Discursos

EMBAJADOR D. JUAN ROMERO DE TERREROS
PALABRAS DEL OBSERVADOR PERMANENTE DE ESPAÑA ANTE EL CONSEJO PERMANENTE DE LA OEA, EMBAJADOR D. JUAN ROMERO DE TERREROS, CON OCASION DEL 12 DE OCTUBRE DE 2005

12 de octubre de 2005 - Washington, DC


Señor Presidente del Consejo Permanente,
Señoras y Señores Embajadores, Representantes Permanentes miembros del Consejo,
Señor Secretario General y Señor Secretario General Adjunto,
Señores Observadores Permanentes,
Señoras y Señores,

En primer lugar, Señor Presidente, debo manifestarle mí reiterada felicitación por la asunción de su cargo al frente de este Consejo, deseándole toda clase de éxitos en su gestión.

También quisiera expresarle mi profundo agradecimiento por la convocatoria de esta sesión y por invitarme a tomar en ella la palabra.

Desearía, igualmente, hacer publico el pesar del gobierno español y de nuestra Delegación por los repetidos desastres naturales y las consecuencias dramáticas que se han producido durante las últimas semanas y que se siguen produciendo en tantos países del hemisferio, de Centroamérica, México y Caribe, países ribereños del Golfo y en los propios Estados Unidos. A todos ellos mi país ya ha expresado su voluntad, que yo reitero, de contribuir a paliar las graves consecuencias que las catástrofes meteorológicas han causado.

Del 12 de octubre se ha dicho ya prácticamente todo; lo bueno y lo menos bueno. Lo han dicho muchas personas durante decenas de años y en este mismo foro cada año se vuelve a interpretar el 12 de octubre. Pero para mí es la primera oportunidad -como Observador
Permanente de mi país ante la OEA- en dirigirme a ustedes sobre esta cuestión. Y lo hago complacido, porque el 12 de octubre, para nosotros los españoles, tiene un doble significado. Por un lado, es una fecha en la que se recuerdan unos hechos históricos esenciales para comprender la historia de todos los pueblos y muy especialmente la de los países americanos y la de España. Hechos históricos que propiciaron -desde entonces- la vinculación permanente de los pueblos y países de las dos orillas del Atlántico. El 12 de octubre es, además, por decisión del pueblo español representado en sus Cortes Generales y en su Senado, el día en que se conmemora la Fiesta Nacional de España. Decisión parlamentaria que se adoptó, por Ley, en el año 1977, una vez consolidada la democracia española.

Antes de esta última fecha, el 12 de octubre se conmemoraba en la Organización de los Estados Americanos, en la primera de sus definiciones, como homenaje a la Reina Isabel de Castilla y al marino que propicio los primeros viajes al continente. En 1971, el Congreso norteamericano estableció que el 12 de octubre fuera Fiesta Nacional en los Estados Unidos y desde ese mismo año el Consejo Permanente de la OEA -por unanimidad- decidió invitar al Observador Permanente de España a tomar parte activa en la conmemoración de la citada Fiesta Nacional convocando una sesión protocolar del Consejo Permanente de la Organización.

Para nosotros, el 12 de octubre es una fecha clave, tal como señala la citada Ley de 1977, y cito textualmente: "El 12 de octubre simboliza la efemérides histórica en la que España, a punto de concluir un proceso de construcción del Estado a partir de nuestra pluralidad cultural y política y la integración de los reinos de España en una misma monarquía, inicia un período de proyección más allá de los limites europeos". Fin de la cita. Y es tan esencial, para los españoles, el 12 de octubre, que el umbral de una nueva fase histórica: la de la Edad Moderna, se inicia precisamente en esa fecha, mientras que, fuera de nuestro país, esa nueva Edad suele iniciarse con la fecha de la caída de Constantinopla ante el imperio turco.

