Discursos

EMBAJADOR EFREN COCIOS, REPRESENTANTE PERMANENTE DE ECUADOR ANTE LA OEA
INTERVENCION DEL EMBAJADOR EFREN COCIOS EN EL CONSEJO PERMANENTE DE LA OEA

27 de junio de 2007 - Washington, DC


El Presidente Rafael Correa y su Canciller María Fernanda Espinosa me han distinguido encomendándome representar al Ecuador en la Organización de Estados Americanos, el foro interamericano de la más antigua raigambre histórica, fiel representante de los intereses y anhelos del continente.

Las circunstancias en que ocurre esta incorporación del nuevo delegado de un país miembro como Ecuador son particularmente significativas y debo subrayarlas en cuanto el gobierno del presidente Correa tiene el propósito de enriquecer, profundizar y dar contenido y vivencias reales a la cultura democrática del Ecuador y a los principios y reglas de una democracia participativa que involucre a todos y no solo a la elite.

La participación permanente, ética y responsable de los ciudadanos de una Nación en un marco de plena legalidad, orden constitucional y estado de derecho que se identifican como enunciados indispensables para el ejercicio efectivo de la democracia representativa en los documentos oficiales de nuestra Organización, como su Carta Democrática Interamericana promulgada en el año 2001, constituye el objetivo central y prioritario del proyecto político que, según la idiosincrasia nacional, quiere el actual gobierno de Ecuador hacer una realidad palpitante, viviente y cotidiana.

Este propósito transformador, como nos enseñan las lecciones de la historia no está exento de conflictos, problemas y sobresaltos, porque todo nuevo orden lesiona, resquebraja y a veces destruye los moldes antiguos de los que fluían privilegios para los menos y postergación y marginamiento para los más.

La sustancia de la democracia, como sostienen connotados autores de derecho político, es la participación popular, sin la cual no existe democracia. La democracia es por consiguiente participativa o no es democracia; y esto hay que subrayarlo. La democracia es un sistema integrado por elementos políticos, económicos y sociales, lo que significa la participación popular en la actividad política a través de todos los medios y métodos de manifestación y formación de la voluntad popular, pero también implica la equitativa distribución de la renta nacional y el acceso del pueblo a los bienes y servicios sociales, tales como el bienestar, la cultura, la educación, el trabajo, la seguridad social, la medicina, la recreación y otros servicios que, por supuesto, deben ser de calidad para que sean reconocidos y apreciados por la sociedad.

Desde esta realidad y perspectiva deben y pueden entenderse mejor las expresiones democráticas en mi país como las recientes elecciones presidenciales y la consulta popular del 26 de noviembre de 2006 y 15 de abril de 2007, respectivamente, en las que el pueblo ecuatoriano se ha expresado libre, categórica y soberanamente, sin que tal expresión pueda ser ni menoscabada ni negada por denuncias y quejas que circulan por los pasillos de los organismos multilaterales que deben ser apreciadas en su justa dimensión.

De igual forma debe entenderse la Asamblea Nacional Constituyente que ha sido convocada por las autoridades electorales de mi País, en acatamiento a la decisión adoptada por mas del 82 por ciento de los electores, hecho inédito en la historia política del Ecuador, y cuyos miembros serán elegidos en septiembre próximo dentro de un marco de la más amplia participación colectiva. Esta Asamblea será el escenario propicio, democrático y plural, en el cual se diseñe el nuevo ordenamiento jurídico e institucional que el Ecuador aspira.

Los propósitos y principios que informan y animan a nuestra Organización regional no han perdido vigencia, se mantienen incólumes en cuanto expresan los anhelos permanentes de paz, progreso y solidaridad de las naciones del continente. Los tiempos modernos lo que hacen es relievar y darle impulso perentorio y renovador a la erradicación de la pobreza crítica que es el principal obstáculo para el pleno goce democrático de los pueblos de nuestro hemisferio y para su cabal desarrollo económico, social y cultural. Esto hace que los postulados del ejercicio efectivo de las libertades fundamentales y los derechos humanos, los esfuerzos por vencer la pobreza, el analfabetismo y los bajos niveles de desarrollo humano, la preservación de la institucionalidad democrática en cada Estado, el combate a los problemas acuciantes de la deshonestidad y el tráfico de drogas perniciosas, la actitud firme y vigilante para detener al terrorismo sin fronteras, cruel e inhumano, la limitación prudente de armamentos convencionales, costosos e innecesarios, entre otros, deban ser promovidos, respaldados y asumidos por todos los Estados miembros y con énfasis muy especial por quienes, como el Ecuador, quieren ensayar y vivir un nuevo sistema de ejercicio pleno, real y participativo de la libertad, el derecho, la paz, el progreso y la democracia.

Con sujeción a los principios esenciales de libre determinación de los pueblos, de respeto a la personalidad, soberanía e independencia de los Estados, así como a su identidad cultural, deben apreciarse, valorarse y respaldarse los esfuerzos que cada uno haga por hacer efectivos los altos postulados que se proclaman en los Tratados Internacionales.

El Ecuador, por ejemplo, vive la experiencia acaso común y compartida con otras naciones del desencanto de la mayoría por una democracia representativa en tanto solo formalidad que privilegia y excluye, y ha decretado la virtual extinción de los antiguos partidos políticos que han ejercido el gobierno en forma dictatorial y ajena al interés colectivo; nuestra propia vivencia se nutre de una participación de ciudadanos bien y mejor informados, del ejercicio de la función pública que tiene como deber esencial rendir cuentas a una comunidad de ciudadanos correlativamente responsables y comprometidos, de las elecciones como medio de reconocimiento o castigo a quienes incumplen o mienten, del uso de los recursos naturales de la Nación para provecho de la población y no solo beneficio del negocio transnacional, de la preservación y cuidado de nuestras reservas naturales, del cuidado del medio ambiente valorado como el principal bien público desde la perspectiva de la salud colectiva, la calidad de vida y el respeto a la biodiversidad.

Deliberada pero respetuosamente no he querido repetir las frases que suele decirse en ocasiones como ésta y he preferido llamar la atención de mis distinguidos colegas respecto del esfuerzo que en la latitud ecuatorial nuestro pueblo y su gobierno libre y democráticamente elegido llevan a cabo, y convocarlos a usar de los principios, instrumentos, programas y mecanismos interamericanos de cooperación y apoyo para alentar, estimular, respaldar este ensayo democrático y soberano de vida en común y solidaridad hemisférica del país que represento, Ecuador.

Muchas Gracias.