Página precedente Indice Página siguiente

12.2 Las principales amenazas naturales

12.2.1 Generalidades
12.2.2 El vulcanismo
12.2.3 La sismicidad
12.2.4 La inestabilidad
12.2.5. Las inundaciones
12.2.6 Las sequías

12.2.1 Generalidades

Las particularidades de la ubicación geográfica, de las condiciones climáticas y de los factores geológicos y tectónicos, hacen que tanto en Ecuador como en Colombia, se presenten regularmente fenómenos catastróficos de origen hidrometeorológico (tormentas, inundaciones, sequías), geológico (terremotos, erupciones volcánicas, deslizamientos) y mixtos (erosión, avalanchas, etc.).

Adicionalmente, la actividad humana orientada irracional y desordenadamente a la explotación a ultranza de los recursos naturales (deforestación, sobrepastoreo, urbanización galopante, minería, etc.), ha contribuido a la aceleración y magnificación de los fenómenos naturales. Recuérdese al respecto que esos fenómenos naturales, al formar parte de la dinámica global del planeta (atmosférica, geotectónica), son en si mismos inevitables y es el hombre, con sus quehaceres degradatorios el que los convierte en catastróficos.

Por otra parte, debe tomarse en cuenta que no son solamente los fenómenos mencionados los que con su actividad directa pueden generar danos sino que lo pueden hacer también otros secundarios y derivados (aludes, taponamiento de cauces, deshielo de glaciares, etc.). Además, son quizás los más destructivos aquellos casos en que se presentan situaciones mixtas es decir en que simultáneamente se presentan dos o más fenómenos (sismo + tormenta + deslizamientos: e.g. 5 de marzo de 1987 en Ecuador).

12.2.2 El vulcanismo

La actividad volcánica prehistórica, histórica y actual que se presenta en la Cordillera de los Andes, es el producto de la compleja interacción que se ha desarrollado entre las placas tectónicas de Nazca y América del Sur. El proceso de subducción de la primera bajo la segunda es el que define las condiciones termodinámicas propicias para que se desarrollen las presiones y temperaturas generadoras del magma y para que este ascienda a través de la corteza y se manifieste con las características típicas del vulcanismo, particulares para cada caso.

En la región estudiada, existen varios volcanes actualmente activos y que históricamente lo han estado; otros lo han sido en la prehistoria y algunos lo estuvieron hasta el Pleistoceno (hace 10 000 anos o más).

En la actualidad, se pueden considerar como activos el Reventador, Cotopaxi y el Complejo Juanoy-doña Juana, mientras que aquellos recientemente activos, de los que se puede esperar a corto o mediano plazo alguna manifestación son: el Sumaco, Antisana y Patascoy. Otros de los que muy poco se conoce pero que no se puede descartar una reactivación futura, pueden ser el de Cayambe, Quilindaña y Sincholagua.

De acuerdo con el conocimiento que se tiene de la actividad característica de algunos volcanes, se pueden esperar eventos específicamente destructivos e impactantes; por ejemplo del Cayambe, Cotopaxi y Antisana, se pueden esperar erupciones de tipo altamente explosivo, con emisión de flujos piroclásticos, nubes ardientes, explosiones laterales, etc. Adicionalmente, estos tres edificios volcánicos alojan en su cima espesos casquetes glaciares que, como ya ha ocurrido (e.g. Cotopaxi), basta un aumento de temperatura o el reinicio de un ciclo eruptivo para que ocurra un deshielo y que se generen avalanchas. Estas, han descendido al menos en tres ocasiones por el río Tambo-Napo y han destruido parcial o totalmente Puerto Napo.

En el caso de otros volcanes como el Sumaco, Antisana, Reventador y Patascoy, se ha determinado el descenso de coladas de lava, lahares y flujos de detritos que han obstruido temporal o permanentemente los cauces de algunos ríos, formando lagunas efímeras o lagos permanentes que, al vencer el obstáculo, han generado avalanchas y corrientes de lodo de grandes dimensiones.

Desde otro ángulo, debe tenerse en cuenta que en las áreas periféricas a los centros de erupción, las amenazas de mayor envergadura son aquellas generadas por la caída de piroclastos (cenizas, lapilli, bombas) circulación de coladas de lava, actividad sismovolcánica, generación de deslizamientos, obstrucción de cauces fluviales, emisión de gases tóxicos, lluvias ácidas, etc.

