Discursos

CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
XVIII PERIODO ORDINARIO DE SESIONES DE LA COMISION INTERAMERICANA PARA EL CONTROL DEL ABUSO DE DROGAS (CICAD)

17 de octubre de 1995 - Washington, DC


"Hay evidencia de que existe una tendencia creciente hacia la feudalización, dispersión y diversificación del negocio de la droga. Los conceptos que usabamos hasta ahora, tales como países productores, de tránsito y consumidores, han dejado de tener sentido. Ya no hay nadie inmune a ninguna de las facetas del fenómeno de la droga."

Quiero en primer término hacerle llegar por intermedio del Secretario General Adjunto, Embajador Christopher Thomas, y en nombre de la Organización de los Estados Americanos y de sus Estados miembros, un saludo de bienvenida a todas las delegaciones que asisten a este decimoctavo encuentro de la CICAD.

La CICAD se reune en un momento crucial para todos aquellos comprometidos en la lucha contra el flagelo de las drogas. De una parte, la realidad del narcotráfico, del crimen organizado y del consumo de drogas ilícitas ha cambiado aceleradamente en los últimos años. De otra, las estrategias están siendo revisadas y reorientadas para acomodarlas a los nuevos retos que enfrentan los países y a las exigencias ineludibles de la cooperación internacional y multilateral.

Es nuestro deber entender y profundizar en la comprensión de las transformaciones que está sufriendo la estructura del problema de las drogas en las Américas. El narcotráfico es un monstruo mutante que se adapta fácil a las circunstancias adversas. Para que nuestros esfuerzos tengan éxito es entonces necesario que intercambiemos información y unamos esfuerzos para obtener una visión integral y actualizada de dicho fenómeno.

Quizás una de las áreas en las que la CICAD podría contribuir más es en mejorar la calidad de nuestros diagnósticos. No basta con conocer bien la pieza del rompecabezas que le corresponde a cada país. Es indispensable armar el cuadro completo para poder interpretar las tendencias y ajustar las acciones a los desafíos cambiantes. Además, ello nos permitiría un mejor aprovechamiento de los éxitos obtenidos individual y colectivamente.

Permítanme, con la única pretensión de animar el análisis, hacer una breve descripción de las que parecerían ser las nuevas tendencias del problema de las drogas en nuestro Hemisferio.

En primer lugar estamos viendo una modificación sustancial de los patrones de operación del crimen organizado. La fase de ascenso del narcotráfico estuvo caracterizada por una consolidación centralizada y vertical del control sobre las operaciones de producción, procesamiento, tráfico, distribución y lavado de dinero. Los llamados carteles de la droga", asociados con la delincuencia local a largo de todo el continente, eran de verdad una gran multinacional del crimen con tentáculos que se extendían desde los cultivos de coca hasta las esquinas de las grandes ciudades, pasando por los paraísos fiscales y los grandes centros financieros internacionales.

La concentración de los esfuerzos conjuntos en la destrucción de estos núcleos del crimen organizado ha producido resultados altamente positivos. Sin duda el sacrificio del pueblo colombiano, y la solidaridad y el respaldo de los demás pueblos americanos, explica en gran medida que hoy los carteles de la droga --como organizaciones criminales centrales-- sean cosa del pasado. A ello hay que sumarle los éxitos alcanzados en países como Bolivia, Ecuador, México, Panamá, Perú y los Estados Unidos donde los delincuentes encargados de apoyar esta cadena han sido severamente golpeados.

El organigrama y la geografía del delito que prevaleció durante la última década está en crisis. Es esta una oportunidad para asestar nuevos golpes y aprovechar la conmoción que sobre el narcotráfico ha producido la recobrada efectividad de la justicia. Para solo mencionar algunos ejemplos, deberíamos utilizar las actuales circunstancias, que han minado la cadena de la droga, para impulsar con una energía sin precedentes, los programas de sustitución de cultivos y la reducción de la demanda. Ahora que esos mercados de la muerte están desorganizados debemos ofrecer recursos a los campesinos para que abandonen los cultivos y asistencia a los adictos para que se liberen para siempre de la droga.

