Discursos

CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
DURANTE LA VISITA DEL SECRETARIO GENERAL DE LA ONU KOFI ANNAN

18 de junio de 1997 - Washington, DC


Resulta un gran honor para la Organización de los Estados Americanos recibir al nuevo Secretario General de las Naciones Unidas. Estamos convencidos de que su elección constituye un importante factor de impulso y dinamismo a las tareas de la principal institución multilateral del mundo.

La presente agenda internacional demanda sentido político, creatividad, habilidad para la negociación, firmeza en la defensa de los principios que orientan el sistema de Naciones Unidas y una particular entereza y visión de futuro, cualidades que el Secretario General ha demostrado sobradamente en sus más de 30 años de servicio en la Organización. En ese período usted ha ejercido responsabilidades del más alto nivel en las áreas de gestión, administración, presupuesto y personal. También ha estado jugando un papel activo en tareas vinculadas a encontrar soluciones duraderas a problemas críticos de la humanidad como la situación de refugiados y operaciones de mantenimiento de la paz en muchas regiones del globo.

Tiene, así mismo, usted una gran experiencia en las capacidades y posibilidades de las Naciones Unidas como epicentro en la búsqueda de soluciones a los grandes y complejos desafíos que deben enfrentar todas las naciones y el mundo como un todo.

Señor Secretario General,

En esta etapa, le corresponde a usted realizar el inventario de un mundo que se acabó y abrir el libro de uno que apenas comienza. Y en el entretanto, en esa compleja transición, han sucedido muchos episodios que transforman el entorno en el que debemos actuar.

Profundas transformaciones han sacudido la aparente estabilidad de un sistema internacional, el de la Guerra Fría, paradójicamente basado en frágiles equilibrios entre las superpotencias. Durante décadas de mundo bipolar el enfrentamiento entre Oriente y Occidente permitió un margen mínimo para la acción colectiva. El mundo de la guerra fría era uno de suma cero.

Afortunadamente esa confrontación es hoy cosa del pasado. Y con el colapso de la Unión Soviética y el fin de la confrontación estratégica entre el comunismo y el capitalismo, el sistema internacional se ha vuelto mas abierto, el poder se ha dispersado un poco más; nuevos actores han entrado en la escena y los intereses en juego muestran una mayor diversidad. La atmósfera de un mayor pluralismo facilita el internacionalismo y el multilateralismo .

Este es el entorno en el cual se dan las circunstancias que favorecen, también, la acción colectiva. Las organizaciones internacionales pueden ejercer hoy una gran influencia en los eventos mundiales. Ellas pueden legitimar y arbitrar lo que es aceptable para la comunidad de países.

No hay duda pues que el fin del sistema bipolar trajo al mundo renovadas esperanzas de cambio en favor de la paz, la solidaridad y el desarrollo. Asistimos, de la misma manera, a una ampliación de los espacios políticos y económicos de democracia y de libertad y de disminución de los autoritarismos. No obstante, la esfinge de la miseria, de la inseguridad, de la violencia y del daño ecológico, de la exclusión, crece y continúa amenazando a los habitantes del planeta. Cómo vamos a conseguir que todo el sistema multilateral de instituciones, incluidas las del sistema de Naciones Unidas y las del Sistema Interamericano, en su proceso de renovación, enfrenten esos grandes desafíos de nuestros tiempos, es el reto que se nos presenta.

De la misma manera, como muchos analistas internacionales han señalado, nuevos peligros de división por razones culturales, diferencias religiosas, lingüísticas, y étnicas, están contribuyendo a la estructuración de nuevos muros de oposición y separación entre naciones, y hacia el seno de muchas sociedades y países también, poniendo en peligro la paz mundial y creando enormes escollos al desarrollo económico de nuestras naciones.

