Discursos

CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
EN LA SESION ESPECIAL PARA LA PROMOCION Y RESPETO DEL DERECHO INTERNACIONAL HUMANITARIO

6 de marzo de 2002 - Washington, DC


Quisiera comenzar por agradecer la gentil invitación que me han formulado a participar en esta sesión especial de la Comisión de Asuntos Jurídicos y Políticos para la promoción y el respeto del derecho internacional humanitario. Permítanme reconocer el liderazgo del Gobierno de México y, en especial, de su Representante Permanente ante nuestra Organización, Embajador Miguel Ruiz Cabañas, para que esta reunión fuera posible.

En nombre de la OEA, también quisiera agradecer a todos los ponentes, por haber aceptado la invitación para compartir con nosotros, sus conocimientos. Deseo, en particular, reconocer la extraordinaria labor cumplida por el Comité Internacional de la Cruz Roja, con el cual hemos tenido el honor de unir esfuerzos para trabajar en actividades de cooperación jurídica en este campo a nivel hemisférico.

Esta sesión especial se realiza en el marco de las resoluciones adoptadas por nuestra Asamblea General, en su último período ordinario de sesiones, en relación con la promoción y el respeto del derecho internacional humanitario y de la promoción de la Corte Penal Internacional.



El Derecho Internacional Humanitario está destinado a brindar protección y asistencia a las personas afectadas por los conflictos armados, así como a limitar los métodos y medios de combate, con el fin de evitar sufrimientos innecesarios o daños superfluos.

Como lo he expresado en otras ocasiones, en lo que tiene que ver con esta parte del mundo, con la triste y lamentable excepción de algunos conflictos internos que aún persisten, a nivel hemisférico hemos dado avances de gran trascendencia en el fomento de la confianza y la consolidación de la paz tanto entre los países como en el interior de los mismos.

Hoy las amenazas contra la paz en las naciones del hemisferio, no provienen de amenazas militares de otros estados. Son, mas bien, el terrorismo, el narcotráfico, la fabricación y el tráfico ilícitos de armas de fuego o, en otro plano y dependiendo de cada país, los desastres naturales o la inseguridad ciudadana.

Así lo confirmaron los atroces actos terroristas del 11 de septiembre en que fueron víctimas ciudadanos de la inmensa mayoría de nuestros países. Esos actos terroristas representan el más grave desafío a la seguridad colectiva que nos haya correspondido vivir desde que surgieron las instituciones interamericanas.

Sin embargo, hoy también el entorno regional tiene nuevas características. Por eso, inmediatamente después de esos actos terroristas y en el marco de las reuniones de Consulta de los Cancilleres y de los Estados Partes del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, los Estados miembros de la OEA establecieron que esos ataques terroristas lo eran contra todos los Estados Americanos y han venido avanzando en la adopción de decisiones específicas para fortalecer la cooperación hemisférica contra esta forma de criminalidad internacional.

Hoy nuestras naciones están unidas por una comunidad de valores y de ideales. La Carta Democrática Interamericana es la mejor expresión de esos principios que nos unen a todos los pueblos de América. Hemos clausurado décadas de aislacionismo, de confrontación y de desconfianza. La cooperación es hoy la tendencia. En temas centrales como la lucha contra la corrupción, el narcotráfico o la fabricación y el tráfico ilícitos de armas de fuego, el terrorismo, las naciones de América han suscrito Convenciones o estrategias hemisféricas que las vinculan jurídica y políticamente en la búsqueda de objetivos y resultados comunes. Sin lugar a dudas, el proceso de integración económica que se vive en las Américas está contribuyendo grandemente a la disminución de las tensiones entre países.

Ahora hay más espacio para la acción diplomática, para la prevención de conflictos, para avanzar en la redefinición del concepto de seguridad hemisférica que nos apoye en la búsqueda y la defensa de la paz.

Para conseguir este propósito, hemos creado una doctrina americana de solidaridad con la democracia que actúa contra cualquier amenaza, no importa cual sea su denominación o ideología. Y con el fin de disminuir tensiones, a lo largo de toda la década de los noventa y particularmente desde 1995, los países miembros de la OEA convinieron y han venido implementando una serie de medidas de confianza.

Adoptamos un tratado sobre la transparencia en la adquisición de armas convencionales. Hemos cumplido labores fundamentales en áreas como desminado y en actividades post-conflicto; y los Ministros de Defensa ahora tienen reuniones de carácter hemisférico.

Todo el andamiaje de nuestra diplomacia preventiva, del uso de procedimientos pacíficos para el manejo de crisis y la acción post-conflicto, está fundada en el principio de la defensa de la democracia. Ese es nuestro paradigma de solidaridad.

La búsqueda de la paz en las Américas está estrechamente asociada con el celoso respeto a los principios de nuestra Carta. El derecho internacional como norma de conducta de los Estados; el respeto a la no-intervención en los asuntos internos de otro Estado; la igualdad jurídica de todos los Estados; el respeto a su soberanía y a su integridad territorial y, por sobre todo, la utilización y aplicación de los mecanismos de solución pacífica de controversias que ella prevé.

