Discursos

CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
PARA RECIBIR AL SEÑOR PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE HONDURAS, CARLOS ROBERTO REINA

22 de mayo de 1997 - Washington, DC


Señor Presidente Reina, la Organización de los Estados Americanos está de plácemes con su presencia esta mañana porque usted simboliza gran parte de las cosas buenas que han ocurrido en América en esta década, así su país tenga que enfrentar muchas de las dificultades que nuestras naciones tienen que superar en estos tiempos.

Por sobre todo, usted está asociado a su denodada lucha para defender a nuestras democracias de muchos de sus males. Tendría que comenzar por referirme al hombre defensor de las libertades públicas y los derechos humanos, a quien ha sido víctima del confinamiento, la persecución y el exilio por defender unas ideas y el derecho a la libre expresión. Eran aquellos tiempos en los cuales infortunadamente en América muchos sacrificaron la defensa de la democracia por los imperativos de la lucha bipolar. Y para ello encontraron en nuestras naciones sátrapas dispuestos a cercenar los derechos de los americanos, a cabalgar sobre esa dañina tradición autoritaria que en América está enraizada en nuestra herencia colonial, y en la que nos proviene de nuestro otro medio origen nativo.

Yo me imagino aquellos tiempos en que seguramente lo miraron a usted con cierta sorna porque su lucha se debió ver como ingenua, como quijotesca, como se veía en ese entonces la defensa de los principios democráticos. La enseñanza de la tortura y todas esas especies perversas se pregonaban como una especie de mal menor, de realismo político que justificaba todos los medios para lograr un fin.

Son esos los antecedentes que han hecho en América tan difícil aclimatar la democracia y sus libertades. Son esas actitudes las que obnubilaron a muchos por décadas y no dejaron ver que en Centroamérica, mas allá de ser escenario de los últimos rezagos de la guerra fría, había legítimas luchas democráticas para enfrentar el militarismo, el autoritarismo, para salvaguardar la tolerancia, la diversidad, cosas que hoy vemos como elementales pero que entonces sonaban subversivas y desafiantes para los regímenes imperantes y para muchos imbuídos de ideologías antidemocráticas.

Por eso su elección como Presidente fue tan simbólica para Honduras. El que hubiera llegado a la Presidencia un hombre formado en las disciplinas del derecho, curtido en las lides de defensa de los derechos humanos, catedrático, internacionalista, Presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, ha representado de veras traer abruptamente a Honduras al fin de siglo, a las luchas en que estamos todos empeñados en América por atemperar la democracia, lo que no constituye un asunto de pequeña monta sino la mas grande de nuestras conquistas

También llegó a la presidencia el Reina que se precia de esperar que lo recuerden como un

nombre honesto. Porque en muchos de nuestros países eso ya encarna una revolución. Usted no llegó a la presidencia a lo que tan proverbialmente en América llamamos el reparto del botín. Pocas cosas tan dañinas en nuestras tradiciones como esa proclividad que se ha dado entre nosotros y en muchas otras culturas de ver el erario con esa codicia malsana que hace a tantos dudar de las bondades de nuestros regímenes democráticos, como si hubieran olvidado las tropelías de las dictaduras.

Pero usted en este tema se ha comportado como un legitimo demócrata; no ha pretendido erigirse en juez sino que cree y confía en que a la verdad y a la sanción se llega con la transparencia, con la libertad de prensa, con el funcionamiento de la rama judicial. Tal vez hoy no tengamos mas corrupción que en el pasado. Lo que sucede es que hoy ya no se la tolera, ya no se la ignora, ya no se la justifica. Hoy, con el concurso de todos, esperamos enfrentarla.

Ya nadie se siente menoscabado en su soberanía porque la lucha contra la corrupción se convierta en símbolo de la nueva América, esa que suscribió la Convención Americana para combatirla, aquella América que ya no se identifica políticamente de una manera defensiva, ni por sus temores ni por sus desconfianzas, sino por los valores compartidos en democracia, en derechos humanos, en la integración de nuestras economías, en la lucha contra la corrupción, el narcotráfico y el terrorismo, en la defensa de nuestro entorno y en la lucha por vivir en un medio ambiente sano.

Le ha correspondido a usted, Señor Presidente, enfrentar una difícil coyuntura económica. Frente a la incomprensión de muchos de sus coterráneos usted ha defendido unas orientaciones económicas que ha considerado esenciales para conducir a su país por senderos de prosperidad. En este mundo de creciente competencia internacional, de prevalencia de los mecanismos del mercado, de creciente globalización, ya no se logra mucho con las fáciles propuestas populistas. Su país necesita la disciplina fiscal y no puede ceder a muchas de las legítimas presiones internas, sino a costa de la estabilidad económica. Su país necesita un código tributario que coadyuve en la tarea de mejorar los ingresos fiscales de manera que pueda atender las crecientes demandas sociales para enfrentar los graves problemas de la pobreza y la marginación..

