Discursos

CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
EN LA SESION EXTRAORDINARIA DEL CONSEJO PERMANENTE EN HONOR DEL PRESIDENTE DE BOLIVIA

8 de mayo de 1997 - Washignton, DC


De los distintos tipos de líderes con que podamos encontrarnos en nuestra vida pública hay quienes se caracterizan por su capacidad para llevar a la calma aguas que antes eran turbulentas. Luego de las guerras civiles, de los enfrentamientos y la pugnacidad entre las distintas facciones, éstos líderes atemperan los espíritus, encauzan una vez más a las sociedades y las unen en torno a un propósito común.

Hay otros que llegan al gobierno con el modesto compromiso de administrar la rutina y de proponer o realizar cambios faciales que solo si tocan la epidermis de nuestras sociedades. Su paso por las cumbres del poder no afecta de veras la sociedad en la que viven y procuran siempre no exacerbar los sentimientos encontrados que amenazan sus frágiles equilibrios sociales.

Hay aquellos dirigentes que se proponen empresas inútiles y cuyo lema esencial es aquel de que todo tiempo pasado fue mejor. A ellos no los asiste la visión sino la nostalgia. Sus gobiernos languidecen: son una pausa ante la fuerza arrolladora de los tiempos.

Están también quienes conocen profundamente a los seres humanos, sus fortalezas y sus debilidades, sus pasiones y sus destrezas, y que hacen de este conocimiento la virtud que los lleva al poder y de su tinoso manejo lo que les permite preservarlo; y están además, quienes por especiales coyunturas históricas llegan en la defensa de unos intereses de grupo o acaso de los suyos personales.

Pero hay líderes que saben que la política es un instrumento que debe servir para transformar las realidades económicas políticas y sociales. Se trata de los reformadores. Son éstos los que hacen la verdadera diferencia, los que cambian la historia de los pueblos, los que gobiernan de verdad para los ciudadanos, aunque, en veces, carezcan del lenguaje de la demagogia que se acostumbra para suscitar su gratitud. Es usual que les tome tiempo a los países comprender el impacto de su visión y de los cambios que éstos han introducido. Pero es este tipo de liderazgo el que cimienta un futuro mejor y renueva la esperanza colectiva.

Es fácil advertir que Gonzalo Sánchez de Lozada es uno de ellos. Su liderazgo, su visión, su capacidad política y su perseverancia durante estos años al frente del gobierno de su país han modernizado la economía boliviana, transformado sus instituciones políticas y económicas, descentralizado el poder y la ejecución de los recursos estatales, y han puesto a Bolivia en el camino de la prosperidad y el crecimiento.

Hoy, Señor Presidente, como tuve oportunidad de expresárselo a usted hace un año, el día en que se hiciera acreedor al Premio Interamericano de Liderazgo, quiero renovar ese testimonio porque es en la visión que han puesto en práctica los líderes como usted donde se encuentra el porvenir de la América Latina y el Caribe.

Por ese motivo, y por la admiración que sentimos hacia usted, es tan grato tenerlo con nosotros en este día. La Organización de los Estados Americanos es, sobre todo, el foro político hemisférico. Es aquí donde los grandes cambios, donde las grandes reformas que benefician a los más necesitados y que generan crecimiento y prosperidad, son comprendidas en su dimensión histórica. Es aquí, Señor Presidente, donde surgen buena parte de las transformaciones que beneficiarán luego a todos los países del hemisferio.

El embajador Carlos Casap se ha encargado de mantenernos al día de todas sus ejecutorias y de hacer prevalecer su creativo aporte a la agenda hemisférica.

Señor Presidente:

Viene usted de un viaje en el que entidades académicas como la Universidad de Boston o Harvard, multilaterales como el Banco Mundial o políticas como el Centro Carter, han conocido su visión de estadista y las virtudes de sus reformas. Esto sólo subraya las razones por las cuales nos hemos congregado hoy en la OEA para saludarlo y congratularlo cuando nos encontramos en los últimos meses de su mandato.

A mi juicio, mucho antes de que usted iniciara los primeros pasos del Plan de Todos, como se conoce a su programa de Gobierno, era evidente que tenía usted claro el camino que debía recorrer su país. Hoy nadie pone en duda que fue su paso por el Ministerio de Planificación en el gobierno de Victor Paz Estensoro lo que le aseguró a Bolivia la recuperación inicial de su estabilidad económica y su equilibrio fiscal.

Luego la lucha política lo llevó a disputar la Presidencia teniendo a mano las credenciales de seriedad que le proporcionaba su carrera pública y un programa de gobierno que buscaba reformar la totalidad de la sociedad boliviana para hacerla más próspera, más justa y más participativa. En dos oportunidades triunfó usted pero sólo accedió a la Presidencia en 1993 con una contundente triunfo electoral.

Su ambicioso programa de cambios ha tocado todos los sectores de la vida boliviana y es hoy ejemplo de lo que puede ser una reforma estructural -económica, social y política-original e innovadora, adaptada a las realidades de nuestros países y con una buena visión de lo que Bolivia requiere para encarar el proceso de globalización.

Permítame por un momento, Señor Presidente, hacer referencia a algunas de las iniciativas que usted ha ejecutado.

