Discursos

PRESIDENTE DEL CONSEJO PERMANENTE EMBAJADOR MANUEL MARÍA CÁCERES, REPRESENTANTE PERMANENTE DE PARAGUAY ANTE LA OEA
EN LA SESION INAUGURAL DEL 122° PERIODO ORDINARIO DE SESIONES DE LA COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS

24 de febrero de 2005 - Washington, D.C.


Señor Presidente de la CIDH, Dr. Clare Kamau Roberts

Primera Vicepresidenta de la Comisión Interamericana, Dra. Susana Villarán

Segundo Vicepresidente de la Comisión Interamericana, Dr. Paulo Sergio Pinheiro

Señores miembros de la CIDH;

Señor Secretario General, Embajador Luigi R. Einaudi;

Señor Secretario Ejecutivo de la CIDH, Dr. Santiago Canton;

Señores Representantes Permanentes de Estados miembros de la OEA;

Señores Observadores;

Invitados especiales y amigos,

En nombre del Consejo Permanente de la Organización, tengo el honor de dirigirme a la mesa directiva y a los distinguidos miembros de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en ocasión de esta sesión inaugural de su 122º período ordinario de sesiones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. El inicio de un período ordinario de sesiones de la CIDH siempre genera un interés muy especial para todos nosotros, particularmente debido al papel de garantía colectiva que tenemos los Representantes de los Estados miembros.

Está visto y reconocido que la Comisión Interamericana ha acumulado una invalorable experiencia como órgano principal de protección de los derechos humanos en la región durante más de 40 años de funcionamiento, y a la vez se ha ganado el respeto y reconocimiento de los habitantes de la región. Los primeros años de trabajo de la CIDH se caracterizaron por el afianzamiento del sistema interamericano de derechos humanos, y tuvo ante sí desafíos como el de generar la conciencia de respeto por la democracia y las garantías fundamentales de toda persona. Durante los siguientes treinta años, el ocaso de las dictaduras latinoamericanas que incurrieron en violaciones sistemáticas de derechos humanos dio lugar a una definición actualizada de la democracia como el mejor y más deseable de los sistemas de gobierno para el desarrollo, la promoción y la protección de los derechos fundamentales. El aumento de la colaboración de los Estados miembros con la CIDH a través de las últimas décadas ha hecho posible ampliar la efectividad de la protección de los derechos y libertades fundamentales y la obtención de justicia en incontables casos individuales.

Los logros referidos no habrían sido posibles sin el reconocimiento de la independencia de la Comisión Interamericana por parte de los Estados miembros, manifestada tanto en las resoluciones del Consejo Permanente y la Asamblea General como en la práctica cotidiana. Al respecto, cabe destacar que el Embajador Luigi Einaudi, Secretario General ha adoptado recientemente las medidas que permiten asegurar a la Secretaría Ejecutiva de la Comisión Interamericana la debida independencia y jerarquía dentro de la estructura de la Secretaría General. Esta reforma estructural contribuye al perfeccionamiento del sistema interamericano de derechos humanos, en cuanto respeta “el fortalecimiento de la autonomía de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en el marco de lo dispuesto en la Carta de la Organización, la Convención Americana sobre Derechos Humanos, el Estatuto y Reglamento de la CIDH”. El mensaje citado representa el consenso de los Estados miembros, expresado en una de las resoluciones del más reciente período ordinario de sesiones de la Asamblea General celebrado en Quito, Ecuador.

Quisiera igualmente mencionar la necesidad de dar continuidad y seguimiento al proceso de reflexión iniciado por los Estados, la CIDH y la Corte Interamericana con miras al fortalecimiento del sistema interamericano de derechos humanos. Dicho proceso recientemente fue revitalizado, teniendo en cuenta que el 120º período extraordinario de sesiones de la Comisión Interamericana, que tuvo lugar en Ciudad de México en julio de 2004, tuvo como eje central de discusión la evaluación del funcionamiento del sistema para su fortalecimiento.