También el 12 de octubre es una fecha histórica relevante y de capital importancia para los pueblos y las culturas de América que tuvieron que afrontar, desde entonces, una nueva realidad, inicialmente invasora, traumática, que afectó profundamente a su hasta entonces aislada existencia. Supuso su primer contacto con una civilización y una tecnología extrañas y hasta entonces desconocidas para ellos, apenas adivinadas en algunas tradiciones míticas indígenas.

Respetando -como es lógico- opiniones opuestas a la nuestra, consideramos esta fecha como la de un descubrimiento doble y mutuo. Descubrir es desvelar, es quitar el velo a algo que se desconoce para sacarlo a la luz para poder facilitar su conocimiento, que antes se ignoraba. No tiene, por lo tanto, el término una lectura ofensiva ni siquiera irónica. Se descubre lo que no se sabe, lo que se ignora. No se inventa nada al descubrir, tan solo se facilita el mejor conocimiento de algo o de alguien que nos era desconocido hasta ese momento. Europa ignoraba que existiera un continente en el Atlántico, aunque ciertos filósofos- poetas helénicos hablaran de unos restos de tierras, en parte sepultadas en las aguas de la mar océana, tan míticas como lo fueron las referencias indígenas americanos a los hombres mitológicos que llegarían por el mar, siguiendo el camino del Sol. Y de igual manera, los pueblos americanos ignoraban que existieran tierras y países europeos.

Algunos expertos navegantes del sur europeo, especialmente: portugueses; vascos. castellanos y andaluces e italianos habían conseguido realizar navegaciones verdaderamente arriesgadas a finales de la edad media. Las técnicas de la navegación portuguesas permitieron, en esos años finales de la Edad Media, superar el contexto europeo desplazándose sus naves hasta el extremo sur de las costas de África o aventurándose por el Mar del Norte Atlántico, hasta límites bien lejanos.

Cristóbal Colón fue uno de ecos navegantes que, después de años de viajes por el Mediterráneo y por los mares situados al Norte de Escocia, madura una gran aventura, un gran proyecto, gracias a informaciones proporcionadas por marinos portugueses, o por alguna experiencia propia: la de encontrar una ruta mAs corta y segura hacia las tierras de las especias de Asia y de la India. Las míticas tierras recorridas por Marco Polo cien años atrás podían ser alcanzadas por mar siguiendo la marcha del Sol en vez de hacerlo por tierra en dirección contraria. Pero Colón sabe algo más. Está convencido que en esa ruta hay una serie de pequeñas islas y alguna otra mucho mayor que permitirá el abastecimiento de aguas y de víveres a la expedición marítima que se arriesgue. Y lo que es aún más importante, le han transmitido un gran secreto que los navegantes ignoran: la existencia de dos poderosas corrientes opuestas y de vientos marinos atlánticos que permiten el viaje de ida pero también el de regreso a esas tierras, antes de seguir buscando la ruta marítima de la India y de la China.

Desde nuestro punto de vista, el primer viaje de Colón es, por lo tanto, una gran aventura preparada por el navegante durante largos años. En los que tras residir ocho años en Portugal persiguiendo audiencias con los Reyes de las principales Cortes de Europa y, durante otros siete largos años, recorriendo el sur andaluz de España, Colón, durante esos catorce años no encuentra más que las reticencias, el desinterés de todos los monarcas y de todos los expertos geógrafos ante su proyecto. Tan solo la Reina Isabel de Castilla acabará por dar crédito al entonces desconocido navegante y aceptará sus altaneras exigencias para impulsar una expedición finalmente financiada y dirigida por la Corona Castellana con marinos españoles.

Por eso los actos que hoy se conmemoran, Señor Presidente, tienen un específico significado. El protocolo del 12 de octubre se inicia con el homenaje que acabamos de realizar la Reina Isabel, cuya imaginada efigie de pié se alza al frente del edificio que alberga a la Organización de los Estados Americanos. Es inevitable la comparación, por convencional que pueda parecer, de la escultura con aquellos mascarones de proa de las antiguas embarcaciones que no solo eran un símbolo decorativo, sino el emblema del propio buque y la parte del mismo que abría caminos en el mar.

