Discursos

JOSÉ MIGUEL INSULZA, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
APERTURA CONFERENCIA SOBRE AVANCES Y DESAFÍOS DE LA COOPERACIÓN HEMISFÉRICA CONTRA LA CORRUPCIÓN

3 de junio de 2010 - Lima, Perú


Quiero comenzar estas palabras agradeciendo muy especialmente al Presidente Alan García, a su gobierno y su cancillería, por la acogida que ha dado este país a los eventos que se celebrarán en los próximos días, en el marco de la 40° Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos. Quiero agradecer también muy especialmente a la Presidencia del Consejo de Ministros, al Poder judicial y al gobierno por el apoyo que nos brindan para que la Conferencia “Avances y Desafíos de la Cooperación Hemisférica contra la Corrupción” se realice aquí, inmediatamente antes de nuestra Asamblea General.

Eso responde a una tradición; el Perú fue el primero o uno de los primeros países en suscribir y ratificar la Convención Interamericana contra la Corrupción. Desde el comienzo, ha sido parte del mecanismo de seguimiento de su aplicación, el MESICIC, ha participado en el programa de planes de acción para la implementación de las recomendaciones del MESICIC y ha adoptado un plan nacional de lucha contra la corrupción. Antes fue sede en materia de cumplimiento de este importante desafío colectivo en las Américas, por lo que agradezco la presencia de todos ustedes y la de tantos participantes nacionales e internacionales de la sociedad civil, esencial en este proceso de lucha contra la corrupción y por la transparencia en el cual nos encontramos involucrados.

El tema de la corrupción ocupa un lugar muy especial en la agenda colectiva y en la agenda de la Organización de los Estados Americanos. Con corrupción no puede haber verdadera democracia, porque la corrupción precisamente pretende suplantar la voluntad popular y subordinar el estado de derecho al poder del dinero, y su influencia negativa se expresa en todos los órdenes de la convivencia social. Nuestra Carta Democrática Interamericana -de la cual celebramos el próximo año una década de su subscripción aquí en Lima- define, como componente fundamental del ejercicio de la democracia, la transparencia de las actividades gubernamentales, la probidad y la responsabilidad de los gobiernos en la gestión pública.

La corrupción afecta al desarrollo social y al desarrollo económico. Muchos estudios demuestran cómo finalmente las principales víctimas de la corrupción son los sectores más pobres de la sociedad. Mientras mayor es la corrupción en un país, menor es la inversión y el crecimiento. Este daño es también un daño que va más allá de la solución del problema, ya que es mucho más fácil que la gente se forme una imagen de corrupción de sus gobernantes que lograr corregir de esa imagen, y esto debilita la credibilidad de las instituciones y puede debilitar la estabilidad misma del Estado. Una vez que la población se forma esa convicción, cuesta mucho deshacer la imagen que se ha creado.

Por eso tenemos que hablar al mismo tiempo de probidad y de transparencia. Nada se consigue con una conducta proba si ella no tiene lugar en un clima de transparencia. Muchas veces la sensación de corrupción sobre algunos gobiernos tiene que ver más con la opacidad con que toma sus decisiones que con reales situaciones de corrupción. Algún distinguido juez, William Rehnquist Dies, de la Corte Suprema de los Estados Unidos, dijo que el mejor remedio para las enfermedades era la luz del sol, y seguramente es así.

La corrupción tiene sus antecedentes en la falta de transparencia, en la opacidad con la que a veces se toman las decisiones, y mientras más capaces seamos de poner esas cosas a la luz pública menos corrupción vamos a encontrar. Por eso es que nuestra Convención promueve y trabaja por una mayor transparencia en la función pública y a favor de que se rindan cuentas públicas de lo actuado por los ministerios y direcciones generales, ya que si el gasto es visible todo el mundo lo puede verificar; si las compras públicas que se aprueban están en Internet; si cualquier ciudadano puede comprobar su procedimientos ciertamente se elimina o por lo menos se reduce la posibilidad de corrupción. También eso contribuye a la percepción de la gente para que las cosas mejoren y hoy día exista menos corrupción.

Esta conferencia nos va a permitir revisar los progresos que hemos alcanzado en el fortalecimiento de nuestra cooperación contra la corrupción y también considerar algunos desafíos. Quisiera compartir con ustedes algunas reflexiones de este tema y sobre el futuro de nuestra acción colectiva.

