Discursos

JOSÉ MIGUEL INSULZA, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
DISCURSO DEL SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACIÓN DE LOS ESTADOS AMERICANOS, JOSE MIGUEL INSULZA, EN LA CONFERENCIA INTERNACIONAL SOBRE DESARROLLO ECONOMICO Y SOCIAL DE HAITI

30 de noviembre de 2006 - Madrid, España


Con la elección del Gobierno democrático del Presidente René Preval y del nuevo Congreso nacional, la República de Haiti abrió una nueva etapa de su historia, en busca de un proceso más continuo de crecimiento económico, paz social y fortalecimiento institucional. Ello fue posible, en primer lugar, por la voluntad democrática del pueblo haitiano y su disposición a superar la crisis de manera pacífica, a través de la participación masiva en elecciones transparentes y competitivas, efectuadas el 7 de febrero y el 21 de Abril de este año, cuyo resultado fue aceptado plenamente por toda la ciudadanía.

Fue posible también por la iniciativa solidaria de la comunidad internacional, representada por un conjunto de países que unieron sus fuerzas a otros de Europa y otras latitudes para acudir en ayuda de Haití, a través de un importante esfuerzo de cooperación política y económica y de una fuerza multinacional, bajo la bandera de Naciones Unidas. Siete países han participado de manera decisiva en Minustah.

El entendido que presidió en esta acción solidaria, fue que ella daba inicio a un esfuerzo sostenido de largo plazo; que esta vez no se trataba de una acción puntual, sino que la presencia y solidaridad de la comunidad internacional seguiría presente en Haití mientras fuera necesaria para preservar la democracia y apoyar el esfuerzo de desarrollo de este país.

Cuando se instaló el Gobierno del Presidente Preval, dicho compromiso fue renovado, por los gobiernos y los organismos internacionales aquí presentes y muchos otros miembros de la comunidad internacional. Dichos compromisos fueron renovados a lo largo de este año en numerosas instancias, incluídas dos conferencias de Donantes en Brasilia y Puerto Principe. Hoy estamos aquí para examinar la forma en que los hemos estado cumpliendo y las decisiones concretas que podemos adoptar para mejorar sus resultados. Pero los países representados en la Organización de Estados Americanos, presente de manera ininterrumpida en Haití desde 1968, quieren reiterar que el entendido en que estamos, es un esfuerzo de largo plazo, que el logro de un gobierno democrático no ha significado la culminación ni un alto en nuestro esfuerzo, sino por el contrario ha servido para darnos más ánimo de cumplir nuestro compromiso con Haití.

Aun asi, es preciso fijar un objetivo y una condición. Nuestro esfuerzo debe ser cooperar para que Haití esté en condiciones de emprender un esfuerzo autónomo de desarrollo. Ello supone la creación de condiciones de estabilidad política y social que permitan un esfuerzo sostenido de crecimiento económico. Se trata de permitir que Haití inicie una senda efectiva de progreso sostenido, que con el tiempo sólo requiera la ayuda externa como un complemento y no como un sostén vital. Creo que, en cualquier aspecto que se mire, económico, social, político o de seguridad, nos muestra que estamos aún lejos de ese objetivo.

La condición, en cambio, es simple de formular: la presencia y contribución de la comunidad internacional se justifica sólo si y mientras el gobierno democrático de Haití la crea necesaria. Ninguna consideración política o técnica puede justificar acciones que no sean plenamente concordadas y consentidas libremente por el pueblo haitiano. Estamos para apoyar a la autoridad libremente elegida por lo haitianos y en caso alguno para sustituirla.


La Situación Actual

Los primeros meses de gobierno del nuevo Presidente se han desarrollado en un ambiente de credibilidad nacional e internacional, con grados importantes de unidad en el Gabinete y entre las fuerzas políticas. No obstante el deterioro de la seguridad es aún motivo de especial preocupación, como también lo es la demora en el inicio pleno de algunos planes, especialmente el de apaciguamiento social, que son fundamentales en la estrategia del gobierno.

