Discursos

CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
EN LA SESION INAUGURAL DE LA REUNION INTERAMERICANA DE CONSULTA DE LA COMISION INTERAMERICANA DE MUJERES

17 de febrero de 1998 - Washington, DC


Constituye una gran satisfacción para la Secretaría General de la OEA que la Comisión Interamericana de Mujeres haya decidido congregar, en esta casa, a los representantes de los 34 Estados miembros de nuestro foro hemisférico, con el objetivo de debatir y buscar consensos sobre temas de tanta actualidad, como el de la participación de la mujer en las estructuras de poder y en los procesos de toma de decisiones.

Quiero darles a todos una calurosa bienvenida a este recinto de las Américas y augurarles que su trabajo rinda los frutos que todos esperamos.

Señores Delegados:

Mañana se cumplen 70 años de la creación de la CIM, primer organismo intergubernamental consagrado a promover los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales de la mujer. Es esta, por tanto, una buena oportunidad para hablar de los significativos logros alcanzados por la Comisión en su ya larga trayectoria, y, también, para discutir y plantear algunas ideas sobre lo que podrían hacer la CIM y la OEA para promover aun más el adelanto de la mujer en las Américas

Este año conmemoramos también el cincuenta aniversario de la Conferencia Internacional Americana, en el marco de la cual se firmó la Carta de la Organización de los Estados Americanos. En dicha oportunidad, se aprobó el Estatuto Orgánico de la CIM, que la convirtió en un organismo permanente y especializado de consulta del sistema interamericano, y se adoptaron dos instrumentos que reconocieron que las mujeres tienen los mismos derechos civiles y políticos que los hombres: las Convenciones Interamericanas sobre Derechos Civiles y Políticos de la Mujer

Desde entonces la mujer ha logrado grandes avances en la conquista de sus derechos. No ha sido, por cierto, un camino fácil pero muchos con fundada razón sostienen que lo que le ha sucedido al hombre en miles de años, lo ha conquistado la mujer en menos de una centuria. Y a pesar de que a muchos les parezca exagerado o simplista esta afirmación, ella encarna dos grandes verdades: la de que ha sido un proceso en permanente ascenso, siempre alcanzando nuevas metas, conquistando nuevos derechos. Y también, la de que no se ha dado espontáneamente, sino como producto de una lucha tenaz, constante, como producto de un inmenso esfuerzo colectivo en el que las instituciones de carácter internacional, como la CIM, han jugado un papel muy significativo. Gracias a ello todos hoy, sin distingo, aceptan y reconocen que la vida humana se desarrolla en dos formas separables, pero igualitarias: varón y mujer.

En los últimos veinte años, se ha avanzado mucho en el desarrollo de normas y principios internacionales sobre los derechos y el papel de la mujer en nuestras sociedades. A ello ha contribuido de manera significativa la celebración de reuniones y conferencias internacionales como las de Viena y Beijing, y la emisión de declaraciones regionales como la de la Cumbre de las Américas y las de integración de la mujer promovidas por la CEPAL, así como la convención sobre la violencia contra la mujer. Hoy en día, en virtud de estas importantes convenciones y declaraciones mundiales y regionales, se ha ganado terreno para universalizar estos objetivos de erradicar la discriminación contra la mujer en todos los ámbitos.

Sin embargo, aún es largo el camino por recorrer. En algunos países todavía perduran leyes y prácticas discriminatorias que limitan la plena participación de la mujer en la vida laboral, y persisten la violencia doméstica y el fenómeno de la feminización de la pobreza. En muchos casos no existe la igualdad de oportunidades educativas para las niñas y las mujeres quienes, por ejemplo, se enfrentan a obstáculos socioeconómicos y culturales que limitan su acceso a la educación superior y a ciertos campos de estudio tradicionalmente dominados por los hombres.

Los últimos informes sobre la región, indican que durante la última década se han logrado adelantos importantes en materia de capacidad humana, es decir, en el área de la salud y la educación. Dichas mejoras, sin embargo, no siempre han resultado en mayores oportunidades de participación en igualdad de condiciones con el hombre, y se reconoce que en este frente los desafíos son grandes todavía.

En el caso de la participación de la mujer en las estructuras de poder y de toma de decisiones, hay que decir que la mujer, como sucedió en muchos países del hemisferio desde la década del 70, sigue siendo protagonista principal en las organizaciones de la sociedad civil, en temas como los derechos humanos, el desarrollo comunal, los sindicatos y la preservación del medio ambiente.

La democracia que hoy rige en nuestros países ha promovido y continúa promoviendo a la mujer en el ámbito gubernamental, abriendo espacios para extender su representación y su participación. Sin embargo, si bien hemos avanzado mucho y hoy hay más mujeres ocupando cargos políticos o de elección, esta actividad continúa siendo un espacio dominado por el hombre. Su representación en Parlamentos, en las diversas instituciones democráticas y en los centros de toma de decisiones, no es muy elevada todavía.

Con respecto a la igualdad de los derechos de la mujer, se han registrado cambios en muchas áreas de legislación discriminatoria, incluyendo leyes familiares y laborales, y se han establecido oficinas gubernamentales para velar por los derechos y el desarrollo de la mujer. Pese a estos logros, en muchos países del hemisferio existe la discriminación de jure y de facto tanto con respecto al matrimonio, la familia, el divorcio, la reproducción, la nacionalidad, la administración y la herencia de bienes, como en el ámbito laboral y salarial.