Hemos dicho ya -lo ha dicho Jean Michael- que esta Convención es pionera; las normas que se dictaron posteriormente en la OCDE, en el Consejo de Europa, incluso recientemente la Convención de Naciones Unidas, tienen de alguna manera su origen en la primera convención sobre la materia, que es la Convención Interamericana contra la Corrupción, y que ha sido ratificada por 33 de los 34 Estados miembros activos de nuestra organización. Es el primer documento que expresa una concepción integral y completa sobre la forma en que se debe enfrentar este problema, y por lo tanto es una verdadera carta de navegación en este campo. Lo primero que hay que entender es que la lucha contra la corrupción debe ser considerada como un proceso. Desde el comienzo nos quedó muy claro que la sola firma de la convención o su ratificación no era el punto de llegada de este proceso, sino el primer gran paso para enfrentar colectivamente este mal. Por eso hemos seguido trabajando en estos programas, donde el avance más importante alcanzado ha sido seguramente el Mecanismo de Evaluación Reciproca, el MESICIC.

Hay muchos tratados que se suscriben en este mundo, pero lo importante es poder ir verificando de qué manera se están implementando jurídicamente en los Países Miembros, y de qué manera se han ido cumpliendo en el tiempo. A la consolidación del mecanismo ha contribuido, primero, una concepción del mismo como instrumento de cooperación entre los Estados, donde todos son iguales entre sí, siendo impulsados a presentar su información con transparencia y donde también participan las organizaciones de la sociedad civil. Es decir no está solamente el análisis técnico de la OEA, que ofrece una garantía como memoria institucional, sino también la participación de las organizaciones de la sociedad civil. Ciertamente, a veces los momentos más entretenidos del proceso son precisamente cuando las evaluaciones hechas por los países son sometidas al debate de las organizaciones especializadas en el tema.

Ya hemos completado dos rondas de evaluación, donde 28 Estados Miembros han producido informes. Estamos avanzando en la tercera, y el balance muestra que las instituciones sí importan, que los marcos jurídicos y las políticas públicas sí cuentan, y que las fallas en estos aspectos podrían facilitar la ocurrencia de actos de corrupción. Las evaluaciones también revelan que en algunos casos los países no cuentan con leyes o con medidas ante los temas examinados. En algunos casos esas leyes o medidas son suficientes, y en otros no se puede evaluar su efectividad porque no hay una forma de hacerlo. Al 54 por ciento de los Estados Miembros que se han sometido al proceso, se les recomendó adoptar medidas para ampliar el acceso a la información pública; al 67 por ciento se les aconsejó asegurarse de la efectividad de las normas para la preservación de los recursos públicos –esto ya es ir un poco mas allá-, es decir no solamente preocuparse que no haya apropiación de recursos públicos, por así decirlo, sino también de que tengan normas para asegurar que se gasten bien esos recursos. Al 82 por ciento se les ha tenido que recomendar una optimización en el análisis de las declaraciones patrimoniales de los funcionarios públicos, un tema difícil de abordar muchas veces. Y más aún: se recomendó evitar los conflictos de intereses en la llamada “puerta giratoria”, que se producen con posterioridad al desempeño de las funciones públicas. Pero no nos hemos quedado en las evaluaciones, sino que inmediatamente después hemos apoyado a los Estados Miembros mediante programas de cooperación para mejorar sus instituciones y sus marcos jurídicos, con el objeto de prevenir y combatir la corrupción. Ustedes tendrán la ocasión de escuchar acá presentaciones que muestran ejemplos concretos del tipo de acciones que hemos desarrollado para fortalecer nuestra cooperación.

Aquí destaca el plan que hemos venido ejecutando para apoyar a los Estados en el desarrollo de acciones para la implementación de las recomendaciones que se les han formulado al someterse al mecanismo del MESICIC. De este programa, además del Perú, se han beneficiado Argentina, Colombia, Ecuador, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Uruguay, Belize, Guatemala, República Dominicana, Suriname, Bolivia, Costa Rica y Trinidad y Tobago, y estamos avanzando en su coordinación con respecto a Jamaica y México. En esta conferencia ustedes también tendrán la oportunidad de escuchar por boca de los representantes de algunos de estos Estados sobre los beneficios que les han reportado estos procesos.