Al mismo tiempo, grandes revoluciones políticas, económicas y tecnológicas, han cambiado la faz del mundo que conocemos en este final de siglo con una difusión sin precedentes del comercio, las comunicaciones, las migraciones, las imágenes, la información y las tecnologías alrededor de todo el planeta. Hoy, la dinámica dominante es la globalización, al punto que podemos hablar de una sociedad global, que ha creado nuevas formas de vida y de comportamiento social, nuevos retos y nuevas oportunidades. Como nunca antes el términos de "aldea global" acuñado por MacLuhan se aplica la sociedad internacional que nos ha correspondido vivir y que nos corresponde moldear

Ese proceso y esa nueva integración, esa aparente uniformización del mundo, trae igualmente conflictos, diferencias, fantasmas de división y de confrontación. En ese escenario, los problemas difícilmente pueden ser solucionados por los Gobiernos individualmente, y demandan el diseño de normas internacionales, de nuevos instrumentos de derecho para reglar las relaciones, lo que solo puede darse en el seno de los organismos multilaterales.

Por eso se llega de manera tan fácil a la conclusión de que el rasgo más sobresaliente de la sociedad internacional que se dibuja en el horizonte del siglo XXI, estará íntimamente ligado al papel preponderante del multilateralismo, de la acción colectiva, de una nueva vigencia del derecho internacional.

Y por lo tanto el futuro del mundo en el período de la post guerra fría, tiene en las Naciones Unidas el foro de dialogo y negociación, el reflejo de la distribución del poder y de la dinámica del sistema internacional , el epicentro de la acción colectiva global. Cada crisis, cada ruptura introduce nuevos elementos de tensión que demandan reformas y nuevos instrumentos.

El sistema tiene que reinventarse cada día no solo en la búsqueda de su modernización, sino en la de su fortalecimiento institucional. Por la vía del dialogo y la negociación los estados deben no solo procurar economías y una mejor administración de sus recursos sino algo que tal vez es mas importante incrementar las facultades, capacidades e instrumentos del sistema para hacerle frente a las crecientes responsabilidades, a los nuevos desafíos, a los problemas que a cada día debe enfrentar, como para encarar los de mas largo alcance.

Los datos en la escala global sobre la evolución de la situación social en el mundo son alarmantes. En esa perspectiva, la situación de los más pobres parece haberse agravado con la globalización, o por lo menos se ha hecho mas ofensiva y transparente. Asuntos de extrema importancia como los derechos humanos y el desarrollo sostenible encuentran un tortuoso camino de la formulación de soluciones a su implementación. También se encuentran grandes tropiezos en la concepción de instituciones mundiales de tal manera que no solo reflejen la voluntad política de los países sino que se las dote de capacidad de hacer cumplir los compromisos y las decisiones que tienen un carácter colectivo.

Tanto Naciones Unidas a nivel global, como la OEA en las Américas, tienen una responsabilidad particular en la tarea de promover un mayor equilibrio entre los países, entre las regiones y entre las culturas de un mundo donde la diversidad debiera ser fuente de riqueza y no de conflictos. Si manifestamos con convicción que los desafíos actuales son demasiado titánicos para que los Estados los enfrenten solos, si de veras creemos en los beneficios de la acción colectiva para las naciones, entonces debemos también reconocer que solo mediante la cooperación y la acción multilateral será posible enfrentarlos con éxito.

La OEA ha venido realizando en los últimos años un intenso y ambicioso programa de reformas, tanto en su agenda como en su estructura, como se confirmó recientemente en nuestra Asamblea de Lima. Con ello hemos intentado hacer mejor uso de nuestros recursos y satisfacer más eficientemente las demandas de nuestros Estados miembros. Estoy convencido, señor Secretario General que ese proceso de modernización y renovación puede ser mucho más exitoso en la medida que trabajemos unidos, aprovechando nuestras ventajas comparativas, nuestras potencialidades. La coordinación entre las Agencias de Naciones Unidas y las instituciones del sistema interamericano, que en nuestro caso ha contado con la presencia siempre dedicada y experta del Secretario General Adjunto, embajador Cristopher Thomas, debe ser un ejemplo categórico de coordinación y cooperación multilateral. Tiene usted asegurados todos nuestros esfuerzos por trabajar juntos con ese objetivo.

