Discursos

CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
EN LA PRIMERA REUNIÓN CONSULTIVA DE LA COMISIÓN INTERAMERICANA CONTRA EL ABUSO DE LAS DROGAS, CICAD

11 de diciembre de 1997 - Washington, DC


Me es grato darle a todas las delegaciones aquí presentes en la casa de la Organización de los Estados Americanos, mi calurosa bienvenida.

Es muy satisfactorio constatar que los países miembros de nuestra Organización, han acogido con entusiasmo la convocatoria para participar en esta primera reunión consultiva de la CICAD, la cual tiene por objeto, estudiar las propuestas de fortalecer nuestra alianza hemisférica contra las drogas y crear un proceso multilateral de evaluación, presentadas en el marco del último período de sesiones ordinarias de esta misma Comisión, realizado en Lima el pasado mes de noviembre.

Y es satisfactorio porque refleja la firme voluntad política que asiste a los gobiernos del hemisferio, por perfeccionar los mecanismos de cooperación existentes para luchar contra el problema de las drogas y los delitos conexos. La OEA se siente honrada con la presencia de todos ustedes, quienes nos recuerdan que hoy más que nunca el espíritu de cooperación y de acción colectiva es lo que se impone.

Nuestra región, -las Américas- ha sufrido como ninguna otra en el mundo la tragedia de las drogas y el narcotráfico. Este flagelo ha significado para nuestros pueblos el peor de los males en esta segunda mitad del siglo XX.

Y ello, no sólo por la tragedia familiar y personal de millones de individuos sumidos en la adicción a las drogas, sino por la amenaza en que se ha constituido para el bienestar de nuestras sociedades y la estabilidad democrática de varias naciones. Sin excepción, en mayor o menor grado, todos los países de América han sido alcanzados por alguna de las manifestaciones de este fenómeno, llámese cultivo ilícito, procesamiento, tráfico, consumo, lavado de activos, o de sus consecuencias como son el terrorismo, la violencia, la depredación del medio ambiente, la pobreza o el atraso social.

Este flagelo, que ha pretendido dividir nuestras naciones, que ha buscado debilitar nuestros lazos de amistad, se ha encontrado con un continente cada vez más consciente de sus responsabilidades colectivas para enfrentarlo. Y precisamente, estamos hoy aquí para renovar nuestro compromiso, que es el de toda América, de luchar sin cuartel contra el narcotráfico en todas sus manifestaciones y a todo lo largo y ancho del hemisferio.

Contamos para ello con nuestra Estrategia Hemisférica contra las Drogas aprobada en 1996, en la reunión de la CICAD de Buenos Aires, en cumplimiento del mandato presidencial dado a la OEA en la Cumbre de Miami. Una estrategia que ha sido refrendada por todos los Estados miembros de la OEA y en la cual se reconoce la supremacía de la cooperación sobre la recriminación.

Hoy nos convoca la necesidad de continuar este proceso, de dar un paso adelante, y elaborar un conjunto de principios que han de constituirse, seguramente, en un plan de acción. La pregunta es, entonces, ¿cual es la mejor forma, cuáles son las acciones y medidas concretas, que nos permitirán alcanzar los resultados que colectivamente esperan nuestros países que han suscrito esta Estrategia Hemisférica?

Sabemos que hay propuestas en este sentido para ser discutidas en esta reunión con franqueza y ánimo constructivo, como es ya tradición en los eventos de la CICAD. Concretamente se trata de las iniciativas presentadas por las delegaciones de Estados Unidos y Honduras en el seno del vigésimo segundo período ordinario de sesiones de la CICAD realizado en Lima.

A pesar de que estas propuestas no cuentan todavía con un plan de acción detallado, tienen como objetivo actualizar la Estrategia con el fin de convertirla en un mecanismo multilateral, con capacidad para integrar mejor los esfuerzos nacionales contra las manifestaciones internacionales y transnacionales del tráfico ilícito y el consumo de las drogas. Busca que los países acuerden una alianza hemisférica contra las drogas más estructurada y un sistema de evaluación, basados en la cooperación y en un enfoque multilateral que ayude a reemplazar la aproximación bilateral sobre la cual ha venido trabajándose.

Por supuesto, no es mi intención ni sería prudente de mi parte pronunciarme sobre ellas en este momento. Ello formará parte de las discusiones y conclusiones de esta reunión y, posiblemente, de otras más adelante. Pero sí quisiera compartir con ustedes unas reflexiones de carácter general sobre este tema.

