Discursos

CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
CON MOTIVO DE LA REUNIÓN DE SEGUIMIENTO DE LOS ACUERDOS DE LA XI CONFERENCIA INTERAMERICANA DE MINISTROS DE TRABAJO

24 de febrero de 2000 - Washington, DC


En nombre de la OEA, permítanme darles una cálida bienvenida a esta Casa de las Américas. La presencia de las principales autoridades nacionales en materia de política laboral en este hemisferio fortalece la vocación de esta Organización como epicentro del diálogo y de la concertación política de las naciones de las Américas.

Hace alrededor de quince meses atrás nos reunimos en Viña del Mar para acometer la agenda de asuntos laborales que nos habían mandado los Jefes de Estado y de Gobierno en la Segunda Cumbre de las Américas. Estos encomendaron a las principales autoridades de la política laboral del hemisferio trabajar en dos materias de singular importancia: la modernización del Estado en lo que atañe a la administración laboral; y la globalización de la economía y su dimensión laboral. Con ese objetivo, la undécima reunión de la CIMT creó dos Grupos de Trabajo que han estado desarrollando esos temas durante todo el año pasado.

En esta reunión evaluaremos como vamos en el cumplimiento de ese propósito, cuanto hemos avanzado y cuanto nos queda por hacer. Tal evaluación es importante para fortalecer este foro como instancia de concertación hemisférica, para darle a esta conferencia la preeminencia política que ella debe tener en nuestra agenda, y para que al llegar a Quebec hayamos cumplido los mandatos de nuestros Jefes de Estado y de Gobierno. La enorme diferencia con las Conferencias Interamericanas del Trabajo pasadas consiste en que hoy tenemos en plena marcha un proceso de integración hemisférico de vastas proporciones en lo económico, lo político y lo social.

Creo conveniente comenzar mi intervención esta mañana realizando un breve relato de lo que ha ocurrido en nuestro hemisferio, desde Viña, y así identificar el contexto en el cual hemos tenido que actuar. Señor presidente, ya en la reunión de Viña del Mar sosteníamos, al mirar el escenario económico que enfrentábamos, señalamos como los efectos de la crisis asiática podían llevarnos a una recesión, dada la volatilidad de capitales y el efecto contagio, las olas de especulación y sobrereacción de los mercados y las deficiencias del sistema financiero internacional y la falta de mecanismos de regulación. Sin duda esta constituye la característica más perversa de la globalización.

Para fortuna nuestra en América hemos salido fortalecidos de las dos crisis de los 90s con un afianzamiento de nuestros mecanismos democráticos, con una mayor transparencia de nuestros mecanismos de mercado, con una mayor información para los agentes económicos, y con una mayor vigencia de los mecanismos de supervisión y control.

Como ocurrió con la crisis anterior, la denominada efecto tequila, nuestros gobiernos han tomado con coraje y prontitud buena parte de los correctivos necesarios. Y nadie duda que en la gran mayoría de los países el manejo de la crisis ha estado caracterizado por la seriedad, la consistencia, el indudable valor político de nuestros gobiernos y la aceptación de nuestros pueblos de los sacrificios consecuentes.

Infortunadamente tan grande tropiezo no ha tenido tan seria consecuencia sobre la economía mundial. Y la pronta recuperación que se está observando en la gran mayoría de nuestras economías es una consecuencia de tal desarrollo, pero lo es principalmente del éxito de las reformas en marcha a todo lo ancho del hemisferio en las dos últimas décadas.

No obstante, el cierre de la década se dió dentro de signos adversos, con un crecimiento cercano a cero a nivel de América Latina y el Caribe que contrasta con el promedio del 3.2 que obtuvimos en los 90s. La caída del producto repercutió en una disminución de la demanda laboral de las empresas. Con ello, los países de la región vieron el desempleo crecer del 8.0% en 1998, al 8.7% el año pasado.

Por otro lado, debemos destacar que aún en medio de este cuadro de deterioro económico, nuestros países supieron mantenerse en el camino de la aplicación de políticas económicas serias y responsables. Ello ha permitido, aun en medio de demandas sociales crecientes, una mejoría notable en el clima de estabilidad económica. Ha continuado así la inflación su tendencia descendente, lo que situó a la región por debajo del 10% por segundo año consecutivo.

