Discursos

CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS
EN EL FORO INTERPARLAMENTARIO DE LAS AMERICAS

14 de marzo de 2002 - Ciudad de Mexico


Señoras y señores:

Deseo comenzar por agradecer al Congreso y al pueblo de México por su hospitalidad de siempre, una vez mas demostrada con la generosa acogida que le han brindado a este encuentro de parlamentarios, representantes electos de nuestros pueblos que han llegado desde los más lejanos rincones de las Americas. A todos nos unen unos ideales y valores que nos son comunes, que nos hermanan y que aseguran la vigencia de los principios democráticos a todo lo ancho de América.

Las transformaciones democráticas del México de hoy son miradas a lo ancho de todo el hemisferio con esperanza y admiración por su carácter esencialmente pacifico, por su modelo de evolución dentro del Estado de derecho, porque encarnan valores democráticos a los que se han llegado vía el debate y la controversia, y no como el resultado de la imposición de las ideas de unos sobre otros. México fue un adalid en las luchas por la justicia social y hoy abandera las aspiraciones de sus millones de ciudadanos para vivir bajo un estado protector de las libertades publicas. Gracias también al Senado de México y a Don Diego Fernández de Cevallos por su acogida entusiasta y por la magnifica organización de esta gran reunión americana.

En nombre de todos los que hemos participado y seguido el recorrido de esta laudable iniciativa de reunir los parlamentarios del hemisferio, quisiera reconocer el indiscutible liderazgo del Presidente saliente del FIPA, Bill Graham, quien ha luchado con tesón y de manera infatigable para que esta idea adquiriera la fuerza que la ha convertido en la realidad que hoy nos congrega. Estoy seguro que desde sus nuevas responsabilidades como Ministro de Relaciones Exteriores de Canadá continuará impulsando la consolidación de este importante Foro Hemisférico. Nuestro agradecimiento especial también para la Presidenta Interina, Senadora Célibe Hervieux-Payette.

El tema central que se ha propuesto para esta reunión tiene dos características de especial importancia que quisiera realzar. La primera, el hecho de reunir representantes populares de todas las Américas para discutir un tema que hasta hace pocos años estaba reservado únicamente a nuestros mandos castrenses. Este hecho tiene para mi un enorme significado democrático. Nada más representativo de lo que hemos ganado en institucionalidad que civiles, cuya jerarquía y antigüedad se mide en respaldo popular, estén congregados para aportar su visión sobre el camino que debemos proseguir en materia de seguridad hemisférica.

La segunda característica que quisiera destacar es la pertinencia del tema escogido. Los atroces actos terroristas del 11 de septiembre en que fueron víctimas ciudadanos de la inmensa mayoría de nuestros países, con toda su barbarie y su crueldad, confirmaron la importancia de los temas de seguridad en nuestro quehacer cotidiano, y la estrecha relación que guardarán los temas de democracia, paz y seguridad en nuestras preocupaciones de los años por venir.

Esos actos terroristas representan el más grande desafío a nuestra civilización, a nuestros valores, a los derechos humanos y las libertades publicas, a los principios de tolerancia y pluralismo que todos respetamos. Ellos han generado, también, el momento de mayor peligro para nuestra seguridad colectiva desde que surgieron las instituciones interamericanas hace un poco mas de medio siglo. Constituyen ellos la mas grave violación a los derechos de los ciudadanos americanos de todos los confines.

Se equivocan los terroristas y sus auxiliadores si creen que nos vamos a plegar a su barbarie, que nos van a intimidar con su terror. Desde unos pocos minutos después de los atentados quedó claro que los americanos éramos totalmente solidarios con el pueblo y el gobierno de los Estados Unidos y que sentimos como nuestro el dolor de las familias de las victimas; que actuaríamos con solidaridad, unidad y eficacia; que trabajaríamos en todos los frentes, el diplomático, el económico, el financiero, el policivo y el militar; que le haríamos frente al terrorismo sin concesiones y que no dejaríamos que las libertades publicas de que gozamos en América se usen para destruir nuestros derechos.

Han surgido en estos seis meses debates que son fruto de la difícil conciliación que se presenta entre los procedimientos de carácter extraordinario que tal lucha demanda y el respeto a los derechos ciudadanos que constituyen la esencia de la democracia. Y aun con el carácter excepcional de los procedimientos que la lucha contra el terrorismo demanda, muchas de nuestras acciones dentro del sistema interamericano deben estar dirigidas a fortalecer los valores amenazados en vez de restringirlos: más estado de derecho, más respeto al pluralismo, más acción colectiva.

