Discursos

CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
VIII REUNIÓN INSTITUCIONALIZADA DE MINISTROS DE RELACIONES EXTERIORES DE LOS PAÍSES DEL GRUPO DE RÍO Y DE LA UNIÓN EUROPEA

11 de febrero de 1998 - Ciudad de Panamá, Panamá


Quiero en primer lugar agradecer al Gobierno del Presidente Pérez Balladares la invitación para dirigirme a Ustedes en esta VIII Reunión Ministerial entre el Grupo de Río y la Unión Europea.
Hace un año, tuve también el privilegio de asistir a la VI Reunión Ministerial realizada en Holanda, ocasión en la que informé a los ministros sobre los alcances de la Cumbre de Desarrollo Sostenible de Santa Cruz, la cual permitió encontrar una dimensión regional que haga operativos los conceptos aprobados en la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro. Vemos con satisfacción que esa visión es también compartida por Europa, en los textos de las Declaraciones Ministeriales de Cochabamba y de Noordwijk.
Hoy vemos que la convergencia de criterios entre el Grupo de Río y la Unión Europea es cada vez mayor. A una tradicional vinculación histórica y cultural, hoy se han unido prácticas y valores políticos comunes, enraizados en un profundo compromiso con la democracia y la preservación de los derechos humanos.
Esto ha permitido, también, construir con la Unión Europea un importante y creciente espacio de entendimiento y cooperación que se ha traducido en la adopción de criterios comunes en temas globales como la lucha contra las drogas, el multilateralismo o el desarrollo sostenible. Asimismo, ha generado un notable aumento de los flujos de inversión e intercambio comercial y, en nuestra región, la Unión Europea se ha convertido en la principal fuente de cooperación al desarrollo.
Hace pocos días tuvimos el honor de recibir al Vicepresidente de la Comisión Europea, Manuel Marín, en la OEA, ocasión en la que hemos podido apreciar los conceptos europeos para enfrentar problemas comunes, que rebasan las prácticas unilaterales y hacen énfasis en los estímulos, y en un creciente entorno de entendimiento y mutuo acuerdo. Asimismo fuimos informados sobre los acelerados avances en la vinculación de los procesos subregionales de integración de América Latina con la Unión Europea. Es destacable la importancia creciente de esas relaciones, tanto con el Caribe a través de la convención de Lomé, con los países de Centroamérica, además de la nueva y pujante relación con Mercosur y Chile, con México , y con la Comunidad Andina. También fuimos informados de la profundización del valioso dialogo político que se ha alcanzado con el Grupo de Río.
Señores Ministros: Nuestras regiones viven hoy momentos de cambio en beneficio de una mayor integración. La Unión Europea vive ahora el comienzo de una mutación profunda, justamente bajo la presidencia británica. La UE dará los primeros y cruciales pasos en dos de sus objetivos de mayor alcance: la Unión Económica y Monetaria y el proceso de ampliación de sus miembros. América Latina y el Caribe están también marchando hacia un intenso proceso de integración basado en el regionalismo abierto y el fortalecimiento del multilateralismo. La OEA ve con interés este diálogo permanente entre ambas regiones, donde se fortalecen los lazos de cooperación, comercio y concertación política.
La OEA esta dispuesta, cuando así se lo considere oportuno, a servir de instrumento técnico y operativo para ejecutar programas de cooperación que eventualmente se acuerden en temas como el apoyo al fortalecimiento de las instituciones democráticas, la protección de los derechos humanos, la búsqueda del desarrollo sostenible o el impulso a
una política social basada en el fortalecimiento de la educación ; o la lucha contra los males que aquejan a nuestras democracias: impunidad, inseguridad, narcotráfico o corrupción.
Estamos también dispuestos a prestar la cooperación que así dispongan los señores ministros en la etapa de preparación de la próxima Cumbre América Latina y el Caribe – Unión Europea.
Estamos seguros que ese encuentro servirá para consolidar aun más este mecanismo de diálogo y cooperación iniciado con la Declaración de Roma de 1990.
Para la organización que represento, estos 8 años de diálogo son motivo de complacencia, pues el Grupo de Río en sus orígenes suplió muchas de las funciones que la OEA no atendió atrapada en las posturas de la Guerra Fría y se ha transformado para convertirse en el depositario de la voluntad de concertación política de los países latinoamericanos en el horizonte de encontrar consensos y acciones colectivas frente a los grandes temas de nuestro siglo.