Discursos

SEÑORA MARÍA SOLEDAD ALVEAR VALENZUELA, CANCILLER DE CHILE
HACIA LA INSTITUCIONALIZACIÓN DEL DIÁLOGO CON LA SOCIEDAD CIVIL

8 de junio de 2003 - Santiago, Chile


· Señor Secretario General de la OEA

· Señoras Ministras y señores Ministros de Relaciones Exteriores

· Señoras y Señores Jefes de Delegación

· Señoras y Señores Representantes de las organizaciones de la Sociedad Civil

· Señoras y señores Jefes de Delegación de los Estados Observadores

· Señoras y señores Representantes de las Instituciones del Sistema Interamericano

· Señora Secretaria Ejecutiva del Proceso de Cumbres de la OEA

· Señor Director de Flacso Chile

El importante Foro de discusión y análisis que hoy inauguramos responde a la voluntad e interés de los Gobiernos y organizaciones de la sociedad civil de las Américas por compartir propuestas y diagnósticos sobre los temas de mayor relevancia para nuestra región.

Chile le asigna un papel fundamental a la sociedad civil. El Gobierno del Presidente Ricardo Lagos ha suscrito el compromiso político de incorporar la participación ciudadana como un eje fundamental del proceso de reforma del Estado y como un imperativo ético central de la agenda para el desarrollo del país.

Estamos convencidos de que una sociedad civil activa, con presencia en diversos campos del quehacer nacional, permite la ampliación de los procesos de toma de decisión democrática, un mejor desarrollo de las políticas sociales y una gestión más eficiente de las tareas del Estado orientados al bienestar común.

De ahí nuestro permanente apoyo a las acciones que se han ido desarrollando en el sistema interamericano para canalizar el aporte de la sociedad civil. Creemos firmemente que su participación en el proceso de las decisiones públicas contribuye a crear sociedades más pluralistas, equitativas, justas e inclusivas.

Estoy segura que, del intercambio de opiniones e iniciativas que serán discutidas en esta ocasión, surgirán propuestas y análisis que servirán para el debate que efectuaremos en las diferentes instancias de la Asamblea General de la OEA.

Esta reunión, cuyo formato modifica levemente la estructura de encuentros realizados en años anteriores, marca un hito en el proceso destinado a canalizar las inquietudes de la sociedad civil, al constituir la última reunión de carácter informal entre las organizaciones no gubernamentales y los Gobiernos de los Estados Miembros de la OEA. En efecto, durante la Asamblea General esperamos aprobar la resolución “Aumento y Fortalecimiento de la Participación de la Sociedad Civil en las Actividades de la OEA” que, a propuesta de Chile y Canadá, ya fue adoptada por el Consejo Permanente.

Este documento recoge y ratifica las recomendaciones de la resolución del Consejo Permanente CP/RES. 840, texto que delineó un nuevo compromiso de la Organización con la sociedad civil al proponer la institucionalización del diálogo informal entre los gobiernos, la Secretaría General y las organizaciones de la sociedad civil.

Tras la aprobación de la resolución en esta Asamblea General, el diálogo con la sociedad civil será integrado como una actividad regular dentro de la agenda de las futuras Asamblea Generales. Esta decisión cierra una importante etapa y abre un nuevo ciclo en los esfuerzos por promover la participación ciudadana en las actividades de la OEA, entregando una señal política clara a todo el hemisferio sobre la voluntad de inclusión de esta Organización.

En el día de hoy tenemos dos temas que concitan la atención por su importancia y actualidad: la “Gobernabilidad Democrática en las Américas” y el “Fortalecimiento de la Participación de la Sociedad Civil en las Actividades de la OEA y en el Proceso de Cumbres de las Américas”.

El primero de ellos responde al interés tanto de los Gobiernos como de la ciudadanía por perfeccionar los actuales esquemas políticos. Nuestra región vive un proceso inédito de consolidación democrática y, sin embargo, la ciudadanía tiene la percepción que los canales destinados a acoger sus demandas y necesidades son deficientes.

El ciudadano se siente alejado de las instancias de decisión política; aumenta el número de personas que se abstienen de sufragar en las elecciones; crece el número de escépticos de la política; se acentúa el individualismo y se debilita la noción del bienestar colectivo.