12.2.3 La sismicidad

a) Las principales fuentes

Al igual que la actividad volcánica, la sismicidad regional encuentra su origen en la interacción dé las placas tectónicas de Nazca y América del Sur. De ahí, se pueden distinguir dos tipos fundamentales de actividad sísmica aplicables a la región estudiada: primeramente, se tiene la actividad profunda, atribuible al proceso de subducción y generada en la zona de Benniof (mecanismo de bajo-corrimiento).

En general, produce sismos dé magnitudes medianas (Mb = 4 a 6) y de profundidades focales grandes (Z = 70 km o más). No obstante a ser sismos con atenuaciones relativamente pobres con la distancia, las aceleraciones producidas son bajas aún en las áreas epicentrales (G = 0.01 a 0.25), dada las profundidades a que ocurren; por lo tanto salvo los casos de mayor magnitud y menor profundidad, es de esperar qué los danos que pudiesen generar no sean tan grandes. Su distribución geográfica en superficie, es generalizada para toda la región del proyecto, pero se notan ciertas concentraciones al sur (Pastaza), oeste (cuenca alta del río Coca) y al norte (Mocoa-Pasto), tendiendo a desaparecer hacia la llanura amazónica.

Por otra parte, la actividad sísmica producida por los sistemas estructurales y tectónicos locales, es quizás la que conlleva el carácter más destructivo de todos. En efecto, se trata de actividad sísmica con mecanismos focales esencialmente de desplazamiento de rumbo o dé fallamiento inverso (compresivos, según direcciones dé esfuerzos predominantes NW-SE y NE-SE) y normal con magnitudes muy variables (Mb = 2 -7) y de hipocentros relativamente someros (5 a 35 km). Las atenuaciones de la energía son generalmente rápidas con la distancia, pero las aceleraciones pico y promedio pueden alcanzar valores muy elevados en el área epicentral (e.g. G = 1.15 y G = 0.50 respectivamente, para el caso del sismo del 5-3-1987 en Ecuador). Los danos, tanto directos a la infraestructura civil cómo al ambiente (deslizamientos, aludes, etc.), es de esperar que sean importantes.

La distribución geológica, de este tipo de actividad, depende en gran parte de la presencia, distribución y tendencia de los sistemas de fallamiento cortical y local. Es así como la principal fuente sísmica dé esta clase está en el flanco oriental de la Cordillera de los Andes, con Sus fallas y fracturas mayormente orientadas NE-SW y secundariamente N-S y NW-SE. El sismo del 5-3-1987 (Mg = 6.8) fue generado en esta fuente, al igual que gran cantidad de otros ocurridos con anterioridad.

Otra fuente importante es la que se produce por el sistema de fallas normales ("Graben") del Callejón Interandino (área entre Quito-Ibarra-Pasto), que no obstante encontrarse fuera de la región estudiada, generan actividad capaz de ejercer una fuerte influencia.

Intermedias y marginales a estas fuentes, hay otras áreas con una posibilidad menor de generar sismos de magnitudes importantes, pero que en todo caso, se verían afectadas en mayor o menor grado según la distancia hipocentral a que se encuentran. Dentro de esta categoría se puede citar la región amazónica.

b) El sismo del 5 de marzo de 1987

El caso del terremoto del 5 de marzo de 1987, permite ilustrar una serie de aspectos importantes, según el contexto tectónico, geomorfológico, climático y ambiental en que se produjo y en el que desencadenaron sus danos. Teniéndose también en cuenta las espectativas de desarrollo que se habían cifrado en este sector, en particular para la hidroelectricidad y de cómo este sismo ha generado, felizmente, un cambio en la conceptualización de las obras y del manejo de las cuencas en cuestión.

El sismo principal (Ms = 6.8) estuvo precedido de un precursor importante (Ms = 6.1) y de varias réplicas de magnitudes superiores a 4 (4 mayores a Ms = 5).

Sin embargo, la mayor de las consecuencias vino a darse por la conjugación del sismo con otro fenómeno precedente y simultáneo: en los meses anteriores y en particular en febrero, se había desarrollado un disturbio atmosférico que generó una anomalía en el régimen pluviométrico, con precipitaciones y avenidas correspondientes a un período de recurrencia de 30 anos (600 mm de lluvia y casi 2500 m3/s en el río Quijos).

