Discursos Secretario General Adjunto

CEREMONIA DE TOMA DE POSESIÓN DE SU CARGO PARA UN SEGUNDO PERÍODO, DURANTE LA SESIÓN EXTRAORDINARIA VIRTUAL DEL CONSEJO PERMANENTE,

17 de julio de 2020 - Washington, DC

Gracias, señor Presidente.

Distinguidos embajadores, representantes permanentes y alternos, observadores permanentes, estimado Luis, Secretario General, personal de la Secretaría General, damas y caballeros:

Hace cinco años, el 17 de julio de 2015, tuve el honor de dirigirme a este Consejo Permanente en sesión extraordinaria celebrada en el Salón de las Américas para dar inicio a mi primer período en el cargo de Secretario General Adjunto. Ciertamente, el mundo era diferente en ese entonces, diferente de nuestra actual realidad, resultado de los trastornos provocados por la pandemia de COVID-19. Hoy día, desde la seguridad de la casa y una pantalla de computadora, me complace una vez más dirigirme a este órgano. Quisiera empezar expresándoles mi más sincero agradecimiento, en primer lugar, por su continuo apoyo a mi persona y el trabajo que ha realizado mi oficina en los últimos cinco años y, en segundo lugar, por haber refrendado su confianza al elegirme por aclamación para un segundo período como Secretario General Adjunto. Es este un mandato que asumo con pleno conocimiento de los enormes retos que nos esperan ahora que nuestra Organización no solo se ajusta y evoluciona para adaptarse a las nuevas circunstancias impuestas por la pandemia, sino que también —y esto es importante— instituye los necesarios ajustes para seguir respondiendo a las necesidades y mandatos de los Estados Miembros.

Como muchas veces en su trayectoria de más de setenta años, hoy nuestra organización indiscutiblemente atraviesa un momento decisivo, y la forma en que nosotros reaccionemos imprimirá una marca imborrable en nuestra institución y su historia. Nuestra nueva realidad nos empuja y nos compromete a pensar y actuar de manera diferente, ya que no estamos en tiempos normales. Sin embargo, como el Secretario General mencionó durante su discurso de toma de posesión, y en lo cual concordamos plenamente, nuestra organización definitivamente estará a la altura del desafío. En lo personal, no me queda la menor duda de que somos plenamente capaces de desempeñar esta misión, y que nuestra institución saldrá fortalecida y florecerá en un mundo post-COVID.

Esto me lleva a tres temas que quisiera abordar hoy: liderazgo, determinación —combinada con esperanza— y nuevas ideas. Sobre el tema de liderazgo, ahora más que nunca, nuestra Organización está llamada a asumir el papel de líder que le corresponde asistiendo a los Estados Miembros a afrontar los impactos de la pandemia y, al hacerlo, debe saber identificar en qué áreas puede tener los mejores resultados. El liderazgo de la OEA será decisivo al momento de replantear nuestras actividades, al identificar nuestros nichos estratégicos y al vincular nuestra labor con el compromiso de dar igual atención a los cuatro pilares de la Organización y de lograr que se complementen unos a otros. Al asumir ese liderazgo, la OEA debe también asumir su papel en el centro del ecosistema interamericano y unir esfuerzos con las demás instituciones interamericanas y organismos subregionales de integración para compartir información, evitar duplicidades y complementar sus esfuerzos, tanto como sea posible. La OEA sola se basta para asumir este papel de coordinación y no debe tener reparo en hacerlo.

Otro tema importante que quisiera abordar es el de la determinación y la esperanza. No hay duda de que nuestro futuro común presagia grandes retos. Como lo ha dicho el recién nombrado Vicepresidente para América Latina y el Caribe del Banco Mundial, Carlos Felipe Jaramillo, se prevé que cerca de 50 millones de personas en las Américas pasen a estar abajo de la línea de pobreza como consecuencia de esta pandemia, lo cual equivale a un traumático retraso de 20 años en los avances hechos en la lucha contra la pobreza. Además, el Banco Mundial estima que se verá una contracción de aproximadamente el 7 % del PIB en la región y que algunos países sufrirán todavía más, particularmente aquellos con economías más pequeñas y vulnerabilidades inherentes.

Señoras y señores, este tipo de pronóstico, si bien representa una gran amenaza para nuestros países y nuestras sociedades, también es un llamado urgente a todos nosotros, a nuestros países y nuestras organizaciones a repensar cómo trabajaremos y procederemos en la nueva realidad, y sobre todo, debe ser un punto de partida que nos oriente a divisar las oportunidades en la adversidad. Debemos buscar oportunidades en medio de la adversidad. No es este el momento de caer en la desesperación, sino de seguir estando decididos a ver más allá de la superficie y entender que hay algo positivo que nos queda por descubrir en medio de toda esta maraña generada por la crisis. Debemos aprovechar al máximo todo esto y dar esperanza nuestra gente. Y aunque nos concentremos en los aspectos social y económico de la recuperación, no debemos perder de vista los demás fundamentos de nuestra institución, es decir, la labor persistente para crear democracias más sólidas, sociedades más equitativas en donde los derechos de todos, particularmente los de los más vulnerables, estén protegidos y donde nuestra gente se sienta segura para vivir y formar una familia.

