Discursos

CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
LA CUMBRE DE LAS AMÉRICAS Y EL PROCESO DEL ALCA

18 de marzo de 1998 - San José, Costa Rica


Quiero expresar mi agradecimiento al Gobierno de Costa Rica y al Presidente José María Figueres, por la hospitalidad que nos han brindado en un país que se constituye en paradigma de América por sus logros en materia social, su apego a la paz, a los derechos humanos y a la preservación del medio ambiente. Nuestro reconocimiento también para el Presidente Electo Miguel Angel Rodríguez, quien con su reconocida capacidad pudo incrementar esos logros y acentuar el papel pionero que Costa Rica ha adquirido en hacer del comercio un pilar fundamental en la búsqueda de nuestro crecimiento con equidad. Gracias al Ministro José Manuel Salazar por el indiscutible liderazgo que ha ejercido Costa Rica en el proceso que nos ha traído hasta San José.

Quiero también saludar a los empresarios que han venido desde todos los rincones de nuestro continente a compartir con nosotros sus preocupaciones, su visión de los problemas y las oportunidades del hemisferio, en vísperas de la Cuarta Reunión Ministerial de Comercio de las Américas, y a tan solo un mes de la Cumbre de Santiago.

Si visualizamos las tareas que tenemos por delante e identificamos los grandes retos que se nos presentan con la creación del Area de Libre Comercio de las Américas, o ALCA, veremos que hemos recorrido un buen trecho del camino que nos propusimos transitar en estos encuentros hemisféricos. Estoy seguro que esta reunión constituirá para nuestros Jefes de Estado y de Gobierno el aporte de una perspectiva fresca e informada sobre el proceso de integración entre nuestros países.

En días recientes, la celebración de los 50 años de la OEA nos ha servido para hacer un alto en el camino, realizar un balance de las relaciones hemisféricas y, sobre todo, mirar en perspectiva las metas que nos trazarán los gobernantes en la próxima Cumbre.

En el camino a Santiago, la OEA ha puesto en marcha un amplio conjunto de acciones para responder a las prioridades expresadas por nuestros pueblos: un horizonte de integración, paz y democracia. Pero también de igualdad, justicia, solidaridad, preservación del medio ambiente, crecimiento y prosperidad. Y al mismo tiempo uno que pueda hacerle frente a los problemas que le restan legitimidad a nuestras democracias como son el narcotráfico, el terrorismo, la corrupción y la pobreza extrema.

Sin duda, hoy podemos ver con más claridad cómo se han clausurado décadas de aislacionismo, de confrontación y de desconfianza. Hemos logrado converger no solamente alrededor de los elementos básicos de la democracia, de cómo defenderla de los peligros que la acechan, sino también en la defensa de los derechos individuales y las libertades públicas. Asimismo, compartimos la idea de que la paz, la prosperidad y la estabilidad regionales se construyen mejor sobre la base del comercio abierto y no discriminatorio.

También estamos conscientes de que el camino por recorrer es empinado, que nos esperan grandes desafíos y que remontarlos requiere una movilización de todas las energías de nuestras sociedades. En este tránsito, el compromiso solidario y activo de los empresarios y del sector privado es fundamental. En los cuatro ejes de la próxima Cumbre de las Américas: educación, democracia, integración y comercio y lucha contra la pobreza, ustedes tienen una responsabilidad, inspirada en intereses supremos, y también en su propio interés, de contribuir con todos sus esfuerzos y sacrificios para el fortalecimiento del aparato productivo y el logro de los objetivos políticos y sociales que nos hemos propuesto.

En ese espíritu, quiero trasmitirles algunas reflexiones que nos hacemos en la OEA. La primera de ellas es preguntarnos cómo lograr que la educación sea la espina dorsal de nuestros propósitos de crecimiento, formando ciudadanos autónomos, informados, responsables, tolerantes. Ciudadanos que sean capaces de asumir una actitud crítica frente a la información, que valoren la práctica democrática, la solución pacífica de conflictos; que adquieran la capacidad de razonar y aprender por su propia cuenta; que tengan los conocimientos, los valores, las habilidades laborales para crecer personal y profesionalmente, para ingresar al mundo del trabajo, para competir internacionalmente, para avanzar hacia una mayor igualdad.

