Discursos

CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
EN LA SESION PROTOCOLARIA DEL CONSEJO PERMANENTE PARA RECIBIR AL CANCILLER DE LA REPUBLICA ORIENTAL DEL URUGUAY, DIDIER OPERTTI

28 de septiembre de 1998 - Washington, DC


Es para mi un gran honor recibir hoy a Don Didier Opertti, Canciller de la República Oriental del Uruguay y Presidente de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, posición a la que ha llegado por sus excepcionales condiciones de jurista, de internacionalista, de diplomático de aquilatadas dotes, de hombre público de un hemisferio que de manera continua mira hacia él para buscar sus luces, su guía intelectual, su particular visión de los problemas americanos. Por eso los que aqui nos hemos congregado queremos rendirle tributo de admiracion, respeto y gratitud. Estamos seguros de que va a representar con singular prestancia a todas las naciones de las Américas, en un momento de gran trascendencia para esa institución mundial en tránsito por aguas agitadas en la búsqueda de un rol que le permita ser no sólo punto de encuentro de todas las naciones, sino epicentro de una agenda que concilie nuestros anhelos de paz, prosperidad, justicia y libertad e igualdad.

La hoja de servicios del Ministro Opertti a su país, a nuestro hemisferio y a la comunidad internacional no solo es extensa y multifacética sino, ante todo, llena de logros. Tal vez sólo recuerdo otro americano vivo que como él conozca tan bien a nuestra Organización, que le haya dedicado tanto de su tiempo, energías y capacidades, que haya participado de su marcha y desarrollo desde tantas funciones diferentes y que, desde todas ellas, haya hecho un aporte tan sustantivo.

Recibir al Canciller Opertti en la Organización de los Estados Americanos es recibirlo en su propia casa. Entre nosotros nada le es ajeno. Todos sus antiguos compañeros y muchos funcionarios de nuestras cancillerías tienen de él el mas intenso recuerdo en su paso por la Dirección del Departamento de Derecho Internacional de la Organización. Como Embajador, entre el 1988 y 1993, presidió nuestro Consejo Permanente y existe un imperecedera huella del ejercio de sus funciones como Presidente de la Comisión de Asuntos Jurídicos y Políticos. Muchos de los aqui presentes recordamos la profundidad y el brillo de sus intervenciones en la negociación de la Convención contra la Corrupción, en las sesiones finales de Caracas.

Ha sido protagonista de primera linea a lo largo de estas décadas de los más significativos eventos de la diplomacia de nuestro hemisferio, vinculado como está a algunos de los protocolos modificatorios de nuestra Carta, a la aprobación de numerosas convenciones interamericanas y al impulso del rico proceso de las Conferencias de Derecho Internacional Privado. En estos años nos ha correspondido también ser testigos de sus desvelos por consolidar a MERCOSUR y por darle vitalidad al proceso para crear un zona de Libre Comercio Hemisférica. Como Canciller ha representado a su país en numerosas reuniones internacionales y del Sistema Interamericano. Aun quedan ecos de sus magníficas intervenciones en la celebración del cincuentenario, en Santafé de Bogotá, y en la última Asamblea, en Caracas, ricas tanto en su contenido jurídico, histórico y político, como en su textura de la lengua castellana.

Sepa, apreciado Canciller, que su reciente designación como Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas no es sólo un orgullo para el pueblo del Uruguay, sino que lo es para todos los aqui presentes quienes representan a todos los pueblos de las Américas. Todos reconocemos en Usted, en su trayectoria y en su pensamiento, los mejores valores que hacen y han hecho grandes a las naciones de América. Son esos valores los mismos que hoy guían nuestros pasos hacia la unión, la solidaridad y la integración.

Pero este repaso de la vinculación del Canciller Opertti con nuestra Organización es representativo también del aporte y el legado del Uruguay al sistema interamericano. La República Oriental del Uruguay es un país forjado en la voluminosa corriente de muchas nacionalidades que llegaron en la búsqueda de una tradición de democracia, de libertades públicas, de apego a las tradiciones democráticas. Y que llegaron también porque Uruguay los recibió con sus puertas abiertas, con su profunda vocación por la justicia social, con un elevado nivel educativo, con su rica tradición cultural. Y es por todo ello que Uruguay ha jugado un papel tan relevante en el diseño de nuestra organización hemisférica, ha sido tan significativa su contribución para forjar los principios tutelares consagrados en nuestra Carta Constitutiva, y tan claro y brillante su rol en los momentos criticos de nuestro devenir histórico.

