Discursos y otros documentos del Secretario General

XXVI CONFERENCIA CENTROAMERICANA Y DEL CARIBE DE PARTIDOS POLÍTICOS: “ROL Y FUTURO DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS AL 2030” TEMA: LOS DESAFÍOS DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS EN LA DEMOCRACIA DEL SIGLO XXI

29 de agosto de 2018 - Santo Domingo, República Dominicana

Los partidos políticos necesitan renovarse, seguir los tiempos, para ganarse la confianza popular, dando muestra claras que rendirán cuentas a la ciudadanía y que están dispuestos a asumir los principales problema que pueden surgir en su seno incluido la lucha contra la corrupción.

• Centroamérica vive en lucha con sus problemas y dramas multidimensionales; tanto en lo económico, como en lo político, moral y social, confrontando disyuntivas radicales.

• Para entender el origen de esta coyuntura tenemos que tomar en cuenta:

o los procesos de transición a la democracia de los países de la región;
o la continuidad institucional, legal y cultural de viejos regímenes en los nuevos sistemas de gobierno;
o el origen, naturaleza y desarrollo del sistema de partidos políticos en la región a lo largo de estos últimos 20 años;
o la evolución y retos estratégicos de los nuevos movimientos sociales de protesta, que han impuesto los derroteros de la actual lucha por la democratización vistos desde el empoderamiento ciudadano.

• En este orden de ideas, podemos identificar que parte del origen del problema está en la transición de la democracia de muchos de los países no estuvo seguida de verdaderos procesos de democratización

• Es decir, las dos caras de una transición efectiva, como son: dejar atrás el viejo régimen, la instauración del nuevo, no necesariamente se llevaron de la manera adecuada.

• Un ejemplo, sería que del lado de la destitución del antiguo régimen, en algunos casos no se pudo romper la estructura legales e institucionales, y los cambios que se produjeron mantuvieron fundamentos constitucionales y legales.

• En otros casos, se mantuvieron estructuras corporativas.

• La continuidad sustantiva fue facilitada por la incapacidad de un verdadero control político, por la ausencia de ejercicios de innovación del sistema de partidos y por la poca capacidad de generar una oposición constructiva que permitiera pactar los términos de las reformas estructurales.

• Es decir, diferentes aspectos de la cultura política, autoritaria o populista sobrevivieron al período de la democracia electoral, a pesar de las múltiples reformas constitucionales y/o legales que se han podido llevar a cabo en la mayoría de los países.

• En cuanto a la división de poderes en la mayoría de países se plantean importantes problemas, pues el Legislativo por lo general mantiene un carácter diletante y subordinado al ejecutivo, y el Poder Judicial muestra también dependencias.

• En cuanto al ejecutivo, los distintos gobiernos de la región no han podido controlar eficazmente a los poderes fácticos, en muchos casos, estos grupos mantienen su control privilegiado de mercados estratégicos, impidiendo regulaciones significativas sobre sus actividades, o evitando el desarrollo de una verdadera competencia de negocios.

• Por otra parte, también existe la corrupción sistémica, que no ha podido impedir la persistencia de pactos entre políticos y grupos de poder, y en los peores casos han permitido el ingreso del crimen organizado, que ha adquirido un poder económico y político nunca antes visto.
• Finalmente, los sistemas electorales autorreferentes y cerrados, debido al estado de las respectivas legislaciones, han convertido a los partidos políticos en entidades lejanas y separadas de la sociedad, en muchos casos no rinden cuentas.

• Esta involución del sistema de partidos puede estar correlacionada por la incorporación de los ciudadanos a la democracia digital, como por el proceso de degradación de la imagen de la política en general.

• Por ello, el núcleo del desafío de los partidos políticos en Centroamérica de cara al 2030, debe ser por una parte, lograr reforzar el empoderamiento ciudadano para que continúe demandando respuestas y soluciones para lograr mayor transparencia, rendición de cuentas y resultados contra la impunidad; y por otra, desactivar el actual empoderamiento del crimen organizado en el ejercicio de la política y la gobernabilidad.

• Otro desafío concreto es que los partidos políticos como instituciones claves de la democracia deben recuperar la confianza y credibilidad de la población de las Américas.

• Los partidos políticos son los interlocutores por excelencia entre la ciudadanía y un Estado democrático. No son los únicos, por supuesto. Un régimen pluralista de partidos deberá de ser incluyente de otros actores como: movimientos sociales y organizaciones de la sociedad civil y quienes aspiran al poder de forma independiente.

Los 3 principales retos que afrontan los partidos políticos en el siglo XXI:
1. Inclusión y relaciones con los ciudadanos

 Los partidos políticos tradicionales deben desburocratizarse, asegurar identidades colectivas y crear sentidos de pertenencia.
 Hoy día son más las personas que priorizan su apoyo a plataformas políticas para asuntos específicos y/o concretos, que considerar la afiliación o ser miembro de un partido político.
 La disminución de afiliaciones o membresías en partidos políticos.

2. La ideología en el siglo XXI

 Las ideologías tradicionales y populares del siglo XX ya no tienen la misma importancia y trascendencia en el siglo XXI.

 Las personas ya no están interesadas en ideologías y/o proyectos políticos abstractos, por el contrario son más quienes se sienten convocados por ideas o políticas concretas.