Como todos sabemos, en la era de la globalización, el recurso más importante con que cuentan los países es su gente y no las riquezas naturales o el territorio. Para que nuestros ciudadanos tengan acceso a mejores sistemas educativos tenemos que resolver problemas de recursos, de instituciones, de procesos educativos, de calidad de la enseñanza, especialmente para los habitantes de las zonas marginales urbanas y rurales, para los de las minorías étnicas y para los que requieren de una educación especial.

Nos hemos propuesto también fortalecer tanto las instituciones nacionales como el Sistema Interamericano de protección de los derechos humanos. En el tema del desarrollo sostenible nos aprestamos a rendir un informe a la Cumbre de Santiago sobre cómo impulsar más las iniciativas de Santa Cruz de la Sierra que colocaron a nuestro Hemisferio como la primera región en tener un plan sobre desarrollo sostenible en el marco de los acuerdos de la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro.

También nos concentramos en cómo avanzar en nuestro desarrollo social y en la superación de la pobreza. ¿Cómo va América a dejar de ser la región más inequitativa del mundo? ¿Qué papel juega en ello la política económica? ¿Qué papel desempeñan el Estado y sus instituciones? La urgencia de este debate es permanente. A pesar de los avances de los últimos años, buena parte del continente, y en particular América Latina, continúan teniendo los peores índices del planeta en materia de equidad y distribución del ingreso. Resulta una inaceptable paradoja que este hemisferio rico en recursos y posibilidades, haya dejado a millones de sus hijos desamparados, atrapados en las garras de la miseria.

En el escenario global hemos sido testigos del fortalecimiento de los procesos productivos que se dan más allá de las fronteras nacionales. También, del creciente proceso de integración de los mercados internacionales de bienes, servicios y capitales, así como del rápido avance tecnológico, especialmente en transporte y comunicaciones. Cada vez mas, un mayor número de países participa en el sistema global de comercio y, en este contexto, vemos con claridad como la integración hemisférica no es una opción sino un imperativo de nuestra época.

No hay duda que en los últimos tiempos hemos aprendido a conocer mejor nuestras vulnerabilidades. Han surgido enormes escollos que van desde la crisis mexicana y sus efectos sobre el resto de América, la no aprobación de la autorización de la vía rápida al gobierno de Estados Unidos, la crisis Asiática, la mayor volatilidad de capitales, las enormes exigencias sobre los sistemas educativos, la inmensa presión sobre los sistemas de seguridad social, los riesgos que se ciernen sobre nuestras culturas.

En todo este proceso hemos comprendido, por una parte, que la globalización, la prosperidad, el crecimiento no siguen una senda rectilínea, pues hay siempre tropiezos económicos y políticos. Y, por otra, que el hemisferio y la propuesta de crear el ALCA han salido fortalecidos en cada crisis. A pesar de las dificultades, hoy podemos percibir una mayor dosis de voluntad política y una actitud mas realista y madura sobre nuestras posibilidades y sobre las virtudes y deficiencias de nuestras estructuras económicas.

Las medidas de liberalización de los mercados adoptadas en la región mantendrán su buen ritmo, con efectos muy positivos sobre el crecimiento. Con las tarifas reducidas desde un promedio de 40% en 1980, a un 11% actual, el valor de las exportaciones de la región sigue en ascenso, de $223 mil millones de dólares en 1994 a un estimado de $327 mil millones en 1997. Asimismo, Latinoamérica y el Caribe están atrayendo inversión del sector privado a un ritmo impresionante. De acuerdo con el Informe de Inversión Mundial de la UNCTAD, entre 1995 y 1996, la inversión directa extranjera aumentó un 52%, hasta un nivel récord de $39 mil millones de dólares. En estas tendencias los empresarios ven oportunidades para el crecimiento y la prosperidad y los gobiernos fuerzas para la estabilidad, el bienestar y la seguridad.

Pero tenemos que reconocer que los resultados de las reformas son aun disparejos. El desempleo se ha reducido pero permanece alto en América Latina y el Caribe. En la mayoría de los países las tasas de crecimiento no son aun suficientes para producir un mejoramiento significativo en las cifras de pobreza, y la desigualdad en los ingresos pareciera creciente en algunos países. Un reciente estudio del Banco Mundial concluyó que para reducir de manera significativa las cifras de las personas viviendo en situación de pobreza las economías de la región debían crecer a tasas anuales superiores a 6%, un porcentaje que todavía no hemos alcanzado.