Por medio de la llamada capitalización, su Gobierno ha logrado llevar la inversión en sectores críticos -hidrocarburos, telecomunicaciones, infraestructura-a niveles jamás imaginados. El sistema boliviano, hoy replicado en diversos lugares del mundo, es una manera de evitar que los recursos provenientes de las privatizaciones terminen en las tesorerías nacionales, lejos de la inversión social, y que desaparecen luego al interior de enormes huecos fiscales. Es una manera de conseguir los objetivos de la privatización y conservar el patrimonio público.

Pero la reforma que ha emprendido el Presidente Sánchez de Lozada no se ha quedado en los sectores económicos sino que ha tocado la vida política de su país. Al dejar atrás siglos de centralismo asfixiante, la llamada participación popular garantiza hoy que una gran parte de los recursos del Estado sean transferidos automáticamente a los departamentos y a los municipios, los cuales a su vez, deciden el destino de los mismos de manera autónoma. Municipios que estaban anclados en el siglo diecisiete, ven hoy obras de bienestar común con las que apenas soñaron y sus gentes empiezan a encontrar en la democracia algo que de veras cambia su vida cotidiana.

Pero estos recursos no han servido apenas para transformar la infraestructura local o municipal. Han llegado a los ciudadanos de distintas formas. Una de ellas ha llamado poderosamente mi atención porque se trata de un instrumento simplísimo que podría afectar, de ser replicado en otros países del hemisferio, las vidas de millones de personas. Se trata de un seguro gratuito de maternidad y niñez.

Quisiera por un momento referirme al liderazgo ejercido por el presidente Sánchez de lozada para la celebración de la Cumbre de Desarrollo Sostenible. Sin su visión, sin su disciplina y obstinación no hubiera sido posible esta exitosa convocatoria a todos los gobiernos y pueblos de América, para hecer compatibles nuestros sueños de prosperidad y progreso con nuestras obligación de proteger para nuestros hijos la fabrica misma de nuestra existencia. Tenemos en la OEA un enorme compromiso con usted y su pueblo para sacar avante el ambicioso plan de acción que ustedes los presidentes nos mandaron.

Se trata de ejemplos que demuestran que el liderazgo que transforma a los pueblos no es sólo el que se adapta a las corrientes mundiales, lo cual es absolutamente indispensable, sino que es creativo. El liderazgo que mejora la vida de la gente es el que hace posible lo que antes se veía si acaso remoto.

Es probable, Señor Presidente, que pase tiempo antes de que sus compatriotas entiendan la profundidad de la reformas que usted ha llevado a cabo. No obstante, sin buscar aplausos fáciles o popularidades pasajeras, ha terminado usted su agenda de cambio para Bolivia, con la claridad y el coraje que lo han caracterizado siempre.

Podría dedicar mucho tiempo a hablar de las reformas que ha impulsado el Presidente Gonzalo Sánchez de Lozada. Son numerosas y cada una lleva el sello de originalidad de su creador. Pero tal vez haría mejor en hacer referencia a una de sus características, de la cual se ha hablado poco, pero que ha sido de enorme trascendencia en la vida de nuestros países. Se trata del papel que ha jugado el Presidente Sánchez de Lozada en los distintos procesos de integración que la llevarán hacia una gran zona de Libre Comercio en las Américas como lo dispusieran los Presidentes en la Cumbre de Miami.

En efecto, durante los últimos tiempos, el Presidente Sánchez de Lozada ha sido definitivo en un sinnúmero de encuentros presidenciales trascendentales en el hemisferio. En Bolivia se llevó a cabo como ya lo mencionamos la Cumbre Hemisférica de Desarrollo Sostenible. En Bolivia se ha reunido en diversas oportunidades el Grupo de Río. En Bolivia el Grupo Andino ha encontrado nuevos alientos. Y esto se debe a la capacidad de convocatoria del Presidente Sánchez de Lozada y a su particular inteligencia, agudeza y buen humor. No hay duda de que muchas de las cualidades que le han ganado el cariño y el aprecio de los bolivianos, de las que no se escapan su coraje -aprendido en la exigente escuela del exilio-, le han garantizado esta preeminencia en el proceso de integración regional.

Con razón, hace poco, un mandatario amigo le preguntaba al Presidente Sánchez de Lozada si quedaría alguna ciudad de Bolivia que aún no conocieran, de cuerpo presente, los Presidentes de las Américas.

Señor Presidente, amigos todos:

Nada de lo que he explicado habría sido posible si durante todo este tiempo no hubiese estado al lado del Presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, doña Jimena. Es por ello que esta reunión que hoy nos congrega es también un homenaje a ella, al papel trascendental que ha jugado en su vida, y a la tarea que ha desempeñado en beneficio de los más necesitados de Bolivia.

Estoy seguro Señor Presidente que el rumbo que le ha impuesto usted a su país le garantizará prosperidad y tranquilidad a sus compatriotas en los años por venir. No me cabe duda de que quienes lo eligieron para asumir las riendas del destino de Bolivia hace apenas cuatro años y quien lo suceda en la Presidencia de su país, tienen plena consciencia de que en la nuevas orientaciones que usted le dio a su país se encuentra el futuro de Bolivia en las décadas por venir.

Muchas gracias