Discursos

JOSÉ MIGUEL INSULZA, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
PRESENTACION DEL SECRETARIO GENERAL JOSE MIGUEL INSULZA, SESION INAUGURAL DEL 124° PERIODO ORDINARIO DE LA COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS

1 de marzo de 2006 - Washington, DC


Señora Presidenta del Consejo Permanente de la OEA, Embajadora Sonia M. Johnny; señor Evelio Fernández, presidente de la Comisión de Derechos Humanos; señor Paulo Sergio Pinheiro, Primer Vicepresidente; señor Florentín Meléndez, Segundo Vicepresidente, distinguidos representantes de los Estados miembros de la Organización, estimados colegas, señoras y señores:

Es para mí un honor participar en la inauguración de este 124º Período Ordinario de Sesiones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Quisiera comenzar por agradecer al Presidente de la Comisión Dr. Clare Roberts por el excelente trabajo realizado durante este año y quiero aprovechar la oportunidad para darle una cordial bienvenida a quienes se integran a la Comisión, señores Paolo Carozza y Víctor Abramovich, de modo que todos ellos puedan manifestar los temas e inquietudes que interesan a esta Secretaría.

Al asumir la Secretaría General, manifesté que la primera prioridad de la OEA, como principal órgano político del sistema interamericano es la construcción y fortalecimiento de sociedades democráticas en la región. El éxito en esta tarea depende, por cierto, del respeto y protección de los derechos humanos y de una equitativa distribución de las oportunidades de crecimiento y progreso social. Nuestra región exhibe con orgullo más de dos décadas de gobiernos electos democráticamente. Gracias a elecciones mayoritariamente libres y transparentes, hoy, los gobiernos elegidos por los pueblos son la regla, y no la excepción, como era hace no tanto tiempo. Pero, como bien sabemos y lo hemos dicho tantas veces, la sola existencia de elecciones no es suficiente para el establecimiento de una democracia plena. Hoy es reconocido, que la democracia necesita que estén presente varios elementos: un poder judicial independiente, un poder legislativo que garantice la pluralidad y ponga balances al ejecutivo, un sistema de partidos políticos que facilite una comunicación fluida entre los ciudadanos y sus líderes, una sociedad civil participativa y un pleno respeto y garantía a la libertad de expresión y los derechos humanos de todos.

Es mucho lo que se puede hacer en el tema de los derechos humanos. Ciertamente, éste es un ideal y no existe una sociedad perfecta ni el pleno respeto de los derechos humanos en ninguna parte del mundo. El aumento de la colaboración de los Estados miembros con la CIDH ha posibilitado ampliar la efectividad de la protección de los derechos y libertades fundamentales y la obtención de justicia en incontables casos individuales. Creo que esta función preventiva de la Comisión debe ser ampliada y fortalecida en los próximos años, incluyendo cada vez más la tarea de cooperar y asesorar a los países miembros para que se nos indique un camino para salir al paso de numerosos problemas, y es así que ya tenemos la relatoría de un sistema carcelario y asumimos temas como la discriminación contra las minorías, los pueblos indígenas, la discriminación de género. los derechos humanos de sus pueblos. La OEA está involucrada en numerosos procesos dentro del continente en los cuales la paz y la estabilidad democrática está amenazada. En varios de ellos el componente de derechos humanos es esencial para el logro de soluciones justas y estables. Esperamos de nuestra Comisión no solamente responda al llamado de atención cuando ocurren hechos condenables sino que se les denuncie y preste su apoyo en el desarrollo mismo de las políticas, a fin de evitar a tiempo que tales hechos ocurran.

Estamos convencidos de que estos desafíos pendientes sólo pueden ser logrados mediante el reconocimiento de dos requisitos. Primero, el reconocimiento de la independencia de la Comisión Interamericana. La preservación de esa autonomía le ha permitido en el pasado, y le permitirá en el futuro continuar con su relevante trabajo y proteger así las vidas de muchos americanos. Al asumir la Secretaría General nos planteamos como un desafío el reconocimiento formal de esta autonomía e independencia, lo cual hemos logrado con la Orden Ejecutiva 13, que como algunos de ustedes saben, ha establecido la nueva estructura de la Organización y ha puesto a la CIDH como un organismo dentro de su estructura. Y, segundo, una coordinación entre la Comisión de Derechos Humanos y el Consejo Permanente y por medio de éste conocer los inquietudes de la sociedad civil y de los estados miembros que representan a nuestros pueblos de modo de mantener un diálogo fluido, el cual a veces ha sido quizás, demasiado honesto.

Nuestra Organización está orgullosa de sus instituciones de protección de los derechos humanos. La Comisión y la Corte Interamericanas de Derechos Humanos se han constituido en la conciencia del hemisferio, apoyando a los Estados y a sus habitantes en la efectiva protección de los derechos humanos. Durante sus más de cuarenta años de funcionamiento, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha demostrado su seriedad y efectividad en el cumplimiento de su labor. Los primeros años de trabajo de la CIDH se caracterizaron por el afianzamiento del sistema interamericano de derechos humanos y tuvo ante sí desafíos como el de generar la conciencia de respeto por la democracia y las garantías fundamentales de toda persona. Durante los siguientes treinta años, el ocaso de las dictaduras latinoamericanas que incurrieron en violaciones sistemáticas de derechos humanos dio lugar a una definición actualizada de la democracia como el mejor y más deseable de los sistemas de gobierno para la promoción y la protección de los derechos fundamentales.

Como he manifestado con anterioridad, si aspiramos a que el sistema de derechos humanos cumpla con los mandatos que le hemos otorgado, es preciso garantizarle los recursos necesarios para el cumplimiento de estos capitales objetivos. Contamos con un sistema de derechos humanos que funciona, como lo ha dicho el presidente, y que cada día asume mayores responsabilidades pero que requiere urgentemente de recursos adicionales. La ausencia de financiamiento adecuado para los mandatos dados a la Comisión así como a la Corte Interamericana pone al sistema en peligro. De ahí que los esfuerzos para asegurar que aquellos fondos estén disponibles para ambos órganos son importantes, asegurando así que ambas instituciones puedan cumplir con sus obligaciones de manera eficaz e independiente. A pesar de estos esfuerzos, el presupuesto asignado a la Comisión es aun insuficiente y aprovecho la oportunidad de agradecer algunas donaciones generosas que se han recibido recientemente.

Para finalizar, deseo expresar a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos mis deseos de éxito en las tres semanas de sesiones que se inician el día de hoy y llamo a los Estados miembros a prestar el debido apoyo y que tomen conocimiento de su trabajo de modo que pueda funcionar adecuadamente en beneficio de nuestra Organización, nuestros países y nuestros pueblos.

Muchas gracias