil y 30 mil muertes violentas al año. No sirve para garantizar los derechos de la gente porque se han instalado dinámicas de violación sistemática de derechos humanos y de crímenes de lesa humanidad y esa situación tiende a reproducirse en el esquema de la dictadura, de la erosión institucional que ha sufrido el país, viendo el sistema de salud o viendo el sistema educativo o cómo la falta de instituciones genera la incapacidad de respuesta para generar soluciones a la gente.

Las democracias se asienta en la voluntad del pueblo, la soberanía radica en la nación, la soberanía radica en el pueblo; por lo tanto, uno de los elementos fundamentales de la democracia son sus procesos electorales, sus Instituciones electorales y cómo pueden generar procesos justos y transparentes que resuelvan ese proceso de la mejor manera.

Se ha avanzado, pero a la vez que se avanza en la consolidación de procesos más justos, también avanzan por otro lado los mecanismos de fraude, especialmente cuando los temas involucran tecnología que obviamente siempre hay que estar corriendo detrás de la tecnología para asegurar que esos procesos sean completamente transparentes y justos.

Lo que importa en definitiva es esa conexión de las instituciones con la gente, las instituciones tienen que estar conectadas con la gente, las instituciones tienen que estar conectadas con el pueblo, eso es crucial. Lo peor que puede haber en un sistema democrático son instituciones sordas o instituciones que sean auto-referenciadas o auto-complacientes, las instituciones tienen que estar inmersas en generar capacidades de escuchar a la gente para atender sus problemas, no resolver los problemas que uno piensa que la gente tiene, sino los problemas reales que enfrenta la ciudadanía, que enfrentan los pueblos.

La democracia se sigue ampliando, igual tenemos casos en el hemisferio de dictaduras que han permanecido una por décadas -la cubana- y otra emergente en este contexto como la venezolana y también las variables autoritarias que surgen del sandinismo en esta ocasión.

Las soluciones que precisa la gente tienen que ver con temas que es imprescindible tener claro desde el comienzo, los principales temas de la de la gente siguen siendo educación, salud, vivienda, empleo digno, salario digno, las capacidades de conseguir un empleo conforme a las capacidades profesionales. Atender a los diferentes grupos etarios, cerrar las brechas que pueden haber, desde tecnológicas hasta generacionales o de diferencias de distribución o simplemente variables de discriminación que han venido desde el fondo de los tiempos como puede ser la población afrodescendiente, la población indígena, la población LGBTI, discriminación de temas de género. Todo esto tiene que ser atendido, tiene que ser absolutamente transversal, el sistema de garantías tiene que ser transversal a todo funcionamiento institucional.

El COVID-19 ha puesto a prueba las instituciones, ha puesto a prueba la eficiencia que podían mostrar las instituciones en la contención, en brindar soluciones a la gente y en seguir haciendo funcionar la democracia y el Estado de Derecho. Esos han sido desafíos fuertes en el hemisferio, desafíos que tenemos que tener muy en cuenta, esas vulnerabilidades, esas diferencias, esa desigualdad, esas variables de discriminación, la violencia, la falta de seguridad, todo esto ha quedado todavía más expuesto y la ineficiencia que puedan tener las instituciones para sortear soluciones también ha quedado expuesto.

Debemos ser conscientes de nuestras responsabilidades públicas, la dimensión pública es cada vez más una vocación de servicio, además que la dimensión pública tiene eso de trituradora de carne -decía un amigo que no hay mejor forma de tirarle la honra de uno a los perros que entrar a la política- y, verdaderamente, es cada vez más fuerte las dinámicas de cómo se hacen las campañas contra determinadas acciones, determinadas personas o determinadas políticas y cómo eso incide en determinados niveles de la opinión pública.

Hoy eso es extremadamente relevante, entonces no solamente nos enfrentamos a los problemas reales de la gente, también nos enfrentamos a granjas de trolls, nos enfrentamos a fake news permanentemente, a la instalación de noticias que no son las mejores y que procuran distorsionar el mejor funcionamiento de la democracia y eso también es algo que forma parte del sistema. Eso también es algo que tenemos que ir buscando de fortma permanente la forma y ajustarlo y que su impacto sea lo menos negativo posible, pero que de ninguna manera nos lleve ni remotamente a considerar la posibilidad de que la libertad de expresión y las garantías fundamentales puedan ser en un mínimo erosionadas ni tocadas.

La opinión pública hoy tiene mucho más derechos que el político y esas dinámicas de fake news obviamente tienen la capacidad de distorsionar, de mentir, de denunciar lo que no es y los políticos solamente tenemos que agarrarnos muy estrictamente de principios y valores fundamentales y de la verdad como instrumento de trabajo en la política.

Muchas gracias