Hemos observado también un vigoroso desarrollo de las exportaciones que crecieron con respecto del año 98, y superaron el monto alcanzado al momento de la crisis asiática. La inversión extranjera, principal termómetro del grado de confianza que generan nuestras políticas, fue superior a los 70 mil millones de dólares en 1999, con lo cual la proporción de la inversión extranjera directa mundial a países emergentes, recibida por la región alcanzó al 40,6%, casi a la par con la recibida por Asia que recibió el 44.3%. Así nuestras economías han quedado en buenas condiciones para iniciar un proceso de reactivación durante el presente año que la CEPAL estima del orden del 3.6%.

En este período también fuimos protagonistas y testigos de los intentos de nuestros países de continuar avanzando en los procesos de integración económica y comercial, a nivel de las Américas, que han continuado con un gran compromiso de todos los grupos de negociación, así como de los grupos consultivos, trabajando en un ambiente consensual, invirtiendo una enorme cantidad de recursos humanos y técnicos.

Diría que se está dando en un entorno que por comparación es mucho más favorable que el de la OMC, tal vez porque hay más equilibrio político y más participación de todos los países en la negociación, y porque las economías pequeñas están recibiendo un buen nivel de asistencia técnica. Pero tal vez, lo más importante ha sido el desarrollo de una agenda paralela de una gran trascendencia en la OEA, en una amplia gama de temas de singular importancia social y política. En esta agenda los temas laborales tienen una gran importancia y tal vez valga la pena mencionar el compromiso de los 34 países miembros de avanzar en la protección de los derechos básicos de los trabajadores.

En ese sentido esta reunión resulta sumamente oportuna. En ella podremos revisar las propuestas del Grupo de Trabajo sobre globalización, así como estudiar detenidamente el documento preparado por la OIT sobre "Las Normas Laborales en los Acuerdos de Integración de las Américas". Tendremos también la oportunidad de discutir las propuestas del Grupo de Trabajo sobre modernización del Estado y administración laboral.

Me parece que de estos documentos y propuestas debiéramos identificar elementos que nos permitan dar pasos sustantivos en dos aspectos. Estoy convencido que las autoridades laborales de nuestro hemisferio están encaminadas a conseguir un doble objetivo: avanzar en la integración del hemisferio, ya sea con la creación del ALCA o con la consolidación de los acuerdos subregionales. A la vez tal objetivo debe ser compatible con asegurar que existan mecanismos apropiados y eficaces para proteger los derechos básicos de los trabajadores.

Como asegurar cierta flexibilidad de los mercados laborales sin sacrificar la estabilidad y buena remuneración de los trabajos, como buscar la competitividad internacional sin sacrificar el funcionamiento de ciertas normas de seguridad social básica. Este es tal vez el más grande desafío que ustedes tienen para hacer que la globalización, o la integración americana o el creciente fenómeno de una mayor interdependencia se den sin menoscabar el bienestar de nuestros trabajadores.

Tienen ustedes un papel preponderante que jugar el éxito del proceso de integración hemisférico. Creo que nadie tiene duda alguna, señor presidente, que la compatibilización de los objetivos de integración económica y resguardo de los derechos fundamentales de los trabajadores se hace más complejo y desafiante. Asumirlo exitosamente implicará un esfuerzo aún mayor que el de estos años y una coordinación más estrecha entre las autoridades económicas y las del área social.

Señor Ministro Molina, Ministros y autoridades

Estoy optimista de que podremos avanzar en ese camino, para el beneficio de trabajadores y la totalidad de los habitantes del hemisferio. Un elemento que nutre esa esperanza son los avances conseguidos por los Grupos de Trabajo.

Los informes sometidos a nuestra consideración en esta reunión nos muestran un satisfactorio avance en nuestros objetivos. Contamos con un buen diagnóstico y con un amplio abanico de propuestas. Tenemos una imagen clara de donde están nuestras instituciones de política laboral y contamos con ideas útiles para fortalecerlas, para hacerlo de manera concertada, para obrar con prontitud y diligencia. Nuestros sistemas laborales lo requieren y nuestros presidentes y primeros ministros lo estarán esperando en la Tercera Cumbre de las Américas, el próximo año en Quebec.