Además de las evaluaciones y los programas de cooperación, los Estados deben informar y el comité del MESICIC evaluar la implementación de las recomendaciones realizadas, y eso es lo que estamos haciendo ahora. La segunda ronda ya nos da cuenta de avances significativos de parte de los Estados Miembros en la implementación de las recomendaciones de la primera ronda. Por cierto, además del marco otorgado al proceso de cooperación en el MESICIC, y como resultado del mandato de las Cumbres de Presidente de las Américas, de nuestra Asamblea General y de las reuniones de Ministros de Justicia y Procuradores Generales de las Américas, hemos desencadenado procesos de cooperación en áreas relacionadas con la asistencia mutua en materia penal y extradición, la recuperación de activos y con otros ligados al crimen transnacional, temas que han surgido en las discusiones de la Convención sobre la Corrupción.

Todos estos pasos prácticos –creámoslo o no- tienen efecto, a pesar de lo que decía antes, en el sentido de que cuesta menos que el público se forme una imagen de corrupción a que vaya perdiendo esa percepción. noción. Al respecto, el informe Latinobarómetro del 2009 nos da cuenta ya de cinco años en que aumenta la percepción pública de progreso en la reducción de la corrupción. La percepción todavía no es demasiado alta, pero la gente que dice haber visto actos de corrupción ha disminuido desde el 27 por ciento en el 2001 a 13 por ciento en el 2009. Y eso representa una reducción de dos puntos porcentuales respecto al 2008, es decir que en los últimos ocho años hemos tenido un progreso muy notable en la reducción del número de ciudadanos que dicen haber percibido algún acto de corrupción. Creo que estos avances tienen que ver con los esfuerzos que hemos desplegado a través de nuestro proceso de cooperación.

Por orgullosos que estemos, sin embargo, creo que todavía tenemos que fortalecer la cooperación en algunas áreas. Una primera área tiene que ver con la transparencia en el financiamiento de campañas y partidos políticos. La corrupción política está en la raíz de otras modalidades de corrupción. Tenemos que facilitar un debate más abierto y profundo sobre este tema crucial para la gobernabilidad democrática; la relación entre dinero y política es un tema de tratamiento aún insuficiente en buena parte del hemisferio, e incluso ha ido sufriendo cierto retroceso en tiempos recientes. La participación directa de empresas en la política, no sólo para hacer lobby, sino también para financiar campañas y otras actividades, es contraria a nuestro entender al concepto de la política como actividad de las personas en condiciones de igualdad. En nuestras sociedades, las diferencias se podrán dar en el mercado pero no se pueden dar en la política. Nosotros tenemos que evitar precisamente que la política se transforme en una actividad de mercado.

A ello se une la escasa transparencia del financiamiento electoral en un continente en el que el crimen organizado ha aumentado su presencia en los últimos años, por lo que defender la limpieza de los procesos políticos es hoy una tarea indispensable no sólo para asegurar la participación igualitaria de los ciudadanos, sino para evitar la presencia del narcotráfico y el crimen organizado en la actividad política. Por eso estamos iniciando un ambicioso programa en materia de transparencia del gasto político y del gasto electoral.

Otro campo donde tenemos que continuar trabajando es en el fortalecimiento de la cooperación en la persecución y sanción de la corrupción. La impunidad es el mejor aliado de la corrupción, y muchas veces la impunidad se logra a través del paso desde las fronteras nacionales hacia otros países. Los sistemas de justicia y los órganos de control tienen que funcionar, y también lo tienen que hacer los mecanismos de cooperación entre nosotros. Por eso también el MESICIC ha dado una recomendación a la mayor parte de los Estados Miembros, en el sentido de fortalecer sustantivamente la lucha contra la impunidad en materia de corrupción.

Hemos venido fortaleciendo la cooperación en asistencia mutua penal y en extradición, en el combate contra el lavado de dinero, en la recuperación de activos producto del gasto de corrupción, en la negación de acogida a funcionarios corruptos y a quieres los corrompen. En el análisis de las respuestas a un cuestionario enviado por la OEA, sobre una muestra de 28 Estados Miembros tenemos que en el 73 por ciento de los casos se cita la doble incriminación como causa para el rechazo de solicitudes de asistencia judicial mutua, sólo el 35 por ciento ha hecho gestiones para recuperar bienes originados en actos de corrupción, el 60 por ciento no ha tomado medidas que les permitan compartir los bienes decomisados y el 65 por ciento no ha tomado medidas para negarle acogida a funcionarios corruptos. En esta materia, ciertamente, tenemos un amplio espacio para progresar aún, siendo un tema que atañe muy directamente al ámbito de trabajo y competencia de la Organización de los Estados Americanos, ya que forma parte de lo que llamaríamos el crimen transnacional.