Señor Secretario General,

Desde el Renacimiento, la modernidad ha sido concebida por los grandes pensadores de la humanidad como la posibilidad de liberar el espíritu y la inteligencia de los dogmas y las verdades únicas e impuestas. Esa es otra de las tareas de Naciones Unidas y de todo el sistema multilateral de instituciones. Debemos trabajar en la elaboración de un diseño de sociedad internacional respetuosa de los valores de todos, tolerante, pluralista, diversa, y multicultural.

Quién mejor que el Secretario General de las Naciones Unidas, un hijo del hermano continente Africano, heredero de esa gran tradición de hombres que como su coterráneo Kwame Nkrumah, contribuyeron a defender la independencia y los valores de sus pueblos frente a las potencias coloniales, puede comprender esta realidad, hacer valer los principios universales de la Carta fundacional y llevar adelante los destinos de nuestra Organización Global,

Quién mejor, para avanzar hacia un tiempo en que tenga vigencia aquello a que aspiraban los fundadores de UNESCO en Londres en 1945 cuando proponían que "impere un verdadero espíritu de paz" y donde en lugar de sufrir las imposiciones de ideologías o culturas totalitarias, los individuos se eduquen en el servicio de la libertad , la solidaridad, la igualdad

Dónde mejor que en Naciones Unidas se puede edificar el multilateralismo sobre la idea de ligar el progreso intelectual y la afirmación de nuestros valores con las grandes transformaciones tecnológicas y económicas de la humanidad.

Coincidimos plenamente con esa lúcida reflexión que usted hizo en su declaración ante la Asamblea General con ocasión de su designación como Secretario General, y cito: "nuevas maneras de concebir la paz y la seguridad deben nacer. El mundo comienza a discernir mejor las múltiples causas de los conflictos, las bases económicas de la estabilidad y que la sombra de la intolerancia, la injusticia y la opresión, con sus funestas consecuencias, no se detiene en las fronteras nacionales. Sabemos que el desarrollo sostenible no es solamente un asunto de proyectos y estadísticas, sino que son los seres humanos el verdadero objeto, personas reales, con necesidades elementales, personas que hay que alimentar, vestir, alojar, curar....".

Si seguimos ese camino, señor Secretario General, estaremos cumpliendo con el legado de Voltaire, y tantos otros pensadores contemporáneos en el sentido de que la libertad es un derecho universal y que sólo puede ser libre una persona que tiene en su sociedad las oportunidades para realizarse.

Señor Secretario General,

La ONU no es una abstracción política, ni un edificio en Nueva York donde se reúnen diplomáticos de todos los países del mundo, ni la OEA es un edificio en Washigton con la misma destinación. Son mucho más que eso. Son producto de las aspiraciones de nuestros pueblos por días mejores, por desterrar la violencia, la injusticia, la desigualdad y la discriminación. Nuestras Organizaciones fueron creadas para responder a los sueños de visionarios que concibieron la posibilidad de mejorar el mundo sobre la base a la solidaridad de los pueblos y las naciones.

La ONU simboliza lo mejor de nuestros ideales. Y usted, señor Secretario General, tiene la responsabilidad de llevar ese anhelo de millones de ciudadanos repartidos en el planeta, que quieren paz, desarrollo y solidaridad. Estoy seguro que hoy más que nunca es posible movilizar a nuestras sociedades en el cumplimiento de los ideales que se propusieron nuestros pueblos al fundar la ONU.

Estamos convencidos que bajo su liderazgo, la Organización vivirá un período de reformas y de cambios para hacer realidad nuestros sueños de convivencia pacífica, respeto a los derechos humanos de prevalencia del derecho internacional, de justicia, igualdad paz y libertad.

En esa tarea, que es la construcción de esos sueños en realidades, puede usted contar con todo nuestro apoyo.

Muchas gracias.