Discursos

CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
LA VISITA DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO DEL REINO DE ESPAÑA

1 de mayo de 1997 - Washington, DC


Hace quinientos años Cristóbal Colón luchaba contra los monstruos que poblaban las mentes de su época, ocultando con el miedo y el temor los nuevos mundos que el intuía escondidos detrás del horizonte. Sin duda la ignorancia y la incomprensión eran mas difíciles de vencer que las tormentas y los pasmos de la mar océana. Pocos creyeron en Colón. Solo quienes tenían el linaje de la audacia, solo quienes acompañados de la fe e inspirados en la visión de una España Histórica entendieron la magnitud de la proeza. Ellos eran los Reyes Católicos Fernando e Isabel. Fue así como desde esa orilla salieron las frágiles tres carabelas que hicieron posible el encuentro de dos mundos.

De ese encuentro a lo largo de estos cinco siglos surgieron nuestras instituciones, nuestras fes, nuestras culturas y nuestros idiomas. Y cuando pluralizo quiero solo significar la rica amalgama de lo que se ha forjado en este medio milenio con la presencia de todas las culturas, por no decir de todos los imperios, con sus grandezas y sus piratas, con sus guerras y revoluciones, con sus leyendas rosas y sus leyendas negras. En esas naves en que llegaron descubridores, conquistadores, aventureros, los que vinieron en búsqueda del dorado o de quienes lo hicieron para sembrar la nueva fe, se origina como la mitad de nuestro ser. La otra mitad nos viene de los toltecas, los mixtecas, los mayas, los incas y los caribes, y otro tanto de las culturas africanas.

Y a finales del siglo veinte los caminos de España y las Américas vuelven a encontrarse. España finalmente se alzó contra el autoritarismo con el estandarte de su democracia. Su país pasó del pesimismo histórico y de esa forma de determinismo que hacía residir en el ser español la razón del atraso, no solo suyo sino de todo su amplio legado a este lado del Atlántico, a ser una de las naciones mejor integradas y mas prosperas de Europa. Y ello ha sido el fruto de la actitud de los nuevos protagonistas de España: de su monarca, de su pueblo y de sus partidos políticos. El llamado milagro de España es el milagro de la democracia en acción, del buen entendimiento del rol de la monarquía constitucional, del clima de tolerancia y respeto que se ha generado con el mas intenso ejercicio de las libertades públicas.

Ha sido en este clima, con los acuerdos de La Moncloa, que se han podido realizar las reformas estructurales que han traído abruptamente a España a la modernidad, después de siglos en que estuvo a la zaga de las trasformaciones que había experimentado la civilización Occidental. Son esos acuerdos los que han hecho posible también el reconocimiento de la diversidad con los estatutos autonómicos y la integración plena de España a Europa. Usted, Señor Presidente Aznar, ha estado a la altura de su enorme responsabilidad histórica al ubicar a España, casi contra todo pronóstico, a la vanguardia de la unión monetaria europea. Usted no ha permitido que a España lo vuelva a dejar el tren de la historia. Y ha logrado también los no menos históricos acuerdos concertados con trabajadores y empresarios en materia de flexibilidad laboral para encarar, la que tal vez sea, la mas grave característica de la Europa unida, el desempleo.

Y también sus monarcas y sus lideres democráticos han hermanado de nuevo a España con América, y han dado origen a esa nueva dimensión que genera tanta sinergia en especial con América Latina, que se hace fuerte cuando se asocia con España. Y al tiempo España se engrandece a los ojos del mundo cuando se proyecta como miembro de una comunidad que se extiende a este lado del Atlántico.

Señor presidente: Como usted bien sabe, América Latina y el Caribe, como la España del pasado, han envolatado varias veces su rumbo. Está a la mano lo que llaman la década perdida, consecuencia de nuestra improvidencia y la de nuestros prestamistas, cuando por varios años nos comprometimos con niveles de consumo e inversión que no se compadecían con nuestros niveles de ingreso y de ahorro. También tenemos fresca en el memoria algunas décadas de regímenes dictatoriales construidos, como en España, para supuestamente defendernos de un enemigo cuyo temor pretendió justificar la violación de los derechos de nuestros ciudadanos, el sacrificio de nuestras libertades públicas y alguno que otro despilfarro y atropello del patrimonio público.

