Discursos

JOSÉ MIGUEL INSULZA, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
JUVENTUD EN ACCIÓN PARA LA DEMOCRACIA Y EL ENTENDIMIENTO

4 de diciembre de 2012 - Washington, DC


Quiero extender la más cordial bienvenida a la Conferencia de la Juventud de la OEA 2012, reunida bajo el lema “Juventud en Acción para la Democracia y el Entendimiento”. Agradecerles a todos los participantes presentes, sobre todos aquellos que han venido de muy lejos, “thank you very much for being here”.

El objeto de esta conferencia es dialogar, conversar y discutir con los jóvenes y las autoridades de la OEA, dar a conocer las actividades que nosotros hacemos en materia de juventud en dos aspectos fundamentales: los jóvenes y la democracia por un lado, la participación política, juventud y emprendimiento por otro. Con esto, damos seguimiento a los mandatos de la Organización en materia de juventud.

Nuestra Asamblea General del 2008, en Medellín, reafirmó su compromiso con la agenda de desarrollo para los jóvenes y, desde entonces, un grupo de trabajo inter-departamental dirigido por nuestro Secretario General Adjunto, Albert Ramdin, ha venido trabajando en la estrategia de juventud de la Secretaría General de la OEA. Estamos convencidos que los jóvenes son socios invaluables a los cuales debemos continuar ofreciendo oportunidades de participación en nuestra región.

En las Américas, se dice que tenemos un bono demográfico. El 57 por ciento de la población de América Latina y del Caribe califica como jóvenes y eso significa por lo tanto, que dentro de muy poco, entre 2015 y 2050, tendremos una cantidad muy importante de personas que se van a ir incorporando a la fuerza de trabajo. Se supone que esto es un gran beneficio, se supone que esto es un bono que debemos aprovechar.

Puede ser un bono y puede también no serlo, según seamos capaces de dar educación de calidad, en cantidad y en calidad suficiente para enfrentar los desafíos de hoy. Será indudablemente un bono si somos capaces de generar empleos y generar puestos de trabajo y emprendimiento que permitan realmente a que esos jóvenes tengan una vida plena. Es necesario, a su vez, a que puedan no solamente ganarse la vida, sino aportar también a sus sociedades, aportar a sus países, y al mismo tiempo tener una inserción política y social que les permita ser plenamente participantes en las decisiones que se toman respecto de su futuro y el de los demás. Esos tres temas son los que van a decidir, si, en realidad, a esta juventud que tanto valoramos y llamamos nuestro futuro, somos capaces de otorgarle las herramientas indispensables para superar estos obstáculos.

Ahora, los obstáculos son grandes y la situación no es buena. Si nosotros miramos la realidad mundial, la Organización Internacional del Trabajo nos dice que hay 200 millones de personas desempleadas a nivel mundial, de las cuales un tercio son menores de 25 años. Es decir, en el mundo existen por lo menos 75 millones de jóvenes en búsqueda de empleo y el riesgo es que eso vaya creciendo porque cada vez es más difícil encontrar el primer empleo. De hecho, la OIT estima que la probabilidad de encontrar empleo para un joven es tres veces menor que la población en general. Esto es una realidad que también se está dando en América Latina.

En la región, los menores de 29 años cuentan por el 57 por ciento de la población de nuestros países –esto es variable- Chile, Argentina, Uruguay, Cuba tienen una población juvenil menor que países como Bolivia, Colombia y México, pero el promedio es de 57 por ciento. Eso también significa la necesidad de encontrar empleo para ese gran porcentaje pero la realidad es que hoy, un 60 por ciento de la juventud no ha completado la enseñanza secundaria y que la tasa de desempleo urbano entre los jóvenes latinoamericanos y caribeños, llegó a 14.9 por ciento en el año 2012. Es una proporción que triplica la de los adultos y es más del doble de la tasa general de desempleo promedio en la región. El promedio registrado es de 6.7 por ciento.

La tasa de promedio de desempleo de jóvenes -la repito- es 14.9 por ciento. Se dirá que las cifras nunca dan cuenta de todo, que en América Latina hay mucho empleo informal y mucho desempleo disimulado, pero puedo asegurarles que a los jóvenes también les afecta mayoritariamente la situación del empleo informal porque, en general, tienen malas condiciones de trabajo, carecen de protección y de derechos, bajos salarios, y también tienen una baja productividad agravado por los bajos niveles de educación.

