Discursos

YADIRA HENRIQUEZ DE SANCHEZ BARET, PRESIDENTA DE LA COMISION INTERAMERICANA DE MUJERES
ACTO INAUGURAL DE LA SESION EXTRAORDINARIA DEL CONSEJO PERMANENTE SOBRE LA PARTICIPACION DE LA MUJER

25 de noviembre de 2002 - Washington, DC


Señor Presidente del Consejo Permanente, Embajador Denis G. Antoine, representante permanente de Grenada ante la OEA;
Señor Secretario General Adjunto, Embajador Luigi Einaudi;
Excelentísimos Señores Embajadores Representantes Permanentes ante la OEA y Observadores Permanentes
Distinguidas Señoras Ministras, Gobernadoras, Senadoras, Diputadas y Panelistas;
Delegadas ante la CIM,
Señora Sandra Honore, Jefe de Gabinete del Secretario General Adjunto;
Señora Coordinadora Ejecutiva de la Unidad para la Promoción de la Democracia. Elizabeth Spehar,
Señorita Secretaria Ejecutiva de la Comisión Interamericana de Mujeres, Carmen Lomellin ;
Señoras y señores invitados especiales


Es un alto honor para mí que, mi primer acto oficial como Presidenta de la CIM sea la participación en esta Sesión Extraordinaria del Consejo Permanente. Permítanme felicitar a todos los responsables, de que este evento esté dedicado al análisis del tema sobre la “Participación de la Mujer en los Procesos Políticos” en conmemoración al primer año de vigencia de la Carta Democrática Interamericana. Este instrumento, además de su trascendencia como renovación del compromiso de los Estados de fortalecer y consolidar la democracia en las Américas, destacó como uno de los elementos fundamentales para la promoción y ejercicio de la cultura democrática, la participación plena igualitaria de la mujer en las estructuras políticas de sus respectivos países.

En primer lugar, y como Presidenta de la CIM, electa por consenso por los Estados Miembros de la Organización, me enorgullece decir que el origen del organismo especializado que represento, estuvo centrado en la necesidad de lograr la participación femenina en los procesos políticos, sociales y económicos y en promover las acciones necesarias para consolidarla y fortalecerla. Debo recordar que, este primer organismo gubernamental en el mundo, nacido en 1928 tuvo el propósito expreso en sus inicios de asegurar el reconocimiento de los derechos civiles y políticos de la mujer de las Américas ya que solo un país, en ese entonces, había reconocido el derecho al voto para la mujer.

Hoy, no existe ningún país del Hemisferio donde la mujer no haya logrado el derecho al voto bajo las mismas condiciones que el hombre. Y creo que es justo y apropiado destacar también, que fue la CIM la que en 1948 logra la aprobación de la Convención Interamericana sobre la Concesión de los Derechos Políticos a la Mujer y la Convención Interamericana sobre la Concesión de los Derechos Civiles a la Mujer. La aprobación de estas dos convenciones fue un esfuerzo pionero.

En segundo lugar, y como mujer dominicana, tengo que decirles que este día, 25 de noviembre, tiene un significado especial para todo el movimiento de mujeres del mundo y muy particularmente, para el movimiento de mujeres de mi país. Con profundo orgullo y con inconmensurable tristeza recordamos hoy el Día Internacional de la no Violencia contra la Mujer, instituido por resolución de las Naciones Unidas, como iniciativa del gobierno de República Dominicana y apoyado por más de 60 Estados. Un día que fue escrito en la historia del mundo con sangre de tres mujeres dominicanas, asesinadas en esta fecha, por haber tenido la inquebrantable ambición de lograr la libertad política y la democracia en su país, mi querido país, República Dominicana.

Por ser portadoras de esa llama de convicción, por desafiar las estructuras conformistas, Minerva, María Teresa y Patria Mirabal pagaron con sus vidas el ideal de un país democrático. Son un ejemplo de liderazgo, de lucha por la libertad y un modelo de ciudadanas. Las hermanas Mirabal son y serán recordadas por sus heroicas acciones y creencias, por la influencia marcada que dejaron en la vida de muchas personas que las ven como inspiración para el logro de un futuro mejor, libre de tragedias que devastan la vida de mujeres y niñas, fracturan comunidades y crean barreras para el desarrollo de nuestro Hemisferio.

El criterio que da valor a la democracia, o que da el fundamento básico de su funcionamiento, está en la igualdad como valor intrínseco, así como el respecto irrestricto de los derechos humanos y las libertades fundamentales de todas las personas, mujeres y hombres. La limitación total o parcial de su ejercicio o reconocimiento a cualquiera de ellos, implica el desconocimiento de los principios básicos de la misma.


Hoy nadie puede negar la importancia de la participación política de hombres y mujeres en los procesos democráticos y en el desarrollo. Por ello todas nuestras sociedades deben generar medios que garanticen el ejercicio de este derecho por parte de todas las personas. De algún modo, las medidas de acción afirmativas, que tienen este propósito, resultan insuficientes.

Es importante destacar y lograr que se lleven a la práctica las iniciativas de la Asamblea de la OEA, que marcan orientaciones definidas de la voluntad política del hemisferio de avanzar en este sentido. Me refiero concretamente, a la aprobación del Programa Interamericano sobre la Promoción de los derechos humanos de la mujer y la Equidad e Igualdad de Género. Este importante documento, adoptado en el año 2000, establece entre sus objetivos generales promover la participación plena e igualitaria de la mujer en todos los aspectos del desarrollo económico, social, político y cultural. Entre los objetivos específicos, señala la participación plena e igualitaria de la mujer en la vida política del país y en la toma de decisiones a todos los niveles.

