Discursos

CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
EN EL ACTO DE CLAUSURA DE LA REUNION DE PLENIPOTENCIARIOS DE LA CUMBRE DE LAS AMERICAS SOBRE DESARROLLO SOSTENIBLE

21 de noviembre de 1996 - Washington, DC


Hace algunos meses, en reunión que sostuve con el Embajador Casap, Fernando Romero y el Viceministro Aparicio, les manifesté que a mi parecer el Gobierno de ese país concibió y tomo la iniciativa para la realización de una Cumbre de presidentes sobre el tema más complejo imaginable : el desarrollo sostenible. Hoy, cuando felizmente culmina el proceso preparatorio con la clausura de esta reunión de plenipotenciarios, y después de haber sido, a la vez, testigo y partícipe en estos trabajos de preparación de la Cumbre, confirmo esa sentencia que en su momento mis amigos bolivianos recibieron con no poca sorpresa.

Las labores conducentes a la Cumbre de Santa Cruz de la Sierra nos han indicado, una vez más, cuán difícil es llegar a un consenso sobre los elementos constitutivos de la concepción del desarrollo sostenible y sobre las estrategias, politicas e instrumentos para hacerlo operante. Es cierto que en la Cumbre de la Tierra la casi totalidad de los Jefes de Estado consagraron el desarrollo sostenible como la meta hacia la cual nos debemos dirigir en forma colectiva y solidaria todas las naciones del planeta. Pero tenemos que reconocer cuán lejos estamos de transformar esta concepción en una realidad.

No existe ninguna nación que pueda afirmar que se encuentra en la senda del desarrollo sostenible. Apenas si se identifican algunas experiencias sectoriales encaminadas en esa ruta. No contamos aún con teorías, ni modelos macroeconómicos para el desarrollo sostenible, en un mundo en el cual la ciencia económica tiene tanta influencia en la conducción de nuestras sociedades.

La concepción misma del desarrollo sostenible tiene un inconfundible sesgo ambientalista, para buena parte de la opinión pública, para muchos de los responsables de la dirección del estado y para más de un líder del sector privado. Pero del lado opuesto y de manera mas preocupante, no faltan hoy ciudadanos, funcionarios públicos y empresas que bajo el lema del desarrollo sostenible incurren en atropellos contra la naturaleza y el medio ambiente.

Es en ese difícil escenario en medio del cual debemos formularnos la pregunta ¿Por qué empeñarnos en realizar una Cumbre presidencial con el objetivo de acordar acciones colectivas que nos lleven a una meta cuyo camino parece aún tan complejo, evasivo y problemático?

La respuesta que se dieron los gobiernos aqui representados fue clara. Sabemos a ciencia cierta que los modelos de desarrollo imperantes, con sus patrones de producción y consumo, no son ambientalmente viables. Sabemos con certidumbre que si insistimos en las formas actuales de uso de los recursos naturales renovables y del medio ambiente, en últimas estamos atentando contra la fábrica misma de nuestra existencia. Por eso tenemos que buscar la senda hacia el desarrollo sostenible que, como lo definiera la Comisión Bruntdland, es el tipo de desarrollo que debe satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer el derecho de las futuras generaciones a satisfacer las suyas. Esa búsqueda debemos hacerla, en muchos casos, por aproximación y error, y haciendo uso de los medios y conocimientos con que contamos, por precarios que aún sean.

El gran mérito del Gobierno de Bolivia y en particular del presidente Sánchez de Losada es el de haber planteado a todos los países del Continente las preguntas del por qué, para qué y el cómo del desarrollo sostenible de las Américas. El darle en las Américas una respuesta a estas preguntas es una tarea que apenas se inicia con esta Cumbre de Santa Cruz de la Sierra, la cual complementará en muy buena hora los acuerdos que adquirimos en la Cumbre de las Américas en Miami, y que ofrecerá orientaciones y experiencias ineludibles para la concepción y organización de la Cumbre de las Américas que se realizará en Chile, en 1998.

Con los acuerdos de estas tres cumbres, los países de las Américas nos acercaremos mejor equipados al próximo milenio para enfrentar los enormes retos que él plantea. Naturalmente no bastan los acuerdos. Se requiere también de la voluntad política, de un vigoroso plan de accion colectiva y de la solidaridad hemisferica, para poner en marcha las acciones a que nos estamos obligando.

En el caso de la Cumbre de Santa Cruz hemos ofrecido al Gobierno de Bolivia todo nuestro concurso. De una parte, mediante la asistencia técnica que se concretó en la elaboración de diversos documentos que sirvieron de soporte para el proyecto de Declaración de Principios y el Plan de Acción. De otra parte, mediante la constitución del Grupo de Trabajo sobre Cooperación de la OEA a la Conferencia Cumbre sobre Desarrollo Sostenible que con tanto acierto ha liderado el Embajador de Bolivia, Carlos Casap. Este Grupo de Trabajo sesionó en doce ocasiones, tres de las cuales fueron sesiones extraordinarias que contaron con la participación de expertos en representación de todos los países de las Américas.

En ellas se recomendó un proyecto para la Declaración de Principios de Santa Cruz y para el Plan de Acción, que ha sido revisado por la Reunión de Representantes Plenipotenciarios de los Gobiernos que hoy clausuramos.

Debemos relievar el muy positivo papel que a lo largo de este proceso han jugado la Secretaría General de la Cumbre, en cabeza de Fernando Romero, y la Cancilleria de Bolivia, que han contado con la colaboracion ,de la OEA, el Banco Mundial, el BID, CAF, la PAHO, PNUD, PNUMA. Asi mismo debemos destacar la activa participacion de las mas representaticvas ONGs del hemisferio a lo largo del proceso preparatorio.