Sin embargo, tenemos que ser constructivos. Tenemos que ser capaces de enfrentar estos temas más que solamente enunciarlos. La participación política de los jóvenes también debería ser más alta y esto es en parte lo que queremos hacer aquí.

Queremos hablar de educación; muchos de nuestros países han hecho un gran esfuerzo en educación. Dicen que el gasto que nuestra región hace en educación es bajo y yo diría que no es tan bajo como se dice. El problema es más bien como se emplean los recursos puestos a disposición. En los países de América Latina nos gusta hablar de la calidad del gobierno, pero la pregunta debería ser más bien: ¿quién gobierna la educación? y ¿quién la dirige a los objetivos que debe seguir?

Si ustedes comparan la tasa de educación de algunos países de América Latina con los de Asia, por ejemplo, no es tanta la diferencia. La diferencia reside fundamentalmente en como se planifica, cómo se desarrolla y cómo se dirige la educación poniendo el énfasis en la incorporación al mercado de trabajo. La preocupación es ver esos jóvenes incorporarse al mercado del trabajo con los adecuados conocimientos relativos a los cambios científicos, tecnológicos y culturales de hoy.

Tenemos entonces un problema de cobertura de la educación, vinculado con el problema de la calidad, lo que rinde una situación de conjunto muy compleja. Es muy difícil a veces leer las estadísticas de los estudios de las pruebas avanzadas en materia de educación. La prueba PISA, por ejemplo, aquellos de nuestros países que se atreven a sumarse a esa prueba, generalmente aparecen al final de la lista de resultados.

Uno de cada cuatro jóvenes en América Latina y el Caribe no estudia ni trabaja, y eso significa que no solamente tienen una vida frustrada, sino que también explica, en gran medida, por qué muchos jóvenes elijen caminos que quisiéramos que no eligieran y que muchas veces se ven envueltos en problemas desde su juventud.

No es cierto, que la tasa de delincuencia de la juventud sea mayor que la tasa de delincuencia del resto de la sociedad; temo a que se exagera demasiado. Lo que si es cierto, es que la mayor parte de los delincuentes adultos cometieron su primer delito grave cuando eran jóvenes. Y por esa razón, tenemos que preocuparnos que también tengan educación, no solamente porque es bueno que la gente pueda ganarse la vida dignamente, sino también por la salud de nuestras sociedades en general.

Es importante que corrijamos esa lamentable estadística; son demasiados los jóvenes que están por las calles de nuestra región sin tener empleo, ni estar estudiando. El tema del empleo también es muy importante. Nosotros tenemos una iniciativa que desarrollamos, si bien no es una iniciativa demasiado masiva, el YABT (Young Americas Business Trust) ha entrenado una cantidad importante de jóvenes. Nosotros esperamos que esos jóvenes realmente sean la semilla, que el emprendimiento juvenil pueda ser un camino para que muchos jóvenes de las Américas encuentren una inserción apropiada dentro de sus sociedades.

Los jóvenes son una prioridad en nuestra agenda política también, pero ¿cuántas veces no vemos paneles o discusiones en nuestros medios de comunicación en que un grupo importante de adultos discuten acerca de que lo que hay que hacer con la juventud? Los debates de la juventud tienen que llevarlos adelante los jóvenes. Hemos visto el año pasado, y los años anteriores la cantidad de movimientos juveniles que se han producido en nuestros países, no solamente buscando cumplir con demandas de los jóvenes, sino aportando una perspectiva joven a los problemas más generales de sus países.

No son movimientos estrictos en el sentido que no exigen algo únicamente preciso. Los jóvenes, que marchan por las calles de nuestra región pidiendo mejorar la educación o pidiendo resolver otro problema, están también reclamando y protestando por su derecho a participar plenamente de las decisiones de su sociedad. Reclaman por su derecho a que su voz, su perspectiva, sea también escuchada a través de los distintos medios que hoy día proporciona la tecnología, y sin embargo, se combinan con los medios de antes porque también se combinan con las movilizaciones masivas en las calles para llevar un rostro no de protesta, sino un rostro de creatividad, un rostro de esperanza juvenil que es tan importante recoger.

De todo eso se trata en esta conferencia; es un diálogo amplio y ya partimos muy entusiasmados y estimulados por la presencia de todos ustedes aquí. Espero que en estos días de discusión podamos sacar conclusiones que sean útiles para esa inserción juvenil que queremos provocar.

Muchas gracias.