En la OEA, como resultado de varios factores, hemos logrado avanzar más que en cualquiera otra organización multilateral en la lucha contra el terrorismo. El primero de ellos, radica en el hecho de que la lucha contra el terrorismo no era un tema ajeno a la Organización con anterioridad al 11 de Septiembre. Ya desde 1971 habíamos adoptado una Convención en este campo, aunque bien hay que reconocer que sus alcances son muy limitados. Además, en el marco de la OEA, se habían realizado recientemente dos conferencias especializadas, en Lima en 1996 y Mar del Plata en el 1998, que condenaron de manera enérgica todos los actos y métodos terroristas, sin excepción, donde quiera que sean cometidos y cualesquiera que sean sus agentes, modalidades y motivaciones con que se pretenda justificarlos. Se creó además el marco institucional necesario para responder a los desafíos terroristas con prontitud y eficacia.

Y por último, logramos reaccionar simultáneamente en tres niveles distintos, en el político, jurídico y operativo, lo que nos permitió sobreponernos al inmovilismo asociado a veces a las decisiones multilaterales. Permítanme entonces explicar los tres niveles de acción en que estamos trabajando en la OEA.

En el nivel político, la unidad de los Estados del Hemisferio alrededor de la lucha contra el terrorismo se manifestó tan sólo pocos minutos después de los actos terroristas del 11 de septiembre, cuando los 34 Ministros de Relaciones Exteriores del hemisferio occidental, reunidos en Lima para adoptar la Carta Democrática Interamericana, expresaron su condena contra esos infames actos y descalificaron de plano la practica de focalizar en personas inocentes para promover objetivos ideológicos. Todos los estados americanos se comprometieron a someter a la justicia a los autores, organizadores y patrocinadores de los actos terroristas así como a aquellos que les proveyeran ayuda y financiación. Dejaron también claramente establecidos que nos defenderíamos usando todos los medios legales y democráticos para defender nuestro derecho a vivir en paz y democracia.

Apenas unos días después de esta tragedia, los Ministros de Relaciones Exteriores de las Américas, en el marco de la reunión de Consulta y del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, expresaron con toda contundencia que esos ataques terroristas lo eran contra todos los Estados Americanos y adoptaron decisiones de acción colectiva para consolidar y fortalecer la cooperación hemisférica con el fin de enfrentar el terrorismo en forma más eficaz. Los cancilleres también expresaron que nuestras decisiones para luchar contra el terrorismo debían ser realizadas con el pleno respeto de nuestros ordenamientos jurídicos, a los derechos humanos y a las instituciones democráticas. Llamaron también a todos los estados a promover la tolerancia por las ideas ajenas y la armonía social, con un reconocimiento de la diversidad racial, cultural, étnica y religiosa en las Americas.

En desarrollo de las decisiones de los Cancilleres, a nivel operativo, esa voluntad política se vio reflejada en el fortalecimiento del Comité Interamericano contra el Terrorismo (CICTE) Este Comité cuenta ya con un Plan de Acción aprobado que incluye un amplio rango de actividades de cooperación para destruir los sistemas de financiación de los terroristas, para impedir su apoyo logístico, para eliminar los santuarios, para avanzar en el análisis e información de inteligencia, evitar los documentos falsos, reforzar los puestos fronterizos, avanzar en la asistencia legal mutua, fortalecer la cooperación jurídica y judicial, y agilizar los tramites de extradición.

El CICTE es ya hoy un poderoso instrumento de cooperación de los responsables de las políticas publicas de policía, de inteligencia e investigación. Tiene ya a su disposición una amplia red de recopilación y transmisión de datos, y ha puesto en marcha un vigoroso programa de asistencia técnica a países con débiles estructuras internacionales, con énfasis en la capacitación y el entrenamiento. El CICTE se apoyará en el sustancial avance que se ha logrado en el seno de la CICAD, nuestro organismo hemisférico de evaluación de las políticas contra las drogas, para frenar el lavado de activos y el financiamiento de los carteles de las drogas.

En sus últimos trabajos el CICTE ha puesto particular énfasis en los controles fronterizos y aduaneros, y en la importancia de facilitar el flujo de información sobre personas sospechosas para prevenir su transito y detenerlas.

En este trabajo ha surgido la urgencia de que todos los gobiernos firmen y los congresos prueben la Convención Americana contra el Trafico Ilícito de Armas, Municiones y Explosivos, así como la Convención Interamericana de Asistencia Mutua en Materia Penal. Se ha puesto tambien de presente la necesidad de que todos los Estados ratifiquen la Convención de Naciones Unidas contra el crimen transnacional.

También se ha visto la necesidad de trabajar en el seguimiento financiero de grupos terroristas con sistemas obligatorios para que las instituciones financieras reporten conforme a las disposiciones de los instrumentos internacionales. Todos los países deberán crear unidades para hacer inteligencia financiera que les permita tener acceso ilimitado a cualquier información en relación con el financiamiento de las actividades terroristas.

Por último, a nivel jurídico, la OEA está trabajando en la preparación de una Convención Interamericana contra el Terrorismo que nos permitirá ante todo fortalecer la cooperación.