El tercer tema que quiero abordar es el de las ideas e iniciativas nuevas que necesitamos para que podamos ajustarnos y prosperar en un mundo post-COVID. Me gustaría referirme brevemente a unos cuantos.

Un tema muy importante que ha surgido a la luz nuevamente es el de los países de ingresos medianos y los obstáculos que éstos enfrentan para tener acceso a fondos concesionarios, un mecanismo realista para manejar su deuda existente y otros vehículos financieros innovadores muy necesarios que les permitan afrontar la crisis. Estos retos están muy ligados a los criterios establecidos por las instituciones financieras internacionales que solo toman en cuenta el PIB para determinar la reclasificación de un país para dejar de acceder a fondos concesionarios, sin tomar en cuenta cuestiones relacionadas con su tamaño absoluto y los tipos de vulnerabilidades inherentes. Este tema es particularmente importante para los países del Caribe, aunque no es una preocupación exclusiva de ellos. Los países de la CARICOM han llamado la atención de la Secretaría General de la Organización sobre este tema y le han pedido al Secretario General que haga uso del poder político que tiene nuestra Organización para lograr un cambio en el criterio antes mencionado. Junto con el Secretario General estaré plenamente atento a este importante tema.

El tema de la seguridad alimentaria ha sido también motivo de preocupación para muchos de nuestros Estados Miembros; y, aunque en el pasado éste no ha estado entre nuestros mandatos principales, es evidente que seguirá presente y que debemos atenderlo unidos, como lo hacemos con nuestros cuatro pilares. La seguridad alimentaria es un tema complejo que comparte elementos comunes con muchas áreas, con claros aspectos que se relacionan con el pilar del desarrollo, como es el caso del emprendimiento en la producción y distribución innovadoras de alimentos. Tiene elementos que también se relacionan con el acceso a derechos y equidad, y otros elementos relacionados con la seguridad, pues una comunidad que no tiene acceso a alimentos es vulnerable a la inestabilidad social e incluso a la violencia. Esto significa que al atender este tema, debemos responder de manera coordinada e integrada, aprovechando todos los recursos de nuestra Organización. La oficina a mi cargo ha empezado a hacer un inventario de lo que ya está haciendo la OEA, directa o indirectamente, en el área de la seguridad alimentaria. La naturaleza de este tema y el riesgo que supone la escasez de alimentos en nuestra región requerirán también nuestra cooperación con el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura, la Fundación Panamericana para el Desarrollo y el Programa Mundial de Alimentos, así como con los observadores permanentes, particularmente con Italia, que es el líder mundial en esta área y con el que ya estamos sostenido conversaciones.

El pilar del desarrollo está vinculado con la recuperación económica posterior a la pandemia, que requerirá particular atención y que, quizás, pase a ocupar un lugar central en nuestra labor. Por ello, es preciso que nos tomemos el tiempo para analizar meticulosamente los programas e iniciativas con que contamos y que podemos utilizar o adaptar de inmediato para ayudar a nuestros Estados Miembros en su recuperación económica. Tenemos algunos programas en marcha como el de los Centros de Desarrollo de Pequeñas Empresas, muchos otros relacionados con el emprendimiento y la innovación, y otros más dirigidos particularmente a la mujer y los jóvenes, que serán de suma importancia en la recuperación económica, principalmente de las economías más pequeñas y más vulnerables. Estos requerirán particular atención.

La oficina a mi cargo seguirá también asumiendo un papel de liderazgo como promotor de los derechos de los pueblos indígenas y personas afrodescendientes. Ahora que nuestra región se ve envuelta en serios problemas económicos, el impacto negativo en los más vulnerables es algo que debemos tener muy presente al prepararnos para colaborar con todos nuestros aliados en esta importante misión. Si hemos de conservar nuestra posición como defensores de derechos, queda mucho trabajo por hacer en estas áreas. La trágica muerte de George Floyd, que conmocionó al mundo entero, es una muestra de las persistentes desigualdades sociales y raciales en nuestra región y un indicio de lo mucho que falta por hacer.