Y bajo las nuevas circunstancias creadas por la crisis asiática esto va a ser una tarea difícil de alcanzar. Como se pudo establecer en la Asamblea del BID, actualmente en curso, los flujos mensuales de capital privado a América Latina se redujeron a partir de Noviembre a casi la mitad de las cifras récord alcanzadas hasta Octubre del 97. Es claro que hemos avanzado en materia de supervisión, reestructuración, capitalización, e ingreso de bancos extranjeros después de las últimas crisis bancarias.

Los latinoamericanos han hecho además un esfuerzo por elevar el nivel de las reservas, reducir el peso de la deuda externa y, sobre todo, por alargar los plazos de la deuda y limitar la deuda de corto plazo - incluso con controles de capital. Los países latinoamericanos también han adoptado regímenes cambiarios más flexibles, y no tienen déficits de cuenta corrientes tan altos como algunos de los países asiáticos.

Las autoridades económicas latinoamericanas, en particular las de Brasil, actuaron con rapidez y decisión y se evito así el traslado de la crisis asiática a América Latina. Pero eso no significa que no haya consecuencias económicas desfavorables de bastante monta. Habremos de enfrentar además de la ya citada disminución de los flujos de capital, las consecuencias de la caída de las exportaciones al Asia, la mayor competencia con las exportaciones desde esa región, y la caída en los precios de casi todos los productos básicos. Se estima que la reducción en el crecimiento para el promedio de la región será un punto y medio porcentual, y que Latín América y el Caribe solo crecerán cerca al 3% este año.

Permítame ahora refirirme al ALCA, la iniciativa que nos convoca hoy en San José. Más de tres años han pasado desde que 34 Presidentes y Primeros Ministros acordaran establecer un área de libre comercio a todo lo largo y ancho del hemisferio. El próximo mes de abril, en Santiago, ellos mismos nos preguntarán qué hemos hecho en este tiempo. ¿Qué les diremos entonces?

Sin duda, podremos informar que el compromiso político de todos los países participantes ha sido constante, y que el avance de las actividades ha sido extraordinario, con cuatro reuniones de Ministros de Comercio, cuatro Foros Empresariales de las Américas, 13 reuniones de Vice-Ministros, y alrededor de 75 reuniones de los Grupos de Trabajo Hemisféricos.

A lo largo del camino, los Ministros han dado su orientación, instrucción y, aun más importante, su impulso y apoyo político. El método de trabajo que han utilizado ha sido en extremo útil, por que se han establecido objetivos y plazos, lo cual ha permitido una revisión y evaluación periódica del proceso.

Los Vice-Ministros han sido el epicentro de decisiones de carácter técnico, que han hecho posible el trabajo hasta hoy adelantado. Le han dado un marco de acción muy preciso a los grupos de trabajo, y han estado vigilantes de la calidad de las tareas realizadas, tanto por el Comité Tripartita, como por los Grupos de Trabajo. Ellos serán el centro de las decisiones de naturaleza técnica en el proceso de negociación, y tienen ahora la ardua tarea y la enorme responsabilidad de definir los grupos de negociación y los principios y objetivos que los van a guiar.

Los Grupos de Trabajo han desempeñado de manera sobresaliente sus tareas, han contribuido a crear un lenguaje común y una discusión técnica convergente, han construido bases de datos e inventarios, han recopilado estadísticas y normas, han realizado comparaciones sistemáticas de los distintos acuerdos, y han conducido estudios detallados en todos los aspectos de la política y las relaciones comerciales.

Los Grupos de Trabajo han ayudado, además, a identificar las áreas de convergencia y divergencia en los distintos componentes de una negociación, con lo cual garantizan una mayor transparencia en el funcionamiento de los distintos regímenes comerciales y de inversión de los distintos países, y aseguran un conocimiento cabal de estos regímenes como paso previo al inicio de las negociaciones.

Pero la movilización de esfuerzos y voluntades no se detiene ahí. Cada uno de los Foros Empresariales de las Américas ha sido testigo de la participación de más de 1500 líderes empresarios de todo el hemisferio que en muchas ocasiones han encontrado nuevas oportunidades de comercio e inversión. Por su parte, las asociaciones empresariales han expuesto sus opiniones, han discutido sus problemas en relación con el ALCA y han señalado posibles soluciones. Han ofrecido análisis técnicos e información sobre las necesidades del sector privado y, sin duda, se constituyen en la principal fuente de información en la comunidad de negocios sobre las ventajas de la liberación comercial y el proceso ALCA. Esta pedagogía no solo garantiza que desde un comienzo el proceso sea congruente con las aspiraciones y necesidades de los empresarios, sino que estimula el apoyo del público a la construcción del ALCA.