Todos los americanos reconocemos ese papel esencial de Uruguay en la concepción de las instituciones hemisféricas y valoramos la contribución de personas de excepcionales condiciones como José Mora Otero, Enrique Iglesias o el Ministro Opertti. Y aquí, en la Casa de las Américas, está vivo en el recuerdo de todos nosotros el sabio mensaje de transformación de nuestras instituciones democráticas y del papel del estado en sus responsabilidades sociales que nos dejó en su reciente visita el Presidente Julio María Sanguinetti; y tenemos registrada en nuestra memoria el homenaje que le brindaramos al distingido jurista Don Eduardo Jiménez de Aréchaga..

Señores Embajadores, amigos todos:

El Canciller Opertti no sólo representa hoy al Uruguay o a las Américas sino a todas las Naciones. Y no dudamos que en un momento tan crítico para la formación de un nuevo orden mundial cuyas bases esenciales deben nutrirse de el más celoso respeto al derecho internacional, en la convivencia pacífica, en el pluralismo y respeto por la diversidad, en la consolidación de los valores democráticos y en un vigoroso multilateralismo, el Canciller Operti va a encontrar en las experiencias americanas muchas ideas y principios que pueden enriquecer el diseño de una Organización de Naciones Unidas cada vez mejor dotada para enfrentar los problemas mundiales.

Llega usted a la OEA, señor Canciller, en un momento de cambio y transformación. En un momento en que estamos rehaciendo nuestra institución cincuentenaria para que responda a los desafíos de una nueva época marcada tanto por la globalización como por la integración a la que de manera creciente nos hemos comprometido. Nos encuentra usted, Señor Canciller, comprometidos con los designios de nuestros gobernantes y por los mandatos que ustedes nuestros cancilleres nos han impuesto para hacer realidad los postulados y las acciones dispuestas en el proceso de Cumbres hemisféricas para defender la democracia, las libertades, los derechos fundamentales, avanzar hacia el desarrollo sostenible, fortalecer nuestros sistemas educativos y luchar de manera mancomunada contra la miseria.

Y en este proceso, desde que iniciamos en marzo de este año las celebraciones del cincuentenario de la Organización, nos hemos dado a la tarea de reflexionar, más que sobre nuestro pasado lleno de altibajos, rivalidades y desencuentros o de nuestros temores comunes y algunos de nuestros logros, hemos querido pensar en nuestro mañana, en cómo el sistema Interamericano de Instituciones es capaz de hacerle frente a los temas y retos con que nos encontramos como resultado de nuestras relaciones más estrechas y más intensas. Y esperamos que en estos tiempos, en medio de sus múltiples tareas globales, mantenga su atención a los problemas hemisféricos para seguir contando con su permanente guía y consejo.

Para fortuna nuestra, para estas elevadas responsabilidades contamos con la contribucion del embajador Don Antonio Mercader quien en su doble condicion de Presidente del Consejo Permanente y presidente del Grupo de Reforma ha sacado a relucir no solo su inteligencia y amplios conocimientos, sino sus condiciones de liderazgo que nos han permitido avanzar con disciplina, buen método, con altísima participación de todos, con amplia presencia de los actores afuera del sistema, y sin menoscabo de perseguir celosamente todos los consensos de carácter político que son menester en un proceso como este.

Apreciado Canciller Opertti:

En esta su casa, que tanto regocijo siente con sus exitos que todos tomamos como nuestros, le reiteramos nuestros sentimientos de reconocimiento y admiración.

Mientras usted se ocupa de sus elevadas responsabilidades nosotros procuraremos cubrir bajo el enorme paraguas de la OEA la infinidad de acciones que hoy forman parte de la nueva agenda de integración de las Américas. Tenemos un largo camino de creación y acción colectiva por delante. Tenemos fe y esperanza en el futuro de las Américas y vamos a aprovechar al máximo las fortalezas que hemos adquirido en estos cincuenta años y a cortar de raíz lo que nos pesa para cumplir con la promesa de dar a nuestros pueblos el tan anhelado sueño de la unión, la prosperidad y la paz.

Muchas gracias.