Discursos

CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
CONFERENCIA DE PAZ Y DEMOCRACIA DE CENTROAMÉRICA

23 de octubre de 1994 - Tegucigalpa, Honduras


"En los años por venir debemos promover y fortalecer la democracia, tener un papel más activo en la prevención de crisis, buscar un proyecto político para profundizar los mecanismos de participación ciudadana, de descentralización del Estado, de fortalecimiento de los poderes legislativos y de seguridad ciudadana. Debemos encontrar los mecanismos que nos permitan robustecer el prestigioso sistema de derechos humanos y trabajar en el fortalecimiento de los sistemas nacionales y de la promoción de derechos como parte de la acción colectiva".

Quiero, en primer lugar, agradecer a los Presidentes, y en particular al Presidente Reina, por esta oportunidad excepcional para profundizar sobre el tema de paz y desarrollo en Centroamérica en las últimas décadas, así como sobre su futuro.

En pocas regiones del mundo se dieron con más intensidad los conflictos de la Guerra Fría. En ninguna otra región de América, las desigualdades y las condiciones de atraso constituyeron el germen de un espíritu de confrontación que condujo a Centroamérica a numerosos enfrentamientos. Estos, con todas sus terribles consecuencias de violencia, han hecho madurar lentamente su democracia hasta conformar una sociedad más pluralista, más tolerante, con un mayor sentido del respeto por las minorías, de la importancia de una mayor participación ciudadana y con una más clara valoración del consenso, de la concertación, y del diálogo y la conciliación dentro de su vida política.

En el frente económico tiene también Centroamérica bastantes logros y buenas perspectivas. En general, la crisis de la deuda produjo un vuelco en toda la política económica de América Latina y condujo a una mayor promoción de los mecanismos de mercado, una mayor independencia de la banca central, una posición externa más sólida, un mejoramiento de las reglas para la inversión privada y extranjera, una mayor disciplina fiscal, y economías y mercados más libres y transparentes.

El avance en el campo económico ha sido enormemente útil para recuperar un clima de optimismo en la economía centroamericana, para recuperar buenos niveles de inversión extranjera en algunos países, al mismo tiempo que crece en otros la inversión privada y la pública. Así mismo, ha contribuido a garantizar un mejor acceso a nuevos mercados y, en general, a que el mundo mire a Centroamérica, no como una tierra de conflicto, sino como una tierra de oportunidades.
Es posible afirmar que la notable mejoría en los campos político y económico han traído a Centroamérica una nueva agenda, que incluye nuevas prioridades: el desarrollo sostenible, la mejoría en la distribución del ingreso, el avance hacia el libre comercio y el fortalecimiento del Estado democrático.

No obstante, si Centroamérica quiere dar un gran salto adelante, no puede simplemente congratularse de con sus avances en lo económico y en lo político. Tal y como sus Presidentes lo han comprendido y han tenido el liderazgo para acometerlo, Centroamérica necesita dar ese salto para tener Estados que puedan garantizar a todos y cada uno de sus habitantes sus derechos fundamentales, particularmente en lo que hace referencia a la protección de los derechos humanos y a la prestación de los servicios públicos de seguridad, justicia, salud, educación, recreación, agua, saneamiento básico y un medio ambiente sano.

¿Cómo vamos a conseguir estos objetivos? Para comenzar quisiera señalar que afrontar el tema de la desigualdad implica dos elementos fundamentales. El primero es garantizar buenos niveles de crecimiento económico. Para ello, es muy importante preservar las actuales orientaciones económicas, incluidas las del libre comercio, la consecución de un sistema impositivo que funcione mejor, garantizar el equilibrio fiscal y el de las cuentas externas, dar flexibilidad a la legislación laboral y afirmar el clima de confianza, de estabilidad política y de solución de los conflictos internos que se ha venido consolidando.