Pero usted también está comprometido con una ambiciosa Reforma del Estado sin la cual su país, o cualquiera otro, difícilmente podrá atender las crecientes responsabilidades en el campo social y en su capacidad regulatoria. Su Programa de Modernización del Estado, sin duda uno de los mayores esfuerzos de reforma administrativa que se haya emprendido en Honduras, está destinado a alcanzar transformaciones para darle a su país los instrumentos que le permitan enfrentar eficazmente las tareas del Desarrollo con sostenibilidad.

Honduras ha iniciado también un proceso de descentralización para llevar las decisiones y el poder político más cerca de la ciudadanía. Porque su larga vida pública le ha enseñado, como a otros muchos en América, que autoridad lejana es autoridad ausente. El proceso busca trasladar las competencias y atribuciones del gobierno central y de las instituciones autónomas a las municipalidades, con el poder de decisión y con los recursos necesarios para cumplirlas con eficacia. De esta manera, se pretende establecer la autonomía administrativa, financiera y política de las municipalidades, en el marco de una redefinición del papel de los organismos gubernamentales y de la preservación de algunos servicios a nivel nacional.

Su Reforma del Poder Legislativo dotará de una mejor organización y dará mayor eficiencia al proceso de elaboración, discusión y aprobación de leyes. Bajo su gobierno se ha hecho también un importante esfuerzo en el fortalecimiento del Estado de Derecho y de la Sociedad Civil. Al revisar el sistema de garantías constitucionales se busca dar seguridad jurídica a los actos de los particulares con el Estado, en la actividad de los agentes productivos y, en general, en las acciones cotidianas de los ciudadanos. El fortalecimiento de la legislación de los derechos y de las instituciones responsables por su defensa, promoción y desarrollo, son parte de un ambicioso esfuerzo para proteger a los ciudadanos de la arbitrariedad, para darles mas poder, para alejar el abusivo mecanismo de aducir razones de estado en las mas nimias circunstancias como ocurre con tanta frecuencia en nuestros países, al aducir su omnipotencia y la de sus autoridades.

Ha sido bajo su mandato, en el marco de la Conferencia de Paz y Desarrollo, realizada en Honduras el 24 y 25 de octubre de 1994, que los Presidentes centroamericanos suscribieron la histórica Declaración de Tegucigalpa, en la que se establecieron compromisos y vínculos de carácter subregional, con especial atención en los temas de salud, educación, justicia y seguridad. También, al año siguiente, fue en su país, con ocasión de la Decimoséptima Cumbre Regional de Presidentes, donde se suscribió el Tratado de Seguridad Democrática. El refleja una Centroamérica que ha dejado atrás las luchas fratricidas y las tendencias despóticas y violentas, que no está basada en temores obsesivos, que está comprometida con la Alianza para el Desarrollo Sostenible, que impulsa la creación de la Zona de Libre Comercio de las Américas, que encarna una visión mucho mas amplia de los riesgos y peligros que enfrenta hoy la región, y basa la seguridad en la confianza mutua, la integración y la solución de los problemas económicos y sociales.

Mucho de lo que he referido lo hemos aprendido de viva voz de su Representante la Embajadora Marlene Villela de Talbott, cuyas posturas han enriquecido ademas nuestros esfuerzos de renovación de la agenda interamericana y nuestras tareas para cumplir con los nuevos mandatos que ustedes los Presidentes nos han otorgado.

Señor Presidente:

En presencia de esa enorme herencia cultural milenaria de los Mayas que crearon esa prodigiosa civilización en el centro mágico de la selva virgen, y que se puede ver en todo su esplendor en las ruinas arqueológicas de Copán, usted ha estado al frente del proceso de la "Revolución Moral" que ha guiado sus políticas de cambio y que ya empieza a mostrar resultados estimulantes. Hoy, Honduras, se proyecta hacia un futuro de convivencia democrática, de protección de los derechos humanos, de respeto al estado de derecho, de un compromiso militante contra todas las formas de criminalidad, de equidad social y de eficacia en la gestión de los asuntos públicos. Todos deseamos el buen suceso de su gobierno y agradecemos las muchas y ejemplarizantes lecciones que de usted hemos recibido y las contribuciones de su gobierno y su pueblo a las causas de la prosperidad, la igualdad y la justicia en las Américas.