Discursos

SR. ALEJANDRO FOXLEY, MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES DE CHILE
INTERVENCIÓN DEL MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES DE CHILE, SR. ALEJANDRO FOXLEY - PLENARIO DE LA XXXVII ASAMBLEA GENERAL DE LA OEA “ENERGÍA PARA EL DESARROLLO SOSTENIBLE”

5 de junio de 2007 - Panamá


Muchas gracias Presidente:


• Quiero desde luego, sumarme a lo que han dicho otros cancilleres. Estamos en presencia de una excelente Organización de esta Asamblea de la Organización de Estados Americanos y la hospitalidad Panameña es proverbial. La hemos constatado recientemente en una visita oficial que la Presidenta Bachelet hizo a este país y la verdad es que nos fuimos muy contentos.

• Deseo manifestar también la satisfacción del Gobierno de Chile y lo oportuno que la OEA haya seleccionando el tema “Energía para el Desarrollo Sostenible”. Es obvio que esta es una materia central, yo diría crítica, estratégica en el futuro de la región y también, por que no decirlo, en la posibilidad de éxito de los varios esquemas de integración que, en un sentido más general, se están planteando en América Latina.

• Quiero igualmente expresar el agradecimiento por el informe que entregó acá el Secretario General de la OEA. Él demuestra, me parece a mí, que la Organización de Estados Americanos, en esta fase institucional, se está situando muy directamente en los problemas reales y cotidianos que afectan a los ciudadanos de nuestra región. No se trata ya de un organismo muy distante, en el que la gente no comprende cual es su tarea si no que está abordando temas que nos afectan a todos en la vida diaria.

• La verdad es que hemos ido construyendo en la región una democracia con instituciones bastantes sólidas, que están fundadas en principios y valores que son absolutamente coincidentes con la Carta de la OEA y la Carta Democrática Interamericana. Nos parece fundamental seguir perseverando y reafirmando estos aspectos esenciales de la democracia, que incluyen, como es obvio, la tolerancia, el respeto recíproco, el respeto por la diversidad en la región, la no discriminación y también, de manera singular, la observancia irrestricta de la libertad de pensamiento, por un lado, y a la libertad de expresión, por el otro.

• La democracia y la protección de los Derechos Humanos son parte de nuestra identidad y de la proyección de la región en el mundo. Lo reconoció el Secretario General de Naciones Unidas en esta Asamblea al inaugurarla. Es por eso que Chile, junto a Brasil, Canadá y Perú han presentado una resolución bien especifica para promover la implementación más a fondo, más consistente y coherente de la Carta Democrática Interamericana.

• En esta perspectiva, creemos que es indispensable volver una vez más a enfatizar un tema que para nosotros y para el gobierno de la Presidenta Bachelet es probablemente la más alta prioridad en su acción política: mejorar los niveles de protección social de manera que todos los ciudadanos en nuestras sociedades se sientan parte de ellas integralmente y que en el día a día se respeten su dignidad y derechos. No basta tener buenos índices de crecimiento. Nuestros países, si no resuelven el tema de la extrema pobreza y de la exclusión social, no podrán afirmar que pasaron el umbral para constituirse en sociedades modernas, democráticas, estables y, sobre todo, seguras para cada uno de sus ciudadanos.

• Por estas razones hemos promovido muy activamente la negociación de una Carta Social que responda a estas preocupaciones. Nos asiste la convicción de que lo que se haga en materia de salud, con plena cobertura y buena calidad; de educación con buena cobertura y mejor calidad; en términos de innovación productiva para incorporar a las pequeñas empresas al esfuerzo que hoy día sólo hacen algunas grandes empresas exportadoras, fomentar el emprendimiento y el acceso a tecnologías para las PYMES, son los caminos necesarios para construir sociedades que tengan estabilidad y que miren, a mediano y largo plazo, un futuro posible de pleno desarrollo.

