Discursos

EXCELENTÍSIMO SEÑOR MARTÍN TORRIJOS, PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE PANAMÁ
DURANTE LA SESIÓN PROTOCOLAR DEL CONSEJO PERMANENTE DE LA OEA

29 de abril de 2005 - Washington, DC


Señor Presidente Encargado del Consejo Permanente, embajador Rodolfo Hugo Gil;
Señor Brian Stevenson, Representante del Secretario General Interino,
Señores Representantes Permanentes;
Invitados especiales;
Señoras y señores:

El siete de septiembre de 1977, en este Salón de las Américas, se firmaron los Tratados del Canal entre Estados Unidos y Panamá. En ese acto solemne que contó con el decidido y decisivo respaldo de los países miembros de la Organización de Estados Americanos, mi padre, Omar Torrijos Herrera y Jimmy Carter, pusieron un sello definitivo al destino de la ruta interoceánica. Aprovecho esta ocasión para reiterar una vez más el agradecimiento permanente del pueblo panameño al generoso, desprendido y fraternal apoyo de los pueblos americanos y sus gobernantes para que con los auspicios de la OEA se alcanzasen los acuerdos.

A partir de la firma de los Tratados Torrijos-Carter, quedaron atrás las controversias, se olvidaron las viejas disputas y una nueva y más fructífera relación, que se ha mantenido e incrementado, se estableció entre Estados Unidos y Panamá, y entre Estados Unidos y América Latina.

En la OEA quedó abierto el Protocolo de Adhesión de los Estados al Tratado de Neutralidad del Canal, uno de los pactos firmados. Me permito exhortar a los Estados americanos que aún no se han adherido, para que nos ayuden con su apoyo a que esa importante vía marítima que está al servicio del comercio mundial, siga manteniendo para siempre su condición de neutralidad, la cual constituye para nosotros un compromiso de obligatorio y necesario cumplimiento.

El Canal, luego de un período de transición de veintitrés años, dentro del cual Estados Unidos y Panamá colaboraron de manera puntual y entusiasta, pasó a manos panameñas el 31 de diciembre de 1999. Hoy ese instrumento del comercio mundial se administra de manera eficiente y provechosa, incluso mejor que bajo la administración norteamericana hecho que ha sido reconocido en reiteradas ocasiones por altos funcionarios de Estados Unidos y por empresarios de empresas usuarias del Canal.

Es cierto que Panamá ha recibido grandes beneficios con la reversión del Canal y las tierras y aguas adyacentes pero también estamos asumiendo una gran responsabilidad. Estamos estudiando la posibilidad de ampliar el Canal para que sus instalaciones puedan transitar más buques, y puedan ser utilizadas por aquellos que hoy no pueden hacerlo por el tamaño de las actuales esclusas, construidas a principios del siglo pasado.

La Constitución Política de Panamá establece que tal decisión sólo puede ser adoptada en un referéndum nacional. Y así habrá de hacerse. No obstante, creo mi deber como Presidente de Panamá informar a esta Organización, tan ligada a la suerte del Canal, los estudios que se adelantan para la modernización de la vía.

Quiero reiterarles en esta ocasión, el reconocimiento por los esfuerzos que la OEA, que ustedes tan dignamente representan, desarrollan en beneficio de los pueblos de América. No es tarea fácil la de construir y preservar las democracias en una región en la que todavía hay tantas injusticias y desigualdades, en la que amplios sectores de la población viven casi en total estado de marginación y en situaciones de pobreza y peor aún, de pobreza extrema.

Frente a estos males endémicos, los gobernantes no tenemos otra alternativa que la de enfrentar con coraje y determinación los problemas para procurar así las soluciones. En lugar de buscar el aplauso fácil, de pensar en las próximas elecciones, hay que luchar para beneficiar a las presentes y futuras generaciones. Algunas de las medidas que tenemos que adoptar, no son sin embargo de las más populares, pero sí son necesarias si se pretende mejorar la salud, la vivienda, la educación y las condiciones de vida de los más necesitados.

