Discursos

DOCTORA CAROLINA BARCO, MINISTRA DE RELACIONES EXTERIORES DE COLOMBIA
PALABRAS DE LA MINISTRA DE RELACIONES EXTERIORES DE COLOMBIA, DOCTORA CAROLINA BARCO CON OCASIÓN DEL HOMENAJE A ALBERTO LLERAS CAMARGO EN EL CENTENARIO DE SU NACIMIENTO

6 de junio de 2006 - Santo Domingo, República Dominicana


Es para mi un honor, dirigirme en el día de hoy a esta Asamblea para rendir un merecido homenaje a un gran americano, con motivo del centenario de su nacimiento.

Alberto Lleras Camargo es una figura central en la historia de Colombia y de la región.

Demócrata convencido y practicante. Durante su existencia batalló por su ideal en las plazas públicas, en el parlamento, en los recintos académicos y en las esferas internacionales.

Político precoz, presidió la Cámara de Representantes a los veinticinco anos, fue Ministro de Gobierno y de Educación antes de los treinta, y se convirtió en el presidente más joven de Colombia al ocupar la Primera Magistratura entre 1945 y 1946, a los 39 anos. Doce anos más tarde, ocupó por segunda vez la Presidencia, entre 1958 y 1962.

Militó en el partido liberal y fue figura central en el proceso de modernización de las instituciones colombianas. Como estadista fue un paradigma de pulcritud administrativa y de respeto al estado de derecho, y un eficaz luchador por la paz y la concordia entre los colombianos. En mi país se le reconoce como una figura cimera y se le recuerda como gran demócrata.

En este acto de reconocimiento que hoy le rinde la Organización de Estados Americanos, de la cual fue su primer Secretario, quiero referirme especialmente a su dimensión internacional.

A Alberto Lleras le tocó vivir una época de profundos cambios internacionales en el hemisferio y en el orden mundial participó como actor relevante.

En la Unión Panamericana, antecesora de esta Organización, Alberto Lleras participó en dos importantes reuniones: la Conferencia Interamericana de 1933 en Montevideo, en la que se aprobó el Convenio sobre Derechos y Obligaciones de los Estados, que consagró el principio de la No Intervención y en la Conferencia de Consolidación de la Paz, celebrada en Buenos Aires en 1936, con la participación del Presidente Roosevelt, en la que se aprobó el Protocolo Adicional relativo a la No Intervención. En esta Conferencia, Lleras presentó una ponencia visionaria relativa a la fundación de una Liga de las Naciones Americanas, que más adelante se convertiría en la OEA.

La terminación de la Segunda Guerra Mundial dio lugar a un nuevo orden internacional, situación que requería de nuevas instituciones y el mundo conoció algo que apenas se había intentado hasta ese momento: las Organizaciones Internacionales.

En menos de cinco anos nacieron el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, en lo económico; las Naciones Unidas y la OEA, en los órdenes mundial y regional; el Tratado Interamericano de Defensa y la Otan, en el aspecto militar.

La reunión de Dumbarton Oaks esbozó lo que serían las Naciones Unidas, y en la Conferencia de Yalta, Roosevelt, Stalin y Churchill diseñaron el nuevo mapa mundial. Pero en ninguna de las dos se tuvo en consideración a Latinoamérica.

La Conferencia Interamericana sobre Problemas de la Guerra y la Paz reunida en México en 1945, poco antes de la reunión de San Francisco, y conocida como la Conferencia de Chapultepec fue el escenario para que, además, de los temas de defensa se tratara lo relacionado con la posición regional frente a la futura organización mundial.

En este trascendental evento, Alberto Lleras Camargo presidió la Comisión Tercera de la cual emanó el Acta de Chapultepec, una de las resoluciones más importantes de la Conferencia, en ella se sentaron las bases para la constitución de la Organización de los Estados Americanos, gracias a la decisión de los países latinoamericanos de adoptar una posición conjunta para llevarla a la Conferencia de San Francisco, y no ser marginados.

En la Conferencia de San Francisco, Alberto Lleras presidió el Comité IV de la Comisión Tercera, que se encargó de los asuntos regionales. A la postre los artículos 51, 52, 53 y 54 de la Carta de la ONU, consagraron las aspiraciones de la región.

Como testimonio del liderazgo diplomático de Alberto Lleras, los principales instrumentos que crearon la estructura del sistema internacional y regional de la posguerra –la Carta de las Naciones Unidas, la Carta de la OEA, el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, TIAR, así como el Tratado Americano sobre Soluciones Pacíficas, o Pacto de Bogotá, llevan su firma.

Constituida la ONU, se trataba ahora de consolidar el espacio regional. En marzo de 1947, Alberto Lleras fue elegido Director de la Unión Panamericana, siendo el único latinoamericano que ocupó ese cargo que siempre estuvo en manos de un ciudadano de los Estados Unidos.