En este sentido, será de gran utilidad el informe que ha de presentar en los próximos días el Relator especial para los derechos de la mujer de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en un estudio que se ha titulado “Normas y prácticas de los Estados miembros de la OEA con referencia a sus obligaciones internacionales de promover y proteger los derechos de la mujer. Todos esperamos que él se constituya en un punto de referencia útil y constructivo, que ayude a los países a identificar posibles problemas de su legislación nacional, respecto de los compromisos internacionales que han suscrito.

Aún queda, pues, mucho por hacer. Esto fue reconocido en la reunión de revisión de la Cumbre de las Américas, celebrada en octubre de 1997, cuando los Presidentes acordaron varias iniciativas tendientes a lograr el fortalecimiento del papel de la mujer en la sociedad. En este sentido, todos debemos contribuir para que la CIM sea en el futuro punto de convergencia de las voluntades del hemisferio comprometidas en lograr la participación plena e igualitaria de la mujer en todos los ámbitos de la sociedad.

La CIM se encuentra hoy en una nueva etapa caracterizada por una renovación de programas y por el diseño de nuevas políticas de acción que nos aproximen a los niveles de bienestar y de progreso que demandan los pueblos y las generaciones del siglo XXI.

Coincidente con este propósito, hace pocos días en el marco del Consejo Permanente de la OEA, fue presentada una iniciativa que propone que sea examinada a fondo la situación de la mujer en las Américas para que, trabajando en forma coordinada con todos los organismos y entidades interamericanos y mundiales vinculados al tema, incluyendo desde luego en primer lugar a la CIM, podamos completar algunas de las grandes tareas pendientes. Con gran cierto, la embajadora del Perú, Beatriz Ramacciotti, definió el reto que tenemos por delante como "la plena incorporación de la perspectiva de equidad e igualdad de género en la agenda política de nuestros gobiernos con el fin de ampliar los derechos y oportunidades de miles de mujeres, jóvenes y niñas de todo el hemisferio". Esperamos que todos los países hagan eco de esta iniciativa y que en el seno de la Organización se lidere un gran proceso interamericano en beneficio de esta causa.

En cuanto a la Secretaría General, en el mes de diciembre presentamos un documento para la consideración de los países en el seno del grupo de seguimiento de la Cumbre de las Américas, en el que se ofrecen algunas ideas para promover, desde la OEA, la igualdad de la mujer, ya sea actuando como foro político multilateral sobre asuntos de política pública, facilitando las reuniones de ministros del ramo y de autoridades sectoriales, creando redes de intercambio o coordinando la acción de instituciones regionales.

Para tal efecto la Organización reconoce el papel trascendental que desempeña la Comisión Interamericana de Mujeres en la promoción de los temas de la mujer y la importancia de asistir a los gobiernos en el cumplimiento de los compromisos adquiridos durante las Cumbres de las Américas.

Es por ello, que la OEA procurará fortalecer sus recursos financieros y humanos y fomentar una mayor colaboración entre la CIM y otras áreas de la Secretaría General, especialmente la Unidad para la Promoción de la Democracia, la Unidad de Desarrollo Social y Educación, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la Subsecretaría de Asuntos Jurídicos y el Consejo Interamericano para el Desarrollo Integral. Dado que el avance de la mujer es fundamental para el desarrollo económico y democrático de nuestro continente, se torna imprescindible que la perspectiva de género sea incorporada a todos las actividades, iniciativas o programas, en todas las áreas de la Organización.

Al mismo tiempo, conscientes de los importantes programas y recursos de otras organismos internacionales dedicados al fomento de la mujer, especialmente del Banco Interamericano de Desarrollo, la Organización Panamericana de la Salud y los organismos especializados del sistema de las Naciones Unidas, la Organización procurará respaldar sus iniciativas mediante tareas complementarias y cooperativas.

Además, la OEA fortalecerá su colaboración, regional y subregional, con las distintas oficinas nacionales de la mujer y con otras oficinas estatales que participan en la elaboración de una política de Estado para la mujer, tales como los Ministerios de Justicia, de Educación y las Oficinas de Defensa de los Derechos Humanos.

En particular, la OEA respaldará las siguientes iniciativas:

Fortalecimiento de las oficinas nacionales para la mujer.
Fomento de la igualdad de oportunidades educativas para niñas y mujeres.
Fomento de la participación política de la mujer y su acceso a cargos relevantes en el proceso de toma de decisiones.
Fomento de los derechos humanos de la mujer, incluida la erradicación de la violencia contra la mujer y la eliminación de la discriminación jurídica.
En todas y cada una de ellas, la OEA y la CIM deben trabajar unidas, evitando duplicidades y aprovechando las complementariedades que emanan de la acción conjunta con las distintas entidades y órganos del sistema interamericano.

El desafío es lograr combinar las ventajas comparativas de cada una de las agencias, buscando una acertada simbiosis de conocimientos técnicos, recursos económicos y capacidad de decisión política, que terminarán por incorporar, de manera más clara y expresa, el elemento de género en las políticas de los Estados, tanto a nivel nacional como multilateral.

Señores Delegados y delegadas:

En las puertas del siglo XXI, en las Américas hoy es mas cierto que nunca que no hay sueños de integración imposibles cuando ponemos al servicio de ellos toda nuestra voluntad, tenacidad y compromiso. La CIM tiene un conocimiento cercano y profundo del medio, las condiciones y los problemas específicos que la mujer confronta en cada uno de nuestros países. Detenta, también, con merecidos argumentos, un liderazgo regional para trabajar en estos temas.

Por ello, tienen ustedes un gran reto por delante, que no es otro que el de impulsar y facilitar un gran proceso de cooperación regional en torno a los objetivos de igualdad de la mujer.

Muchas gracias.