Discursos

JOSÉ MIGUEL INSULZA, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
DISCURSO DEL SECRETARIO GENERAL JOSE MIGUEL INSULZA EN CEREMONIA CONMEMORATIVA DEL DIA DE LA RAZA

12 de octubre de 2005 - Washington, DC


Gracias Señor Presidente, Señor Secretario General Adjunto, Señores Embajadores, Señor Embajador de España, Embajadores de Francia e Italia, Señores Observadores.

Hace un par de semanas el ex presidente del gobierno español, Felipe González, decía en esta misma sala que “la única manera de entender y mirar a España es desde América Latina.” Y tiene razón. Habría que agregar también que desde España, felizmente se entiende cada vez más plenamente a América Latina. En estos tiempos de globalización y fronteras abiertas, la madre patria ya no se levanta como una figura lejana con hijos dispersos en una América diversa y remota. Hoy España es más como una mariposa que tiene un ala en la Unión Europea y, otra, en Latinoamérica. Más allá de las imágenes, España es la mejor "puerta" que la Europa tiene para acceder a nuestra región.

Inspirado por la idea de un encuentro entre dos mundos, que reconoce muy tardíamente que este continente ya existía desde mucho antes, que no necesitó ser descubierto para existir, que era un gran lugar en el mapa sin registro ni nombre cristiano, de piel desnuda y rostro indígena. Y, sin embargo, compartió culturas milenarias, vivió de los cultivos de la papa, del tomate, la vainilla, el fríjol, el maíz, los pimientos, el cacao, el aguacate. Organizó sociedades complejas, realizó construcciones y obras de arte que aún hoy asombran por su belleza y su carácter imperecedero. Este reconocimiento ha permitido que, después de 500 años de la mezcla racial más intensa del mundo, hoy compartamos culturas y lenguas.

Y seguimos juntos afanados en la construcción de una comunidad que ciertamente funciona mejor cuando está en democracia, una comunidad que se ayuda y que ayuda a sus pueblos cuando hay tragedias que vivir y vivir se hace una tarea difícil. Aquí llegaron no hace mucho los refugiados españoles rumbo a toda nuestra América Latina, y de aquí fueron en los setentas los latinoamericanos que sufrían cruentas dictaduras, mientras España avanzaba en su transición

España es y fue punto de llegada y también de paso para inmigrantes del mundo entero. Y a la inversa, muchos españoles intelectuales, artistas, pequeños empresarios, trabajadores, asilados y refugiados de uno u otro bando del espectro político, se establecieron en América Latina y echaron raíces profundas.

Sin embargo, la relación de España con América no puede restringirse a la mera evocación de un pasado, a veces cruel y controvertido. Inspirados en un nuevo concepto de igualdad, hermandad y cooperación, hemos forjado instituciones, más sensibles a la realidad de nuestros inmensos místicos vínculos culturales, étnicos, políticos, sociales y económicos con un nuevo espíritu.

España está asociada a nuestro presente y nos acompaña hacia el futuro de la región. La Cumbre Iberoamericana, que inauguraremos dentro de una semana en Salamanca, y que nació bajo la enseña del quinto centenario para transformarse en un nuevo símbolo de unidad entre nosotros es una demostración de ello. La presencia en la Organización de Estados Americanos de un embajador de España, como también de Italia y de Francia, es también una manifestación del deseo y la voluntad de esos países de vincularse mucho más estrechamente con nuestra región

En la década de los 90, se han instalado en nuestra región más de 800 empresas españolas, numerosas de ellas de las más grandes. La región representa el 5.6 por ciento del total de exportaciones de España y el 5.8 por ciento del total de importaciones de ese país. El último estudio del Club de Exportadores de España, publicado en mayo del 2005, resulta particularmente motivante. América Latina es el destino predilecto para inversionistas españoles, por encima de Europa del Este y Asia.

La utopía se va haciendo cada vez más real. No sólo no reniega del pasado, lo examina, aprende de el, lo abraza y lo acoge con esperanzas renovadas, con la fuerza de la tolerancia y la diversidad para forjar una síntesis de atributos, razas, culturas, tradiciones, valores y costumbres.

En el proceso de revivir y recrear esta tradición, hemos visto el fin de la esclavitud, la servidumbre, del colonialismo, de las dictaduras. Nuestros pueblos han sido testigos y tienen el privilegio de comenzar a hacer parte de una nueva civilización, que quiere descansar plenamente sobre el ideal democrático. Ese es el gran reto del siglo XXI para quienes aspiramos a una sociedad más equitativa, más participativa, más transparente, más justa y más segura. Después de quinientos años, un nuevo mundo.

Muchas gracias.