En la cuenca había pues, una situación de elevado índice de saturación en los suelos y de gran cantidad de agua almacenada. Al sobrevenir la sucesión de eventos sísmicos se generaron grandes y extensos deslizamientos que a su vez formaron aludes, los cuales represaron algunos cauces fluviales con el consecuente desencadenamiento de enormes avalanchas de lodo, bloques y árboles. En ello, concurrió el hecho del relieve tan abrupto y la presencia de suelos arenosos y limosos (piroclastos, regolitos) de la región. Se estima que el caudal del río Quijos al momento de la circulación de la avalancha principal (de un total de alrededor de 12) fue de más o menos 20 000 m3/s.

Los daños al ambiente, a la infraestructura civil, líneas vitales y población, fueron muy extensos. Según las estimaciones más autorizadas, se calculan en: 20 km2 de destrucción total de la superficie (deslizamientos), 220 km2 de destrucción parcial, 100 millones de árboles de más de 10 cm de diámetro arrasados, al menos 30 especies de mamíferos desaparecieron del área afectada, alrededor de 2000 muertes humanas, 25 puentes mayores destruidos, 3000 viviendas total o parcialmente destruidas (a reconstruir), 16 puntos de ruptura total del oleoducto y gasoducto, 6 meses de interrupción del trasiego de hidrocarburos (60% de la entrada de divisas fuertes del Ecuador), alteración total o parcial del sistema, nivel y calidad de vida de al menos 350 000 personas (muchos de los cuales indígenas) y alrededor de 1000 millones de US dólares de pérdidas globales para el país.

La forma en que deben readecuarse (al menos desde un plano óptimo) la organización de la vida, las relaciones con el ecosistema y de los planes de desarrollo y explotación de los recursos naturales, si bien no deben adquirir un criterio pesimista que conlleve al abandono de los planes actuales, sí debe implicar un cambio radical de su concepción, en particular de las grandes obras de infraestructura (Plantas Hidroeléctricas, puentes, explotación y trasiego de hidrocarburos) y del avance de la deforestación. Es evidente que no pueden seguirse las premisas anteriores al sismo.

12.2.4 La inestabilidad

Para el análisis de la inestabilidad de las laderas, considerada esta como el conjunto de procesos por medio de los cuales se desprenden, mobilizan y transportan las partículas o masas de suelo y/o rocas de las vertientes, no pueden ser tomadas en cuenta solo las variables de tipo geológico (litologías, hidrología, estructura), geomorfólogico (pendientes, relieve) y climático (intensidad y volumen de lluvias), sino también y cada vez con mayor influencia, la actividad humana y su irracionalidad en cuanto a la metódica degradación del ambiente (deforestación, sobrepastoreo, minería urbanización desordenada, etc.). A continuación, se analiza por sectores la susceptibilidad de la región a cada uno de estos tipos de fenómeno.

En las áreas planas o de relieves de colinas suaves del Amazonas (ríos bajos Napo, San Miguel y Putumayo) y no obstante las pendientes suaves del terreno, los suelos de tipo laterítico (arcillo-limosos color rojo) son muy vulnerables a la erosión laminar y microconcentrada y a la formación de pequeños deslizamientos y reptación. Esta situación se da con mayor intensidad en áreas deforestadas, en donde a causa del sobrepastoreo, se ha perdido la cobertura vegetal y el ganado ha compactado el terreno (e.g. La Hormiga, Santa Ana, El Carmen).

Conforme el relieve comienza a ser más y más fuerte, hacia el área de transición y piedemonte, la erosión concentrada (surcos, cárcavas) tiende a desarrollar su predominio y los deslizamientos, según el espesor del suelo, tienden a ser más profundos (Tarapoa, Sansahuari, Shushufindi, Orito). En los cauces fluviales se nota una actividad intensa de erosión y socavación de bancos aluviales y depósitos antiguos, en particular en las convexidades de los meandros y en los bordes de las terrazas. La sedimentación juega aquí un papel muy importante (Napo, Misahuallí, Tipishca, Asís).