Conozco los esfuerzos que ustedes hacen en la OEA para evitar que se produzcan retrocesos en los afanes para la consolidación de nuestras democracias y la perseverancia con que luchan, a veces en condiciones adversas, para que se amplíen nuestras libertades y se protejan y defiendan los derechos humanos.

El próximo lunes dos de mayo, la Asamblea General se reunirá para escoger al Secretario General de esta Organización. Agradezco la distinción otorgada a Panamá para presidir la Asamblea. Mi gobierno hizo esfuerzos para una candidatura de consenso para rodear al Secretario General con una sólida unidad continental. No obstante, estoy convencido de que quien ocupe la Secretaría General, ejercerá sus funciones de manera integradora, velará por los intereses de todos los países americanos y trabajará en estrecha colaboración con el Consejo Permanente y con los demás órganos de esta importante entidad interamericana.

Muchas veces nos acordamos de que existe una OEA cuando se producen controversias entre Estados, que felizmente son pocas en el continente americano, o cuando surgen situaciones capaces de afectar el desarrollo del proceso político institucional democrático o el legítimo ejercicio del poder, o al darse alteraciones del orden constitucional en algún Estado miembro. En efecto, es conveniente que la OEA actúe en estas circunstancias, tal como lo ha hecho en el pasado en diversos países y tal como lo hizo en octubre del año pasado en Nicaragua y hace pocos días en Ecuador. Ojalá que en esta Nación hermana, con la ayuda de la Misión de la OEA, se fortalezca la gobernabilidad y se preserve el pleno respeto del orden democrático.

Sin embargo, la OEA lleva a cabo muchas otras actividades, de esas que ayudan al desarrollo integral previsto en la Carta de la Organización de Estados Americanos. Para tales fines, ese desarrollo abarca los campos económico, social, educacional, cultural, científico y tecnológico. Los gobernantes de los estados miembros estamos deseosos de que pronto se apruebe la Carta Social y el Plan de Acción que serán dos respuestas importantes para promover el desarrollo y disminuir la pobreza.

Sé que la OEA sufre de grandes carencias presupuestarias, que no le permiten llevar a cabo las múltiples funciones que le asignan los documentos orgánicos y los mandatos que emanan de las Asambleas Generales. En consecuencia, el Gobierno de Panamá ha manifestado su anuencia para que se haga el necesario ajuste en el presupuesto de la OEA y estoy seguro que para este gesto necesario y solidario, se producirá consenso entre nuestros países.


Señores Representantes Permanentes:

Permítanme que aproveche esta ocasión para rendirle merecido homenaje a uno de los dos principales negociadores de los Tratados Torrijos-Carter, recientemente fallecido.

Me refiero a Sol Linowitz, gran abogado, empresario de éxito y destacado hombre público. Se le designó en marzo de 1977 y que tal el impulso que le imprimió a su participación en el proceso de negociaciones que en seis meses de gestión éstas culminaron.

Nos conmueve su partida física, porque los panameños lo consideramos un gran amigo, pero en la memoria de nuestro pueblo seguirá estando presente su figura y el espíritu de justicia y de equidad con que negoció los Tratados más importantes en la relaciones entre Panamá y Estados Unidos.

Cuando construyamos el Parque Torrijos-Carter en un área revertida a las orillas del Pacífico de la ciudad capital de nuestro país, se honrará de forma permanente a Sol Linowitz, negociador de los Tratados del Canal de Panamá.

Deseo darles las gracias al Presidente Encargado del Consejo Permanente, Rodolfo Hugo Gil, al señor Brian Stevenson y a los miembros del Consejo Permanente por la gentileza de recibirme y escuchar mis palabras.

Para terminar, quiero expresar mis mejores deseos para que la OEA siga cumpliendo con los postulados que consagra el artículo primero de la Carta de la Organización, como son los de lograr un orden de paz y de justicia entre los Estados Americanos, fomentar la solidaridad, robustecer su colaboración y defender su soberanía, su integridad territorial y su independencia, así como promover y consolidar la democracia representativa dentro del respeto al principio de no intervención. Sin olvidar, por supuesto, que la no erradicación de la pobreza crítica constituye un obstáculo al pleno desarrollo democrático de los pueblos del hemisferio.


Muchas Gracias