Es igualmente importante hacer presente que los Jefes de Estado y de Gobierno de las Américas, en Plan de Acción de la Tercera Cumbre de las Américas, en el capítulo sobre igualdad de género, reconocen “que la potenciación de la mujer, su plena e igual participación en el desarrollo de nuestras sociedades, y su igualdad de oportunidades para ejercer liderazgo, son fundamentales para la reducción de la pobreza, la promoción de la prosperidad económica y social, el desarrollo sostenible centrado en el ser humano, la consolidación de la democracia y la resolución de conflictos, y para el desarrollo de alianzas comunes entre mujeres y hombres; reconociendo además que estos principios son la base para promover la igualdad de género y los derechos humanos de la mujer en las Américas, y para trabajar hacia la eliminación de la amplia gama de desigualdades aún existentes”.

El proceso histórico obliga de manera perentoria a la plena incorporación de la mujer en la vida política. Si miramos al futuro, vemos que es necesario que se asegure la participación de la mujer en los cargos directivos y electivos en igualdad de condiciones con el hombre, concientizando al electorado para que se solidarice con las candidaturas femeninas, colabore con ellas y las apoye. Es necesario lograr que las agrupaciones y asociaciones femeninas desempeñen un papel activo, asegurando que los temas relacionados con la mujer sean debatidos en las campañas políticas.
La participación en la vida política supone un necesario entrenamiento para la “toma de decisiones políticas”, y este entrenamiento ha estado ausente en la vida de una gran mayoría de la población. Ello ha tenido como consecuencia que seamos aún muy pocas las tenemos oportunidades reales de participar plenamente en este ámbito.

Los temas de la mujer son temas universales en todos sus aspectos, transcienden las fronteras nacionales y los continentes. Se trata de los derechos humanos y estos incluyen tanto a las mujeres como a los hombres. Indistintamente de nuestras historias particulares, de nuestras geografías y espacios, nuestra propia condición de mujer nos une a todas las mujeres de este continente

Es necesario, que consigamos que los partidos políticos, grupos gremiales y sindicales, que aún no lo han hecho, organicen programas de capacitación para la formación de líderes femeninas, como uno de los mecanismos para lograr que la mujer participe activamente en la política. Es necesario realizar estudios para identificar las barreras que impiden o limitan la participación de las mujeres en la política. Es necesario, realizar campañas a través de los diversos medios de comunicación social para eliminar las imágenes estereotipadas de hombres y mujeres, divulgando la diversidad de las mujeres en nuestras sociedades y su verdadera contribución al desarrollo.

No debemos olvidar que la situación de inferioridad que sufre la mujer es a veces el resultado de la legislación formal, pero también puede serlo debido a prácticas sociales lesivas que no han sido enfrentadas por la ley.

Si bien las manifestaciones legales particulares de subordinación de la mujer varían de un país a otro, también hay coincidencias llamativas. En la familia, los derechos legales de la mujer para adoptar decisiones, controlar recursos, heredar, contraer matrimonio y divorciarse, entre otros, son deficientes en muchos países. En el trabajo, sea en el sector formal o en el informal, el papel de la mujer aún no es conocido suficientemente y la explotación de la mano de obra femenina a menudo está avalada por la ley. La violencia contra la mujer en sus numerosas manifestaciones (desde la violación y los castigos físicos hasta la trata, y aún el asesinato de mujeres) puede encontrarse en todos los países del mundo. En la mayoría, el derecho penal ignora la gravedad del problema e inclusive la población asume una actitud pasiva al respecto.

Esto se debe a las nociones de sexualidad femenina inculcadas en la ley y en la conciencia popular, que permiten tolerar y depreciar la violación de los derechos inalienables y fundamentales a la vida y a la integridad física.

Debemos encontrar las soluciones a nuestros problemas. Unidos por conceptos que transcienden los preceptos partidarios, usemos la fuerza que representamos para ayudarnos y así ayudar a nuestros países. Lo importante es que sigamos avanzando para forjar simientos de solidaridad, haciendo nuestro camino en base al diálogo y la reflexión, solo asi podremos ir perfeccionando nuestros conceptos, nuestras estrategias y nuestras posibilidades de superación.

Para finalizar, voy a compartir con ustedes una cita atribuida al extraordinario escritor Colombiano, Gabriel García Márquez, que puede resultar estimulante para concientizar sobre los aportes y responsabilidades que pueden tener nuestras acciones en el futuro:

“La única nueva idea que puede salvar a la humanidad en el siglo XXI es que las mujeres tomen la gerencia del mundo. Yo creo que la hegemonía de los hombres ha derrochado una oportunidad de 10.000 años. Nosotros los hombres hemos menospreciado y ridiculizado la intuición femenina y por otra parte, nosostros la hemos sacrificado históricamente a nuestras ideologías, casi todas ellas absurdas o abominables”.

En tal sentido pienso que, el aporte que cada ser humano puede hacer a los procesos de desarrollo, tanto a nivel nacional como internacional, señala como impostergable la necesaria igualdad de oportunidades en la construccion de una sociedad mas justa y equilibrada. El pasado es nuestro testigo, el futuro es responsabilidad de todos y todas.

Muchas gracias.