Sucede todo este cuadro a pesar de los avances en la institucionalidad democrática en nuestros respectivos países; y del refuerzo de las instancias nacionales y regionales para proteger y preservar los derechos ciudadanos.

Avanzamos en acuerdos e instrumentos jurídicos para responder a los requerimientos de la población y a pesar de ello no hemos logrado responder a las expectativas de la ciudadanía.

Esta realidad nos obliga a los Gobiernos a buscar mecanismos que permitan dotar de mayor legitimidad política a las decisiones que se adoptan, porque tenemos la convicción que la participación ciudadana es un derecho y una responsabilidad que favorece el ejercicio efectivo de la democracia y contribuye a la gobernabilidad democrática de las Américas.

Los problemas de orden económico y las agudas falencias en el ámbito social que presenta la región constituyen elementos importantes en esta percepción. Pero hay que reconocer que también en la esfera política hay un déficit que influye en la frustración del ciudadano.

De ahí la importancia de analizar fórmulas que permitan perfeccionar el sistema político, mejorando la gestión pública; buscando mecanismos que fortalezcan los partidos políticos -instancias principales para canalizar las demandas ciudadanas-; y las organizaciones de la sociedad civil; dando una mejor y mayor atención a los esfuerzos para consolidar la cultura democrática.

En suma, avanzar hacia un Estado más ágil, que pueda atender las necesidades de la población y ayudar a fortalecer el concepto de ciudadano activo. Es decir, un ciudadano consciente de sus derechos; un ciudadano que se sienta representado y parte de un proyecto común de sociedad.

El segundo de los temas tiene estrecha vinculación con lo anterior. Una mejor y más activa participación de la sociedad civil en las actividades de la OEA y en el proceso de Cumbre de las Américas constituirá un aporte sustantivo a los esfuerzos que se realizan tanto en las diferentes instancias de dicha Organización, como en el citado proceso hemisférico por dar mayor bienestar a nuestra población.

De hecho, los innumerables aportes efectuados por la sociedad civil han permitido exitosos resultados en múltiples ámbitos de nuestro accionar hemisférico y la institucionalización de este diálogo representa la mejor expresión de reconocimiento a este valioso aporte. Los grados de comunicación alcanzados hasta hoy han dejado atrás viejas desconfianzas y proyectan prometedoras perspectivas respecto a la articulación de propuestas en temas de interés conjuntos.

Vivimos un mundo en constante y dinámica evolución, que trasciende los avances tecnológicos o la actividad económica. El ciudadano recibe día a día estas transformaciones e intenta hacerlas suyas. Espera, a la vez, que las estructuras políticas puedan asimilar con la misma rapidez estos cambios, de manera que estén en condiciones de responder oportuna y eficazmente a sus demandas.

En este escenario, las organizaciones de la sociedad civil cumplen un papel relevante. Un Estado que acoge las demandas y preocupaciones de la sociedad civil, que establece los espacios y mecanismos para que ella se exprese, canalice y actúe, generando condiciones de acceso para los más vulnerables, procurando la igualdad de oportunidades para la participación, respetando la autonomía y diversidad de quienes componen esta sociedad, es, sin duda, más democrático y más solidario. Demuestra su preocupación de crear y asegurar un entorno para los representados que permita su realización y contribuye a fomentar las virtudes cívicas y al aumento del capital social.

La participación implica inevitablemente acercar a representantes y representados en una política de inclusión que transparenta y desburocratiza la gestión del Estado, y es clave para la recuperación de la función de critica y control por parte de la sociedad. Las organizaciones de la sociedad civil al ser articuladoras naturales de la voz ciudadana, están en condiciones de percibir y recoger oportunamente sus demandas y proponer fórmulas para darles respuestas.

Las organizaciones de la sociedad civil constituyen una viva y rica expresión de las transformaciones políticas y culturales que ha experimentado la región. La propia esencia de estas organizaciones las hacen parte fundamental en este esfuerzo colectivo en el que estamos comprometidos todos los Estados Miembros de esta Organización por brindar más y mejor bienestar a nuestros ciudadanos.

Es por ello que este encuentro tiene más validez que nunca y las conclusiones del debate serán un valioso aporte para los objetivos antes descritos.

Muchas gracias.