A partir de las conclusiones y propuestas de los Grupo de Trabajo la presidencia pro tempore ha preparado un documento con propuestas en nueve áreas específicas que podrían ser desarrolladas en proyectos de cooperación y asistencia técnica. Allí se identifican propuestas para fortalecer el empleo y la institucionalidad laboral. Se propone respetar la negociación colectiva, pero adecuándola mejor a circunstancias diversas. Se promueven relaciones laborales que fomente la confianza y la cooperación. Se reitera la importancia de coordinar los esquemas de capacitación entre entidades públicas y privadas. Se reconoce la necesidad de flexibilizar los mercados laborales, pero se promueve la creación de instrumentos que protejan al trabajador en momentos de desempleo o de cambio de trabajo. Y se hace un fuerte llamado a la ratificación y cumplimiento de los Convenios de la OIT. En resumen, señor presidente, tenemos ante nosotros un documento creativo y desafiante. Ahora debemos asegurarnos que no quede en letra muerta.

Para ello creo que debemos entablar un diálogo entre los representantes nacionales y de las organizaciones internacionales para identificar las áreas o temas factibles de recibir apoyo técnico o financiero en el corto plazo, y definir cuales debieran ser postergadas para una segunda fase. Debiera ser nuestro compromiso aprobar un calendario para la ejecución de las tareas escogidas por ustedes si no queremos defraudar las expectativas que empresarios, trabajadores, gobiernos e instituciones de la sociedad civil han depositado en ustedes.

Además de identificar las áreas específicas o proyectos que son viables de desarrollarse en un término corto, creo que podemos continuar avanzando en los aspectos metodológicos de este proceso de diálogo. En ese sentido, nosotros propondríamos que el paso siguiente en relación con el documento de la presidencia pro tempore sea que países individuales asuman la coordinación de cada una de las áreas identificadas. Estos países coordinadores tendrán la responsabilidad de continuar profundizando el diálogo en esos temas. Las organizaciones internacionales debieran también prestar su apoyo a los países coordinadores. Ambos podrán examinar e identificar mecanismos alternativos para cumplir con los objetivos planteados, complementando a los proyectos específicos de cooperación que se decidan promover.

Los países, si lo consideran oportuno, podrán continuar usando a la OEA como Secretaría Técnica de la CIMT para mantener una comunicación fluida entre la presidencia pro tempore y los países coordinadores de área. Espero que un futuro no lejano dispongamos de recursos financieros y humanos para darles mayor apoyo de naturaleza técnica.

No puedo terminar estas palabras sin antes hacer un gran reconocimiento a las labores realizadas por usted, señor ministro Molina. Entendemos que esta es la última reunión a la que usted asistirá. Desde nuestros trabajos conjuntos para preparar la reunión de Viña del Mar hasta la realización de esta reunión, no hemos dejado de percibir una presidencia pro tempore que ha sido ejercida con gran espíritu de liderazgo, cooperación, diálogo y transparencia. El alto nivel técnico de su gestión permitió asumir una ambiciosa agenda y lograr dar pasos significativos en su ejecución.

Estimados ministros y autoridades, termino estas palabras con la convicción de que este foro continuará cumpliendo el difícil y muy importante rol que le han asignado nuestros gobernantes. En el mundo de la globalización los primeros impactos del acceso a la economía internacional son recibidos por nuestros trabajadores. Ellos muchas veces son beneficiarios, pero en ocasiones también son afectados por la intensa competencia internacional. Esos impactos, nunca totalmente predecibles, tienden a generar expectativas, incertidumbres, temores, e incluso férreo rechazo.

Son ustedes los que comienzan a emerger como responsables de encontrar fórmulas, prácticas, mecanismos, que hagan menos traumático el avance hacia la globalización. Las políticas que ustedes diseñen y ejecuten determinarán que esos procesos de integración sean exitosos, que promuevan un crecimiento dinámico de nuestras economías generando empleos y oportunidades para todos. Todos aquí sabemos que sólo alcanzaremos un crecimiento económico estable y duradero cuando éste sea socialmente sustentable. Ello comienza por respetar los derechos de los hombres y mujeres responsables de mantener el proceso productivo en marcha. Sólo así podremos asegurarnos que integración comercial se traduzca en oportunidades y beneficios para todos.



Muchas Gracias.