Las regiones montañosas están todas expuestas a la erosión, manifestada en todas sus formas (laminar, concentrada, cárcava, etc), sobre todo en las que se ha sustituido el bosque por pastizales y cultivos mal manejados. Los deslizamientos son también muy comunes, sobretodo en perfiles residuales, en donde se mobilizan los materiales saprolíticos, regolíticos y coluviales; las regiones de Casanga, El Chaco, Llanganates, etc., son buenos ejemplos del caso. Cuando las pendientes sobrepasan el 100% y llegar a ser subverticales se desarrollan corrientemente deslizamientos y caídas de bloques rocosos y aludes que forman conoides de deyección que amenudo obstruyen los cauces fluviales, e.g. Mocoa - San Francisco, ríos Dué, Salado, Guamués, Papallacta, Tambo, etc.

Para efectos del análisis futuro y en detalle del problema de la inestabilidad de laderas, deberá considerarse una extensa banda del flanco oriental de la Cordillera entre Baeza, El Chaco, Reventador, La Bonita y Mocoa, en donde se desarrollan normalmente lluvias de elevada intensidad, corrientemente con máximos en 24 horas de 100 mm o más. Esta es también la región de mayor actividad sísmica y volcánica lo que contribuye aún más a intensificar el fenómeno (e.g. sismo del 5-3-1987).

Por último, vale la pena hacer mención del desarrollo de la erosión eólica en las partes altas de la cordillera y en particular, en las áreas de páramo. Allí, las bajas pluviosidades y las condiciones de altura y ambiente inhiben un desarrollo rápido de la vegetación densa y natural, lo que sumado al manejo incorrecto de las actividades agropecuarias, incrementa su vulnerabilidad (remoción de suelos arables y sus nutrientes orgánicos y minerales, formación y migración de dunas, etc.)

12.2.5. Las inundaciones

Aparte de las condiciones propias de la climatología local, las inundaciones son fenómenos que también se desarrollan y magnifican por la conjugación de factores geomorfológicos (relieve) e hidrogeológicos de las cuencas. Pero aquí también, la influencia de la actividad humana es cada vez más importante (deforestación, erosión inducida, etc). Todo ello participa de los aspectos ligados a la capacidad de regulación y amortiguamiento que posean las cuencas, aspectos que se aplican a casi todas las de la región estudiada.

Los tiempos de respuesta y concentración, son así función primaria de la intensidad de la lluvia y de la pendiente del terreno, pero también del amortiguamiento proporcionado por la cobertura vegetal y por la infiltración hipodérmica de los bancos aluviales y hacia los acuíferos subterráneos. Es así como la deforestación hace desaparecer el efecto de "esponja" de la capa vegetal y la compactación y erosión disminuyen la capacidad de infiltración de los suelos. Por consecuencia se tiene de inmediato un aumento del Índice de escorrentía superficial y la disminución de los tiempos de concentración. Las crecidas serán pues más rápidas, más violentas y de mayor energía y los estiajes de caudales menores y más prolongados. Esto en general, concuerda en mucho con las observaciones de las personas más ancianas de la zona.

Así pues, las áreas bajo la influencia de las crecidas aumenta, lo mismo la vulnerabilidad de las obras de infraestructura ligadas a los cauces fluviales: muelles, puentes, carreteras, etc. Esto es particularmente evidente en el caso de los cauces bajos de los ríos Napo, Coca, Aguarico, San Miguel y Putumayo y de poblaciones como los puertos Napo, Misahuallí, Coca, Asís, Colón, Conejo, Tipishca y otros. Valga la aclaración para asegurar que los problemas de inundación de algunas poblaciones no obedece necesariamente al comportamiento anómalo del río sino a la invasión del lecho mayor por parte de los pobladores.

12.2.6 Las sequías

Las sequías, no necesariamente representan un fenómeno que sistemáticamente genere graves problemas a la población local, pues en realidad, es muy raro que se presenten en forma real. Los balances hídricos casi nunca son negativos, lo mismo que la disponibilidad de humedad en el suelo.

De esta forma es poco usual que se rompa el equilibrio vital entre el suelo y la cobertura vegetal. Por el contrario, sí ocurre que a menudo se prolongan los periodos normales correspondientes a la estación seca, lo que si bien no alcanza la condición de sequía, las consecuencias no son menos nefastas: disminución de la productividad del suelo, aparición de plagas y epidemias en cultivos y ganado, aumento de la susceptibilidad a la erosión, etc.

Dos son las regiones más propensas a dicha problemática: las partes altas de la cordillera (páramo) de promedios anuales iguales o inferiors a los 1000 mm de lluvia y la llanura amazónica susceptible a prolongaciones anómalas de la estación seca.

Página precedente Inicěo de página Página siguiente