En todo esto debemos estar siempre conscientes de una realidad fundamental en las Américas: cuando el comercio y la inversión aumentaron gracias a la reducción de tarifas y a la firma de acuerdos de liberalización, el sector privado siempre jugó un papel clave. Debemos recordar que en nuestro hemisferio los acuerdos no anteceden a la actividad comercial. Estos vienen después de que el comercio ha evolucionado de tal forma que las tarifas, los procedimientos aduaneros, y otras formas de control, terminan por convertirse en obstáculos para la expansión del comercio y la inversión productiva extranjera. Y lo que es igualmente cierto: es imposible implementar acuerdos de comercio exitosos si la comunidad nacional de negocios no los apoya desde sus inicios.

Las instituciones multilaterales que forman el Comité Tripartito, OEA, BID, CEPAL, también han movilizado gran cantidad de recursos para dar su apoyo al ALCA. Desde Miami hemos trabajado con particular celo para brindar asistencia técnica al proceso. Funcionarios de nuestras organizaciones han trabajado de cerca con representantes nacionales para construir bases de conocimiento mutuo que sirvan de sustento a las decisiones críticas. Hemos difundido entre el público un volumen sin precedentes de información confiable. Y mientras los gobiernos esperan acordar lo que estos próximos años nos traerán, nosotros, en las instituciones multilaterales, trabajamos en obtener los mandatos, los recursos y la arquitectura necesaria para servir eficazmente en una nueva etapa de negociaciones.

Antes de terminar esta reflexión, quisiera referirme al significado de algunos principios fundamentales del ALCA. Una de las fortalezas del proceso ha sido el compromiso del sistema hacia el consenso en la toma de decisiones, lo cual asegura buenas oportunidades de conseguir un acuerdo balanceado y comprensivo. Significa también que todas las opiniones son respetadas y que cualquier propuesta razonablemente argumentada tiene un espacio para ser oída y adoptada.

Otro principio orientador del proceso consiste en que el ALCA coexistirá con una serie de acuerdos bilaterales y sub-regionales. No partimos de cero, pues nos apoyan los avances previos de la región en materia de integración, sin duda un valioso activo. Esto representa un activo del proceso. Los gobiernos y los empresarios de la región, en sus esfuerzos de integración en el marco subregional, en el TLC, el Mercosur, la Comunidad Andina, el Mercado Común Centroamericano y el Caricom, han ganado experiencias extraordinarias que podrán potenciar en el marco del ALCA.

Debido a que, con una sola excepción, los 34 participantes en el ALCA, son miembros de la OMC, se busca un acuerdo que sea totalmente consistente con el ordenamiento del comercio global. Esto es de suma importancia, porque así envían una señal significativa a los socios fuera de la región. Ya desde el año pasado dejamos claramente establecido que nuestros acuerdos subregionales no son discriminatorios ni generan desviación de comercio e inversión. Por el contrario, crean comercio y han aumentado la demanda por bienes provenientes del resto del mundo.

Nuestros acuerdos no cierran los mercados sino que contribuyen a mantenerlos abiertos. No frenan las inversiones sino que las fomentan. No se trata de una integración hacia adentro de las economías participantes sino también hacia fuera, hacia el resto del mundo. Los aranceles promedio son sustancialmente más bajos a los que existían antes de la constitución de los acuerdos. Sus miembros participaron en las negociaciones multilaterales al tiempo que avanzaban en los acuerdos subregionales y más bien puede decirse que afectaron de manera positiva las primeras. En general, puede decirse que existe una clara voluntad de fortalecer los mecanismos de la OMC.

No hay duda que los países de la región tienen el mayor interés en fortalecer la OMC y no en debiltarla. Los resultados de la Ronda Uruguay han producido beneficios para todos los países y quizás la prueba más elocuente de ésto es la creciente utilización de sus mecanismos de solución de controversias por parte de América Latina. Venezuela y Brasil, por ejemplo, estuvieron entre los primeros países que utilizaron exitosamente los mecanismos de solución de controversias. Desde entonces varios otros han hecho lo mismo, incluyendo a Costa Rica. En todos los casos, los países latinoamericanos han obtenido pleno respaldo de la OMC a sus planteamientos.