Como he dicho la negociación de los acuerdos no fue tarea fácil. No solamente por las dificultades inherentes con la concepción de desarrollo sostenible y sus formas de hacerlo operante, sino también con aquellas que se derivan de la diversidad de los países de nuestro continente en los ámbitos económico, social, político, ecológico y cultural.

Cuando hablamos de desarrollo sostenible no podemos olvidar que en el mismo continente se ubica desde la sociedad que consume la mayor proporción de recursos per cápita del globo, muchas veces para sostener estilos de vida poco justificables, hasta países en donde una buena parte de sus habitantes se debaten en la pobreza absoluta y en la desesperanza. Son realidades tan diversas y complejas que con frecuencia hacen que sea difícil encontrar unas bases cómunes para el entendimiento.

Pero al mismo tiempo debemos reconocer que en Miami y ahora en los preparativos de la Cumbre de Bolivia, nuestros países han venido trabajando en forma incesante, con creatividad y con imaginación en la búsqueda de nuevas formas de acción colectiva y cooperación hemisférica, en un escenario de transición hacia un nuevo orden internacional marcado por el fín de la guerra fría y los procesos de globalización en las diferentes dimensiones de la vida humana.

La Declaración de Principios y el Plan de Acción que se someterán a consideración de los Jefes de Estado, en lo fundamental contienen un conjunto de principios y de acciones con el fin de poner en marcha una parte de los acuerdos alcanzados en la Cumbre de la Tierra. Es necesario reconocer que cuatro años después de la Conferencia de Río, hemos avanzado en forma sustantiva en nuestro aceptacion del los principios y criterios acordados sobre el desarrollo sostenible, aunque también debemos advertir que hemos fallado en términos del cumplimiento de los compromisos allí adquiridos y en la definicion de algunas políticas e instrumentos para alcanzarlos.

La solidaridad de los países desarrollados que debía expresarse en la provisión de recursos nuevos y adicionales y en la transferencia de tecnologías en términos concesionales y preferenciales no se ha concretado. En contraste, los países en desarrollo, y entre ellos los de latinoamérica y el caribe, han adelantado esfuerzos dirigidos a poner en marcha una buena parte de los acuerdos de la Cumbre de la Tierra.

A partir de este reconocimiento, en la Cumbre de Santa Cruz estamos buscando impulsar la concreción de las obligaciones programáticas que nos impusimos en Río, y contenidas, en particular, en la Agenda 21. Aunque es bueno señalar que para la Cumbre de Bolivia no nos hemos propuesto enfrentar todos y cada uno de los temas incorporados en los Acuerdos de Río y en los programas de desarrollo sostenible de los pequeños estados insulares.

Apenas hemos empezado esa tarea concentrándo las iniciativas para la acción en cinco grandes capítulos: (1) salud y educación, (2) Agricultura Sostenible, Bosques y Biodiversidad; (3) Ciudades Sostenibles; (4) Agua; (5) Energía y Minerales. Debo hacer énfasis, además, que en cada uno de esos capítulos los gobiernos han seleccionado sólo algunas iniciativas sobre la base de los criterios de relevancia y viabilidad.

A su vez, los elementos correspondientes a la implementación y seguimiento se han concentrado en cuatro capítulos: (1) transferencia de tecnología; (2) Financiamiento y cooperación; (3) Arreglos institucionales; (4) participación ciudadana, concertación y diálogo.

Quisiera poner de presente el hecho de que el plan de Acción no ha avanzado suficientemente en la asignación de responsabilidades de ejecución a organismos internacionales, en particular, en aquellas áreas que suponen una acción colectiva. Por esa razón pienso que esta tarea se podría completar con posterioridad a la Cumbre a partir de un esfuerzo interagencial que en la OEA estamos dispuestos a coordinar bajo la autoridad de la Comision Interamericana. Si queremos resultados concretos, necesitamos ejecutores responsables, cuyo desempeño podamos evaluar en relación con metas que también es necesario definir.

Como Secretario General de la OEA debo ratificar el gran compromiso de nuestra Organización con la Cumbre de Bolivia. Esperamos que allí se nos dén unos mandatos tan precisos como sea posible. Y los queremos así para estar en capacidad de desarrollar las tareas de coordinación y seguimiento en términos de los resultados que se busquen y para que los gobiernos de los países miembros estén en capacidad de evaluar nuestro desempeño.

Además, un mandato claro nos permitiría hacer los arreglos institucionales que sean pertinentes y las asignaciones presupuestarias requeridas, de conformidad a la voluntad de los países miembros expresada a través de sus órganos de dirección, la Asamblea General y el Consejo Permanente. Es evidente que en el proceso de seguimiento la Comisión Interamericana de Desarrollo Sostenible de la OEA debe jugar un papel crítico y que la Secretaría debe aportar toda su capacidad técnica disponible en el desarrollo de las tareas exigidas por los mandatos que los gobiernos nos otorguen.

Los esperamos a todos en Santa Cruz de la Sierra donde nuestros Presidentes, Jefes de Gobierno y Primeros Ministros tendrán la ocasión de marcar un hito en nuestra acción colectiva en pos del desarrollo sostenible, y para hacer posible que el ejercicio dc los derechos por los americanos de hoy no se haga cn menoscabo de los derechos de las futuras generaciones de americanos.

Muchas Gracias