Y en la reunión que se desarrolló hasta ayer en Trinidad, los Ministros de Justicia y Procuradores Generales de las Américas trabajaron con particular intensidad en buscar fórmulas para lograr mas y mejor cooperación jurídica y judicial contra el terrorismo y contra todas las modalidades de criminalidad transnacional, que en muchas oportunidades se conjugan y complementan porque no respetan fronteras. Esas formas de criminalidad pretenden aprovecharse de nuestras libertades, de nuestros sistemas políticos, de nuestro estado de derecho y también, hay que decirlo, de nuestras limitaciones o debilidades institucionales.

Todo este trabajo y esta información tendrá por destinataria, además, la gran Conferencia Interamericana de Seguridad que los Gobiernos han dispuesto se celebre en el 2004 y que constituirá la primera reunión de esta naturaleza desde que se aprobó el TIAR, hace mas de medio siglo.

Los Congresos tendrán entonces ante sí numerosas tareas, como examinar los 24 tratados interamericanos que tienen que ver con cooperación jurídica y judicial y que atañen a asuntos como extradición, asistencia mutua en materia penal, exhortos o cartas rogatorias, recepción de pruebas en el extranjero, cumplimiento de medidas cautelares o eficacia extraterritorial de las sentencias. Los Congresos conjuntamente con los gobiernos deberán señalar cuales de los que no se han ratificado merecen serlo para garantizar una cooperación que esté a la altura de las complejas circunstancias de hoy.

Seguramente en esta tarea los congresistas mirarán que circunstancias han dificultado o impedido su tramite y cuál es su aplicación en casos concretos. También les corresponde examinar la eficacia de los instrumentos y ver en cuáles se necesitan nuevos desarrollos, de qué naturaleza y con cuáles alcances.

Deberá ser también tarea de los Parlamentos la simplificación de procedimientos y requisitos para la extradición de delincuentes transnacionales, las normas para asegurar el decomiso de activos producto de los actos criminales y los demás actos de asistencia jurídica mutua. Tenemos que avanzar todos, gobiernos, congresos, ramas judiciales e instituciones multilaterales en diseñar una estrategia colectiva que asegure el imperio de la justicia y evite la impunidad, así como también que caiga todo el peso de la ley sobre los delincuentes transnacionales.

Y en lo que hace relación con la Convención que se está negociando en el seno de la OEA, es importante señalar que ustedes los parlamentarios tendrán la ultima palabra para asegurar varios elementos.

Primero que no se adentre en el campo de las definiciones que es supremamente complejo. Para ello están las numerosas Convenciones de Naciones Unidas que han logrado precisar el tipo de acciones que la Comunidad Internacional considera terrorismo. De lo que se trata, hoy, es de crear un poderoso instrumento de cooperación que en particular ayude en los terrenos de seguimiento financiero de los recursos que van a actividades terroristas y de realizar un buen control fronterizo. Este es el énfasis con el que se trabaja en la actualidad tanto en Naciones Unidas como en la OEA.

En segundo lugar garantizando que los gobiernos pongan en marcha una verdadera estrategia que conduzca a políticas eficaces que eviten nuevos actos terroristas. Ustedes con sus preguntas y señalamientos van a poner a prueba las bondades de la las nuevas políticas. De hecho, para asegurar la efectividad de instrumentos como las convenciones que se han adoptado en el marco de la OEA en áreas como transparencia en la adquisición de armas, o para combatir la fabricación y el tráfico ilícito de armas,

Tercero, les corresponde a ustedes sopesar el necesario equilibrio entre los procedimientos excepcionales que demanda la lucha contra el terrorismo y la protección de los derechos individuales, conforme a las Convenciones de Naciones Unidas, la Convención Americana y, desde luego, conforme con las normas constitucionales de sus países.

En cuarto lugar, les corresponde hacer la fiscalización y el control político de las acciones gubernamentales tanto desde el angulo de su juridicidad como de los aspectos operativos. Y esto se debe lograr sin que tal control menoscabe ni el sigilo ni la celeridad que las acciones contra el terrorismo exigen para ser eficaces. Sin duda es necesario que los Congresos se involucren en el diseño de esta gran estrategia para asegurar eficientes mecanismo de control financiero, de aduanas, de controles fronterizos, como también con la ratificación de las convenciones de Naciones Unidas y de la OEA, indispensables en esta empresa colectiva.

Y a esta altura de nuestro razonamiento, seria conveniente preguntarnos si tal vez la lucha contra el terrorismo por su excepcionalidad nos ha deformado nuestra visión de cómo buscar un nuevo paradigma de seguridad hemisférica. A mi juicio la respuesta a este interrogante es que aun en medio de las tareas imperiosas que nos ha impuesto la lucha contra el terrorismo, hay un gran espacio para avanzar en la búsqueda de elementos para alcanzar la seguridad hemisférica.