Un tercer campo en el que tenemos que avanzar es en la responsabilidad de las empresas. El sector privado es parte del problema y tiene que ser parte de la solución. Los países más desarrollados deberían hacer mucho más para asegurar que sus empresas dejen de funcionar, dejen de sobornar a funcionarios públicos extranjeros, y nuestra región debiera cerrarle el paso a las empresas corruptas, tema que estamos evaluando en el marco del MESICIC, y en el cual estamos formulando recomendaciones para generar avances concretos.

Finalmente, y no menos importante, es la participación de dos actores centrales en la prevención y denuncia de la corrupción. A la mayor parte de los Estados se les ha recomendado promover formas adicionales para facilitar el acceso de la sociedad civil al seguimiento de la gestión pública. También tenemos que seguir abriéndole espacio a sus contribuciones a escala internacional, y es realmente estimulante ver en esta conferencia a tantos especialistas y representantes de la sociedad civil que forman organizaciones para combatir este flagelo en sus países.

También la prensa, la prensa libre, tiene un papel fundamental que cumplir. Los medios de comunicación tienen una función pedagógica ante la sociedad y el periodismo responsable de investigación también contribuye sustantivamente al combate contra la corrupción. La corrupción no podemos combatirla solamente con los poderes del Estado -por grande que sea el esfuerzo-. El acceso tanto de la prensa como de la sociedad civil a las actividades de los poderes públicos, y la posibilidad de denunciar los actos que responsablemente investiguen, tiene un papel fundamental que jugar en la lucha contra la corrupción.

Tres consideraciones finales; la primera es que es importante seguir fortaleciendo nuestra acción colectiva y cooperación recíproca frente a problemas comunes. Lo que todos estamos logrando en el marco del MESICIC es demostrar que, aunque estemos ante un problema grave, no podemos bajar los brazos para hacerle frente. Por el contrario, hemos demostrado en estos años que podemos generar productos concretos y útiles para fortalecer nuestros marcos jurídicos; que es posible que nuestras instituciones fortalezcan su acción para prevenir y combatir de manera mas efectiva la corrupción.

Segundo, es importante también recalcar que la cooperación hemisférica contra la corrupción debe tener como marco y fuerza motriz un tratado negociado y aprobado por los Estados en el marco de la OEA. La OEA es el escenario natural para el desarrollo del derecho internacional en el hemisferio. No hay ninguna otra institución u organización que pueda cumplir esta función; de hecho, todos los tratados importantes que se han suscrito en este hemisferio desde la Segunda Guerra Mundial –salvo uno, que es el Tratado de Tlatelolco sobre la protección de armas nucleares en la región- todos han sido suscritos y están depositados en las bóvedas de la Organización de los Estados Americanos. Este es un elemento que singulariza a nuestra organización e identifica su importancia. Por esa razón es que nos parece importante recalcar este punto y por eso estas conferencias nos parecen fundamentales. Aquí están todos los Estados del hemisferio y todos deben tener la posibilidad de dialogar sobre los temas que los comprometen en condiciones de igualdad.

Por último, uno de los temas que he señalado con mucha fuerza en los últimos años, es que a través de este tipo de acción estamos fortaleciendo el multilateralismo amplio, moderno e inclusivo. Repito, todos los Estados que vienen a discutir al MESICIC lo hacen en pie de igualdad y se tratan como pares entre sí, de modo de resolver problemas comunes a todos sus pueblos. Con eso no solamente fortalecemos nuestra institución, sino también fortalecemos los estándares comunes que manejan nuestros países en materia de democracia y los mecanismos para darles seguimiento.

En realidad, a mi juicio este sistema que hoy estamos evaluando es el mejor ejemplo del tipo de procedimientos que tenemos que seguir desarrollando y consolidando en el marco de nuestra Organización, no sólo para hacerla mas fuerte sino para hacer más fuerte la democracia del continente. Por eso la importancia que le damos a esta conferencia, señores Presidentes, y nuestro agradecimiento por la participación de ustedes y por la contribución que están dando a su éxito.

Muchas gracias