Es bien cierto que Colón murió sin saber que había encontrado un nuevo mundo, empeñado, como estaba, a lo largo de sus cuatro viajes por aguas y tierras del Caribe, en descubrir un paso para llegar más allá de las islas y costas descubiertas.

En el tercero de los viajes, Colón se adentró en el golfo de Paria hasta encontrarse con la cuenca del Orinoco. Y allí fue donde, al estar enfermo el Almirante, cuando bajó a tierra el Capitán de su navío que toma posesión del continente americano, al comprobar la expedición que estaba ya en "tierra firme" y no en ninguna isla, dado el extraordinario caudal y la dimensión de la corriente de agua dulce en la que se habían adentrado. Algunos de los compañeros de Colón ya por tanto en este tercer viaje empiezan a intuir, que se encontraban ante algo nuevo. Juan de la Cosa, el cartógrafo propietario de la "Santa María" del primer viaje colombino, dibujara el primer mapa del Nuevo Mundo en el año 1500m, siete años antes del conocido mapa de Martin Waldseemüller. En el mapa de Juan de la Cosa, las tierras descubiertas -por esquemáticas y difusas que aparezcan- revelan la confirmación de la gran sospecha que impulsó los viajes colombinos. Castilla se había topado con unas nuevas tierras que aún no tenían nombre en el conocimiento geográfico europeo. Así lo comprendió la Reina Isabel y lo confirmó hasta en el momento de su muerte al redactar un codicilo testamentario en el que encarece a su marido el Rey Fernando que vele por las nuevas tierras descubiertas con especial cuidado.

La empresa que hoy se recuerda fue difícil, conflictiva en sí misma para los protagonistas castellanos y verdaderamente dramática para las poblaciones indígenas, sobretodo en las primeras décadas de la conquista, hasta que se puso en marcha un sistema legal paliativo protector de dichas poblaciones a partir de 1512 que se inicia con las Leyes de Burgos y que funcionó con los conocidos altibajos.

Se repite, y nunca se hará suficientemente, que el descubrimiento fue una empresa con muchos lados oscuros, junto a brillantes realizaciones de quienes la protagonizaron. Pero lo que la caracteriza es ser, sin duda, un encuentro concluyente y definitivo sin involución
ni marcha atrás. Esto acrecienta su dramatismo. Pero nadie concibe la América postcolombina sin los aportes culturales, lingüísticos, religiosos, la tecnología o los productos agrícolas que llevaron los españoles y los europeos. Como nadie concibe una Europa, y desde luego una España, sin la plata americana, el maíz, el chocolate, el tabaco o las patatas, por citar únicamente algunos productos demasiado evidentes y básicos, aunque podríamos señalar muchas otras aportaciones y, sin duda, es obligado hacer dentro de los ejemplos de lo que América ha ofrecido a Europa y al resto del mundo: como son las personalidades, los luchadores por la libertad o los innumerables hombres de letras y creadores de todas las artes que se han generado en esos países, desde el inca Garcilaso hasta, en nuestros días, un premio Nobel como V.S. Naipaul, de Trinidad y Tobago.

Ese contacto, por lo tanto, produjo inicialmente dolor y aculturación, y, también, a largo plazo, valiosísimos y esenciales intercambios.

Desde el primer doce de octubre hasta el recuerdo del día de hoy se ha superado, con creces, el lugar común de los 500 años. De esos quinientos años, trescientos fueron de presencia española en América, mientras que los doscientos años últimos han sido años de vida política independiente, autónoma y propia de cada uno de los países americanos.