El mensaje que queremos hacer llegar es que no concebimos el ALCA como un bloque introvertido, diseñado para levantar barreras a los no participantes, sino como un esfuerzo destinado a lograr un grado de liberalización que vaya más allá de los actuales estándares globales. Si el ALCA tiene éxito en ir más allá de las disciplinas de la OMC, el hemisferio tendría una oportunidad para ofrecer su liderazgo a la comunidad global de comercio. Algunos trabajos preliminares conducidos por los Grupos de Trabajo, como el de inversión, presidido por Costa Rica, apuntan en esta dirección.

Otro principio importante del ALCA es que los países pueden negociar individualmente o como miembros de un grupo de integración sub-regional. Ello ha permitido, como resultado colateral del proceso del ALCA, profundizar los lazos existentes entre los miembros de los grupos. Los países Andinos, Mercosur, Centro América y Caricom han hablado con una sola voz, y el peso y la influencia de países pequeños se han visto multiplicados, unidos a las voces de sus socios regionales. Esto también es importante porque los grupos de integración subregional formados en las décadas pasadas están siendo influenciados de manera positiva por el desarrollo, más reciente, de las políticas de comercio contenidas en la OMC, el TLC, el Mercosur, el G-3, y la nueva generación de acuerdos negociados por Chile y México.

Como región, hemos acordado desde el principio que debe dársele atención central a las necesidades y condiciones especiales de las economías más pequeñas para asegurar su participación en el proceso del ALCA. Y aunque hay acuerdo sobre los fundamentos, muchos de los componentes han demostrado ser extremadamente difíciles de definir. Algunas de las economías que pueden ser pequeñas para un propósito, no necesariamente lo son para otro. A esta altura del proceso, es claro que se van a requerir soluciones diferentes para cada tema e inclusive para cada país.

Sabemos, también, que en por lo menos 15 países del ALCA, los impuestos arancelarios representan el 20% o más de los ingresos fiscales, y constituye un gran reto diseñar mecanismos que les permitan participar efectivamente en las negociaciones: la eventual eliminación de los impuestos de comercio es un elemento clave de todo tratado de libre comercio, pero también se depende en gran medida de estos ingresos para sostener hospitales, escuelas, construir carreteras, dotar a la policía y la fuerza publica, y muchas otras de las responsabilidades de naturaleza social.

Uno de los elementos más importantes de este proceso es el compromiso de alcanzar progresos concretos para el año 2000. Si el sector privado puede empezar a cosechar los beneficios de la integración rápidamente, contribuiría a reforzar el apoyo público hacia las iniciativas de libre comercio, las cuales por su propia naturaleza tienden a dar resultados en el largo plazo. Es necesario establecer mejores estándares de transparencia para las políticas, programas y reglas con respecto a temas tales como procedimientos aduaneros, inspección sanitaria y barreras técnicas y vemos también la necesidad de convergencia en las regulaciones que afectan el comercio y la inversión.

No debemos ignorar que todas aquellas medidas que dentro del proceso de creación del ALCA estimulen la libertad de comercio e inversión, serían no solo complementarias sino muy alentadoras. De igual manera la aplicación disciplinada de los compromisos de la Ronda Uruguay sería un aliciente a la credibilidad y la confianza del proceso.

Quiero, como ya lo hice en otra ocasión, mencionar un enfoque que considero debe estar siempre presente en la negociación. La discusión contemporánea sobre comercio va mas allá de los temas estrictamente relacionados con el intercambio de bienes. Fue lo que en la ronda Uruguay se conoció como los temas nuevos. Asuntos como la inversión, la propiedad intelectual, los servicios, las compras gubernamentales, los mercados financieros y de capitales, la transferencia de tecnología, las normas de competencia, entre otros, van a jugar un papel determinante en la agenda de las negociaciones para la liberación del comercio en el hemisferio.

Es evidente que para los países industrializados del hemisferio el problema de acceso a los mercados sigue siendo un asunto importante, pero el énfasis de sus aspiraciones se ha ido desplazando hacia los nuevos temas. Ello, en gran medida, por cuanto la apertura unilateral de América Latina ha disminuido considerablemente las barreras a las exportaciones de los países industrializados. En contraste, los países con un grado de desarrollo medio tienen aun una larga lista de reclamos y de querellas pendientes en cuanto al acceso de sus productos a los mercados de mayores ingresos en las Américas. Esto es particularmente cierto en sectores considerados políticamente sensibles, como lo son los productos agrícolas, los textiles, las manufacturas ligeras y algunas industrias básicas. La mezcla de barreras administrativas, subsidios y altos aranceles, hacen que el tema del acceso tenga una especial trascendencia para América Latina y el Caribe.