• Ahora es obvio que la mayoría de nuestros países no somos grandes en términos de tamaño. Individualmente, carecemos de una gravitación decisiva en el mundo y de allí que tenemos una obligación, que creo nos demandan nuestros pueblos, de trabajar en conjunto, de hacer un esfuerzo permanente, continuo, para generar convergencias como la única manera posible de proyectarnos en un mundo que está cada vez más abierto, competitivo e interdependiente. Por eso nos interesa en seguir trabajando en todos los ámbitos en que sea posible dentro de la región, a nivel latinoamericano, sudamericano, con los países del Caribe, de Centroamérica. Pensamos en cuatro pilares fundamentales que entendemos como la base de una integración regional exitosa. Hemos estado en un proceso de cincuenta años para construir esta integración. No estamos satisfechos con lo que hemos logrado hasta ahora y tenemos un sentido de urgencia en torno a los siguientes temas.

• El primero, necesitamos un mayor nivel de concertación política. Esta es una de las regiones que todavía no ha logrado, en muchos foros internacionales, hablar con una voz. Así lo están haciendo otros conglomerados, no sólo en Europa sino que también en el Asia y en otros lugares del mundo y, por lo tanto, la concertación política es una exigencia urgente. También lo es, a nuestro juicio, la liberalización comercial, el acceso a los mercados libres que representan una palanca esencial del desarrollo y del bienestar para nuestros pueblos, y voy a dar un solo ejemplo, en 1990, cuando Chile recuperaba la democracia, exportábamos a todo el resto del mundo 7 mil millones de dólares. Hoy día, 17 años después, con un país que no tuvo temor de abrirse, de competir con los países más desarrollados, de celebrar tratados de libre comercio con 56 naciones, incluyendo a China, Japón, Corea del Sur, Singapur, Nueva Zelanda, la Unión Europea, Estados Unidos, México y prácticamente el conjunto de América Latina, enfrentamos un libre mercado de 3.800 millones de personas y hemos logrado pasar de 7 mil millones de dólares de exportaciones, el año 90, a 60 mil millones de dólares hoy día. O sea hemos aumentado más de 8 ó 9 veces.
• Detrás de eso ha habido una generación de empleos de buena calidad para muchos miles de chilenos y por eso tenemos una firme convicción que la integración plena, sin temores ni complejos, a los mercados, ya sean los más avanzados o los menos avanzados, le abre un futuro muy promisorio a cada uno de nuestros ciudadanos.

• Debemos también integrarnos en la infraestructura. No puede ser que en América Latina, el comercio intrarregional, sea solo de un 25%, mientras que en la Unión Europea, que empezó la integración al mismo tiempo que nosotros cincuenta años atrás, el 65% del comercio es entre los países de la Unión. ¿Por qué en América Latina es sólo el 25%? Porque tenemos mercados fragmentados, porque no hemos terminado los corredores bioceánicos, porque no hemos hecho la integración física que se requiere. Y por último, en la energía, tema principal de esta reunión, tampoco hemos alcanzado los niveles deseables de cooperación.

• Es necesario que veamos la globalización desde una perspectiva positiva, como una oportunidad para construir sociedades más dinámicas, inclusivas y respetuosas de la riqueza de nuestra diversidad. Es en este contexto en el que estamos apoyando las negociaciones de una Declaración Americana sobre Derechos de los Pueblos Indígenas; de la Convención contra el Racismo, la Discriminación y la Intolerancia y la implementación efectiva del programa del decenio para las personas con discapacidad. Esto último tiene un enorme valor simbólico en cuanto a nuestra capacidad de promover un desarrollo para las personas y con un fuerte sentido humanista. Porque al final la solidaridad es para nosotros, y debiera siempre ser para todos, el fundamento ético de la acción política.

• Lo estamos demostrando modestamente en algunas iniciativas, como en la participación de Chile, junto a otros países, en la MINUSTAH en Haití, la cual se fundamenta en este principio. Se trata de un esfuerzo de largo plazo, en el cual la OEA está activamente comprometida. A veces nuestros parlamentarios nos preguntan “¿Por qué estamos en Haití? ¿Hasta cuando vamos a seguir en esa Misión?”. Y nosotros hemos contestado: “estamos en Haití porque somos solidarios y la solidaridad no tiene un horizonte de tiempo determinado, esperamos que se complete el proceso y ese país hermano logre estabilizarse y desarrollar un crecimiento sostenido.”