Pero de allí hemos salido ya, con algunos sobresaltos, que nos han enseñado a perseverar en las políticas ortodoxas de disciplina y estabilidad, en la confianza en la economía de mercado y en las responsabilidades sociales del estado. Aun nos falta un largo camino para elevar nuestros niveles de ahorro e inversión, para tener políticas mas eficaces contra la pobreza, para esparcir mejor los beneficios de nuestro crecimiento y para fortalecer nuestra democracia y la protección de los derechos ciudadanos.

Frente a los escenarios desfavorables que se desataron a fines de 1994, nuestros gobiernos mantuvieron políticas económicas disciplinadas y rehuyeron los cantos de sirena de sectores populistas y proteccionistas. Por ello podemos sostener que hoy nuestras economías y nuestras instituciones son más responsables, más maduras, tenemos economías más sanas, y estamos mejor preparados para la globalización.

En el plano político, señor presidente, tenemos razones para sentirnos orgullosos y optimistas. Hemos dejado atrás la pesadilla autoritaria. Hoy todos los Estados representados en torno a esta mesa expresan la libre voluntad de nuestros pueblos. Ello no ha sido una tarea simple ni fácil. Las profundas heridas dejadas por períodos de conflictos fratricidas, en las que los pueblos de Centroamérica gozaron del apoyo generoso de España, o las dictaduras opresivas polarizaron nuestras sociedades. A ello se suman hoy los desafíos y amenazas que deben enfrentar estas jóvenes democracias en los umbrales del siglo veintiuno: crimen, terrorismo, narcotráfico, y corrupción. En todos estos planos, la experiencia vivida por España en su pasado reciente nos entrega importantes lecciones.

Pero la experiencia común no se limita a aquello que nos ha causado dolor. Hoy más que nunca nos unen lecciones de optimismo. En ese camino de integración, las sendas de España y la OEA están entrelazadas. Las Cumbres Iberoamericanas han sido el lazo entre ambos mundos. España con sus puertos, con sus inversiones, su cooperación técnica y su diálogo político ha contribuido a las transformaciones y modernización de la América hispana.

Por su parte, con el apoyo de España, han sido considerables los nuevos contenidos de la solidaridad de la Unión Europea con todas las regiones de nuestro hemisferio. Deberíamos destacar el significativo apoyo al Caribe a través de la convención de Lomé y el considerable aporte a la recuperación política y económica de Centroamérica, la nueva relación con Mercosur, México , Chile y el sector andino, y el valioso dialogo político con el Grupo de Río.

En estos desarrollos, que tanto han enriquecido nuestros vínculos, España y la OEA deben continuar jugando un papel protagónico. La OEA apoyará con todos sus recursos un diálogo permanente entre ambas riberas del Atlántico con el objetivo de intercambiar experiencias sobre materias relativas a comercio, medio ambiente y desarrollo sostenible, desarrollo social y fortalecimiento de la democracia que constituyen lo medular de nuestra agenda común.

Señor presidente:

Algunos meses atrás nos reunimos en el Palacio de La Moncloa para cambiar opiniones respecto de la realidad y desafíos que enfrenta América Latina y el Caribe, conversamos sobre nuestras actividades, y exploramos nuevas posibilidades de cooperación entre España y la OEA. Hace un par de semanas España participó activamente en la segunda reunión del CIDI, y con su presencia hoy, que nos honra y estimula, estamos sellando una relación especial en bien de nuestros pueblos.

Quiero aprovechar esta ocasión para reconocer la importante contribución de la misión de España en nuestra Organización. El apoyo, interés y dedicación del embajador Villar y su equipo son un factor importante de este surgir de nuestra estrecha relación.

Presidente Aznar: aquello de "que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son" pudo haber sido consuelo suficiente para el Segismundo de Calderón de la Barca. Los Segismundos de fines del siglo veinte están empecinados en ver sus sueños hechos realidad. Los ciudadanos quieren palpar los frutos de nuestras tareas. La OEA y España han de ayudar a proveer los cinceles para esculpir los sueños en realidades de paz, justicia, igualdad y prosperidad.

Muchas gracias.