Damas y caballeros: Si bien el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 5 lo tenemos muy presente, no debemos olvidar que la igualdad de género sigue siendo ignorada en muchos de nuestros países. El empoderamiento de mujeres y niñas es crucial para nuestras sociedades y de hecho lo es para nuestra recuperación económica. Los hogares pueden ser sitios cruciales en los que pasa desapercibida la desigualdad. En el contexto de la pandemia de COVID-19 ha quedado de manifiesto que nuestra sociedad debe cambiar su forma de abordar este y otros temas relacionados con la igualdad para las mujeres en el campo laboral. En la OEA estamos comprometidos a lograr la igualdad de género y, en mi calidad de Secretario General Adjunto, es para mí un honor seguir trabajando codo con codo con la Comisión Interamericana de Mujeres hasta que ésta se torne una realidad.

Si bien es cierto que muchos de los asuntos que abordamos de manera cotidiana demandan con mayor urgencia nuestra atención, es preciso que nos concentremos en la recuperación y la estabilidad económicas y que no perdamos de vista el cambio climático: ese problema existencial que pende sobre nuestras vidas. Cualquier estrategia innovadora que adoptemos para recuperarnos de esta pandemia debe contemplar el cambio climático y los desastres naturales, que muchas veces son manifestación de este problema global.

Daremos nuevo impulso a las labores de apoyo y coordinación con entidades afiliadas, tales como el Young Americas Business Trust, la Fundación Panamericana para el Desarrollo y la Fundación para las Américas. Todos ellos son aliados importantes y están listos para poner manos a la obra en las tareas de recuperación. Además, debemos ser ingeniosos a la hora de complementar nuestros esfuerzos y presentar un frente unificado en la OEA.

Del mismo modo, nuestra continua labor con los observadores permanentes es todavía más importante que antes y seguiremos participando activamente en aquellas áreas en las que ya colaboramos y en las que puedan surgir.

El tema de financiamiento y recursos para iniciativas existentes y nuevas no deja de ser parte de nuestra nueva realidad y, por ello, no solo es importante y deseable crear y consolidar esquemas asociativos entre los sectores público y privado, sino que es un imperativo en realidad. Debemos buscar asiduamente estas alianzas de manera inteligente y práctica.

Damas y caballeros, la importante labor de nuestras Oficinas Nacionales ha sido destacada nuevamente con esta pandemia y con ello se ha enfatizado la necesidad de seguir en contacto en el terreno, limitando al mismo tiempo los viajes. La visibilidad y relevancia que dan las Oficinas Nacionales a nuestra Organización es esencial, y por ello debemos apoyarlas y fortalecerlas.

En una presentación que di el 12 de febrero de 2020 hablé de un proyecto en el que la oficina a mi cargo está trabajando, bajo mi liderazgo, que nos permitirá compartir de manera regular información completa y actualizada sobre la labor que realiza esta nuestra Organización en todos los Estados Miembros. A este respecto, me complace informarles que estamos dando los últimos toques técnicos a este proyecto que echaremos andar en breve. Y, permítanme decirles, que no podría este proyecto llegar en mejor momento, pues hoy más que nunca necesitamos mantener informados a nuestros Estados Miembros de manera regular y objetiva sobre los beneficios y valor agregado que aportan nuestras iniciativas en cada uno de sus países.

Quisiera también dirigirme brevemente a todo el personal de la Secretaría General de la OEA, gente dedicada y trabajadora. Muchas gracias por su ardua labor, por su compromiso, y por estar a la altura del desafío, lo cual nos ha permitido poder continuar nuestras operaciones lo más normal posible a pesar de las circunstancias. Será un verdadero placer seguir trabajando con todos ustedes. A mi estimado Luis Almagro, Secretario General, estoy listo para seguir trabajando de la mano contigo, y estoy seguro de que nuestra Organización saldrá adelante, más fuerte y fortalecida que nunca.

Damas y caballeros, en los últimos meses nos hemos visto obligados a llevar nuestro trabajo y muchos elementos de nuestras rutinas diarias a un mundo virtual: un mundo que puede ser eficiente, a veces impersonal, que acorta las distancias y que muy probablemente será parte de nosotros por mucho tiempo. Tenemos que aprender de él y, ciertamente, debemos adaptarnos a él. Este mundo virtual en el que estamos viviendo ahora hace más urgente la necesidad de llevar a todos los rincones de las Américas la innovación y la proliferación de la tecnología inteligente preconizada por la Cuarta Revolución Industrial. Necesitamos ser creativos y tener un objetivo común para encarar este reto, y necesitamos también unir esfuerzos para florecer y sobrevivir en esta nueva realidad.

Se dice que una crisis importante, que puede traer sufrimiento y daños indecibles a una sociedad, también en muchas ocasiones puede sacar lo mejor de la gente. Creo que es el caso ahora. Creo que los pueblos de las Américas han estado a la altura del desafío, y cuando todo esto haya pasado nuestra Organización y nuestros Estados Miembros se erguirán más fuertes, llenos de esperanza y de paz. Espero que así sea y estoy listo para trabajar con todos ustedes. Hagámoslo por nuestros pueblos, se lo debemos.

Muchas gracias.