Pero esto está muy lejos de ser suficiente. Recuperar la capacidad del Estado para invertir en el área social, en educación y salud y, en general, en los servicios públicos así como la creación de marcos regulatorios apropiados para la presencia de la iniciativa privada, es también esencial.
La liberación de recursos para hacer inversión social es particularmente importante y constituye una compleja y difícil decisión. Es un asunto de prioridades, ya que si un Estado tiene que invertir sumas crecientes de su presupuesto en energía, en carreteras o en telecomunicaciones, es difícil imaginarse cómo va a disponer de recursos crecientes para la inversión social en salud, educación, justicia y nutrición.
Además, la igualdad o la justicia social solo les llegará con el fortalecimiento y la modernización del Estado y con una redefinición de los instrumentos que tradicionalmente se han utilizado para hacer política social, volviendo ésta más ágil, focalizada en los más pobres y cercana a los ciudadanos.
Por otro lado, debemos ser capaces de aprovechar las nuevas políticas de las instituciones multilaterales de crédito para destinar más recursos a la salud y a la educación, al tiempo que se fortalece la capacidad regulatoria del Estado para abrir espacios para la inversión privada y dejar atrás la pretensión del Estado omnipresente que en todo se encuentra y todo financia.

Es bueno llamar la atención sobre el cuidado que se debe tener en no dejarle atribuir a la reforma económica las condiciones de atraso que padecen nuestros pueblos. En general podríamos decir que los centroamericanos, como todos los latinoamericanos, hemos sido víctimas de una pobreza ancestral que no es atribuible a las reformas económicas recientes. En segundo lugar, la crisis de la deuda significó una caída del producto y por ende del ingreso por habitante.
Las reformas económicas lo que han hecho es empezar a revertir esas condiciones de atraso y las consecuencias de la crisis de la deuda.

En este punto de nuestra disertación, quisiera referirme al tema del desarrollo sostenible y realzar a Centroamérica, como la única región de nuestro Hemisferio que de una manera integral incorpora el medio ambiente a sus políticas de desarrollo; que hace realidad, como propósito colectivo, el derecho de los ciudadanos a gozar de un medio ambiente sano. De una región que está cumpliendo con los compromisos adquiridos por todas la naciones en la Cumbre de Río. Esto, aun cuando representa costos y esfuerzos, les da a los productos y a los pobladores de la región una ventaja comparativa con respecto al resto de los habitantes del mundo.
Es evidente así que en Centroamérica, a diferencia de otras naciones latinoamericanas, ha habido un mejor equilibrio entre los componentes económicos y políticos de la discusión pública. Ha sido posible avanzar en la reforma económica sin que esta absorba la discusión política; se ha podido avanzar en el pluralismo al tiempo que se promueven los mecanismos de mercado. Tal vez es más fácil ver en Centroamérica que en otras regiones, la importancia que tiene el fortalecimiento del Estado democrático transparente o moderno, para consolidar la paz y el desarrollo, y la importancia del cambio político en su obtención.

Aquí las discusiones sobre el equilibrio fiscal o sobre la necesidad de estimular las importaciones o la inversión extranjera no dejaron de lado la necesidad del cambio político, ni de estar conscientes de que lo esencial en los años por venir es cómo el Estado y la Sociedad Civil van a atender a los derechos sociales y no sólo a los derechos políticos, como parte fundamental del desarrollo de las sociedades centroamericanas, y cómo van a mantener la voluntad de continuar en el proceso de construir una democracia más profunda, más participativa.

Dentro de estas tareas quisiera relevar la inmensa ganancia que representa para la región, pasar de la etapa de la resolución de conflictos por la vía del diálogo y la concertación, a la de poner en plena marcha el aparato judicial con elementos de dignificación de la tarea de los jueces, de fortalecimiento de los aparatos investigativos, de centralización de las tareas de instrucción, y de sistematización de la información penal, entre otras. Esta evolución representa también pasar de las soluciones basadas en la autoridad policiva a soluciones basadas en la autoridad judicial, y pasar del imperio de la autoridad a la prevalencia de los derechos de los ciudadanos.

Al mismo tiempo, la sociedad centroamericana debe ser capaz de mover progresivamente recursos del frente de defensa y seguridad a un frente que tenga mucho más relación con la seguridad de cada ciudadano.

También es importante resaltar que ahora los Gobiernos deben dejar de tener estructuras centralizadas, deben ponerse en la tarea de adelantar un programa que permita descentralizar la toma de decisiones. Esto seguramente logrará un mayor equilibrio, una mejor distribución de los recursos del Estado y una mayor capacidad para fiscalizar las actuaciones de los funcionarios públicos. Todo esto ayudará al propósito de la transparencia y eficiencia de la acción pública.

