Discursos

EMBAJADOR SALVADOR RODEZNO FUENTES
EN OCASIÓN DE TOMAR POSESIÓN DEL CARGO DE PRESIDENTE DEL CONSEJO PERMANENTE DE LA OEA

14 de octubre de 2003 - Washington, DC


Señores Representantes Permanentes y Observadores Permanentes ante la Organización de los Estados Americanos
Señor Secretario General
Señor Secretario General Adjunto
Señoras y señores

Es para mí un honor asumir la Presidencia del Consejo Permanente de la Organización en representación de mi país, y compartir con Uds. la responsabilidad de avanzar en el desarrollo de nuestra agenda hemisférica, en concordancia con lo establecido en la Carta de nuestra Organización y otros instrumentos pertinentes, así como en el cumplimiento de los mandatos que emanan de nuestras Asambleas y Cumbres y en el tratamiento de temas que los Gobiernos por Uds. representados tengan a bien proponer para su consideración.

En los últimos años hemos venido insistiendo constantemente en las circunstancias tan especiales que nos ha tocado vivir en el seno de esta Organización durante las últimas décadas. El advenimiento del Siglo XX, apenas iniciado y ya tan repleto de acontecimientos sobresalientes, entre los cuales la tragedia del 11 de septiembre de 2001 sigue marcando un hito, trajo consigo desafíos, retos y amenazas peculiares, así como maravillas de la ciencia y la tecnología que abren nuevas e inusitadas rutas en las comunicaciones, transformando al mundo en una aldea global.

Hace pocos días nuestro Secretario General Doctor César Gaviria mencionaba que sin duda alguna el Siglo XXI en sus albores, encuentra a gran parte de nuestro Hemisferio en un estado de crisis. Crisis que somos capaces de identificar, pero que al parecer no logramos enfrentar con acciones que tengan un efecto lo suficientemente tangible como para que se perciban sus beneficios a niveles concretos.

Es indudable que en grandes sectores de nuestras poblaciones han surgido grandes dudas y persisten serias interrogantes ante retrocesos dramáticos en sus condiciones de vida. El flagelo de la pobreza extrema que da impulso a la emigración masiva, a la violencia, a la inestabilidad y que puede conducir a la ingobernabilidad. El terrorismo, las pandemias, la degradación del medio ambiente, las catástrofes naturales, el delito cibernético. La lista podría extenderse a medida que los temas bajo consideración en nuestra Organización se vuelven más complejos y difíciles de manejar.

Nuestra Organización no sólo no es ajena a estas graves y complejas situaciones sino que está obligada a consagrarse en la búsqueda de soluciones, nuevos principios orientadores, definiciones y acciones prácticas para darle sentido a su existencia en este particular momento histórico de nuestro accionar.

A veces me pregunto si las críticas que en el pasado se han hecho a la Organización acusándola de ser un foro retórico y, como alguien decía, autista, hablando y actuando hacia el interior de su propio ser sin trascender al mundo exterior, son genuinas. Pero soy un hombre prudentemente optimista y me respondo a mi mismo en sentido positivo, porque creo, tal como ya se ha expresado en varias oportunidades, que a medida que los países del Hemisferio han ido abrazando el sistema democrático, empeñándose en su fortalecimiento, la OEA ha ido convirtiéndose en una instancia generadora de soluciones y acciones positivas, que poco a poco van modificando la imagen hasta cierto punto negativa que de ella se tenía.

Participación efectiva en difíciles diálogos conciliadores y procesos políticos. Presencia en comicios electorales. Programas de desminado y procesos de paz. Programas de fortalecimiento de la democracia y de sistemas judiciales. Fortalecimiento del sistema interamericano de derechos humanos. Cooperación regional en temas de tanta envergadura como la lucha contra el narcotráfico y la corrupción, y otros que sería prolijo enumerar.

Me satisface el acercamiento y cooperación que viene teniendo lugar con el Consejo Interamericano para el Desarrollo Integral, de forma que cada vez con mayor frecuencia se desarrolla una labor conjunta que incide positivamente en la organización de importantes foros interamericanos de alto nivel. Nos satisface el trabajo que intenta desarrollar actualmente la Comisión Interamericana de Mujeres y su acercamiento al Consejo Permanente, con el propósito de fortalecer su lucha por el trato equitativo a la mujer en el Hemisferio y en especial la lucha contra la violencia, la inequidad y la pobreza extrema. De igual manera seguimos con interés las negociaciones previstas para avanzar en la discusión de la importante Declaración Americana sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas que se sigue desarrollando con éxito en la Organización.

Estamos abocados actualmente a la realización de importantes foros para consagrarnos a la actualización en temas tan importantes como la seguridad hemisférica y el terrorismo, y para dar continuidad al proceso de Cumbres. La lucha contra la pobreza extrema ha sido tratado en Venezuela como en asuntos de máxima prioridad porque comprendemos que no podemos darnos el lujo de permitir que ese terrible flagelo deteriore nuestras democracias y conduzca a nuestras poblaciones a la desesperación por el desempleo, la inseguridad, la falta de oportunidad, todo lo cual puede llevar a la ingobernabilidad. Es por ello que en la actualidad dedicamos tanto tiempo al análisis de la gobernabilidad, porque percibimos siniestras acechanzas que obliguen a los Estados a trabajar en forma más apropiada, especialmente, en lo que concierne a políticas educativas, de salud, vivienda para evitar que las poblaciones pierdan fé en sus dirigentes.

Sin embargo, muchas de estos proyectos carecen de recursos financieros y ello se debe, en gran parte y no podemos soslayarlo, al agobio de la deuda externa. Una deuda que drena nuestras finanzas y hace imposible la consecución de nuestros planes ambiciosos. Es por ello que para mi país el problema de la deuda, tal como otras delegaciones ya lo han manifestado, debe ser discutido sin duda alguna en nuestros foros hemisféricos y en especial cuando se trata de la lucha contra la pobreza. La exclusión de este tema de nuestras agendas y declaraciones vuelve a nuestras discusiones superfluas y un tanto inútiles.

De manera similar, en el seno de la OEA existe, no me cabe duda, la mejor disposición de cumplir con sus múltiples mandatos y tareas; sin embargo, su estado crónico de crisis financiera, desde hace algunos años, le impide cumplir como debería con sus, cada vez, mayores compromisos, poniendo en precario a veces la consecución de valiosos programas como ser el de adjudicación de becas y desarrollo de proyectos, y la realización de reuniones y foros interamericanos cuya puesta en marcha se percibe como vital para el tratamiento de determinados temas.
Creemos, por consiguiente, que tenemos que abocarnos a un estudio serio y constructivo de la crisis financiera, en comunicación constante con la Comisión de Asuntos Administrativos y Presupuestarios hasta encontrar una solución que nos convenga y nos garantice un más efectivo cumplimiento de nuestras tareas, sin perjuicio de los intereses de los Estados Miembros cuyas particulares realidades económicas deben ser tenidas en consideración.

Finalizo asegurándoles que haré lo que materialmente esté a mi alcance para cumplir con este difícil cometido con responsabilidad y diligencia, teniendo siempre en mente los mejores intereses de nuestra Organización y sus Estados Miembros, encaminándome, como norma, a la búsqueda de consensos y la consolidación de vínculos de cooperación en todos los ámbitos en el desempeño de nuestra tarea, la cual sin más dilación inicio y propongo que entremos a la consideración del primer punto de nuestra agenda para el día de hoy.