En tal calidad concurrió a la Conferencia Interamericana para el Mantenimiento de la Paz y Seguridad Continentales, celebrada en Río de Janeiro en 1947, que adoptó el Tratado de Asistencia Recíproca –TIAR-, y en Bogotá a la IX Conferencia Internacional Americana, que creó la Organización de Estados Americanos y que adoptó el Tratado Americano de Soluciones Pacíficas o Pacto de Bogotá, en 1948. En esta conferencia fue elegido para ser el primer Secretario General de la recién creada Organización de Estados Americanos.

A partir de ese momento, se dedicó por entero a la tarea de poner en marcha la organización hemisférica. Contribuyó a establecer las bases jurídicas de la nueva institución. Buscó constituir una verdadera y auténtica administración internacional, responsable ante los Estados miembros, dotándola de la capacidad necesaria para prestar servicios especializados en campos que hasta entonces no se habían atendido: el jurídico, el económico, el social, el educativo, el científico y el cultural.

Para quienes vivimos a principios del siglo XXI nos parece obvia la existencia de las Organizaciones Internacionales. Sin embargo, esta no era la situación cuando Alberto Lleras asumió el tránsito de la Unión Panamericana a la OEA. Las organizaciones internacionales implicaban una nueva visión sobre la solidaridad y sobre la soberanía. Por lo demás, era preciso recorrer un territorio nuevo e instalar en la práctica las esferas de cooperación y autonomía entre las recientemente creadas ONU y OEA. Con gran tino y visión, Alberto Lleras adelantó esta labor a la cual sumó una intensa labor pedagógica para explicar en nuestro continente la utilidad de los nuevos retos.

Como muestra de su pensamiento, permítanme citar un aparte de su intervención ante la Primera Conferencia Regional de Comisiones Nacionales de Unesco, en la Habana. Cito:

“Si algo quisiera yo decir ahora es que los funcionarios internacionales debiéramos pedir a nuestros pueblos y a sus dirigentes que no consideren a las organizaciones como un fin, sino como un instrumento. Es claro que eso también nos lo deberíamos decir a nosotros mismos. La tendencia humana, y la causa mayor de fanatismo, incomprensión, choque y rudeza en las relaciones de los hombres, es la de atribuir a los medios la importancia de los fines. El partido político, la academia, la organización internacional, el estado mismo no son sino instrumentos para producir una ordenada convivencia y mantener el progreso de la especie. Pero partido, academia, organización y estado pretenden ser la razón última de su existencia, y sustituirse sistemáticamente al propósito con que fueron creados...... Pero quienes las crearon y quienes en alguna forma somos responsables de su funcionamiento, debemos vigilar constantemente que no se vayan a convertir en un nuevo mecanismo más sutil para distribuirse entre ellas la poca libertad que le queda al hombre sobre el planeta

En 1954, durante la X Conferencia celebrada en Caracas, Alberto Lleras renunció a la Secretaria de la OEA para ocupar, en Colombia, la Rectoría de la Universidad de los Andes y para encabezar, un poco más adelante, el movimiento cívico que terminó con la dictadura del General Rojas Pinilla.

La Alianza para el Progreso, basada en una visión progresista de cooperación, atrajo el apoyo y despertó la ilusión en el continente. Para una persona como Alberto Lleras que siempre creyó en la cooperación hemisférica basada en la democracia y el progreso, era natural apoyar esos valores, por lo cual su gobierno se convirtió en impulsor de esta política.

Y por ello, también, desde el primer momento apoyó el programa que se conoció como Operación Panamericana, propuesto por el Presidente Juscelino Kubitschek, del Brasil. De allí que tras el asesinato del Presidente Kennedy, cuando empezaron a marchitarse las ilusiones, al hacerse ostensible la inmensa brecha entre lo prometido y lo realizado, Alberto Lleras, al igual que Juscelino Kubitschek, fue llamado para que hiciera la evaluación de esas políticas y presentara alternativas, lo cual realizó con lujo de competencia en el informe que presentó ante el Consejo de esta Organización.

La vida de Alberto Lleras estuvo marcada por la coherencia que manifestó en su concepción, en su estilo austero, en el rechazo por los métodos de fuerza, en la valoración de la razón y del poder de la argumentación, en su actitud pedagógica para transmitir a sus compatriotas y a todos los ciudadanos de América una lección fundamental sobre la democracia, la libertad, el espíritu cívico y el respeto por los derechos humanos.

Todavía se recuerda su intervención de despedida de la OEA en la Conferencia de Caracas y permanentemente se citan sus palabras, sin muchas veces conocer su autoría. Por ello, y para terminar, quisiera recordarlas: ”Reducir la Organización a la maquinaria administrativa que actúa por canales regulares y conocidos, como si fuera un vigésimo segundo miembro de la familia americana, es un concepto falso que la debilita y la hace perder el apoyo que requiere de cada Estado, para que sirva mejor a sus propósitos. La Organización, por eso, no es ni buena ni mala en sí misma, como no lo es ninguna organización internacional. Es lo que los gobiernos quieren que sea, y no otra cosa.

Sea esta la ocasión, al rendir homenaje a uno de los principales artífices de nuestra pionera organización regional, para recordar y fortalecer los principios fundacionales de solidaridad y cooperación para continuar en nuestra búsqueda por un mayor bienestar desarrollo y fortalecimiento democrático en nuestra región.

Muchas gracias.