Como Secretario General de la OEA quisiera señalar que la nueva agenda y las responsabilidades que la Organización tiene coinciden plenamente con las preocupaciones y los propósitos de Centroamérica. En estos años por venir hemos de trabajar en promover y fortalecer la democracia, en tener un papel más activo para la prevención de las crisis, en buscar un proyecto político para profundizar en América los mecanismos de participación ciudadana, los de descentralización del Estado, los de fortalecimiento de los poderes legislativos y los de búsqueda de la seguridad ciudadana. De igual manera, debemos encontrar los mecanismos que nos permitan robustecer el prestigioso sistema de derechos humanos y trabajar paralelamente en el fortalecimiento de los sistemas nacionales y de la promoción de derechos como parte de la acción colectiva.
Hemos de complementar a las instituciones multilaterales de crédito y en particular al BID, para aumentar el volumen de recursos y reformar la estructura de los sistemas de salud y educación.

Aspiramos igualmente a que la Organización, trabajando de manera coordinada con el BID y la CEPAL, sea el epicentro de un sistema que reúna información sobre los diferentes aspectos de comercio, tanto económicos como legales. Este centro permitirá un cuidadoso proceso de investigación con el que podamos alcanzar una serie de objetivos, entre los cuales quisiera resaltar, primero, la búsqueda de la convergencia de los distintos acuerdos de comercio del Continente, incluyendo los cinco multilaterales dentro de los que se cuenta el Mercado Común Centroamericano.

Además, este esfuerzo está encaminado a profundizar los acuerdos multilaterales sobre los bilaterales, pues estos últimos pueden crear problemas de desviación de comercio o inversión. Finalmente, deberemos realizar estudios que nos señalen con toda claridad cuáles tendrían que ser las características de los acuerdos comerciales, para que estos claramente beneficien a los países de Centroamérica y el Caribe así como a otras economías del Continente.
Debe ser igualmente posible, con la cooperación de consultores independientes, el que los países definan estrategias de negociación que ayuden en dos propósitos: primero, a que las economías centroamericanas no se rezaguen en cuanto a los avances en libre comercio; y segundo, a que se promueva la incorporación de algunos elementos que hagan más beneficiosos para Centroamérica y el Caribe los acuerdos de comercio.

Nos proponemos igualmente dar todo el soporte a Centroamérica para que su desarrollo sustentable pueda llevarse a buen término y pueda ser utilizado como una experiencia enriquecedora para todos los países de América.
No quiero terminar esta intervención sin resaltar el papel que ha desempeñado Centroamérica en la recuperación de la democracia en Haití. Tuvo esta región una clara política en favor de la utilización de todos los instrumentos que permite la Carta de la OEA para buscar el regreso del Presidente Aristide; y algunos países hicieron valiosa contribución dentro de los mandatos del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a la fuerza multinacional creada por la resolución 940.

Quiero resaltar la particular colaboración del Gobierno de Panamá, cuyo concurso fue fundamental para el desarrollo pacífico del mandato de las Naciones Unidas y de las recomendaciones de los Ministros de Relaciones Exteriores de América, adoptadas por todos nuestros países, así como la particular disposición del Gobierno de El Salvador.
Finalmente, quiero referirme a un tema que nos concierne a todos: la Cumbre de las Américas a realizarse en Miami. Es esta, sin duda, una oportunidad de un enorme valor simbólico que va a permitir no sólo formular los principios para la agenda de América del siglo XXI, sino además definir un plan de acción que permita alcanzar los propósitos de la nueva agenda.

Para su logro, lo fundamental son la acciones de los gobiernos y los pueblos de América, como lo es igualmente que el conjunto de las instituciones del sistema interamericano salgan fortalecidas, y que tanto los organismos internacionales como la sociedad civil contribuyan a esta tarea colectiva de democracia e igualdad.

Señores Presidentes:
Las próximas generaciones los recordarán por el liderazgo, la visión y determinación que ustedes han tenido para mover a Centroamérica hacia nuevos horizontes de paz y desarrollo.