En materia de seguridad, el aumento de la actividad de las bandas armadas, especialmente en zonas de la capital, la fuerte actividad del narcotráfico hacia dentro y fuera del país, el número muy elevado de secuestros y el aumento de los asesinatos, marcan un período de inestabilidad que debe preocuparnos. La fuerza militar multinacional que se encuentra en Haití puede servir – y de hecho actúa en ese sentido – para disminuir esa actividad. Pero es preciso comprender que, en las condiciones sociales en que hoy se desenvuelve Haití, con los elevados niveles de desocupación y miseria que subsisten, sumado a la presencia de una escasa fuerza policial interna, la inseguridad seguirá siendo un problema para la autoridad. Hemos dicho muchas veces que el número y calidad de la policía es insuficiente. Haiti tiene la peor relación de policías por número de habitantes en el hemisferio, muy inferior a la que existe en cualquier otro país de la región y ello no será superado de la noche a la mañana, aunque son bienvenidos los esfuerzos que hoy se realizan por parte de Minustah y la Policía Nacional Haitiana para mejorar las actuales condiciones.

Lo que si puede servir para mejorar la situación de manera inmediata, es la plena puesta en marcha del Programa de Apaciguamiento Social del Gobierno, que apunta, a nuestro juicio en la dirección correcta y debe desplegarse sin demora, sin que ello signifique un perjuicio, sino más bien un complemento de los esfuerzos de infraestructura y desarrollo productivo a más largo plazo.

Ciertamente, la perspectiva de desarrollo está más ligada a estos esfuerzos. Pero la situación de extrema falta de empleo y servicios esenciales fomenta la desesperanza, hace de muchas personas presa fácil de la delincuencia e impide poner en marcha la economía.

El sector privado no está aún plenamente involucrado en el esfuerzo de desarrollo. Tiene, respecto de las cuestiones de seguridad, una actitud escéptica, cuando no abiertamente crítica, a pesar del crecimiento que han experimentado algunos sectores de la producción, como producto de la normalización política. Si esta actitud se transforma en franca desmotivación y antagonismo, ello será también dañino para la plena puesta en marcha de las políticas de desarrollo que queremos activar.

Por estas razones, poner a disposición del Plan de Apaciguamiento Social los recursos necesarios para su despegue y sostenimiento en el tiempo es hoy tarea urgente para poner a Haití verdaderamente en marcha.

Nos parece urgente y esencial, en esta reunión, y en el cual el Sr. Presidente y el Primer Ministro de Haití han puesto continuado énfasis, incluso en esta reunión, es el fortalecimiento institucional del Gobierno Haitiano, para darles las herramientas que necesitan para asumir el pleno liderazgo del esfuerzo de desarrollo. Los esfuerzos que distintas instituciones internacionales y ONG realizan con distintos servicios públicos y miembros de la comunidad organizada de Haiti, tienen un valor indudable; pero se ven limitados y menoscabados por la ausencia de coordinación de la asistencia.

Es común escuchar en organismos internacionales la queja de que es difícil proporcionar asistencia efectiva sin instituciones de contraparte. Esa argumentación está muchas veces en la base de la actitud de muchos donantes de buscar de manera directa sus contrapartes para la acción. Pero ¿se pueden construir instituciones si no existe un Estado que funcione adecuadamente? Sin un liderazgo visible y coordinador de las instituciones centrales de la Administración Preval, en los esfuerzos para mejorar en plazos breves las condiciones de vida de la mayoría de los haitianos, el proceso político puede dañarse, afectando la estabilidad y la democracia.

Quiero ser más explícito en este aspecto. Para poder desarrollar adecuadamente planes y programas que nuestras instituciones y gobiernos tienen – y espero que mi delegación tenga tiempo en esta conferencia para exponer los nuestros – es indispensable fortalecer la acción y la función coordinadora de las instituciones centrales del Estado. Es preciso forjar una efectiva relación entre las realidades políticas y la ayuda de los donantes. El Presidente y su Gabinete, el Primer Ministro y su Gabinete, los Ministerios de Planificación y Cooperación Externa, de Finanzas y otros centrales, deben ser puestos en condiciones de jugar el papel que les corresponde y una de esas condiciones, esencial, es la coordinación de toda la cooperación internacional que fluye hacia el país.

