Discursos

JOSÉ MIGUEL INSULZA, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
XXV REUNIÓN DEL COMITÉ DE EXPERTOS DEL MESICIC

16 de marzo de 2015 - Washington, DC


Quiero empezar saludándola en su nueva posición como presidente del Comité de Expertos del Mecanismo de Seguimiento de la Implementación de la Convención Interamericana Contra la Corrupción, el MESECIC; y dar la bienvenida a todos los miembros de este comité de expertos. Un saludo para aquellos que una vez más vuelven a prestarnos su contribución invaluable en el funcionamiento de este mecanismo, así como para los que participan por primera vez en él y que también darán, estoy seguro, importantes nuevos aportes a este colectivo. Es un honor para nosotros tenerlos nuevamente en la Sede de la OEA.

Para mi esta reunión es muy importante por dos razones: en primer lugar, porque es la última vez que me dirigiré a este Comité como Secretario General de la Organización de los Estados Americanos. Ha sido un orgullo y una satisfacción durante los años de mi administración ser testigo de la consolidación de este mecanismo y de los avances concretos que se han llevado a cabo en los Estados Parte como resultado de los esfuerzos realizados en este marco.

La presencia de todos ustedes confirma la importancia que nuestros Estados le confieren a la cooperación para prevenir y combatir la corrupción y, en especial, a la Convención Interamericana y el MESICIC, instrumentos útiles para conseguir estos propósitos. La corrupción, lo he dicho muchas veces, es enemigo de todos y sólo con la acción mancomunada de todos podremos combatirla efectivamente. Los resultados alcanzados hasta ahora en este mecanismo de cooperación recíproca de los Estados, con amplios espacios para la participación de las organizaciones de la sociedad civil, así lo han venido demostrando.

Sin embargo, y esta es la segunda razón que me motiva al dirigirme hoy a Uds., el tema de la corrupción, más específicamente de los vínculos estrechos e indebidos entre el dinero y la política, ha vuelto a surgir en los últimos meses en nuestros países, alarmando a la opinión pública, aumentando la separación y la desconfianza de los ciudadanos de la política y debilitando, de esta forma, a nuestros sistemas democráticos.

Desgraciadamente, a pesar de los esfuerzos que realizamos en el marco de estos instrumentos, la Convención Interamericana contra la Corrupción, la corrupción parece ser fenómeno nocivo que se niega a abandonarnos.

Las asociaciones indebidas entre el dinero y la política pueden establecerse tanto en grandes Estados, con una presencia dominante como productor directo de bienes y servicios de las economías nacionales, como en los más pequeños que hacen concesiones y asignan recursos al sector privado. Pero sabemos también que el Estado no es el único espacio en que la corrupción es posible, el sector privado es también fuente, espacio y víctima de ella como han mostrado escándalos corporativos en los últimos años en nuestro continente y fuera de él.

La recesión global de la década pasada, que afectó menos a otras regiones que a la nuestra, pero dejó como herencia el crecimiento lento que ahora nos afecta, ya resintió la confianza de nuestra ciudadanía. La conjunción en nuestros países de esa desconfianza con niveles de libertad y democracia mayores, ha generado una demanda de transparencia más fuerte que nunca antes en el pasado de nuestras naciones. La demanda de rendición de cuentas (accountability) sorprende a los poderes públicos por su vehemencia y magnitud. Y cuando esa fiscalización ciudadana se encuentra con transgresiones éticas y jurídicas visibles, la presión por justicia y transparencia, es una demanda democrática de la cual debemos responder.

No ignoramos cuales son los mecanismos mediante los cuales podemos combatir la corrupción. Ella se combate con leyes y normas que proporcionen una adecuada respuesta a la necesidad de separar el dinero de la política; que regulen el lobby; que limiten el gasto electoral y hagan transparente el financiamiento de las campañas políticas; que establezcan la obligatoriedad para la declaración de ingresos, propiedades e intereses de los servidores públicos y que permitan también la transparencia de los sistemas de adquisición de bienes y servicios por parte de los gobiernos. Sin elementos de ese tipo, operando de manera permanente y acompañados de un eficiente sistema de control de las actividades públicas, siempre existirá la posibilidad que servidores públicos de cualquier nivel y rama del Estado, sean objeto de las presiones y la influencia del dinero.

La corrupción, en suma, se combate con transparencia. Un gobierno democrático, para serlo efectivamente, debe estar permanentemente dispuesto al control y a la sanción pública. Los gobiernos y los poderes públicos tienen la obligación y el mandato legal de ser responsables por sus actos y los ciudadanos tienen el derecho de exigir cuentas detalladas y comprometidas de ellos. Para ello se requiere, desde luego, contar con instituciones fuertes y reglas claras. Porque un tema tan delicado como la corrupción siempre puede ser usado por la demagogia para dañar la democracia. Definir con claridad ante quien es responsable y ante quien se rinde cuenta es un elemento central en esta tarea.