Aquí es importante entender que el éxito de la negociación dependerá de la simetría y el equilibrio con que se traten las aspiraciones de ambos grupos de países. Va a ser necesario mirar las negociaciones de acceso a mercados y temas nuevos como un proceso obligado de articulación de áreas de mayor interés para los países industrializados que debe ir acompañado de sólidas concesiones y compromisos en materia de acceso a mercados para los países de América Latina y el Caribe.

Además de los principios que hemos enunciado quisiéramos ahora, a manera de síntesis, retomar algunos de los principales desafíos en los años por venir hasta el 2005 y que van a demandar una clara unión de nuestras voluntades.

Lo primero es transmitir a todas las personas del hemisferio el mensaje de que el libre comercio y el proceso de integración regional son esenciales a los intereses de todos. Se necesita que los gobiernos, el sector privado y la academia trabajen conjuntamente para rescatar de manera clara y persuasiva una verdad que es hoy evidente: la apertura del comercio en un contexto de reglas acordadas mutuamente es la llave de nuestro crecimiento económico.

El mensaje debe transmitirse con claridad absoluta a los grupos sindicales, a las instituciones académicas, y a las organizaciones no gubernamentales de toda clase, que tienen cierto temor a algunas de las características indeseables de la globalización. Debemos oír sus preocupaciones e informarles de las enormes implicaciones positivas de este vasto proyecto económico y político del ALCA, ya que de nuestra capacidad para comprometerlos depende su culminación satisfactoria.

El segundo reto consiste en asegurar que la integración económica del hemisferio se produzca de manera simultánea con la mayor integración social de nuestras poblaciones. Mientras la apertura del comercio es la clave del crecimiento, no podemos permitir que la persistente iniquidad menoscabe la fuerza del proceso de desarrollo. Quienes entienden la reforma económica como una forma de extinción del Estado en la que los más desprotegidos son abandonados a la suerte caprichosa del mercado, están sembrando las bases para que el respaldo electoral y político que le han otorgado a la apertura de mercados y a la estabilidad, los ciudadanos en todo el continente, se desvanezca en una avalancha de inconformidad. Porque en la globalización, los gobiernos mantienen un rol creciente en atenuar las presiones económicas que sobre la población ejerce la reestructuración.

Un tercer desafío consiste en ayudar a los países en desarrollo de esta región, en la construcción de su capacidad institucional y humana para que así puedan aprovechar al máximo las ventajas que brindan las nuevas oportunidades. Para muchos de los países representados hoy aquí, la negociación del ALCA será una tarea extremadamente difícil. En algunos casos los ministerios de comercio no tienen suficientes recursos humanos y financieros, como tampoco suficiente experiencia en negociaciones comerciales complejas, especialmente cuando se considera que las negociaciones incluirán países con la más amplia trayectoria en negociaciones globales.

Aun antes de que las negociaciones comiencen, algunos gobiernos van a necesitar cooperación técnica para cumplir con los compromisos de la Ronda Uruguay. Por eso, son fundamentales las acciones de cooperación y asistencia técnica que puedan desarrollarse para la formación y entrenamiento de negociadores, el acceso a la información y el fortalecimiento institucional, especialmente en beneficio de las economías pequeñas. La OEA, junto con las otras instituciones del Comité Tripartito, el BID y la CEPAL, y otras organizaciones regionales están dispuestos y preparados para ofrecer su apoyo en este campo.

Finalmente, a manera de conclusión, diría que no podemos olvidar que el objetivo final de nuestras acciones no son los Estados, sino los individuos a quienes debemos brindar educación, seguridad, buen empleo, un medio ambiente sano y, por supuesto, libertad y protección de sus derechos.

Son los individuos quienes deben beneficiarse de todo este esfuerzo de concertación colectiva que estamos llevando a cabo en nuestro hemisferio. Son ellos los que inspiran nuestro trabajo: los millones de americanos que comparten esta tierra fecunda y que quieren construir bajo este cielo de las Américas una promesa por el bienestar, la paz, la prosperidad y la unión de nuestros pueblos.

Muchas gracias.