También sería útil mejorar la coordinación entre las instituciones financieras, políticas y países presentes en el esfuerzo de ayuda a Haití. Debemos revisar el Marco Interino de Cooperación, para incluir ampliamente instituciones y donantes y, sobre todo, asignar funciones de coordinación de la cooperación política y técnica entre nosotros. Debemos pasar de la información mutua acerca de nuestros planes y tareas, a una efectiva integración en torno a visiones comunes de lo que hay que hacer.

El otro tema relevante de esta Conferencia es saber qué porcentaje de los 750 millones de dólares comprometidos por la Comunidad Internacional en Puerto Principe en Julio pasado, ha sido efectivamente desembolsado. Oportuna evaluación, porque hemos alcanzado la mitad teórica del período (2006 – 2007) en que dicho desembolso debería efectuarse.

Dado el carácter diversificado de la ayuda y las múltiples fuentes que ella tiene, esta es la única sede en que podemos entregarnos esa información, sea para confirmar las afirmaciones escuchadas aquí, de que los desembolsos han sido aún escasos y adoptar las medidas necesarias para corregir el atraso, sea para desmentir ese ambiente y entregar así un mensaje de aliento que las autoridades y el pueblo haitiano mucho necesitan.

Reitero en este sentido, que son las propias autoridades haitianas las que han señalado la urgencia de suponer de los recursos necesarios para poner en marcha el Programa de Apaciguamiento Social – la iniciativa más importante y urgente del gobierno hasta la fecha --, que hasta hace poco no recibía aún ningún aporte significativo de la Comunidad Internacional.


Señor Presidente, Señores Representantes, la Organización de los estados Americanos se encuentra en Haití desde hace mucho tiempo, sin que su presencia haya sido nunca descontinuada. Este domingo se celebran las elecciones regionales con las que se completará la instalación de una plena institución democrática en Haití. La OEA ha sido sustantiva en la creación de un registro electoral de 3.500.000 de habitantes de Haiti, mantiene la asistencia que prestará nuevamente este domingo al Consejo Electoral Provisorio; y está comprometida a colaborar al establecimiento de una autoridad electoral permanente; entrega apoyo a las funciones del Parlamento, a la reforma judicial y al fortalecimiento institucional y construcción de capacidades internas.

En materia de desarrollo estamos involucrados en proyectos comerciales de turismo, de manejo de recursos hídricos, reforestación, mitigación de desastres naturales, facilitación económica. En materia de seguridad, contribuimos con el gobierno de Haití en la seguridad de puertos, seguridad pública, en la lucha contra el tráfico ilegal de personas, y especialmente en los programas antidrogas. Todo ello, sin considerar en esta enumeración, el trabajo que realiza desde hace bastante tiempo, la Fundación Panamericana para el Desarrollo, ligada a la OEA, en materia de creación de empleos de emergencia, alivio a la pobreza, reconstrucción ante desastres naturales, tráfico de personas, manejo de recursos naturales, agroturismo, desarrollo fronterizo entre Haiti y la República Dominicana, y fortalecimiento de capacidades en el sector terciario.

Estas actividades y otras como el apoyo a la creación de una Gendarmeria Nacional, estamos dispuestos a seguir realizandolas, en cooperación con contribución y coordinación con las instituciones internacionales. Nadie debe reivindicar espacios exclusivos o propios, sino que actuar todos juntos en el esfuerzo por la reconstrucción de Haiti. Creo tambien indispensable, como lo ha dicho el Canciller de la República Dominicana, incluir en estos diálogos, el daño y los efectos perjudiciales que los procesos migratorios masivos desde Haiti están provocando en distintas naciones del hemisferio, en especial a la nación vecina, porque el simple traslado de los problemas haitianos de un país a otro no sirven para los logros que perseguimos.