Esa es la tendencia actual de nuestro hemisferio. La de avanzar en los mecanismos de diálogo y solución pacífica de los conflictos; la de buscar nuevas y más eficaces medidas de fomento de la confianza; la de consolidar procesos de cooperación en los temas de seguridad.

En este contexto, algunos podrían preguntarse si tiene sentido darle importancia al derecho humanitario, concebido para los conflictos armados, en un hemisferio que, por fortuna, en términos generales, se ha alejado de ellos y quiere avanzar aún mucho más por el camino que evite que ellos ocurran.

Sin embargo, contrario a lo que algunos podrían creer, esas nuevas condiciones de mayor confianza y cooperación hemisférica, son particularmente favorables para avanzar en la consolidación del derecho internacional humanitario en las Américas, en especial con un enfoque preventivo.

Para ello se requiere, entre otras medidas, que los Estados avancen en el proceso de firma, ratificación e incorporación en su derecho interno de los tratados en materia de derecho humanitario, así como en la difusión y capacitación sobre el contenido y alcance de sus normas.

Conscientes de la importancia de avanzar con esta orientación y en desarrollo de los mandatos de nuestra Asamblea General en este campo, el Comité Internacional de la Cruz Roja y la Secretaria General de la OEA, con el apoyo de los Gobiernos de Canadá y Costa Rica, organizaron hace un año, en la ciudad de San José, una Conferencia Hemisférica de Expertos Gubernamentales cuyo propósito era promover la adhesión a los preceptos del Derecho Internacional Humanitario y la incorporación en los ordenamientos jurídicos nacionales de las disposiciones necesarias para la aplicación de los instrumentos jurídicos internacionales en este campo. Como vamos a tener la oportunidad de escucharlo en el día de hoy, los resultados de ese encuentro fueron ampliamente positivos y confirman la importancia de continuar estas labores de cooperación jurídica en unión del Comité Internacional de la Cruz Roja y de nuestros Gobiernos.

En esta reunión ustedes también se van a ocupar del tema de la Corte Penal Internacional. Dado el ritmo de ratificaciones de la misma, hoy ya nadie discute que ella será una realidad en corto tiempo, lo cual demuestra su creciente aceptación y respaldo por todos los Estados del mundo. La creación de un tribunal de esta naturaleza constituye un avance fundamental dentro del propósito de atacar y eliminar la impunidad de la cual aún gozan muchos responsables de crímenes verdaderamente aberrantes contra la humanidad. Este, sin lugar a dudas, es un paso fundamental, como lo expresara un diplomático latinoamericano, dentro del propósito de "liberar al planeta de la obscenidad que supone que una persona tenga más posibilidades de ser juzgada por matar a un ser humano que por matar a mil". Estoy seguro que las presentaciones que aquí vamos a escuchar nos van a permitir precisar los avances dados hasta ahora y los pasos que aún se requiere dar hacia adelante para asegurar que este Tribunal sea de verdad eficaz y permita atacar la impunidad en tantos crímenes contra la humanidad.

No quisiera terminar sin referirme a una de las situaciones más graves que tenemos en este frente en nuestro hemisferio. Me refiero a las permanentes y sistemáticas violaciones del derecho internacional humanitario por grupos armados al margen de la ley en Colombia.

Como lo ha dicho el Presidente Pastrana, Colombia es y seguirá siendo una democracia estable y sólida. No es la permanencia de la democracia lo que está en juego en ese país. Ella está respaldada por cuarenta millones de Colombianos y por toda la comunidad de naciones y no podrá ser arrebatada por actos de terrorismo y de barbarie. Con sus ataques generalizados y sistemáticos contra la población civil, esos grupos, tanto de la guerrilla como de los llamados paramilitares, están violando flagrantemente los instrumentos de derecho internacional humanitario y por ende los derechos de centenares de miles de colombianos.

Como ustedes saben, los Convenios de Ginebra obligan a los Estados no sólo a "respetar" sino también a "hacer respetar" sus disposiciones. Los miembros de esos grupos que están infringiendo las normas de derecho internacional humanitario, deben quedar notificados de que la comunidad internacional cada vez está más organizada para asegurar que delitos como los que ellos están cometiendo no queden en la impunidad.

La decisión del Gobierno de Colombia de promover, con carácter de urgencia, la adopción de la ley aprobatoria del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, es un paso fundamental en este campo.

Señoras y señores:

Estoy seguro que los resultados de esta reunión, dentro del espíritu y los mandatos de la Asamblea General de nuestra Organización, nos permitirán analizar los avances que hemos dado a nivel hemisférico en el proceso de ratificación de los instrumentos internacionales y de su incorporación en el derecho interno, en materia de derecho humanitario. También nos facilitarán precisar los pasos que aún tenemos que dar en este campo para consolidar una cultura de paz, de tolerancia y de solución pacífica de nuestros conflictos.

Les deseo mucho éxito en sus trabajos y deliberaciones.

Muchas gracias.