Discursos

EMBAJADOR DE MÉXICO, JORGE CHEN CHARPENTIER, SUBSECRETARIO PARA AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
INTERVENCIÓN DEL EMBAJADOR DE MÉXICO, JORGE CHEN CHARPENTIER, SUBSECRETARIO PARA AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE, EN EL DIÁLOGO DE CANCILLERES SOBRE EL TEMA GOBERNABILIDAD Y DESARROLLO EN LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO

5 de junio de 2006 - Santo Domingo, República Dominicana


Señor Presidente,

Señor Secretario General de la Organización,

Señoras y señores:

Es un privilegio visitar esta espléndida nación que suma la calidez de un pueblo laborioso, la belleza de la naturaleza y la muy generosa hospitalidad de los dominicanos.

México agradece por ello la decisión del Gobierno de la Republica Dominicana de realizar aquí esta Asamblea General de la OEA, y en particular al señor Canciller Carlos Morales por haber sugerido el tema Gobernabilidad y desarrollo en la sociedad del conocimiento para este intercambio de opiniones.

Se trata de un asunto crucial que vincula, de manera directa, la agenda del desarrollo con las necesidades del fortalecimiento de la institucionalidad democrática de nuestros países. Tema, por cierto, que ha estado en el centro de las preocupaciones sobre el futuro de las instituciones políticas de América Latina y el Caribe, tal como señaló el informe relativo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

Como hemos reiterado en diversos foros, para México la consolidación de las democracias, tan duramente ganadas en los últimos tres lustros, está asociada a la capacidad de respuesta de los gobiernos a la legítima demanda de desarrollo de los ciudadanos.

La democracia se manifiesta en las urnas pero no se agota en ellas: va mucho más allá, hasta insertarse en la naturaleza íntima de las naciones. Es no sólo un modelo de gobierno sino un verdadero sistema de vida. Toca el desempeño eficaz de la economía, la condición igualitaria de la sociedad, el andamiaje institucional y el arreglo político a partir del diálogo. Si no cumple esos requerimientos se debilita, paradójicamente, frente al desencanto de los propios pueblos que la impulsan.

La democracia no es un fin último sino un medio, a fin de conducir los acuerdos políticos y sociales necesarios para el bienestar de las naciones. En el horizonte global, la democracia aparece como un valor universal.

No es una ideología sino un sistema de referencias, principios y métodos de convivencia para asegurar la igualdad de los individuos y los grupos organizados en la sociedad civil y política, en el marco de un Estado de derecho confiable para todos. Cada país instaura modalidades propias para aplicar este valor democrático de conformidad a sus situaciones y condiciones. La existencia de la pluralidad en la democracia es el resultado de la tolerancia de las diferencias.

América es una región democrática, con diversas manifestaciones. No existen democracias buenas y malas, las hay, en todo caso, eficientes y deficientes. La capacidad de responder a las aspiraciones de los participantes, de alcanzar metas tangibles es parte esencial de cada una de las definiciones nacionales. Los únicos con derecho de evaluar y enmendar su sistema democrático o de solicitar apoyo o ayuda del exterior son los habitantes de cada nación y no instituciones del exterior que actúan independientemente y violentan el principio de no intervención.

En la realidad contemporánea, los procesos globales son profundamente diversos y marchan a distintas velocidades. La información es una de sus partes más influyentes, al igual que la economía, el comercio y las finanzas.

Para alcanzar el propósito de restaurar el tejido social de los sectores más rezagados y asegurar su inclusión en el desarrollo, debemos conjugar una redefinición de la indispensable vocación igualitaria del Estado democrático en América Latina y el Caribe con el rico instrumental que puede brindar la sociedad del conocimiento a nuestras naciones, a fin de hacer gobiernos no sólo más eficientes sino generar una ciudadanía más conciente de sus derechos pero también de sus responsabilidades y, finalmente, más crítica.

Señoras y señores:

La sociedad del conocimiento está estrechamente vinculada con las necesidades de educación y formación de capital humano, elementos indispensables para promover el desarrollo mediante agentes e instrumentos más competitivos e innovadores.

Es deber de nuestros gobiernos estimular la producción del conocimiento propio y difundirlo. Como todo gran proceso de cultura, la sociedad del conocimiento debe partir del reconocimiento de la diversidad y, por consiguiente, incluir a los pueblos indígenas y a los creadores populares, quienes representan la raíz múltiple de nuestras naciones. Nada contribuirá más a la universalidad que el reconocimiento de lo local, de las identidades profundas, del patrimonio físico e intangible de nuestros pueblos y la pluralidad de las culturas.

La gestión de la red del conocimiento debe ser multilateral, transparente y democrática, con la participación de los gobiernos, el sector privado, la sociedad civil y las organizaciones internacionales. Sobre todo, debe garantizar una distribución equitativa de los recursos, facilitar el acceso de todos y garantizar un funcionamiento estable y seguro de Internet.

Por todo lo anterior, México insta a la elaboración conjunta de una estrategia regional, tendiente a establecer desde el nivel nacional redes de comunicación, autónomas e interactivas, que sean incluyentes e innovadoras. El hemisferio cuenta con la capacidad para generar una infraestructura que satisfaga y expanda la sociedad del conocimiento y para reducir la brecha digital entre los Estados. En este sentido, resalta el rol fundamental que juega Primera Infraestructura Regional de Redes Avanzadas para la Ciencia, la Tecnología, la Educación y la innovación, mejor conocida como Red CLARA.

Señoras y Señores:

Para México es esencial que en este Diálogo de Cancilleres se aborde el fortalecimiento de la Comisión y de la Corte Interamericanas de Derechos Humanos. Ambas, consideradas los pilares más sólidos de la Organización, demandan una reflexión profunda de parte de nuestros gobiernos acerca de su futuro. Debemos otorgar mayor respaldo a su labor, aceptar nuestras obligaciones internacionales en la materia y dotarlas del financiamiento adecuado para que puedan realizar más eficazmente sus tareas. No podemos permitir que se sigan rezagando, por lo que hacemos un llamado para evaluar las necesidades y robustecer el sistema interamericano de derechos humanos.

Por otra parte, México hace un llamado a fin de que adoptemos, a la brevedad posible, el Plan Hemisférico contra la Delincuencia Organizada Trasnacional y sentar los fundamentos de cooperación y acciones concertadas contra el mayor enemigo de nuestras instituciones y sociedades, que es la operación impune de ese flagelo social en el hemisferio. Necesitamos eliminar la delincuencia organizada en todas sus manifestaciones y redoblar esfuerzos contra el problema mundial de las drogas, la trata de personas, el lavado de activos y el tráfico de armas y municiones. México trajo a la OEA este tema hace tres años e insta a los gobiernos a enfrentar juntos, con determinación, esta amenaza para la seguridad de nuestras naciones.

Por último, México desea recordar que la base esencial de una convivencia pacífica y armoniosa entre los países del Hemisferio requiere del respeto irrestricto a los principios y objetivos de la Carta constitutiva de nuestra Organización; en particular la no injerencia y la no intervención en los asuntos internos de los Estados.