Sabemos cuáles son las áreas en que es preciso fortalecer la transparencia y la rendición de cuentas con base en instituciones fuertes y estoy convencido de que nuestros gobiernos están haciendo esfuerzos para enfrentar esa responsabilidad. Desgraciadamente no es solamente un tema de legalidad, hay también una dimensión ética que muchas veces es difícil y hasta discutible normar. Yo estoy cierto de que nuestros países seguirán haciendo el esfuerzo para fortalecer este elemento central de nuestra democracia y creo que lo que podamos hacer en nuestros Mecanismos de Seguimiento es muy fundamental en este sentido.

Durante los años en que he estado al frente de la Secretaría General de la OEA, el número de Estados Parte del MESICIC ha aumentado hasta llegar a 31, también se han hecho grandes esfuerzos para que nuestros países puedan contar con marcos jurídico institucionales más sólidos para prevenir y combatir la corrupción, así como para involucrar en esta tarea, no es sólo de sus autoridades sino también a la sociedad civil, al sector privado y la ciudadanía en general.

Desde el inicio del Mecanismo se han llevado a cabo tres rondas de análisis, la cuarta concluye en esta sesión. Durante estas rondas se han analizado temas tan importantes como la prevención de conflictos de intereses, la obligación de los servidores públicos de denunciar actos de corrupción y de las empresas de establecer controles internos para evitar el soborno nacional e internacional. Igualmente se ha examinado la participación de las organizaciones de la sociedad civil y el acceso a la información pública, los procesos de compras públicas, la tipificación de actos de corrupción y, dentro de esta cuarta ronda, la estructura y funcionamiento de los órganos de control superior a cargo de la detección, investigación, persecución y sanción de esos actos.

En el transcurso de las tres rondas de análisis y lo que va corrido de la cuarta, este Comité ha adoptado más de 100 informes por país, en los cuales se han formulado recomendaciones concretas que han servido como base para que los Estados Parte tomen medidas para su implementación. Medidas que van desde la expedición de leyes y normas jurídicas a la tramitación de iniciativas legislativas y la realización de actividades de capacitación, fortalecimiento institucional y cooperación internacional, hasta la implementación de herramientas tecnológicas. Todas esas medidas han quedado registradas en tres informes hemisféricos y dos informes de progreso adoptados por este Comité. Esperamos la aprobación del Cuarto Informe Hemisférico en esta ocasión, además de los últimos cinco informes por país para concluir la presente ronda.

Los Estados Parte se han beneficiado además de los Planes de Acción para implementar las recomendaciones formuladas por este Comité, en los que participaron 17 de dichos Estados. Y también de dos leyes modelo, aprobadas primero por este Comité y luego por la Asamblea General de la OEA, que han servido como base para la adopción de legislación en varios de nuestros países, me refiero a la “Ley Modelo sobre Declaración de Intereses, Ingresos, activos y pasivos de quienes desempeñan funciones públicas” y a la “Ley Modelo para facilitar e incentivar la denuncia de actos de corrupción y proteger a sus denunciantes y testigos”.

Por otra parte, durante mi gestión los Estados Parte del MESICIC han tenido la oportunidad de reunirse periódicamente en el marco de la Conferencia de los Estados Parte de este Mecanismo y de adoptar allí valiosos lineamientos para el trabajo de este Comité. De igual manera han concurrido a las Conferencias Hemisféricas sobre Avances y Desafíos en la Cooperación Hemisférica contra la Corrupción, como las realizadas en Lima, Perú, y en Cali, Colombia, en que tuve oportunidad de participar.

Debo recordar también que durante esta Cuarta Ronda se llevaron a cabo por primera vez visitas in situ a los Estados Parte, quiero reiterar mis felicitaciones por la disposición de los Estados a recibirlas y por la seriedad con que las han venido acogiendo. Al mismo tiempo, expreso mi gratitud a los países que están otorgando su anuencia para la realización de las visitas in situ en el marco de la Quinta Ronda. Ellas constituyen un elemento de gran utilidad para recabar mayor información y permiten informes más detallados, con recomendaciones más concretas y de mayor utilidad para superar las dificultades que han sido detectadas en esas visitas.

Por último quiero destacar que en estas visitas in situ se ha ampliado la oportunidad de participación de la sociedad civil, de conformidad con la metodología acordada por el Comité para ese propósito. Ello ha permitido la participación de organizaciones no gubernamentales y del sector empresarial privado, así como de académicos e investigadores, quienes han aportado información útil para los análisis y la formulación de las recomendaciones contenidas en los informes.

Al observar todos estos esfuerzos y realizaciones, en esta última oportunidad de dirigirme a ustedes, no puedo sino llegar a la convicción de que el MESICIC se continuará consolidando como el mecanismo útil y efectivo de cooperación recíproca que ha sido, en el marco de la Convención de la OEA sobre un tema tan crucial que hoy nos preocupa.

Quiero decirles, al despedirme, que ha sido un orgullo y una satisfacción durante mis años como Secretario General, ser testigo de la consolidación del MESECIC y de los avances concretos que de los Estados Parte como resultado de estos esfuerzos.
Les deseo mucho éxito en sus labores y en la nueva ronda de evaluaciones y cooperación recíproca que comienzan.


Muchas gracias