• La producción y el abastecimiento energético en la región es un tema crucial, que se vincula con variables políticas, jurídicas, financieras, de inversión, etc. La suma de esas dimensiones es casi una agenda de integración regional en sí misma.

• Para nosotros, el tema energético tiene una clara prioridad. Cuando nos planteamos objetivos de desarrollo e inclusión social, el suministro de energía adquiere desde luego, un alcance estratégico. Hoy día Chile tiene una política y un plan de seguridad energética que busca asegurar un crecimiento acompañado de las necesarias inversiones en proyectos de generación y de abastecimiento internacional.


• Hay, sin embargo, dos grandes desafíos que enfrentamos en común con otros países de la región. El primero de ellos es como hacer que este suministro de recursos energéticos sea estable y seguro. Subrayo seguro, y a precios razonables. El segundo, es avanzar hacia una matriz energética compatible con el desarrollo sustentable de nuestras sociedades.

• ¿Es posible o no? Este es el desafío. La pregunta que tenemos que respondernos es si la energía puede transformarse, como ha ocurrido en muchas otras regiones del mundo, en un eje de integración regional y no de fragmentación. Si hacemos un balance de las demandas energéticas de la región, de los países que tienen un déficit y de la oferta disponible, es decir de quienes tienen un superávit, podemos constatar que la seguridad energética regional es factible. Es cosa de poner los temas encima de la mesa, ser razonables y lograr mecanismos financieros y sobre todo acuerdos jurídicos que hagan realidad esa posibilidad. En el fondo, de lo que se trata, es de acordar un marco jurídico consensuado, estable, que permita a nuestros países, a través de inversiones de gran escala, resolver la vulnerabilidad energética.

• Sin duda que la OEA puede contribuir para generar un sustrato de confianza política que permita hacer este avance. La Declaración que muy pronto vamos a suscribir, está precisamente llamada a generar nuevos espacios de cooperación entre nuestros países, en este continente muy heterogéneo y, desde luego, con opciones diferentes en materia de política energética. La diversidad no nos preocupa, ni nos asusta. A partir de ésta debemos construir consensos, unidad y un plan de trabajo en común. Esta es una realidad que debiera convocar a los Gobiernos, al sector privado y a la sociedad civil en su conjunto, en una aspiración de contribuir a configurar el concepto de la seguridad energética en la globalización.

• Cada día las decisiones, sea del gobierno o del sector privado, deben atender la preocupación por asegurar el desarrollo estratégico de nuestras economías con un criterio de sustentabilidad. Esto no puede ser sólo una tarea reguladora y normativa del Estado. Aquí caben muchas iniciativas, como seguramente lo compartiremos con ustedes, para desarrollar las energías renovables no convencionales. Nosotros en Chile estamos haciendo un esfuerzo enorme, buscando definir una meta hacia el futuro, en que al menos un porcentaje de la matriz energética provenga de estas fuentes. Brasil, entre otros, nos ha demostrado, en el desarrollo de los biocombustibles, que es posible estar a la vanguardia en la investigación científica y la aplicación tecnológica en estas materias.

• Presidente, yo quisiera terminar felicitando a la Secretaría General por esta magnífica reunión. Manifestar nuestra aspiración a que la OEA siga siendo un foro con capacidad efectiva de contribuir a que los países respondan a las demandas ciudadanas. Difícilmente podemos encontrar en el mundo a una región con elementos de identidad tan fuertes y sólidos como las Américas. La meta debiera ser una democracia de calidad, un crecimiento que permita superar las desigualdades y la pobreza y una seguridad que asuma la multidimensionalidad de los riesgos que enfrentan los seres humanos en nuestra región. Estos constituyen desafíos impostergables para nuestro hemisferio. Estamos seguros que la OEA va a contribuir abordarlos y ayudará a avanzar.

• Chile está dispuesto a hacer esfuerzos para profundizar nuestras convergencias, respetando las asimetrías y diversidades. Lo hacemos en la convicción que podemos progresar en la tarea colectiva para lograr que nuestra región, este es el tema fundamental, participe efectivamente de los beneficios de la globalización, asegurando dignidad y oportunidades bien distribuidas a sus ciudadanos.

Muchas Gracias.