Por su parte, el Consejo Permanente ha recibido el mandato de la Asamblea General de emprender un amplio proceso de reflexión sobre el sistema interamericano de protección y promoción de los derechos humanos, a cuyo efecto se tomará en cuenta la opinión de los Estados Miembros, la CIDH y la Corte Interamericana, organizaciones no gubernamentales, instituciones nacionales de derechos humanos, instituciones académicas y expertos calificados en la materia. Este proceso gira en torno a los principales retos que enfrenta el sistema interamericano para promover y proteger los derechos humanos en el Hemisferio; las posibles acciones para fortalecerlo y perfeccionarlo; y, por último, la pertinencia de convocar a una Conferencia Interamericana sobre Derechos Humanos. A tal efecto, contamos con fortalecer y ampliar el fluido intercambio entre el Consejo Permanente y la CIDH.

Los Estados miembros se han pronunciado igualmente a favor de la protección universal y la promoción de los derechos humanos para el funcionamiento de las sociedades democráticas, el acceso equitativo y efectivo a la justicia y la participación de todos los sectores de la sociedad en la toma de decisiones públicas.

Hoy más que nunca los Estados Miembros de la Organización debemos reafirmar nuestra alianza en torno a los valores de la democracia y los derechos humanos.

Existe un consenso mundial en que todos los derechos humanos son universales, indivisibles e interdependientes y están relacionados entre sí, y por ello la comunidad internacional, y en este caso la comunidad interamericana debemos tratar los derechos humanos en su conjunto de modo justo y equitativo, en condiciones de igualdad y dándoles la misma importancia.

En tal sentido, la Carta Democrática Interamericana ha incluido entre los elementos esenciales de la democracia representativa el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales, así como el respeto por los derechos sociales y la libertad de expresión y de prensa. Conforme con el artículo 11 “la democracia, el desarrollo económico y social son interdependientes y se refuerzan mutuamente”.

Lamentablemente, la mayoría de los habitantes de un gran número de países que integran la OEA no están incluidos en los beneficios del progreso, y siguen sin poder satisfacer sus necesidades básicas, lo que los torna especialmente vulnerables. Esta circunstancia incide de manera directa en el aumento de la criminalidad y consecuente inseguridad, como lo ha señalado la Comisión Interamericana en el marco de sus funciones de carácter general y en casos individuales.

La gran tarea pendiente consiste en trabajar conjuntamente y en cooperación con miras al disfrute generalizado de los derechos económicos, sociales y culturales a quienes habitan nuestra región. En este esfuerzo no deberíamos quedarnos solos, esta necesidad, este derecho al desarrollo debe ser impulsado solidariamente por todos, especialmente por los países desarrollados, y por que no también, por quienes tienen una gran responsabilidad en este campo, me refiero a los organismos internacionales de crédito. En la medida que alcancemos un equilibrio razonable en la balanza de las relaciones económicas internacionales y en la medida que los escandalosos subsidios agrícolas y las distorsiones del comercio internacional vayan disminuyendo, nuestros pueblos encontrarán alivio en el anhelado proceso de desarrollo y el crecimiento económico con equidad.

Señoras y señores:

Los integrantes del Consejo Permanente seguiremos con mucho interés este período de sesiones, deseosos de continuar contribuyendo a la tarea de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, para lo cual contamos con la activa colaboración de los Comisionados, la Secretaría Ejecutiva, y representantes de la sociedad civil.

El sistema interamericano está en un franco proceso de consolidación, fortalecimiento y perfeccionamiento hemos sido testigos de importantes cambios en los reglamentos tantos de la CIDH como de la Corte Interamericana, que ha reivindicado al individuo como sujeto central del derecho internacional de los derechos humanos.

No olvidemos empeñar esfuerzos en fortalecer y perfeccionar nuestros sistemas nacionales, teniendo en cuenta el principio de subsidiaridad, e igualmente, invitar a los Estados a que sigan acrecentando el diálogo con los órganos del sistema para explorar mecanismos idóneos de solución de los casos y peticiones en trámite, en el marco de la Convención y los instrumentos internacionales de derechos humanos, pues ello es saludable para el sistema y fundamentalmente para los individuos, verdaderos beneficiarios del sistema internacional de protección.

La CIDH tiene por delante un intenso programa de trabajo, que comprende la amplia gama de funciones y mandatos que le han sido encomendados, orientadas a la protección de los derechos y libertades fundamentales de quienes habitan en las Américas. En nombre de mis colegas, formulo sinceros votos para que el 122 período ordinario de sesiones resulte sumamente fructífero y se refuerce el compromiso de las Américas con la promoción y protección de los derechos y libertades fundamentales.

Muchas gracias.