Señor Presidente, desde esta larga segunda fase histórica, la de los países de las Américas independientes, quisiera destacar el creciente empeño nuestro en que nuestras relaciones fueran más sustantivas, especialmente desde el momento en que mi país recuperó la democracia, hace treinta años, y consiguió niveles de renta y capacidad inversora suficiente y adecuada para escapar de la romántica retórica habitual. Y ese deseo de un mayor contenido en las mutuas relaciones alcanza tanto al nivel bilateral como a los foros multilaterales en los que España está presente. Por eso mi Delegación suele destacar, en oportunidades como ésta, algunas reflexiones sobre ciertos eventos recientes del hemisferio.

Es en este momento cuando quisiera expresar mi felicitación y reiterarla al Señor Secretario General y al Señor Secretario General Adjunto por sus respectivas elecciones pero, muy especialmente, por comienzo de sus mandatos por cuyo éxito hago mis más sinceros votos. Mi Delegación se une al resto de las de los Representantes Permanentes cuando considera el futuro inmediato de la OEA como una fase esencial y decisiva de la misma. En la medida de nuestras posibilidades, puedo asegurarles la decidida aunque sea modesta colaboración de la Misión Observadora de España para que ese futuro de la OEA sea fructífero y útil a todos los países de la región.

La primera de esas reflexiones que les transmito se relaciona con la principal y común preocupación que compartimos todos: la defensa de la libertad y de la democracia en el hemisferio. Es este un objetivo por el que tanto ha peleado España en las pasadas décadas y en el que tantos esfuerzos y medios ha empleado para colaborar en la solución de conflictos como el centroamericano, o en la consolidación de la democracia en los países del Cono Sur hemisférico. La reciente presencia militar y la ayuda españolas a la estabilidad de un país del Caribe como Haití, se enmarca en esa misma preocupación.

El apoyo a la democracia se refleja también, en el marco de esta Organización, en nuestras aportaciones a los procesos electorales; en la defensa de la libertad de expresión y en el esencial respaldo al respeto de los Derechos Humanos en el ámbito americano, seguiremos también dispuestos a colaborar en proyectos de la OEA para combatir el mal uso de la droga o en los programas de apoyo a la gobernabilidad. Nuestros tres centros de la Cooperación Española en América, en Guatemala, Bolivia y Colombia, están siempre abiertos a los objetivos de la OEA: compaginándolos con nuestra cooperación bilateral.

Conocido es el respaldo de España a los procesos de integración regional, formando parte de alguno de ellos tan interesante como el de la Comunidad Iberoamericana. Precisamente en un par de días se celebrará el decimoquinto encuentro de los Jefes de Estado y de Gobierno de Ibero América, en una ciudad como Salamanca, cuya Universidad estuvo y esta tan estrechamente vinculada con las Américas.

Por decisión de todos los países miembros de la Comunidad Iberoamericana, este año se ha puesto en funcionamiento, por vez primera, una Secretaría Permanente de las Cumbres
Iberoamericanas, al frente de la cual se encuentra una de las personalidades más capaces del hemisferio. Me refiero a Don Enrique Iglesias, concitador de encuentros, catalizador de acuerdos y experto en posibilitar convergencias de voluntades. El Dr. Iglesias es alguien indiscutible e indiscutido en España. en Portugal y en los países de este hemisferio que integran la Comunidad.

Permítame que señale, Señor Presidente, que la próxima Cumbre de Salamanca vendrá acompañada de un encuentro empresarial, un foro civil y del primer foro parlamentario iberoamericano, como ya se decidió en la Cumbre lberoamericana de San José de Costa Rica el pasado año. El Foro Parlamentario se ha celebrado ya en Bilbao, hace una docena de días, con singular éxito. Los miembros de la Comunidad Iberoamericana están convencidos de la necesidad de incorporar al sistema, a los empresarios, o a la sociedad civil de los países iberoamericanos y, por supuesto, a los parlamentos de los países miembros. Por lo que se refiere a los trabajos de la Cumbre en si misma, se espera que la Declaración de Salamanca sea concisa, como fue acordado por los Cancilleres iberoamericanos reunidos en la ciudad portuguesa de Guimaraes el 28 de mayo último, que aprobaron la agenda genérica del encuentro. Tres temas servirán de base para las reuniones de trabajo previstas de los Jefes de Estado y de Gobierno: la realidad política y socioeconómica de los países miembros, la cuestión migratoria y la proyección internacional de la Comunidad, en la que la nueva Secretaría General lberoamericana tendrá un papel institucional básico como actor e interlocutor internacional de la misma.