En el frente del consumo, auncuando parecería existir una moderación en el crecimiento de la demanda de cierto tipo de drogas en algunos segmentos sociales, hay evidencia preocupante que confirma que la droga sigue a la ofensiva. No solo han emergido con fuerza drogas tan peligrosas como la heroína, sino que las drogas sintéticas adquieren cada vez más audiencia entre la juventud. Además, los países de América Latina y el Caribe, que parecían bastante inmunes a problemas masivos de consumo, están observando cómo la droga penetra y destruye a la sociedad, particularmente a los sectores más vulnerables.

Ahora cuando se han ganado batallas decisivas es el momento de agrupar las fuerzas y promover una cooperación más audaz, con horizontes y metas más ambiciosas. De lo contrario, el monstruo mutante del narcotráfico se adaptará al entorno adverso y encontrará nuevas modalidades para operar. De hecho hay evidencia de que existe una tendencia creciente hacia la feudalización, dispersión y diversificación del negocio de la droga. Los conceptos que usabamos hasta ahora, tales como países productores, de tránsito y consumidores, han dejado de tener sentido. Ya no hay nadie inmune a ninguna de las facetas del fenómeno de la droga.

Hago referencia a estos fenómenos para enfatizar algo que Ustedes comprenden bien. La lucha contra las drogas no tiene final, solo comienzo. Nunca podremos bajar la guardia. No importa cuanto se haya avanzado, hay que seguir adelante, porque la droga aprovecha la menor flaqueza para romper la voluntad de los individuos y la firmeza de los Estados.

Ello exige, por lo tanto, una aún mayor dedicación y eficacia de la acción colectiva. Y es sin duda la CICAD la llamada a convertirse, como lo ha sido en el pasado, en el eje de un esfuerzo renovado para hacer más fructífero el trabajo conjunto de los países del Continente. A pesar de la dimensión de los retos por delante, hay bases para la esperanza.

Quizás uno de los factores que más alientan el optimismo es la creciente disposición que han demostrado los países para la cooperación bilateral, regional y hemsiférica en la lucha contra las drogas. Ciertamente, la pedagogía de la CICAD -a través del intercambio de información, el apoyo técnico legal e institucional, y la coordinación de políticas- ha servido para demostrar que es factible enfrentar colectivamente ese fenómeno con eficacia.

Pero hoy debemos ir más lejos. Es sin duda indispensable darle un verdadero alcance integral a la lucha contra las drogas. La lucha debe ser integral en el sentido de que toda la sociedad debe participar en el esfuerzo y no solo un puñado de valientes o de idealistas. La lucha debe ser integral en el sentido que no basta con atacar aisladamente una u otra faceta del fenómeno sino que se requiere una ofensiva simultánea en todas las áreas.

La lucha debe ser integral en el sentido de que sin la cooperación armónica de todos los Estados miembros no será posible derrotar el fenómeno. Y debe ser integral por que su solución involucra tanto las políticas específicas como las instituciones en múltiples esferas de la acción del Estado.

En ese búsqueda de la integralidad y la acción conjunta, quiero informar a la Comisión, que en días pasados la Secretaría General de la Organización ha firmado un acuerdo marco de cooperación con el Banco Interamericano de Desarrollo, que incluye entre sus áreas de trabajo el apoyo a los programas de desarrollo alternativo. La Secretaría Ejecutiva de la CICAD está en el proceso de poner en marcha esta iniciativa.

En sus deliberaciones durante los próximos días estoy seguro que surgirán nuevas respuestas a los interrogantes que tenemos por delante. No tengo duda que la CICAD demostrará una vez más su capacidad de innovación y liderazgo, abriendo horizontes para el esfuerzo conjunto y para la acción colectiva.

Muchas Gracias.