En primer lugar, creo firmemente en el hecho de que una de las mayores fortalezas de nuestra Estrategia es ser clara en objetivos pero flexible en métodos. Ello permite enfrentarnos de mejor forma a un problema como el narcotráfico, que bien puede catalogarse como el más dinámico y cambiante de nuestro tiempo, ya que se trata de un negocio que con sorprendente rapidez modifica sus tecnologías y formas de actuar para neutralizar la acción de las autoridades o que, con su accionar criminal, soborna e intimida por doquier. De ahí la necesidad de adecuar periódicamente las tácticas y medidas logísticas para responder con igual o mayor rapidez a los nuevos desafíos que permanentemente presenta la lucha contra los carteles de las drogas y sus aliados.

En segundo término, es necesario tener siempre presente que la fortaleza del concepto de responsabilidad compartida en la lucha contra las drogas, nace del reconocimiento de que todos los países, tanto aquellos en los que se produce, como en los que se consume o se trafica, tienen un papel que cumplir frente al fenómeno de las drogas. Y que solamente mediante la aceptación de esa realidad, será posible unificar criterios para desarrollar un enfoque multilateral exitoso y equilibrado en contra del narcotráfico.

En tercer lugar, no está de más reconocer que la concreción de una verdadera estrategia multilateral conlleva mucho más que un cambio de enfoque: implica, antes que nada, un cambio de pensamiento. Implica, en consecuencia, una revisión de los medios que estamos empleando para alcanzar las metas y requiere una nueva planeación. Por ello, hacer de este pensamiento un nuevo plan de acción, es un inmenso reto.

En cuarto lugar, esta estrategia multilateral contra las drogas debe estar al servicio de todos los países en conjunto, respetando, por supuesto, la soberanía de cada uno.

Finalmente, la creación de una nuevo mecanismo de carácter multilateral, como eje de nuestra Estrategia Hemisférica contra las Drogas, deberá enfrentar los más severos exámenes. Debe enfrentarse al doble reto de ser plenamente aceptado y compartido por los países y operar con eficacia en la práctica del día a día de la lucha contra el narcotráfico. Y, también, debe ganarse la confianza de las personas y las instituciones al interior de los países y ser convincente y entendible a los ojos de los medios de comunicación internacionales.

Señor Director Ejecutivo de la CICAD, Señores Delegados, amigos todos:

El reto y los objetivos que los países de nuestra región se han impuesto con esta reunión son enormes. En sus manos se encuentran trascendentales decisiones para nuestro hemisferio en un tema de crucial importancia.

No tengo dudas de que han llegado aquí con ideas claras y ánimo constructivo. Sus criterios y preocupaciones enriquecerán las propuestas con que se inicia la discusión. No es tarea fácil la que tienen por delante. Deben unirse en un momento como este, en el que, como en ningún otro, existe en nuestros países un sentimiento y un deseo de establecer propósitos comunes. Tienen, en mi sentir, una oportunidad inigualable.

Oportunidad para fortalecer nuestra Estrategia Antidrogas del Hemisferio bajo el concepto de responsabilidad compartida. Un concepto poderoso que responde adecuadamente a la lógica y la realidad de dicha estrategia. Porque entendemos, como quedó claro en las discusiones de ayer y hoy en el seno del grupo de seguimiento de la Cumbre de las Américas, que las propuestas que aquí se van a discutir son para fortalecer la Estrategia de 1996 y no para debilitarla o reemplazarla.

Estoy convencido, igualmente, que la OEA como foro multilateral por excelencia, es el instrumento adecuado para la consecución de tan trascendental reto.

Espero en un futuro próximo poder celebrar con ustedes los logros de lo que por mucho tiempo ha sido una aspiración cuya realidad se nos había escapado de las manos. Mi deseo es que este proceso consultivo refuerce las bases de un verdadero concierto de esfuerzos entre las naciones del Hemisferio.

Es esta la oportunidad que se nos brinda para liberar a nuestros pueblos del flagelo de las drogas.

Deseo para terminar expresar la satisfacción de la Secretaría por la dedicada y eficiente labor que viene cumpliendo David Beall, a cuya tarea se debe en parte la creciente importancia que ha adquirido la CICAD en el concierto de las naciones, y el reconocimiento que en todas las latitudes adquiere la Institución por su labor en pro de la cooperación y la solidaridad de las naciones de las Américas.

Muchas gracias