 Los partidos políticos tienen que conectar sus ideologías a políticas específicas con las necesidades que los ciudadanos manifiestan con el interés de seguir o apoyar.

3. El costo de la política en la democracia

 El ciudadano común ve con recelo a aquellos partidos políticos que aún conservan la atracción por el discurso redundante.

 Hay una debilidad institucional en cuanto a la transparencia, redición de cuentas, regulaciones, e informes sobre el financiamiento político-electoral.

 Altos costos económicos para lograr alcanzar y gestionar una candidatura sea bien interna o de elección popular.

La revolución digital - los avances tecnológicos, el exponencial uso de smartphones y la invención de las redes sociales - han dado la oportunidad a millones de personas de expresarse, sin intermediarios. Paradójicamente, la democracia nunca había estado tan democratizada y horizontal como ahora.

A través de las redes sociales, los ciudadanos de cualquier país tienen la oportunidad de canalizar directamente sus opiniones y preferencias – para bien o para mal. Argumento en esta ocasión que debido a la revolución digital, nos aproximamos cada vez más a un modelo de “democracias sin intermediarios” . Esto al menos por las siguientes razones:

o Porque la interacción y el tejido social de las sociedades depende cada vez más de lo virtual y menos de las organizaciones tradicionales en el terreno;
o Porque las redes sociales han modificado la forma de comunicación política tradicional;
o Porque aunado a lo anterior, la nueva generación de votantes en democracia -la generación millennial - no conocen otra cosa que la democracia y la comunicación vía smartphones.

• En poco más de una década, a partir de 2003, se duplicaron con creces los usuarios de Internet; existen más de 700 millones de conexiones a telefonía móvil, con más de 320 millones de usuarios únicos, y muchos de los países de la región se encuentran entre los que más usan las redes sociales.
• Nuestros padres, e inclusive nosotros mismos, nos organizábamos y afiliábamos a grupos en nuestras comunidades y sociedades. No había sustitutos al mundo real. Lo virtual era inexistente. Nos uníamos a clubs, a partidos políticos, a Iglesias afines a nuestros valores y creencias.

• Hoy esa realidad ha cambiado, ni siquiera evolucionado. Los espacios virtuales, como bien son testigos los millennials, han desplazado gradualmente los espacios tradicionales de reunión y organización de la sociedad.
• Las redes sociales han democratizado los espacios de participación y discusión virtual en democracia. El resultado es un elevado nivel de pluralismo, aunque caótico.

• Como nos lo enseñan diferentes casos la revolución digital disminuye la tolerancia ciudadana a los abusos del poder.

Deseo terminar con las siguientes reflexiones:
• Como partidos políticos, debemos conectarnos más y mejor. La herramienta está en nuestras manos. En la era de la Revolución Digital, tenemos la oportunidad de mejorar la calidad de intermediación que ejercen las instituciones democráticas – como los partidos políticos, los oficiales electos y candidatos.

• Tenemos a nuestro favor la herramienta más básica, y a la vez más poderosa, el proceso democrático, el diálogo, potenciado por intermediación tecnológica disponible por vez primera en la historia, y al alcance de la población más grande del planeta.

• La ciudadanía, empoderada y conectada
, cuenta con herramientas que antes no existían para expresarse, informarse y movilizarse.

• No es menor, entonces, el desafío y las exigencias que presenta la Revolución Digital a la democracia. Y en particular, a los partidos políticos y a sus líderes, que son una institución central para la democracia.

• Según el artículo 3 de la Carta Democrática Interamericana, “El régimen plural de partidos y organizaciones políticas” es un elemento esencial de la democracia. El artículo 5 dice, por cierto, “El fortalecimiento de los partidos y de otras organizaciones políticas es prioritario para la democracia.”

• Ustedes, mejor que nadie, saben qué los partidos cumplen un papel central en el sistema democrático. La mayoría de los aquí presentes son miembros de un partido o lo han sido. Y algunos llegaron u ocupan cargos de elección popular a través del vehículo tradicional para acceder al poder, que es el partido político.

Ante este panorama, ¿Cómo podemos apoyar al fortalecimiento de los partidos políticos?

• No esperemos que los partidos políticos vuelvan a lo que eran antes. Será otra cosa en el futuro. Se tendrán que adaptar. Reinventar. Trabajar para que la connotación de “partidos políticos” sea positiva y no negativa.

• Tienen que adaptarse al cambio y a las exigencias y a las demandas de los tiempos y la era digital.

• Los partidos políticos del futuro tienen que rescatar lo mejor de lo que hacían bien en el pasado. Deben estar cerca de la gente; deben de reflejar más los intereses de la ciudadanía y menos las disputas internas de poder partidario; que digan no al derroche y al elitismo; incluyentes de la juventud, las mujeres y los grupos tradicionalmente excluidos.

• Como mencioné antes, ahora más que nunca están bajo el escrutinio público gracias al carácter instantáneo de las redes sociales. Los partidos políticos del futuro, en democracias representativas, convivirán con otras organizaciones políticas y sociales y también con el “ruido” producido en las redes.

• Por tal razón, todos los que creemos en la democracia, tenemos que trabajar para propiciar que la confianza en los partidos se incremente y para promover su fortalecimiento. La democracia necesita de partidos políticos que actúen de forma democrática e incluyente, y que sus dirigentes sientan la obligación moral de rendir cuentas a la ciudadanía, porque trabajan para ella.

Gracias