Junto con estos datos sobre la Cumbre lberoamericana, puedo también destacar, Señor Presidente, como interesante novedad, la solicitud de formar parte de la Comunidad de un país como Belice, al mismo tiempo vinculado a Centroamérica y al Caribe, así como el proyecto madurado por mi país de abrir una nueva Embajada en el Caribe, en Puerto España, capital de Trinidad y Tobago, en cuanto lo permitan las circunstancias.

Señor Presidente, Por razones obvias, que van desde los evidentes vínculos históricos a las implicaciones políticas y económicas actuales, España, que profundamente cree y trabaja en la consolidación de los principios que compartimos con todos los países americanos, estará cada año mas inmersa en las tareas de la OEA, donde mi Delegación, como Observadora Permanente activa, participa en sus reuniones y programas. Mi país es el país contribuyente a la OEA desde, al menos, diez anos antes de que -en 1972- se institucionalizara nuestro actual Estatuto de País Observador.

La asociación de España con la OEA, se remonta a más de 40 años, es lógica consecuencia de la implicación de mi país con la realidad de América y del Caribe, como señalé anteriormente, sobre todo después de la recuperación de la democracia en España.

Los nuevos retos políticos, económicos y sociales de la región y la posición que España ocupa en el contexto hemisférico, me hacen reiterar lo repetido por mis predecesores en varias ocasiones. Como décimo Embajador Observador Permanente de España ante la Organización de Estados Americanos, reitero la aspiración del gobierno español a que la creciente implicación española en las cuestiones americanas y en el Caribe pueda reflejarse, con la evidente conformidad previa, expresada por los países miembros de este Consejo Permanente, en un nuevo estatuto institucional para nuestra asociación a los objetivos y programas de la Organización de los Estados Americanos.

España es miembro extrarregional de pleno derecho de la CEPAL. También es miembro extrarregional del Banco Centroamericano de Integración Económica, con una aportación de doscientos millones de dólares. Es socio extrarregional de la Corporación Andina de Fomento y único Observador activo extrarregional de la Organización Panamericana de la Salud. Desde el pasado verano, España es uno de los países que asume temporalmente una de las Direcciones Ejecutivas del Banco Interamericano de Desarrollo.

En otro orden de cosas, pero también con incidencia en algunos países de la región, mi país ha decidido cancelar su deuda externa bilateral total, incluso la generada con cargo a la ayuda oficial al desarrollo, a 22 países pertenecientes al grupo de países pobres con altos niveles de deuda. El monto total de la deuda externa española cancelada, recientemente, se eleva a dos mil doscientos millones de euros, con un alcance temporal que se remonta al mes de junio de 1999. De esta decisión de mi gobierno se van a beneficiar los tres países americanos incluidos en el grupo: Nicaragua, Honduras y Bolivia.

Aspiramos, por lo tanto, en un futuro que desearíamos cercano, a que este Consejo defina una fórmula institucional que, al mismo tiempo, cumpla con nuestras esperanzas y con las de los Estados que integran la OEA. Estoy seguro de que una solución a esta cuestión, para nosotros pendiente desde hace ya demasiados años, estará relacionada con la profundización de nuestros vínculos con la Organización y con los países que la constituyen, en beneficio de todos.

Señor Presidente, para terminar, le agradezco, de nuevo, la oportunidad que me ha proporcionado para intervenir en esta ocasión y confío en que todos ustedes se nos unan, en el hermoso Patio Azteca. a la recepción que ofrezco a continuación para celebrar la Fiesta Nacional de España.