Estoy seguro, además, que habría una enorme disposición de nuestros Estados hacia un enfoque preventivo de la seguridad. Lo primero que debemos hacer es reivindicar las recomendaciones de las dos Conferencias Regionales sobre Medidas de Fomento de la Confianza y la Seguridad celebradas en Santiago de Chile y San Salvador. Ellas, fundamentalmente, ponen a depender la seguridad hemisférica de la confianza mutua, de la comunicación entre los cuerpos armados, de los principios de confianza recíproca, de la regulación de la capacidad militar, de la colaboración armónica, de la transparencia en las políticas de defensa y seguridad, así como de la predictibilidad de las acciones de todos los participantes.

Pero más allá de la aplicación de esas recomendaciones que sin duda han contribuido a disminuir tensiones y han facilitado la solución de algunos contenciosos de manera definitiva, hoy estamos ante la necesidad de ofrecer un paradigma de seguridad que esté basado en los valores que todos compartimos y que están consagrados en la Carta de la OEA: el respeto a las normas del derecho internacional, la no-intervención, la igualdad jurídica de todos los estados, la autodeterminación, la solucion pacifica de las controversias.

Y ello debe ser compatible con la defensa de las convenciones americanas de derechos humanos y de todas las que han surgido en casi siglo y medio de creación de derecho interamericano, así como de las declaraciones de las Cumbres Hemisféricas de Jefes de Estado y Gobierno y ahora de sus pronunciamientos que todos esperamos fortalezcan el Sistema Interamericano.

Creo que hemos podido percibir como nuestra seguridad colectiva depende de un poderoso esfuerzo de cooperación en todos los niveles: político, comercial, social, cultural, como también en el militar. El concepto de seguridad debería partir de reconocer la vinculación estrecha entre seguridad, desarrollo y consolidación de la democracia, así como la relación histórica entre paz y democracia.

La seguridad del hemisferio está unida, en forma indisoluble, al fortalecimiento de la democracia en el Hemisferio. En este sentido, es necesario decir, en primer lugar, que hoy la democracia no se limita a una concepción minimalista basada en la realización de elecciones libres, justas, transparentes y en el respeto de los derechos humanos. Es también independencia y equilibrio de los poderes públicos; transparencia en el manejo del Estado; participación ciudadana y rendición de cuentas; fortalecimiento de los gobiernos locales; consolidación de los partidos políticos; acceso a la información, libertad de prensa y libertad de expresión.

En segundo lugar, la democracia es también buen funcionamiento del Estado. Los ciudadanos perciben las falencias de las instituciones públicas que cumplen funciones de supervisión, regulación y control o de aquellas que prestan servicios públicos básicos, como fallas atribuibles al sistema democrático. Las instituciones democráticas han sufrido mucho, particularmente en América Latina, como resultado de un Estado ineficiente, debilitado por la crisis de la deuda y agobiado por las limitaciones fiscales.

Debemos tener en cuenta también que el desempeño económico está hoy mucho más vinculado a los temas de democracia. Consideraciones tales como la paz social, la estabilidad política, el respeto al estado de derecho o la seguridad normativa son tan importantes para el crecimiento como el ahorro o la inversión.

En tercer lugar, la globalización ha generado una conciencia planetaria en la búsqueda de justicia social y en defensa de la democracia y los derechos de todos los ciudadanos. Hasta hace poco nuestros países tenían la opción de tener un sistema político que operara mal. De cualquier manera, la alternativa de un régimen autoritario era una peor opción. Pero con la globalización política eso ya no es posible. Gracias al desarrollo de los medios, la mundialización de las noticias y el acceso a la Internet, los problemas de fraude electoral, el abuso del poder, la discriminación de mujeres o indígenas, o las violaciones a los derechos humanos en cualquier parte del planeta, nos movilizan a todos.



Señoras y Señores Parlamentarios:

De ustedes depende que las Americas estén a la vanguardia en la lucha contra el terrorismo como un elemento fundamental para garantizar la seguridad hemisférica. De ustedes depende también conseguir que nuestro sistema democrático sea capaz de cumplir a plenitud las obligaciones que tiene para con los ciudadanos de todas las Americas. Y así como nos hemos comprometido a la más ambiciosa empresa de integración de nuestra historia, así como estamos comprometidos a defender el derecho de nuestros pueblos a vivir en democracia, así como estamos todos comprometidos a eliminar la miseria de la faz de las Americas o para hacer de la educación la más poderosa herramienta contra la desigualdad, nos uniremos con energía fe y determinación para defender nuestra seguridad, nuestra libertad, el derecho nuestro y el de nuestros hijos a vivir en el pleno ejercicio de nuestros derechos, nuestro derecho a vivir en paz.



Muchas Gracias