Discursos

CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
EN LA INAUGURACION DEL CENTÉSIMO PERIODO DE SESIONES DE LA COMISION INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS

28 de septiembre de 1998 - Washington, DC


En primer lugar, quisiera agradecerles la oportunidad de estar aquí hoy para compartir algunas reflexiones. Asimismo, quisiera darle la bienvenida a la casa de las Américas al señor Henry Forde, un ex-Ministro y reconocido y distinguido abogado de Barbados. Quisiera, también, aprovechar esta oportunidad para agradecer al Presidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Carlos Ayala, y hacer mención especial de su decisión de radicarse en Washington por el período de un año para hacer el mejor uso de su tiempo como Presidente de la CIDH. Esta es una práctica que de adoptarse de una manera permanente, como lo sugerimos al presentar una propuesta para el mejoramiento del Sistema, constituiría una paso adelante en esa dirección. La OEA y todos los individuos de nuestro hemisferio para los cuales fue diseñado nuestro sistema de derechos humanos agradecen y celebran su dedicación.

Señores y señoras:

Como Secretario General de la OEA, ha sido para mí un honor poder dirigirme a ustedes durante las sesiones inaugurales de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Hoy, en particular, me complace compartir algunas ideas en este centésimo período de sesiones.

El número 100 conlleva cierta magia. Alude a la estabilidad y a la fortaleza. Y también al orgullo de la continuidad que representa esta reunión centenaria. Es una gran satisfacción para esta institución el hecho de estar asociada por un grupo de ciudadanos de las Américas tan distinguido, que hoy se reúne por centésima vez para proteger y asegurar la más amplia cobertura y el más profundo respeto a los derechos humanos de los ciudadanos de nuestro hemisferio.

La Corte y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos con sus investigaciones, sus informes y sus fallos, y actuando con autonomía, respeto a los gobiernos y a las distintas instancias de nuestra Organización, han demostrado que son capaces de defender las libertades y los derechos fundamentales de todos los americanos, sin importar quiénes sean los responsables de los abusos.

Asimismo, es muy oportuno que este centésimo período de sesiones se celebre en un año tan importante - no sólo para la OEA que está celebrando su Cincuentenario - sino también para los instrumentos de protección de los derechos humanos. La Declaración Universal de Derechos Humanos que fue aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948 y que hoy es considerada como la base estructural para la observancia de los derechos humanos a nivel mundial. De la misma manera, en 1998, estamos celebrando el Cincuentenario de la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre.

El intervalo desde nuestra pasada reunión es rico en episodios que van desde la celebración de nuestro cincuentario hasta la histórica Cumbre de nuestros gobernantes en Santiago. De esos episodios hemos surgido fortalecidos tanto de la manera como reflexionamos sobre nuestro futuro, como de los mandatos contenidos en el Plan de Acción que se refieren a nuestro fortalecimiento y modernización.

En esa histórica cita en Santiago, los Presidentes y Jefes de Gobierno abarcaron directamente el tema de los derechos humanos y formularon compromisos claros, sustentados en medidas concretas de ejecución a corto y mediano plazo. Se comprometieron a fortalecer aún más la Comisión y la Corte Interamericana. Expresaron su voluntad de trabajar mano a mano con la sociedad civil y diseñar políticas integradas para la promoción y protección de los derechos a nivel de las naciones. Se comprometieron a garantizar los derechos de los trabajadores migrantes, asegurar la participación de la mujer en todos los ámbitos del quehacer de los países, respetar las expresiones culturales de los pueblos indígenas y a promover su integración a la vida política y económica.

También acordaron garantizar a todos los individuos el derecho a un proceso sin dilaciones, ajustado a la ley y a los procedimientos penales, así como asegurar la presunción de inocencia. Decidieron revisar las legislaciones nacionales vigentes para eliminar de ellas cualquier tipo de discriminación y, en especial, para que en el año 2002 no persista ningún tipo de desigualdad legal entre hombres y mujeres. Expresaron su voluntad de trabajar por el mejoramiento del sistema carcelario y las condiciones de vida de los reclusos, y enfatizaron la necesidad de combatir la explotación infantil en todas sus formas, acordando implementar un sistema regional de información sobre los niños.

En relación con el trabajo que realiza la OEA, los líderes del hemisferio hicieron hincapié en la importancia de preservar el derecho fundamental a la libertad de expresión y se comprometieron a brindar su apoyo a las actividades que se desarrollen por el Relator especial a ser escogido en breve por la Comision . Tengo entendido que en este período de sesiones ustedes tomarán decisiones muy importantes a ese respecto.

La Asamblea General expresó su apoyo incondicional a los mediadores de derechos humanos en el hemisferio; instruyó al Consejo Permanente a que convoque una reunión sobre los derechos de los pueblos indígenas; e instruyó al Consejo Permanente a que considere el proyecto preparado por ustedes sobre la promoción de los derechos humanos.

Asimismo, la Asamblea General reafirmó el mandato de la Cumbre de elaborar iniciativas concretas para fortalecer y mejorar el sistema interamericano y encomendó al Consejo Permanente la tarea de examinar a fondo el problema con miras a proporcionar recomendaciones e incluso modificar instrumentos legales vigentes. Es de vital importancia el ejercicio que ha venido adelantando la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de reformar sus propios reglamentos.

De manera sistemática he expresado que un aspecto crítico de la problemática de nuestro sistema de derechos humanos es el hecho de que no todos los Estados Miembros se adhieren a él. Este punto está muy claro en el Plan de Acción de la Cumbre de Santiago donde se nos hace un llamado para promover la firma, ratificación y adhesión a los instrumentos de derechos humanos internacionales. Es imprescindible que todos los estados miembros se adhieran a nuestro sistema.

En estas reflexiones he destacado la satisfacción que sentimos por cincuenta largos años de consolidación de los derechos humanos, de trabajo arduo, y por prevalecer en el camino de la defensa indeclinable de la dignidad humana. Han sido cincuenta años de muchos logros que nos orgullecen. A todos nos crean obligaciones de continuar en una empresa que está intimamente ligada, como ninguna otra, a la defensa de los valores democráticos en nuestras sociedades Y esa tarea nos llega en un momento en que tenemos una OEA más equilibrada y más universal en objetivos políticos. En ese nuevo entorno podremos avanzar más para hacer de cada derecho de un ciudadano americano un poder con el cual nuestros ciudadanos podrán hacerle frente a sus responsabilidades sociales. Ni por un minuto podemos olvidar que el objetivo final de todos nuestros esfuerzos en busca de la integración y la prosperidad como en el desarrollo de las instituciones democráticas, es la persona humana, la persona americana. A ella nos debemos y por ella trabajamos. Les deseo suerte en sus deliberaciones.


Muchas gracias.